Campeonas fútbol RFEF
Las jugadoras de la selección española durante la celebración de la victoria en Madrid Río. Foto: José Ruiz / Europa Press
/

El fútbol es nuestro: los hitos que ha dejado para el fútbol femenino el Mundial 2023

9 Min. lectura

Más de una semana después de la final del Mundial de Fútbol Femenino 2023, en el que las mujeres españolas de la Selección absoluta se hicieron con la Copa del Mundo, podemos concluir que este gran evento ha dado lugar a hitos para los derechos de las mujeres que, sin duda, suponen goles al machismo aún imperante en el masculinizado fútbol femenino. De estos hitos, y los avances y retos que suponen, resaltaré los tres que más han destacado por su notoriedad pública, su potencialidad para expandirlo y propiciar la profesionalización del deporte femenino; así como su virtualidad para incidir en la dignificación y la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de las deportistas en los países donde las mujeres tenemos derechos y libertades.  

Estos son los tres goles del feminismo en el Mundial 2023.

1. El Fútbol femenino también es un exitoso espectáculo de masas

El primer hito a destacar es la conquista del espacio y de beneficios tangibles en la élite del mundo del mayor espectáculo deportivo, que hasta ahora acaparaban los hombres. Las cifras y los récords que dejan el Mundial muestran el gran éxito de este evento, tanto en términos de participación de selecciones nacionales de los cinco continentes (las mismas treinta dos que en la categoría masculina), como de venta de entradas a los estadios de los países anfitriones y del número de  telespectadores, pese a las trabas que suponían la diferencia horaria para el público de Europa, África y América. El presidente de la FIFA calificó el evento de “éxito rotundo” y dio fe del alto nivel competitivo de las jugadoras al decir que “los partidos son de altísima calidad”.

Igualmente, destaca el incremento de los recursos económicos asignados y generados por el Mundial, tanto los aportados por cuenta de patrocinadores, por derechos de transmisión televisiva y demás nichos de negocios creados en torno a este multitudinario evento; así como los destinados por la FIFA producto de la negociación con las futbolistas, en aras de la consolidación de la Copa del Mundo Femenina, el avance en la profesionalización del fútbol femenino y de la reducción de la amplísima brecha salarial entre mujeres y hombres futbolistas. De éstos, el más significativo ha sido el aumento de los premios económicos a las jugadoras, que este año contaron una dotación de 150 millones de dólares de premios en metálico (que supone el triple de los concedidos en el Mundial de 2019), frente a los 440 millones de dólares destinados en el Mundial masculino de 2022.

Los datos económicos y de la gran acogida que ha tenido la Copa del Mundo Femenina demuestran que el fútbol profesional femenino ya es un fenómeno de masas, tan atractivo, vibrante y potencialmente rentable, que ya no hay excusas para negar el apoyo que necesita el fútbol femenino, ni para intentar frenar su expansión, prestigio y profesionalización. Si después de este Mundial todavía hay quienes siguen despreciando el fútbol femenino quizás sea porque lo que desean es ver sólo a hombres detrás de la pelota.  

2. El mundo del fútbol también pertenece a las mujeres

El segundo hito feminista que ha dejado este Mundial es la feminización en diversas profesiones y ámbitos laborales en el mundo del fútbol que hasta ahora eran predominante o exclusivamente masculinos. En el Mundial de Australia y Nueva Zelanda comprobamos que no sólo hay grandes futbolistas mujeres, sino que es evidente el creciente número de mujeres que se desempeñan brillantemente como seleccionadoras, entrenadoras, árbitras, preparadoras, dirigentes deportivas, personal sanitario (nutricionistas, fisioterapeutas, psicólogas, médicas), así como agentes, periodistas, comentaristas deportivas, cámaras de televisión, fotógrafas, abogadas, líderes sindicales, dirigentes de medios con enfoque feminista y un largo etcétera.

Todos éstos son logros del feminismo, porque gracias a nuestro movimiento emancipador que reivindica el reconocimiento a la misma humanidad y dignidad en igualdad de condiciones que los hombres, las mujeres podemos estudiar, trabajar, practicar deportes, liderar, competir profesionalmente, viajar, acceder a espacios públicos y abrirnos paso en las distintas profesiones y oficios que nos permitan ganarnos la vida dignamente y hasta con gloria.

