Gijón

Y aquí, el debate de Gijón… ese que no quieren que se vea

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“¡Quedan muy poquitas horas para el debate! Por fin, un debate en el que se incluyen voces diferentes, opiniones diferentes, realidades diferentes. Tengo muchas ganas de conversar. ¡Y de veros a todas las que vengáis!”. Así de emocionada estaba Nagore de Arquer, escritora y desistidora anunciando su participación el pasado 16 de abril junto a José Errasti, profesor de Psicología en la Universidad de Oviedo en un encuentro en Gijón titulado “Sexo, género, identidad, derechos y sociedad”.

La cita, moderada por Sandra Losada Menéndez, vicedecana del Colegio Asturiano de Sociología y Ciencias Políticas en el centro Municipal Integrado “El Llano”, de Gijón, contaba del lado transgenerista con Mané Fernández (fundador de Trans-gresión) y Andrea Tuero (pedagoga, psicóloga y sexóloga). Según la moderadora se trataba de “un debate complejo” que requería aclarar conceptos “ya que no todas las personas tienen las cosas claras”. En pleno siglo XXI se refería a definir “qué es el sexo, el género o qué es ser hombre o mujer”.

Al acabar el encuentro las redes sociales esperaban verlo. De hecho, había varias personas grabándolo. Sin embargo, tanto Fernández como Tuero, al conocer que se quería difundir, se negaron a ello. Así surgió el hashtag #YoQuieroVerElDebateDeGijon

Errasti, se preguntaba irónicamente “¿por qué alguien participa en un debate público impecable, expone sus ideas junto a otras distintas sobre temas que afectan a la salud infantil, y cuando puede ampliar su audiencia de 100 personas a 100.000 dice «no, no quiero que la gente lo vea?”

Crónica Libre responde a su pregunta difundiendo el material de un evento público, en el que ningún momento –salvo cuando se indicó que no se iban a permitir aplausos-, se dijo que ni se podía grabar ni difundir su contenido.

Biología frente al sentimiento

La primera en abrir el debate de Gijón fue Nagore de Arquer, coautora de Mamá, soy trans, quien hizo una clase para primero de primaria.  “El sexo es biología y en condiciones normales y de salud, produce gametos grandes (óvulos), y el sexo masculino el que produce gametos pequeños (espermatozoides). ¿Quiere esto decir que una mujer que nace sin útero, que llega a la menopausia o que se extirpa los ovarios, no es mujer? No, porque estamos hablando de “condiciones normales de salud”: es decir, lo que el cuerpo está preparado genéticamente para hacer. Por otro lado, cabe destacar que esto no está ligado en ningún momento a ningún comportamiento: no se es menos mujer por llevar el pelo corto, no querer hijos y rechazar las imposiciones sociales”.

De ahí Nagore pasó a explicar el siguiente término: el género. “Son las imposiciones sociales que hay hacia hombres y mujeres por el simple hecho de tener unos genitales u otros. A las mujeres se las educa desde pequeñas para que sean dóciles, tranquilas y sumisas (además del gusto por el maquillaje, los hombres o los vestidos). ¿Quiere esto decir que todas las mujeres tienen los mismos gustos? No, al igual que no todas las personas a las que enseñas una película se quedan con la misma idea. No por ser una mujer “masculina” se deja de ser mujer, ya que ser mujer no es un comportamiento”, dijo.

Mujer y hombre son realidades biológicas, ya que, si hablamos de que es un tema de identidad, caemos en varios problemas. El primero es que, a la hora de definirlo, podemos caer en explicaciones circulares del tipo “una mujer es quien se siente mujer», «¿qué es sentirse mujer? ¿Ser mujer?”.

Por otro lado, al no definir una palabra según una realidad objetiva (en este caso, biológica), debemos definirla por otras cualidades. Como estado no religioso, no lo haremos según las almas, así que… ¿Qué nos queda? ¡Ah, el comportamiento! ¿Ser mujer es comportarse de una determinada manera? En tal caso, las feministas no serían mujeres, puesto que han rechazado desde siempre las imposiciones de comportamiento”.

La educación genital

Mané Fernández respondió que “cuando hablamos de sexo hablamos de biología y como especie nos clasificamos como hembras y machos -por el factor XX hembra y el XY el macho- y en base a esto tenemos rasgos sexuales que conforma lo que la sociedad nos ha impuesto, ser hembra o macho. Ser hembra es mujer y ser macho es hombre. Desde esa genitalidad se nos educa, pero esa educación no coincide con lo que la persona siente, con cuál es su identidad”.

Continuó definiendo que la palabra trans “no significa ser solo transexual. El concepto es mucho más amplio. Se nos ha mandado a nivel normativo la genitalidad que se nos ha dado al nacer. Se nos sexa y se nos da una identidad que nos tiene que acompañar en la vida y si no somos disidentes o diagnosticados como enfermos mentales”. Añadió después que la OMS deja claro “que las personas trans no necesitamos un diagnóstico psiquiátrico, sino que por la transfobia social nos produce ansiedad, depresión…y el suicidio. Una cosa es la biología y otra de identidad personal y persistente en el tiempo”.

Fernández aseveró que no rechazaba su sexo. “Se que soy hembra pero mi expresión es de varón” y que si algo es la biología “es oprimente. De este discurso genitalista, de esa opresión es de la que queremos huir”.

La especie y el individuo

A su disertación Errasti respondió que “el binarismo es una condición de las especies y no de los individuos. No podemos ser sino varones o mujeres, no es una afirmación geométrica. La verdad en biología es una de las características que nos define como miembros de una especie”. Para ello puso el ejemplo que él como hombre, en su condición “de mamífero constataba que era un ser bípedo contando el número de piernas que tenía de forma distributiva y no atributiva”.

Es decir que, aunque a él le faltase una pierna seguiría siendo bípedo. Este símil le sirvió para decir que aunque existen excepciones de caso de intersexualidad donde las personas nacen con anomalías esto solo se da en 1 de cada 5.000 casos”.

Por su parte Andrea Tuero explicó que “se necesita poner sobre la mesa términos en los que epistemológicamente no hay acuerdo. Hombre y mujer son cualidades vinculadas a la biología, pero se han usado para identificar a las personas. Lo biológico no solo categoriza, sino que dota de identidad a las personas para dar sentido a sus vidas. Sobre quiénes son. Mi posicionamiento es cuestionar todo esto por la biología”.

Así mismo Tuero explicó que trabajaba haciendo “una escucha desde la vivencia, sobre todo entre menores”, y que con ellos y ellas “tenía que agudizar el oído y localizar la angustia y la incoherencia. Para mí no importa la definición sino desde dónde se define y qué significa desde la educación el discurso y la naturaleza narrativa. Hay una parte subjetiva sobre la que no se puede pretender nada y que se tiene que integrar en el debate. Cuando educamos a si es niña o niña no podemos suponer que todo el mundo siente igual el género”.

Hecho este pequeño resumen, si ahora quieres ver el debate de Gijón completo… ¡Dale al play!

Nuria Coronado

Periodista, conferenciante, formadora en comunicación no sexista y organizadora de eventos. Coautora de Lolita contra el lobo y autora de Mujeres de Frente, Hombres por la Igualdad, Comunicar en Igualdad y
documentalista de Amelia, historia de una lucha.