Elisabeth Duval Crónica Libre
Elisabeth Duval en 2021. Foto: Marta Fernández / Europa Press
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Duval lleva razón: la juzgan por ser trans

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Dice la inefable Duval (según la RAE, inefable significa “que no se puede explicar con palabras” y, en efecto, mejor no intentarlo y limitarse al asombro ante sus declaraciones): “Es evidente que no se está juzgando qué tipo de feminismo propongo, cuál va a ser mi desempeño, mi capacidad comunicativa, o qué tipo de debates vamos a llevar a cabo desde Sumar. Lo que se está juzgando es mi identidad, el hecho de que yo sea una mujer trans”.

Sí, cierto, la juzgan por ser trans. Por ser trans le dan el puestazo, le publican libros y entrevistas, la nombran colaboradora de la prensa, etc. etc. Si no fuera trans ¿la calificarían de “filósofa” (no de licenciada en filosofía sino de filósofa)? ¿tendría ya varios libros publicados y publicitados en las primeras páginas de los periódicos? ¿le ofrecerían colaboraciones en ellos?

¿Alguien cree –salvo ella- que si no fuera trans sabríamos ni siquiera de su existencia? ¿Acaso sabemos algo de los cientos de españolas que han estudiado en la Sorbona, incluso con notas brillantísimas? ¿Acaso las veinteañeras portadoras de vagina que escriben novelas encuentran fácilmente editorial? Y, si alguna publica ¿su obra ocupa inmediatamente la primera página de la prensa?

El día en el que se declaró trans, a Duval la vino dios a ver. Ese dios que, según dicen, es no-binario. Claro que dios no es tonto y, en cuando vio el panorama, comprendió las ventajas de hacerse no binario (aunque las terfs, aplicando aquello de “por sus obras los conoceréis”, sabemos a ciencia cierta que dios es un señor de tres pares de…)

Hoy por hoy, lo mejor que te puede pasar en tu vida es formar parte del colectivo más discriminado del mundo. Ser negra, no (salvo si eres modelo de alta costura); ser árabe, tampoco (árabe a secas, no millonetis); ser emigrante, ni te cuento; tener una discapacidad es un horror (aunque conozco a quien lo arrostra con un valor que impresiona). Y cierto, sí, cuando los modernos hacen un cartel, invariablemente, ponen mujeres de diversos coloridos de piel y de pelo e incluyen a una con velo (yo echo en falta a otra portando en brazos una Virgen del Rocío).

Pero, en el fondo, nadie se llama a engaño: son colectivos de relleno que realmente importan un pimiento porque, a ver: ¿alguno de esos colectivos ha tenido un ministerio dedicado full time a sus asuntillos y deseos? ¿una ley exprofeso? ¿protocolos de obligado cumplimiento en los centros de enseñanza? ¿intensas y persistentes campañas de propaganda, cursos para profesorado y padres, folletos repartidos por doquier, premios, programas de tele y radio, etc. etc.?

Resumen: le doy toda la razón a Duval. La juzgan por trans… Pero ¿por qué se queja de semejante enchufe? Si fuera un chico afeminado seguro que otro gallo cantaría. Puede que en el patio de recreo sus machotes compañeros le dieran balonazos… Puede que en la sala de profes se oyeran comentarios despectivos… Puede que su propio padre lo rechazara… Pero ser mujer trans mola, es el colmo de lo moderno-guay y está protegidísimo.

En un centro de enseñanza pueden oírse impunemente comentarios misóginos y sexistas contra las chicas, pero a ver quién es el guapo que se atreve a dudar de que baste con declararse mujer para serlo… A ver quién tiene narices…. Un padre o madre pueden negarse a comprarle una moto a su hijo por más que este lo desee. Y si su hija mide 1,70, pesa 45k y se ve gorda, pueden llevarla a consulta psicológica, pero, ay, amigues, cómo se atrevan a contradecir o llevar a consulta psicológica a una criatura que tiene cuerpo y genes masculinos y se ve mujer…

Pero me estoy desviando del tema: Duval tiene más razón que una santa/o/e cuando dice que se la juzga por ser trans. Es lo que hacen sus amigues. Pero yo no, os lo aseguro.

Yo la/lo/le juzgo por lo que dice: «No es mi responsabilidad cerrar un debate como el de la prostitución, hay que asumir la pluralidad de posiciones». Lo primero que me maravilla es lo pagada/o/e que está de su valía, tanto que piensa que tiene poder para cerrar un debate ¿Sus estudios de filosofía no le llegan para constatar que gobernar no es cerrar debates sino optar por unas posiciones u otras?

También hay pluralidad de posiciones sobre el aborto, la violencia contra las mujeres, la religión, el nacionalismo, los impuestos, el salario mínimo interprofesional, la sanidad pública, la ley trans, las normativas laborales, el ejército, la crisis climática, la jubilación, etc. etc. etc. Y, cierto, sobre esos asuntos ni ella ni Sumar “cierran” debates, pero pregunto: ¿tampoco tienen posición? 

Sinceramente ¿su nivel de inteligencia y de cultura es este o se hace tonta para ver si tragamos con lo que nos echen?

Pilar Aguilar

Presidenta de Feministas al Congreso