Shakira y Piqué en la Final de la Copa Davis 2019. Foto: Raúl Terrel / Europa Press

Shakira y la venganza en el Barroco

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Hace unas semanas una canción de la colombiana Shakira fue la noticia estrella. El título Una loba como yo parece bastante sugerente y como todo el mundo ya sabe a estas alturas, se trata de una venganza de la cantante, por medio de una sesión con el DJ Bizarrap, hacia su expareja Gerard Piqué.

Al margen de la polémica sobre haber incluido en la letra de la canción a una tercera persona, también mujer en este caso, cabe destacar que la venganza es una práctica habitual en la producción artística hecha por mujeres desde hace siglos. Si bien es verdad que al efecto Shakira ahora se han unido otras cantantes como Miley Cyrus, ésta no es una manera de hacer nueva, desde hace años en nuestro país ya lo habían hecho Paquita la del Barrio o la mismísima Rocío Jurado.

Llevado al terreno de las Bellas Artes, hay dos piezas del periodo barroco realizadas por mujeres de reconocido prestigio que son el fiel reflejo de una venganza mostrada mediante una pieza artística, aplicando las autoras su propia Ley del Talión. Se trata de la pintura de Artemisia Gentileschi `Judith decapitando a Holofermes´ (1620) y la escultura de Luisa Roldán “La Roldana” `San Miguel venciendo al demonio´ (1692). Una obra que recientemente ha ocupado titulares al haber sido presentada por Patrimonio Nacional tras una profunda restauración.

Judit decapitando a Holofernes, de Artemisia Gentileschi. Galería Uffizi (Florencia). Wikimedia Commons.

Dos buenos ejemplos

`Judith decapitando a Holofermes´ se conserva en la Galería de los Uffizi de Florencia (Italia) y está considerado como un lienzo hipnótico, no se puede dejar de observar. Impresiona por la violencia de la escena bíblica plasmada en dos metros cuadrados. En ellos se muestra explícitamente la venganza que, a modo de autosanación, ejecutó la artista.

Para comprender el desagravio que lleva la obra, conviene conocer la historia. En 1610 el acceso a la enseñanza de las academias profesionales de Bellas Artes era exclusivamente para hombres, por lo que la formación se hacía necesariamente en los talleres de artista o bien con clases privadas. El padre de Artemisia, el también pintor Orazio Gentileschi, viendo las grandes posibilidades demostradas en la joven y apostando por una buena formación, a sus diecinueve años le facilitó clases de pintura con su buen amigo Agostino Tassi, para así poder perfeccionar conceptos sobre anatomía, perspectiva o la incidencia de la luz. Tassi, aprovechándose de su papel como maestro, la violó.

Orazio denunció los hechos ante el tribunal papal y la instrucción, un proceso que duró siete meses, permitió descubrir que Tassi había planeado asesinar a su esposa y que también había querido robar ciertas pinturas del taller de Gentileschi.

Del proceso se conserva documentación exhaustiva, que impresiona por la crudeza del relato de Artemisia y por los métodos inquisitoriales ejercidos por el tribunal. Unas acciones que parecían empeñadas en juzgar a la víctima en lugar de esclarecer la verdad. La joven fue sometida a un humillante examen ginecológico y a un instrumento que apretaba progresivamente unas cuerdas en torno a los dedos; una tortura particularmente cruel para una pintora. De esta manera se pretendió verificar la veracidad de sus acusaciones. El resultado fue una leve condena a Tassi de un año de prisión y al exilio.

«El arcángel San Miguel venciendo al demonio», de Luisa Ignacia Roldán “La Roldana”. Patrimonio Nacional.

Tras estos hechos Artemisia Gentileschi, decidió seguir pintando a sus mujeres fuertes e independientes del antiguo testamento y con `Judith decapitando a Holofermes´, superó en autenticidad y movimiento dramático a la obra de Caravaggio ` Judit y Holofernes ´ (1599). Su venganza también tuvo otra derivada, pudo demostrar públicamente que ella, con sólo 23 años, podía pintar igual o mejor que su violador y que otros pintores que la habían cuestionado.

Respecto al ‘El arcángel San Miguel venciendo al demonio’ de La Roldana, cabe señalar en primer lugar que se trata de una de las obras maestras realizadas por una mujer, una escultora sevillana que a lo largo de su vida fue superando todas las barreras que obstaculizaron su carrera, pero que fue capaz de alcanzar el nivel de creatividad y sensibilidad más alto de la producción barroca en la talla en madera policromada.

Como en el caso de Artemisia, también conviene repasar su historia. En su juventud se enamoró de Luis Antonio de los Arcos, un aprendiz del taller de su padre, con el que se casó contra la voluntad de sus progenitores. Al poco tiempo Luis Antonio confirmó todas las malas sospechas de la familia, resultó pendenciero, derrochador, alcoholizado…

Fue nombrada escultora de Cámara del rey Carlos II, pero pese a ese puesto de reconocimiento, su trabajo no le proporcionó estabilidad económica. El imperio español disfrutaba de mucha honra, pero poco peculio, debido principalmente a una deficiente administración y a la corrupción existente. Aunque se le asignó un salario de cien ducados anuales, no lo recibía con asiduidad, por lo que tuvo que hacer varias rogatorias para conseguir mantener a su familia en la penuria. Probablemente esa carestía fuera la causa del fallecimiento de cuatro de sus siete hijos siendo niños.

En 1692 realizó la colosal pieza ‘El arcángel San Miguel venciendo al demonio’, que junto a su `San Ginés de la Jara´ es una de sus mejores obras. Sorprende por su tamaño, cerca de tres metros de altura y un peso estimado en unos 160 kg. Destaca por el dinamismo del conjunto, la perfección de los detalles que son de una técnica perfecta y la policromía que ahora, recién restaurada, deslumbra por su belleza.

Según cuenta la leyenda, en ella decidió vengarse poniendo las cosas en el lugar que le correspondían de la manera que mejor supo, mediante una pieza artística. Para representar a San Miguel realizó su propio autorretrato pisando al demonio, mientras éste tiene un curioso gran parecido con el rostro de su marido, dejando así constancia de su pensamiento sobre el Bien y el Mal, añadiendo implícita y públicamente que su matrimonio fue un infierno.

El resto de la venganza la ha puesto el tiempo, durante muchos años la pieza se encontraba en el Monasterio de El Escorial, en un lugar lúgubre y sin iluminación, que además impedía la visión frontal y completa de la pieza. Tras su restauración lucirá esplendorosa cuando abra sus puertas la Galería de las Colecciones Reales, en el Conjunto histórico del Palacio Real de Madrid, incluida la peana en la que se reivindicó como escultora de Cámara con el siguiente texto: “Por mandado de rei nvestro Señor Carlos II Lvisa Roldan Escultura de Cámara de Sv Majestad”.

Concha Mayordomo

Licenciada en Bellas Artes (UCM) y Graduada en Artes Aplicadas. De claro compromiso por la igualdad, la violencia de género y la visibilidad de la mujer artista, ha participado en muchas exposiciones nacionales e internaciones y su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas. Es comisaria independiente con una amplia trayectoria, directora académica de cursos sobre arte. Es una figura destacada como divulgadora del trabajo de las mujeres en el mundo del arte con el blog “Mujeres en el arte”, que mantiene desde el 2011. Actualmente es presidenta fundacional de la asociación de mujeres artistas 'Blanco, negro y magenta'.