Entrevista a Miguel Riera, director de la editorial El Viejo Topo, expulsada de una Feria del libro de izquierdas en Barcelona

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Este fin de semana se está celebrando en Barcelona la denominada Feria Literal del libro. Planteada como una feria de izquierdas, la sorpresa es que los organizadores han expulsado a la histórica editorial El Viejo Topo, editora de una emblemática revista del mismo nombre desde 1976, por “razones ideológicas”. Crónica Libre entrevista a su director, Miguel Riera, quien ve en ello una “cancelación” hacia el pensamiento crítico de la izquierda que ellos representan.

Se está celebrando la novena edición de la Feria Literal del Libro, donde se prevé la reunión de un centenar de editoriales y librerías independientes, que tengan parte de su catálogo especializado en el pensamiento crítico. Pero la noticia es que a la editorial El Viejo Topo no se le ha permitido participar, ni exhibir sus libros, ni ejemplares de la revista.

De todos es conocido que el buque insignia de su editorial, la revista El Viejo Topo, es una publicación de izquierda emblemática desde 1976 y fundada por la activistas de la izquierda antifranquista.

Miguel Riera, director de El Viejo Topo. ¿Su editorial participó en ediciones anteriores?

Sí, hemos participado desde su fundación. De hecho participamos en las reuniones iniciales que darían lugar a la primera Feria, que entonces tuvo otros organizadores.

El término “viejo topo” se toma, dígame si me equivoco, de unas expresiones de Hegel y Marx, que lo asocian al revolucionario paciente, que avanza obstinadamente bajo tierra lejos de todas las miradas, apoyándose en la sabiduría que le da su larga experiencia vital. Sin embargo, ya no son ustedes aceptados en una feria del libro de izquierdas como Literal. ¿Cuál es el motivo aducido?

La razón formal, comunicada telefónicamente, es que los organizadores no compartían determinadas líneas ideológicas de la editorial, citando como referencia los libros de Diego Fusaro. No hubo comunicación escrita, salvo un mail en el que nos decían que devolvían los derechos de inscripción en la Feria.

¿Y qué piensa al respecto? Algunos acusan de fascista a Fusaro y cómplice con la ultraderecha italiana, ¿está de acuerdo? ¿Qué motivo hubo para publicarlo en El Viejo Topo y qué creen que aportan sus libros?

Para empezar, creo que la abrumadora mayoría de críticos con Fusaro no lo han leído. Hablan de oídas. Yo no he visto ni una línea en los libros de Fusaro que permitan tacharlo de fascista. Fusaro es un marxista de tradición hegeliana, que está mucho más cerca de los de abajo que muchos de los que lo descalifican.

Es verdad que políticamente ha sido –visto desde nuestros ojos, no sé desde los ojos italianos– altamente imprudente, si pretendía ser alguien en política. Ha hecho lo que le ha venido en gana, sin pensar en las consecuencias en el mundo político y mediático real. Le gusta proclamar que va a dónde lo invitan y escribe donde se lo permiten, si se respeta lo que dice y escribe.

No es ocioso señalar que en marco político italiano las alianzas y las rupturas tienen una lectura muy diferente de las que haríamos en España.

Concluyendo: lo que se le reprocha aquí a Fusaro, repito que sin haberlo leído, es haber escrito hace tiempo algún artículo en la revista de la formación parafascista, o posfascista, o lo que sea, Casa Pound. Algo que también a mí me incomoda. Para más INRI, en un proyecto político que impulsó le pusieron como nombre VOX, desconociendo que así se llamaba el partido de ultraderecha español.

Pero todo esto, que obviamente tiene consecuencias, no impide que leamos lo que escribe. A mí me interesa su crítica a la cultura incipiente que está creciendo entre los más jóvenes, que olvidan quién es el enemigo principal y se fragmentan en luchas sectoriales inconexas.

También su visión de cómo el capitalismo tiende a transformar la sociedad en un conjunto de átomos individualizados y precarizados, condenados a servir fielmente al capital si desean sobrevivir económicamente. Su defensa de valores tradicionales está más cerca de la realidad de la clase trabajadora que  de los integrados en la cultura woke, que lo tachan de fascista. Su crítica del liberalismo es despiadada.

