Menores trans sostienen una pancarta durante una marcha convocada por ‘Federación Plataforma Trans’ el 12 de noviembre de 2022, en Madrid . Foto: Carlos Luján / Europa Press
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Crece la preocupación por el aumento de menores que desean cambiar de sexo según el modelo afirmativo propugnado por las leyes Trans

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Desde hace unos años el mundo vive inmerso en una desbocada carrera sobre la posibilidad del cambio de sexo (tanto en mayores de edad como en menores) hasta haber convertido este tema en un aspecto central de las políticas públicas y la legislación de los diferentes países.

No es este lugar para hacer una reflexión sobre las razones que han llevado a la sociedad a contemplar que el cambio de sexo es posible. Sorprende la aceptación de esta idea cuando no se han realizado descubrimientos científicos irrefutables que den consistencia a esta posibilidad. Es evidente que teorías que carecen de toda validez científica han cristalizado en unas prácticas que se están revelando como perniciosas en la mayoría de los países que las han aplicado. Esta tendencia que se extiende por el mundo como una mancha de aceite, se ha cobijado bajo el ambiguo paraguas de preservar “los derechos trans”.

‘Identidad de género’

No existe ni consenso teórico, ni evidencia científica alguna de que exista de manera innata ni adquirida la denominada “identidad de género, y fueron los conocidos Principios de Yogyakarta (2006) el primer documento que define el término “identidad de género” pero no incorpora alguna referencia científica que lo avale. Desde aquel momento, lo que debería haberse discutido dentro del conocimiento científico pasa a ser objeto únicamente del discurso político.

En consecuencia, el concepto “identidad de género” (que hay que repetir no descansa en evidencia científica alguna) pasa a ser considerado un derecho humano sobre el que la mayor parte de los países se han apresurado a legislar para salvaguardar tal “identidad” que, dada su inconcreción, se puede manifestar tanto en criaturas de tres años como en personas de sesenta, sin que esto merezca la más mínima reflexión teórica o demostración empírica.

¿Y cómo se ha materializado esta idea del cambio de sexo en los diferentes países y qué métodos se han introducido para dar satisfacción a todos aquellos individuos que “sienten” que su identidad de género no coincide con el sexo con el que nacieron? Eso es lo que se intenta dilucidar en estas páginas.

Del diagnóstico médico a la autodeterminación

Seis países han establecido en su normativa que no hace falta ningún requisito para cambiar de sexo a partir de los 18 años (Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Portugal) y que basta la mera voluntad del individuo para proceder al cambio registral. España se suma a este listado hoy, una vez aprobada la conocida Ley Trans. Otros países lo permiten a partir de los 15 años (Islandia) o los 16 (Noruega y Países Bajos).

En el Informe de Mapeo Legal Trans (2019) de la ILGA (Asociación Internacional de Lesbisnas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex), se puede leer pormenorizadamente la situación de los denominados “derechos trans” en todo el mundo, aunque en el informe se mezclan todas las condiciones sexuales, y no solo lo que abarca el rótulo “trans”.

Sin embargo, a los efectos que nos interesan, este texto se centra en los cambios que se están introduciendo en algunos países que habían tenido una legislación laxa sobre los procesos de transición de sexo y que actualmente están introduciendo modificaciones en sus protocolos de atención, especialmente por lo que respecta al bloqueo de la pubertad y la hormonación en menores.

El escándalo de la Clínica Tavistock-Portman

El mayor escándalo reciente es el de la Clínica Tavistock-Portman (hospital británico de referencia en el tratamiento de la disforia de género) que cerró a consecuencia de los informes negativos que sobre los procedimientos empleados elaboró la Dra. Hillary Cass en 2022. El escándalo salió a la luz en 2019, cuando la joven Keira Bell interpuso una denuncia contra la Clínica Tavistock por entender que no había sido suficientemente informada de las consecuencias del tratamiento hormonal y quirúrgico al que fue sometida cuando tenía 16 años.

Tras un largo proceso, en 2020 el tribunal británico le dio la razón a la joven Keira Bell al demostrarse la negligencia cometida al amputarle los pechos (a los 20 años) sin que la paciente hubiese recibido suficiente información sobre las consecuencias irreversibles de los actos que había consentido cuando aún era menor de edad.

La Clínica Tavistock se convirtió en objeto de atención al desvelarse que las consultas por disforia de género habían aumentado a casi un 4.000% en menos de una década (Véase grafico abajo). Este espectacular aumento alertó a las autoridades, que decidieron encargar una investigación para esclarecer las razones de tal aumento, y especialmente del hecho de que fuesen niñas en su mayoría.

Sobre los procedimientos de la Clínica Tavistock ya había habido algunas advertencias; por ejemplo, el Dr. David Bell había expresado su preocupación en varias ocasiones por los métodos empleados con los menores, y también se había publicado que 35 psicólogos renuncian en 3 años en la Clínica de tratamiento de disforia de género, profesionales habían abandonado sus puestos por las mismas razones. Sin embargo, hasta que no se hizo pública la sentencia sobre caso Keira Bell y el posterior informe de la Dra. Hillary Cass, no se tomaron medidas contra la clínica, que acabó cerrada en el verano de 2022.

Trànsit, en el punto de mira

El cierre de la clínica Tavistok, así como el desmantelamiento de la Unidad de Género del Hospital Clínico de Barcelona (UIG) en el 2016 y otros indicios es lo que lleva a unas investigadoras a poner el foco en la Unidad Trànsit, que es el servicio del Institut Català de la Salut especializado en transiciones de sexo, que no solo ha finiquitado el modelo anterior que se dispensaba en el Hospital Clínico, sino que ha ampliado unidades en todo el territorio catalán.

