Franquismo crónica Libre
Julio Gomariz Acuña y la portad de su último libro.

Julio Gomariz: “Para evitar el olvido y hacer justicia, el libro recoge más de 11.000 referencias de víctimas brutalmente represaliadas al final del franquismo”

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Ahora que la sombra del fascismo parece ser más alargada que nunca, conviene mirar al pasado. Leer, “Los últimos zarpazos. Presos políticos en el final del franquismo”, el nuevo libro de Julio Gomariz, es esclarecedor. En la obra, el autor desarrolla un amplio y documentado estudio de la represión de activistas y militantes de la izquierda que fueron juzgados y condenados por el Tribunal de Orden Público (TOP) o los militares. La represión abarcó a todo el país, aunque de manera diferenciada siendo Euskadi, Andalucía, Madrid y Cataluña las áreas donde más se sufrió. Las acciones policiales y penales se intensificaron cronológicamente, alcanzando su máximo en 1976, tras la muerte del dictador. Sin embargo, el aparato represivo fracasó, fue incapaz de frenar las movilizaciones. El franquismo había perdido su bien más preciado: el mantenimiento de su orden público. Crónica Libre conversa con Gomariz para conocer más detalles de esta investigación histórica que promueve la reparación que se le niega a las víctimas.

Julio Gomariz (Madrid, 1950) escribe sobre lo que vivió en su propia piel. Fue militante del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y del PCE (M-L), detenido por Billy el Niño en 1975, torturado en la Dirección General de Seguridad y encarcelado tras ser falsamente acusado de participar en la muerte de un guardia civil. Su propia vida es el motor de esta obra, imprescindible para conocer la verdad de la represión franquista.

¿Qué te lleva a escribir este amplio y documentado estudio histórico?

Desmontar todas las mentiras, falsificaciones e intentos de ocultar lo que fue el franquismo en toda su duración. La represión política más despiadada fue el factor común de todas las fases del régimen: pervivió durante toda su existencia. Mediante este estudio se ha tratado de evitar el olvido de tan siniestro periodo, identificando al mayor número posible de represaliados mediante documentación contrastada, generalmente oficial.

¿Cómo fue el proceso de realización del libro?

Nace este libro de un acuerdo con el escritor Luis Puicercús, con quien acordé ordenar alfabéticamente los muchos datos que obraban en su poder y completarlo con otras fuentes. Nos ceñimos al periodo 1964 a noviembre del 1977, por ser el periodo de vigencia del tribunal de orden público, desde 1964 a la ley de amnistía, noviembre de 1977.

Una fuente fundamental fue el trabajo del Magistrado del Águila (abogado encarcelado en su día por el TOP), la base de datos TOP DAT, que facilitó la identidad de 8.500 represaliados. Otras fueron el gobierno vasco, el gobierno canario y diversas fuentes académicas, de Andalucía, Cataluña, Valencia. También hubo trabajo de hemeroteca. Al ser el volumen del borrador más 1.500 paginas, los editores dijeron que publicarían solo la parte que se centraba en los presos de las distintas prisiones y sacaron solo “Presos del Franquismo de la A a la Zeta”, de Puicercús.

Contactada la Fundación Federico Engels, mostraron su interés por dar a conocer el resto del trabajo, es decir mi aportación con las condiciones de dar a esa base de datos mayor contenido político y una estructura menos árida, ordenando los listados por comunidades autónomas.

¿Qué fue lo más complicado?

La dificultad mayor fue su ordenación alfabética. El trabajo de del Águila, los ordenaba según sentencias, con lo cual, algunos condenados aparecían repetidos. Las sentencias, redactadas con la terminología y medios de la época, no corregían los errores, ya fuesen de identificación de los condenados o su militancia. Las ubicaciones municipales eran confusas o ya inexistentes. Muchos represaliados indicaron que sus datos fuesen en su lengua vernácula. Como se planteaba como objetivo el evitar duplicaciones, el trabajo duro varios años.

600 páginas llenas de nombres y lugares, ¿qué valor tiene publicar estas listas?

Así se da a conocer de forma rigurosamente documentada que la dictadura acabó como empezó, con miles de oponentes políticos encarcelados, pero estos datos no son solo cifras, eran personas con familias, amigos, carreras, que fueron afectados y cuyas penalidades deben ser conocidas.

