Feminismo en siglo XV Crónica Libre
Christine de Pizan presenta su libro a Margarita de Borgoña. Ilustración de El Tesoro de la Ciudad de las Damas. París BN fr. 1177, folio 114c. 1475.

La reivindicación feminista en el Siglo XV

4 Min. lectura

Entre 1225 y 1240 el poeta Guillaume de Lorris escribió El Roman de la Rose, una pieza que, curiosamente, fue terminada por Jean de Meung debido al fallecimiento de Guillaume. El texto supone un gran ejemplo de la literatura cortesana que, además, pretende enseñar los secretos del “arte de amar”, lo que se puede entender como un tratado del amor profano en el medievo. Pero va mucho más allá, en el texto se cuestiona la dignidad de las mujeres, su capacidad intelectual, de raciocinio y su situación social y política. En él, se hace especial hincapié sobre el hecho de que formarlas en el conocimiento arruinaría las “buenas costumbres”, certificando así un sistema de privilegios para los varones.

El libro dio lugar al movimiento llamado La querella de las mujeres, un debate literario y académico que tuvo lugar a lo largo de varios siglos, desde la Baja Edad Media hasta la Revolución francesa. Entre sus defensores, caben destacar distintas posiciones férreas, sobre todo las pronunciadas desde ámbitos clericales que culpaban a la mujer de todos los males que padece la humanidad. No solo se fabulaba sobre la debilidad, la avaricia, la infidelidad y la dignidad, sino también sobre la capacidad intelectual de la naturaleza femenina, tanto social como públicamente.

La respuesta ante tales acusaciones quedó plasmada en numerosos escritos en torno al valor, la diferencia y las relaciones entre ambos sexos. Dada la profundidad del tema, en La querella de las mujeres participaron de manera activa mujeres y hombres pertenecientes a los círculos más influyentes de la época, tanto culturales como políticos. Que los hombres comentaran sobre cómo son y cómo sienten las mujeres, es un hecho que hoy definimos claramente con la palabra mansplaining.

El primer libro feminista

La escritora italiana Cristina de Pizan (1364-1430) fue la primera en participar en el debate, publicando en 1405 el que sería el primer libro escrito en francés en clave feminista, La Ciudad de las Damas, texto que seguía el legado iniciado por la Suma Sacerdotisa Enheduanna (2285–2250 a. C.) en la antigua Mesopotamia, que además fue poeta y escritora, y cuyo  nombre se conoce por haber dejado sus textos grabados sobre tablillas de arcilla que firmó con su nombre dejando constancia de su autoría. El legado feminista con el que se nutrió Pizán también recogió la estela de Safo, Aspasia de Mileto, Hipatia de Alejandría, Hildegarda de Binge y Trotula de Salerno, entre otras importantes figuras.

Feminismo en siglo XV Crónica Libre
Miniatura del siglo XV atribuida al maestro de la Cité des Dames. Bibliothèque Nationale de France

Cristina de Pizan fue filósofa, poetisa humanista y escritora. Criada en un ambiente muy culto, fue hija del astrólogo Tommaso da Pizzano, un hombre formado en la Universidad de Bolonia, que fue llamado “el Sabio” por el rey Carlos V de Valois. Años más tarde, Cristina escribió su biografía en la obra Livre des Fais et Bonnes Meurs du Sage Roy Charles V (1404), algo en absoluto usual en una mujer de la época.

En ese entorno, la joven creció en la avanzada y culta corte francesa, y cerca de la formación de la Biblioteca Real del Louvre que se estaba construyendo en aquellos momentos. Con tan solo 15 años contrajo matrimonio con el secretario de la corte Étienne du Castel. A los 25 quedó viuda repentinamente, ya que Étienne falleció al caer al mar en una tempestad. Desde entonces, Cristina, sin ayuda de mecenas, quedó a cargo del sustento económico de su madre, que ya contaba con una hija, dos hijos, un hermano y una sobrina a su cargo. Por todo ello, tuvo que recurrir necesariamente a la escritura retribuida y gracias a ello se convirtió además en la primera escritora profesional.

Argumentos contra la misoginia

Por primera vez, con La Ciudad de las Damas, una mujer dejó testimonio escrito contra la tradición masculina y organizó su pensamiento con argumentos que combatieron directamente la misoginia.

Lo hizo en tres partes o libros, poniendo voz a tres altas damas que se presentaron ante ella: La Razón (que ayuda a establecer los fundamentos), La Derechura (ayuda a organizar los edificios y a poblar la ciudad) y La Justicia (ayuda a habitar los espacios). Se trata de tres virtudes laicas frente a las teologales: Fe, Esperanza y Caridad. En la obra se abordan temas tan sorprendentes como la lapidación, la violación o la igualdad y hace hincapié en el acceso de las mujeres al conocimiento en aquel recién estrenado siglo XV.

Para argumentar los cimientos y la consistencia de la ciudad, inserta fuertes pilares que encarnan una amplia gama de figuras femeninas. Recurre a la historia, con figuras como Blanca de Castilla o la Reina de Saba; a figuras bíblicas, como La Virgen María o María Magdalena; a guerreras valientes, como Semíramis o Pentesilea y a la mitología, con Isis o Minerva.

Una trayectoria militante en defensa de las mujeres

Cada mujer nombrada supone un ejemplo argumentario, dado que sus virtudes nunca fueron superadas por varones. No solo aborda figuras aisladas, también cita grupos de mujeres como las Amazonas, las Sabinas, las mujeres lacedonias que salvaron a sus maridos de la ejecución, las que vieron cómo torturaban a sus hijos o las que acompañaron a los Apóstoles. Todo el libro constituye una recopilación de historias de mujeres que rechazan todos los defectos que les fueron atribuidos durante siglos.

Con estas palabras, en el capítulo XIX, Aquí acaba el libro, Cristina se dirige a todas las mujeres:

Queridas hermanas, es natural que el corazón se alegre cuando ha rechazado la agresión venciendo a sus enemigos. De ahora en adelante, queridas amigas, tendréis motivos de alegría al contemplar esta Ciudad Nueva que, si cuidáis, será para todas vosotras, mujeres de calidad, no sólo un refugio sino un baluarte para defenderos de los ataques de vuestros enemigos. Como veis, ha sido construida con virtudes, materiales tan brillantes que podéis veros reflejadas en sus resplandecientes edificios, sobre todo en sus altos techos y doradas cúpulas -es decir, la última parte del libro-, pero no hay que despreciar las otras partes”.

Con su libro plantea la conquista de un espacio femenino propio para una sociedad que empezaba a valorar la privacidad. Quinientos años más tarde, La habitación propia reclamada por Virginia Woolf, ahondó y desarrolló esa misma idea.

Cristina de Pizan escribió más de 40 obras, tanto en verso como en prosa.  La última de ellas, El dechado de Juana de Arco, supuso la culminación de una trayectoria militante en defensa de las mujeres.

Concha Mayordomo

Licenciada en Bellas Artes (UCM) y Graduada en Artes Aplicadas. De claro compromiso por la igualdad, la violencia de género y la visibilidad de la mujer artista, ha participado en muchas exposiciones nacionales e internaciones y su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas. Es comisaria independiente con una amplia trayectoria, directora académica de cursos sobre arte. Es una figura destacada como divulgadora del trabajo de las mujeres en el mundo del arte con el blog “Mujeres en el arte”, que mantiene desde el 2011. Actualmente es presidenta fundacional de la asociación de mujeres artistas 'Blanco, negro y magenta'.