El texto titulado Tránsito: De hombres adultos a niñas adolescentes (publicado por Feministes de Catalunya) se ha basado en las cifras proporcionadas por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. El informe ha sido presentado en público y se puede ver en Youtube. Según las autoras, han tenido multitud de problemas para obtener las cifras.

Los datos más relevantes que ofrece el Informe es que con el sistema anterior, la UIG (Unidad de Identidad de Género) del Hospital Clínico atendió a 1045 personas (75 menores) desde el 2008 a 2014, según un modelo basado en la exploración y el acompañamiento psicológico.

Un aumento del 7000%

Por contraste, Trànsit estableció un modelo afirmativo basado en el autodiagnóstico y el consentimiento informado del paciente, en armonía con la nueva Llei 11/2014 LGBTI (de 10 de octubre) para garantizar los derechos de las lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales y para erradicar a homofobia la bifobia y la transfobia, según reza su largo título.

Trànsit ha atendido a 5.418 personas desde 2012 a 2021, lo que ha representado un aumento del 7.000%, con un incremento sostenido en los últimos años. La edad media ha bajado de los 35 años a los 23. Uno de los datos que más llama la atención es que el 70% en la franja de edad entre 10 y 18 años son niñas y adolescentes. Y que en los últimos 7 años se ha pasado de 366 personas atendidas (2016) a 1.454 (2021). Pese a estas alarmantes cifras, el Departament de Salut de la Generalitat ni el propio Servei Trànsit parecen ver nada preocupante.

Silvia Carrasco, investigadora en este Informe, ha reconocido que han pedido los datos a todas las Consejerías de Salud de España y que muchas no han contestado o lo han hecho con cifras incompletas o en algunos casos inservibles. Pese a ello han elaborado un Informe con la información recibida de 13 Comunidades Autónomas y su proyección estatal. De este informe será necesario hacerse eco en un próximo artículo. De momento se puede consultar aquí: Las leyes Trans y el modelo afirmativo en España (Confluencia Movimiento Feminista, 2023).

Marcha atrás en Suecia y Finlandia

Países que habían introducido modelos afirmativos como Suecia y Finlandia han empezado a cuestionar las terapias afirmativas. Concretamente el Hospital Karolinska de Suecia, referente en el tratamiento de la disforia de género, ha dejado de prescribir bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas a menores de edad al entender que los tratamientos no son inocuos, tienen graves consecuencias para la salud de los menores y no mejoran su bienestar.

Las razones están basadas en estudios longitudinales rigurosos, aunque ya había habido algunos indicios de que algo no funcionaba bien que quedó plasmado en el documental Trans Train de la Televisión Sueca (2019). También Finlandia ha cambiado su sistema desde 2020 tras un estudio publicado en el Nordic Journal of Psychiatry (2019) y se ha desmarcado de las recomendaciones de la WPATH (World Professional Association for Transgender Health).

La Ley Trans española

Mientras países que llevaban años de delantera en estas terapias afirmativas del tratamiento de la disforia de género empiezan a reconocer cierta precipitación en los tratamientos, España acaba de aprobar una Ley Trans que propugna la libre autodeterminación de sexo desde los 16 años (o los menores entre 14 a 16 con consentimiento de sus representantes legales, o incluso con nombramiento de un agente judicial o autorización judicial en caso de desacuerdo de los progenitores para menores de entre 12 y 14 años) (Título II, Capítulo I, Texto completo del Proyecto de Ley).

La Ley Trans establece, además, importantes multas en el Capítulo IV: Infracciones y Sanciones que van de un mínimo de 200 euros en infracciones leves a un máximo de 150.000 euros por infracciones muy graves.

Un nuevo nicho de mercado

Como reza el título de un reciente libro sobre el tema, Time to Think: the Inside Story of the Collapse of the Tavistock’s Gender Service for Children (2023) de Hanna Barnes, también aquí es hora de pensar sobre las razones del por qué tantas chicas reniegan de ser mujeres y desean ser hombres, o cuántos niños se someten a tratamientos hormonales o quirúrgicos de por vida para ser chicas.

No es casual que la industria de la reasignación de sexo fuese de 316 millones de dólares en 2019, y que va a seguir a un ritmo de crecimiento del 25,1% hasta 2026 según pronostica Kajsa Ekis Ekman, una reconocida periodista sueca en Sobre la existencia del sexo. También Elena Armesto asegura que “La industria del sexo ha pasado de valer ocho mil millones de euros anuales a tres billones en solo cinco años” Entrevista de Nuria Coronado con Elena Armesto (La Hora Digital, 12-03-2021).

De los datos expuestos en este texto se deduce que la supuesta protección de las personas trans que se pretende con las leyes no esconde más que potenciar una nueva industria de reasignación de sexo, un nuevo nicho de mercado que las farmacéuticas y la industria médico- quirúrgica están promoviendo para, bajo la excusa de la defensa de los “derechos trans”, incentivar el descontento de miles de jóvenes con sus propios cuerpos. Indagar en las razones de este descontento será calificado según Ley Trans española de “terapias de conversión” multadas hasta con la cifra de 150.000 euros. Pensar es peligroso, decía Hanna Arendt, pero no pensar es infinitamente peor.

Juana Gallego

Profesora universitaria