De otros aspectos puedo estar más distante, como de sus consideraciones en torno a la Iglesia y el Papado, pero coincido plenamente con sus críticas a la Unión Europea y al papel del euro. También coincido con su posición en relación con la guerra de Ucrania. En cualquier caso, recomiendo leerlo primero, y opinar después. Más de uno se llevará una sorpresa.

¿Cómo se organiza la Feria Literal, es decir, cómo se toman las decisiones, qué grado de responsabilidad en su expulsión achacan a cada protagonista? ¿el resto de las editoriales de izquierdas no han expresado ninguna discrepancia?

La verdad es que no lo sé muy bien. Al parecer los organizadores son una cooperativa en la que son miembros fundamentales los editores de Tigre de papel. La comunicación se nos hizo a través de una empleada que parecía estar bastante apurada. Personalmente no tengo constancia de que ninguna otra editorial haya protestado públicamente, al menos hasta el día de hoy. Hay autores que han pedido que sus libros no se exhiban en la Feria

¿Reciben alguna ayuda de instituciones esta feria? ¿cree que esas instituciones deberían haber adoptado alguna posición sobre su expulsión?

Sí, tengo entendido que la Feria recibe ayuda del Ayuntamiento de Barcelona, que además cede las instalaciones. Creo que también de la Generalitat y del Ministerio de Cultura. Y sí, resulta increíble e inaceptable que al menos el Ayuntamiento no haya intervenido, salvo que lo haya hecho privadamente y sin ningún resultado. Quizás el hecho de que estemos en plena campaña electoral explica –que no justifica– ese silencio.

¿Cree que la expulsión de El Viejo Topo se enmarca en la denominada “cancelación”, es decir, la existencia de un modus operandi de determinada izquierda que “cancela”, censura o proscribe a personas o instituciones que considera que no son políticamente correctos?

Absolutamente sí. Somos incómodos. Hemos tomado con frecuencia posturas a contracorriente, como con el secesionismo y el “procés”. También contra eso que algunos llaman “cultura woke·, o “izquierda fucsia”. La cancelación es una venganza.

Por otro lado, parece lógico que los organizadores de una feria con un perfil político determinado puedan elegir a quiénes puedan participar. ¿Cúal debería ser el criterio y por qué cree que no es el aplicado en el caso de El Viejo Topo?

A mí no me parece lógico, y aún menos si hay dinero público por en medio. ¿Se imagina que en la Feria del Libro de Madrid se vetara a una caseta de Podemos o de VOX? ¿Quién sería el responsable de dictaminar sobre los límites ideológicos?

Está claro que en una Feria ecológica no tendría cabida una editorial que se dedicara a publicar libros sobre armas, pero la Feria Literal es una feria del libro político de izquierda. Radical, le llaman ahora los organizadores. ¿Quién establece los bordes de la radicalidad?

Se difundió un manifiesto de apoyo a ustedes y denunciando su expulsión de la feria, ¿qué apoyo han tenido?

Muy amplio, en cantidad y, sobre todo, en calidad. No ha sido una iniciativa nuestra, pero les estaremos eternamente agradecidos a los que lo han impulsado y a todos los firmantes.

¿Cree este hecho muestra algo representativo de la evolución de la izquierda intelectual, no sé si catalana, o de todo el Estado español en general, o es solo una anécdota o un caso aislado?

No es una anécdota. Está en la línea de la descalificación, de la cancelación, de evitar el debate y anatemizar la discrepancia que surgió hace ya tiempo en las redes sociales y que se está extendiendo en toda la sociedad. Aquellos que nos empeñamos en defender el pensamiento crítico y el debate lo tenemos mal. El futuro es negro.

Pascual Serrano

Pascual Serrano es periodista. Crítico con la prensa tradicional, en 1996 fundó la publicación electrónica Rebelión (www.rebelion.org). Su denuncia a los métodos de información de los grandes medios tradicionales se ha reflejado en libros como Desinformación (2009), o La prensa ha muerto: ¡viva la prensa! (2014). Otros libros publicados son Traficantes de información (2012), Medios democráticos (2016) y Paren las rotativas (2019).
Ha sido colaborador de Público, Eldiario.es y Sputnik.
En 2019 recibió el Premio de Periodismo de Derechos Humanos que anualmente concede la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). En la actualidad dirige en Akal la colección A Fondo y colabora con varios medios, como Le Monde Diplomatique y Mundo Obrero.
Su último libro es Prohibido dudar. "Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo" (Akal).