De todas las mujeres que participaron en el Mundial es de destacar a Sarina Wiegman, brillante exfutbolista neerlandesa que, como seleccionadora, llevó a las futbolistas inglesas a ser las subcampeonas del Mundo y ha sido premiada por la UEFA. En este Mundial hemos visto a cientos de mujeres que son y serán referentes para las niñas y las jóvenes en quienes hallarán inspiración para luchar por conseguir sus objetivos y lograr una carrera profesional de éxito, como nos explicó Marta Vieira en su emocionante despedida del fútbol. Este es el momento idóneo para erradicar en las normas y protocolos educativos el falaz dogma transgenerista de que las niñas que juegan fútbol son posiblemente niños trans. Las niñas que juegan futbol son futbolistas.

La afirmación de que el mundo del fútbol es un lugar que también pertenece a las mujeres impone la exigencia de que la FIFA ponga en marcha su Estrategia del Fútbol Femenino, en aras de favorecer la transformación profunda que necesita. Para ello, en aplicación de las medidas allí previstas, se hace necesario la participación más equilibrada entre hombres y mujeres en las organizaciones deportivas internacionales y nacionales donde se toman las decisiones, a efectos de acelerar la profesionalización de las futbolistas, garantizar eficazmente sus derechos laborales y económicos y mejorar el ambiente de trabajo para combatir el abuso de poder y la violencia sexual porque, como ponen de presente Global Initiatives y Human Rights Watch, las diferencias laborales y salariales entre mujeres y hombres, así como del trato y oportunidades dispensado a unas y otros, siguen siendo enormes e injustas.

La importancia de que sean mujeres las que dirijan e integren mayoritariamente los cargos de responsabilidad, confianza y puestos de trabajo en los clubes, asociaciones y demás organizaciones de fútbol femenino en todas las categorías, tanto a nivel profesional como amateur, se refleja en los datos. Sólo hay seis mujeres entre los ciento cuarenta miembros de la Federación Española (RFEF). La RFEF y el Consejo Superior de Deportes (CSD) establecieron un salario mínimo profesional para las mujeres futbolistas de 16.000 euros anuales a tiempo completo, cantidad 9,7 veces inferior al salario mínimo percibido por los hombres futbolistas, que ganan 155.000 euros anuales. “Según FIFPRO, el 47% de las mujeres no cobran por jugar al fútbol, y solo el 10% tiene un salario digno que le permite subsistir gracias al deporte”. De hecho, sólo 878 mujeres en el mundo son tenidas como profesionales.

En suma, para evitar los abusos de poder que hemos visto en el caso Rubiales- Vilda, es preciso que las mujeres en el fútbol alcancen puestos de poder; y, en todo caso, que se impongan medidas normativas efectivas que impidan que hombres abusivos puedan dirigir o trabajar con mujeres. El primer paso en este sentido debe ser que la Selección española sea dirigida por una mujer.

Naturalmente, al reivindicar el derecho legítimo a que el fútbol femenino esté prevalentemente integrado por mujeres y niñas es preciso exigir que, como su nombre lo indica, el fútbol femenino sea exclusivamente para mujeres y niñas, y que sus espacios físicos y simbólicos sean seguros para nosotras, a fin de garantizar debidamente nuestra dignidad, intimidad, libertades y, sobre todo, el derecho al juego limpio. Esto supone que se impongan restricciones a los varones y, desde luego, que no se permita ingresar al deporte femenino a los transautoidentificados.   

Como se señala desde Contra el Borrado de las Mujeres, Save Women’s Sports, The Independent Council on Women’s Sports, entre otras organizaciones, los nacidos varones que han pasado por la pubertad masculina cuentan con notorias ventajas comparativas respecto de las mujeres, que impiden el juego limpio que debe regir en el mundo de las competiciones deportivas, ya sean profesionales o amateur. Dado que se compite con el cuerpo, que define al sexo, y no con los sentimientos internos, que invoca la llamada identidad de género, se debe exigir categóricamente que sólo las mujeres compitan en la categoría femenina, pues las diferencias anatómicas, fisiológicas, hormonales y de socialización les confieren a los nacidos varones ventajas considerables que perjudican de forma injusta a las mujeres, lesionando sus derechos y arruinando sus posibilidades competitivas.                    

3. La visibilización de la violencia sexista y sexual contra las mujeres 

Por último, y quizás el más importante para el feminismo, es el hito de la visibilización de la violencia sexista y sexual que sufren las mujeres, evidenciado en el abusivo beso en la boca que Luis Rubiales le dio a Jenni Hermoso en la ceremonia de entrega de medallas, cuyo análisis jurídico hice en Crónica Libre. Este hecho ha permitido a hombres y niños de todas partes del mundo –así como también a muchas mujeres y niñas– a conocer la existencia, o reconocer la importancia, del derecho a la libertad sexual de las mujeres y niñas. Derecho que, pese a estar reconocido como específico de las mujeres desde la misma Convención para la Eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres (CEDAW) de 1981, su respeto no se ha consolidado en ningún país donde las mujeres tenemos derechos.