¿Es esta investigación histórica tu particular granito de arena para lograr la justicia que se les sigue negando a las víctimas del franquismo?

Desde mi humilde punto de vista, aquello que no se documenta, cae en el olvido. Trato de hacer una pequeña aportación para que se haga verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición para tan trágicos tiempos.

¿Por qué crees que se les niega reparación y justicia?

Hay una serie de aspectos económicos; mediante la Ley de Responsabilidades Políticas, se practicaron expropiaciones injustificables. Muchas empresas, sobre todo de la construcción y la obra pública que se beneficiaron del trabajo esclavo, de la especulación o directamente de la corrupción, el mercado negro, el aceite de Redondela, el caso Vilda, Matesa… que tienen interés en que no se sepa el origen de parte de su capital.

Tampoco interesa que se conozca cual es origen familiar de muchos políticos o de miembros destacados de la judicatura, la alta administración, el ejército. En conclusión, que a nadie de los poderosos les gusta que se conozca que entre sus ancestros hay criminales de guerra o destacados sinvergüenzas.

Has vivido en tu propia piel la represión, las detenciones y la tortura, ¿se saca algo en claro de vivir algo así?

Yo me metí en esas vivencias por convicciones. Los tratos recibidos me hicieron reflexionar, pero me fortalecieron. No obstante, hubo personas que cambiaron de postura. Una buena paliza puede ser muy disuasoria.

En la introducción de tu libro eres muy crítico con los pactos que se hicieron en la Transición, ¿por qué?

Las movilizaciones habían derrotado al aparato de estado de la dictadura. Esto era la baza fundamental para la izquierda. Sin embargo, para el aparato de estado se planteaba un dilema, una escalada represiva, sin mejores perspectivas que baños de sangre, dentro de un marco de creciente inestabilidad, con enormes riesgos políticos y grandes pérdidas económicas o frenar las movilizaciones mediante un proceso negociador. El poder, optó por esta vía.

Se trataba de desprenderse de los rasgos más claramente fascistas y de conceder una serie de libertades. La izquierda, muy fragmentada, no supo gestionar su haber, bajo las amenazas constantes de golpe de estado y algunas ofertas u oportunidades de obtención de beneficios, algunos líderes de la izquierda aceptaron las condiciones impuestas y frenaron las movilizaciones. A cambio de unas libertades administradas por los de siempre, dilapidaron su fuerza, frenaron movilizaciones que podrían haber alcanzado metas más altas.

Además, la izquierda, muy dividida entre reformistas, como el PSOE, rupturistas, como el PCE, que cambiaría de guion en medio del proceso y la izquierda revolucionaria, donde el afán de protagonismo y las discusiones estériles dejaron a todas estas organizaciones sin representación parlamentaria

¿Cómo viste la democracia que se consiguió?

En un principio, fue una liberación, significó progreso y alivio, no obstante, quedaban muchos temas pendientes, que tendrían que haberse abordado: tales como reformas democratizadoras en la justicia, la administración, la enseñanza, memoria histórica, pero nunca se hicieron. Los gobiernos de González no lo hicieron.

¿Cómo ves la democracia en España ahora?

La democracia española nació con deficiencias no corregidas, que aún continúan y cuyas consecuencias son obvias hoy en día, siendo más claras en el caso de la justicia. La influencia cultural de la dictadura, sigue presente, el todo vale, el matonismo de algunos y la crispación generada desde algunos medios, son la prueba.

Con los tiempos que corren, ¿Crees que podría darse en España una situación que justificase una nueva represión brutal y unas nuevas listas como las de tu libro?

A pesar de lo anteriormente dicho y los rebuznos de algún medio, la situación económica e internacional hacen muy poco viable una situación como la vivida. No hay justificación alguna para eso, salvo los delirios de algún iluminado. No obstante, me preocupa que se de alguna forma parcial de autoritarismo contra las mujeres, la cultura, los extranjeros y los inmigrantes, lo que podría ser el primer paso para otro tipo de marco político mucho más regresivo.

Mónica Nion

Periodista. Guionista. Educadora Social. Llevo 20 años trabajando en comunicación, con contenidos y formatos, entrevistas y eventos... Y lo que haga falta. La información es poder...