Estamos en la época de la nostalgia audiovisual y esto ha beneficiado muchísimo al cine de terror. Tanto es así, que el director Sam Raimi, que vio levantada su carrera en 1981 con la original Posesión Infernal (Evil Dead), ha producido su quinta entrega cinematográfica. Por primera vez, un edificio de la gran ciudad es protagonista de las posesiones desplazando a la tan mítica cabaña en el bosque, en un film que ha usado para su producción 6.500 litros de sangre falsa. ¿Ha valido la pena seguir explotando a los demonios del Necronomicón?
Una madre recién divorciada y sin recursos vive en un piso con sus tres hijos, dos adolescentes y una pequeña. Estamos hablando de un edificio con pocos vecinos porque está al borde del desalojo. De repente, se presenta su hermana pequeña, la tía de los chavales, una chica que trabaja en el mundo de la música que se ha quedado embarazada.
Con esta estampa familiar tan complicada, los 3 niños encuentran en los subsuelos del garaje el libro del Necronomicón, que llevan a su apartamento para investigarlo hasta el punto liberan a los demonios que contiene y que, obviamente, harán de las suyas.
El público enloqueció en los pases de prueba
Éste es el punto de partida de una película que iba a estrenarse directamente en plataforma, en HBO Max, pero que, en sus pases de prueba la gente dio muy buenas críticas saliendo encantada con el film y eso supuso que los productores se lo pensaran y optaran por llevarla al cine.
Cada vez más la gente está volviendo a las salas después de la pandemia y eso puede aportar muchísimo más dinero a las compañías que estrenarlas directamente en streaming. Si a eso le sumamos el buen rendimiento que da la nostalgia hoy día (comprobadísimo con la última película de Scream, de la cual también hicimos la crítica en Crónica Libre) parecía la opción correcta para que el gran público disfrutara de esta maravilla.
Películas como ésta, con grandes jumpscare, con excelentes maquillajes prácticos apoyados con CGI (cosa que se agradece y se nota que tiren primero por lo tradicional en este tipo de films), con actuaciones terroríficas y primeros planos demoledores, tenía que estrenarse en salas.
Las películas de Posesión infernal son películas de inmersión, y que el público acabe contento o muy contento después de verlas depende, precisamente, de dónde verlas. Ésta hay que verla en el cine.
Una saga poco explotada en salas
Esta saga empezó de manera casi experimental y con un presupuesto pírrico en 1981, con la original Posesión infernal (Evil Dead). No tardó en convertirse en una película de culto que puso en el mapa tanto a su director Sam Raimi, al que ahora le debemos cintas como Dr. Strange y el multiverso de la locura, la trilogía Spiderman de Tobey Maguire y otros films de terror de culto como Arrástrame al infierno, y a su actor Bruce Campbell, un actor bonachón de Hollywood y un as en la comedia. Ambos, por cierto, son productores de esta cinta actual.
Tanto fue el éxito, que ambos rodaron dos películas más que sucedieron a la original conformando una trilogía. Estas dos obras contaron con mucho más presupuesto y aportaron cosas nuevas que sumaban para no ver más de lo mismo.
En la segunda parte, llamada aquí Terroríficamente muertos, seguían en la icónica cabaña original de la primera parte pero añadieron al film mucha más sangre y mucha más locura, la convirtieron en una comedia desternillante gore. En la tercera, El ejército de las tinieblas, ya tiraron la casa por la ventana (y nunca mejor dicho) en lo absurdo y dejaron atrás la cabaña para hacer viajar a su protagonista al pasado, a la época medieval. Una trilogía que fue enloqueciendo, pero tremendamente valorada por crítica y público.
Y ya está, se quedó en los 90 y no fue hasta 2011 (la década de los remakes) que quisieron ver si la llama de los fans seguía viva y, de paso, poder hacer llegar esta saga a las nuevas generaciones. Sam Raimi contrató a un director desconocido pero con talento llamado Fede Álvarez (que luego demostró aún más su valía con la cinta No respires) para llevar a cabo un remake actualizado de su obra original.
Ahí nació Posesión infernal (2011), con efectos especiales mejorados y quitándole todo tipo de humor que tan conocida había hecho a la trilogía original. También funcionó, y mucho, pero, contra todo pronóstico, no se aprovechó el tirón de ese éxito en ningún film más hasta la película que actualmente está en los cines.
Por medio, hubo una serie de televisión continuación de la trilogía original de 3 temporadas que podéis encontrar en Netflix que cuenta con el protagonista original, ya mayor, al que no veíamos desde El ejército de las tinieblas. Esta serie es muy recomendable y sigue con su punto de locura máxima, con un Bruce Campbell volviendo a hacer de Ash que sigue demostrando que es un rey de la comedia. La serie se llama Ash VS Evil Dead. Como curiosidad, también salió un cómic muy conocido que continuaba con el carisma de su protagonista pero, esta vez, enfrentándolo a dos iconos del terror. El cómic se llama Ash VS Freddy VS Jason.
Homenajes por todas partes
Posesión infernal, el despertar tiene guiños durante todo el metraje a todo lo que os he contado hasta ahora, desde recrear muertes icónicas, hasta la inclusión de la muy querida motosierra de Ash (muy forzada, pero aceptamos pulpo como animal de compañía), el Necronomicón haciendo de las suyas y hasta frases míticas de la saga puestas en boca de los nuevos prtagonistas. Si tan solo hubiéramos tenido un cameo de Bruce Campbell hubiera sido el homenaje perfecto, pero no sale.
En esta entrega se recupera mínimamente el humor, pero siguiendo más la estela del remake de 2011. Las situaciones sangrientas son tan extremas que te provocan terror y risas al mismo tiempo. El director en el que han confiado esta vez tanto Sam Raimi como Bruce Campbell, Lee Cronin, ha sabido aprovechar totalmente la oportunidad que le han dado. Su anterior film, El bosque maldito, ya apuntaba maneras de que este hombre sabe lo que hace. Por favor, es escena de la matanza vista toda a través de la mirilla de la puerta es oro puro cinematográfico, qué bien contada.
¿Qué aporta de nuevo, entonces, esta película?
Algo que no se había tratado tan profundamente en los 4 films anteriores: El tema de la familia. Estamos hablando de una madre y sus tres hijos. Repito: una madre y sus tres hijos. En las anteriores veíamos gente joven que eran amigos, alguna pareja o alguna relación de hermandad, pero el inicio de la película hace muy bien en darte una sensación de una madre al límite que casi no sabe cómo tirar adelante con su vida y con la de sus tres churumbeles.
La madre, por cierto, es la gran robaplanos oficial del film, un gran acierto de casting. A esto le sumamos una hermana de la madre embarazada, repito, embarazada, y ya no quieres que le pase nada a nadie de la ternura que le coges a todo el mundo.
Pero la película tiene que avanzar y arriesgar, y lo hace. Arriesga muchísimo pero no del todo, aunque lo suficiente como para que te haga sentir todo el rato. Empatizas con cada miembro del clan e, incluso, con algunos de los vecinos. En definitiva, esta película es un disfrute la hora y media justa que dura (que se agradece) y no me extrañaría nada que la sexta parte esté ya encargada y la veamos pronto.