La libertad sexual constituye una de las reivindicaciones más importantes planteadas por el Movimiento Feminista, y es definida como la facultad que tiene toda persona, con capacidad legal para consentir, para autodeterminarse sexualmente,es decir, para decidir libremente realizar o no conductas de carácter sexual, así como para decidir libremente mantener o rehusarse a tener relaciones sexuales consensuadas con otra persona.

La importancia de la visibilización de la libertad sexual radica en que no sólo están prohibidas y castigadas por las leyes las agresiones sexuales graves que sufrimos las mujeres, es decir, las violaciones; sino que las leves también lo están. Esto pone de patente una verdad que muchos hombres no quieren aceptar: no existe el derecho de los hombres a disponer de las mujeres, ni de acceder a nuestros cuerpos sin nuestro consentimiento y deseo.

Entre otras, se consideran conductas de carácter sexual, que coartan la libertad sexual de las mujeres, los besos en la boca y los tocamientos en las partes sexuales, tales como pechos, muslos, nalgas y los genitales. Al ser los besos en la boca un acto de alta intimidad con connotaciones eróticas, son tenidos por actos de naturaleza sexual, se tenga o no intenciones libidinosas. Por ello, a la luz de la ley, los “picos” tienen la consideración de acto de contenido sexual. Y así está recogido en el Protocolo de Actuación Frente a la Violencia Sexual de la Real Federación Española de Fútbol que establece que el “abuso sexual es un comportamiento verbal, no verbal o físico con connotaciones sexuales hacia una persona o un grupo que se basa en el abuso de poder y de confianza. Puede ser intencionado o no intencionado”.   

Aunque el caso de abuso sexual más conocido a nivel mundial es el Rubiales, no es el único y, desde luego, no es el más grave. Ahora y antes ha habido múltiples casos de abusos y acoso, tanto en el fútbol, como en otros deportes. En el fútbol español destacan los protagonizados por el seleccionador Jorge Vilda, que agarró el pecho de una entrenadora en plena final del Mundial; el directivo del Barça, Xavier Puig, que besó en la boca a una jugadora tras la final de la Copa de la Reina; y el exseleccionador Ignacio Quereda que durante veintisiete años maltrató y abusó de las futbolistas de diversas maneras.  

En el fútbol, al igual que en la calle y en el resto de los ámbitos laborales y académicos en los cinco continentes y la Antártida, las mujeres estamos expuestas de forma estructural y generalizada a la violencia sexual ejercida por hombres, expresadas de múltiples formas. Por esta razón, la FIFA y la ONU están trabajando en la institucionalización de una agencia independiente, multinacional y multideportiva que colabore con los órganos judiciales deportivos para abordar los casos de abusos y violencia en el deporte.

Al margen del espectáculo deportivo que supone el fútbol femenino, lo mejor que ha tenido esta Copa del Mundo es que hemos podido conocer las graves injusticias laborales y los altos niveles de abuso que sufren las futbolistas y también las periodistas y demás mujeres que trabajan en el sector deportivo, como ha puesto de presente Gemma Herrero, y que estamos dispuestas a combatirlo.

 El fenómeno #seacabó que han impulsado Jenni Hermoso, Alexia Putellas y las demás Campeonas del Mundo, con el apoyo de futbolistas y mujeres de todo el mundo, constituye un verdadero revulsivo con potencialidad para transformar el mundo del fútbol, los deportes femeninos y, en general, los demás ámbitos laborales y académicos donde las mujeres seguimos estando expuestas a abusos de poder, violencia machista y faltas de oportunidades. Esta lucha colectiva e internacional que reivindica la dignidad y los derechos de las mujeres se llama feminismo y ya ha llegado al fútbol.        

ONU Mujeres, la FIFA, Unión Profesional, diversos clubes deportivos y algunos gobiernos están con nosotras. Conviene aprovechar el impulso del fenómeno #seacabo para que las mujeres conozcamos nuestros derechos, los ejerzamos y los hagamos valer, mostrando tolerancia cero con los abusos. El fútbol también es nuestro. ¡Enhorabuena a las Campeonas del Mundo!

Sandra Moreno

Jurista, doctora en Derecho. Vicepresidenta de Feministas Radicales.
Twitter: @ConSandramoreno