Steven Spielberg: Foto: Bennight/ZUMA Press Wire/dpa

Los Fabelman, el melodrama de la familia Spielberg

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Hola, me llamo Steven Spielberg, ésta es la película sobre mi infancia y a ti te va a gustar porque soy Steven Spielberg. Sí y no, Tito Steven. No hay duda que los 76 años no paran a este genio de ser, no solo uno de los mejores directores del momento, sino uno de los mejores directores de los más de 120 años que llevamos de cine.

Si nos ponemos a nombrar películas que han formado parte de nuestra vida y que, también, siguen viéndose vigentes para que las nuevas generaciones puedan hacérselas suyas también, necesitaríamos más de los dedos de la mano para numerarlas. Desde que llamó la atención con su casi ópera prima Tiburón (e inventando, de paso, el concepto del taquillazo veraniego), su carrera fue en ascenso de clásico en clásico, como con la trilogía de Indiana Jones (olvidemos la cuarta entrega, por favor, por mucho que salga Cate Blanchett), Encuentros en la tercera fase, Always, ET, El imperio del sol, Hook, hasta llegar a Jurassic Park, su primer punto de inflexión. Hasta esa película Spielberg dominaba la taquilla con cada película que sacaba, convirtiéndose en el rey del público, pero no de la crítica, que casi siempre ha tachado al director de irse a lo mainstream del momento para asegurarse la peregrinación máxima a los cines del público, pero sin dejar nada de su alma en sus metrajes.

Pero Steven es un hombre inteligente, y, por eso, realizó la película que hizo que la crítica se callara la boca: La lista de Schindler. Con ella, olvidó el cine para toda la familia y se centró en la crudeza de lo que fue el nazismo, hecho que luego repetiría en su película consagración Salvar al soldado Ryan. Ambas películas le valieron dos Oscar como dos soles, premio que, siendo el director más taquillero del momento, se le había resistido siempre.

Y a partir de ese punto, Spielberg ya podía hacer, literalmente, lo que le diera la gana, y así lo ha hecho. Bien cierto es que la carrera del director, desde entonces, ha sido bastante irregular porque así lo ha querido él, porque ha contado las historias que ha querido. Y la culminación de esta etapa es, sin duda, esta película: Una película nada encubierta sobre su historia real familia y sobre su amor por el cine.

¿Sabes cuál es el problema, Steven? Que has hablado tantísimo sobre tu vida que, si vas a contarla en una película, tienes que arriesgar mucho más y, además, darnos un plus que no nos hayas dicho antes. Por poco que curioseemos en la vida del director, encontraremos mil entrevistas donde nos ha contado el bullying por antisemitismo que sufrió (bastante descafeinado en la película, y más en la época donde oímos casos tan duros de acoso escolar), de su encuentro con el gran director John Ford (la mejor escena de la película que está grabada tal cual él la relató y con un maravilloso David Lynch encarnando al cásico director) y su hogar en apariencia feliz pero roto por dentro.

Y éste último tema es lo que vale de la película eclipsando completamente la historia del supuesto pequeño Steven y el cine. Nos importa esto y el hijo de la familia podría haber optado por ser un fanático del macramé en vez del cine y el resultado final hubiera sido el mismo.

Con sus padres fallecidos en 2017 y 2020 y con la icónica y mediática madre del director que el público conoce por haber aparecido a su lado en miles de entregas de premios, el director opta por contarnos un drama de todos los tiempos de la forma más edulcorada posible como si se tratara de una película hecha en la época que cuenta el film, años 50. Pero no estamos en los años 50, Steven, estamos en el 2020. Nos encontramos ante una madre rasgada pero entregada, con tres hijos, y con un marido bueno y abnegado por el que, en el fondo, no siente nada. Esta madre deberá de elegir entre lo que tiene que es realmente muy bueno y el amor de su vida, que no tiene nada más que su sola persona.

Una madre magistralmente interpretada por la que fuera ídola adolescente en Dowson Crece o Halloween H20, con Jamie Lee Curtis (todo está conectado con ella, es la Kevin Bacon actual), y que también fue Marylin en Mi semana con Marilyn (y que la encarnó mejor que Ana de Armas, sin que ésta última lo haya hecho mal, pero éste es un debate que muchos no están preparados para tener). Estoy hablando de la maravillosa Michelle Williams, que va a ver cómo se le escapa el Oscar por quinta vez.

¿La película está bien narrada? ¿Está bien filmada? ¿Está bien actuada? Sí, sí y sí, obviamente, estamos hablando de Spielberg, él no hace ya nada mal, pero, como a ese alumno aventajado de la clase cuyo profesor le exige más que a los demás para que no se relaje, el público también le exige lo mismo a él, y aquí se relaja. Esperábamos que, ya que nos entregas tu alma, nos la des del todo. Es una buena película, a ratos lenta, pero no es ni la mejor película del año ni, por descontado, la mejor película de Spielberg.

NOTA: 6

Richard Pena

Actor, guionista y comunicador. Crítico de cine y series en Crónica Libre.