Mel Supernova

Mitos, mitologías y mitomanías del movimiento trans mediático

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En el verano del año 2022, a la columnista del Huffington Post, EJ Rosetta -especialista en temas LGBT y queer, veterana de varias publicaciones enfocadas en este demográfico- se le encargó una pieza en donde tenía que detallar (cito) “Las 20 frases más transfóbicas de JK Rowling”, autora británica famosa por los libros de Harry Potter, en el centro del huracán por defender en ese momento espacios exclusivos para mujeres.

Rosetta diría que leyó cuidadosamente el twitter de la autora, investigando el contexto y los argumentos que exponía. Leyó, por supuesto, el largo ensayo que Rowling publicó acerca del caso de Maya Forstater, despedida de su trabajo por declarar que el sexo biológico es una realidad, el cual el transactivismo hegemónico ha declarado hasta el cansancio que es “un escrito transfóbico de ultraderecha”. Leyó el artículo con cuidado, varias veces, con lupa, analizando lo que se decía y en qué lo sustentaba. Por fin, tras varias semanas de este análisis exhaustivo la columnista llegó a una conclusión definitiva e inamovible: JK Rowling jamás había dicho algo transfóbico.

Activistas trans hegemónicos

Lo más cercano, si quieren, era la propuesta escandalosa que las experiencias de mujeres y “mujeres trans” (cita textual del ensayo de Rowling) no eran similares porque las de las personas trans forzosamente pasan por una transición de género, algo que no enfrentan las mujeres nacidas hembras.

En efecto, muchos activistas trans hegemónicos -que se obstinan en decir que no hay diferencia alguna como dogma indiscutible- denunciaron esto como transfóbico, pero, de nuevo, eso es algo que hemos estado señalando las propias personas trans desde antes que lo dijera Rowling, y moriremos en la colina de señalar que esa misma diferencia es lo que nos conforma como grupo y en lo que radica nuestra realidad. En total, lo único que hizo JK Rowling fue coincidir con lo que las personas trans, antes del movimiento de “identidades de género”, manteníamos y en lo que basábamos nuestro movimiento.

Dos tipos de personas LGB y T

Yo lo he dicho varias veces: hay dos tipos de personas LGB y T. Están los que denuncian y atacan a JK Rowling por “transfóba” y estamos los que si leímos con cuidado lo que dijo y no nos queda otra más que estar de acuerdo con ella. Rosetta misma lo dijo también: Está dispuesta a revisar su conclusión si le llevan un tweet, una frase en entrevistas, un texto con su debido contexto que sea indudablemente transfóbico. Medio año después nadie le ha llevado algo como ello solo porque no existe.

La pregunta que debe surgir ante esta historia es ¿Por qué hay grupos de personas obstinadas en seguir convencidas de algo que es probadamente falso, y que se dicen “luchadores sociales”, siendo que todo movimiento social debe tener en claro su propia realidad? ¿Por qué en vez de intentar abordar lo que ellos argumentan que son “discursos de odio” y exponerlos con su interpretación, prefieren mentir llanamente y esconder el texto y declarar sin ambages que intentar leer material fuera de lo que aprueban en público es anatema?

Ataques al libre pensamiento

Así no es cómo se comporta un movimiento social. Así se comportan las sectas, más bien. Las sectas buscan unidad a través de la fabricación de enemigos y se encargan de ejercer presión de grupo hacia los individuos dentro para evitar heterodoxia o desviaciones ideológicas, o que lean material que esté catalogado como apóstata. Todos estos rasgos se encuentran en el transactivismo hegemónico, en donde hay grupos dedicados a observar y atacar cualquier tipo de libre pensamiento y garantizar que no hay ninguna desviación.

Y, por más que lo quieran proyectar en sus opositores, tanto en el feminismo, como en las Alianzas LGB, grupos trans disidentes o grupos críticos de género, en todas estas agrupaciones contrastamos diferentes discursos y hasta se discute la ortodoxia de las identidades de género, para analizar y entender sus argumentos.

Confían en la ignorancia de sus miembros y del público en general

Su sistema de comunicar sus propias ideas se apoya en la repetición de las mismas frases y la ausencia de discusión o debate de ideas o argumentos, y confían en la ignorancia de sus propios miembros y del público en general en este tipo de temas para avanzar lo que a final de cuentas son solamente slogans y frases vacías de las que no entienden su propio contexto u origen.

Ya mencionamos en otra pieza que la frase “Las mujeres trans son mujeres” tiene un origen e historial de homofobia internalizada que alegremente les da por esconder bajo la alfombra. Otro dogma que manejan y al que reaccionan violentamente al tratar, ya no de desmentirlo, sino de ampliar la información para bien del diálogo, es el que la expectativa de vida de las personas trans es de únicamente 35 años.

«Discurso de odio» y «literal nazismo»

Les da por omitir y hasta agredir si se explica que esa estadística obedece a un estudio que se hizo en Brasil a fines de la década de los años 90, y que se dirigió a personas trans que ejercían la prostitución, siendo que la causa de esa expectativa tan baja obedecía precisamente a las condiciones de vida en explotación sexual y marginación social, no en sí a la condición trans. Por si eso parece poco, el estudio establece que estos datos quizá no correspondan con los de países desarrollados como Estados Unidos o la Unión Europea.

Pero tal vez el pensamiento de grupo más insidioso que manejan es su pretensión sectaria y totalitaria que si no están con ellos, están contra ellos. Que cualquier postura diferente, crítica, analítica o revisionista de sus slogans y dogmas es “discurso de odio” y “literal nazismo”.

Identidades de género

Le adjudican a mujeres que han luchado desde el feminismo toda su vida; a personas que han militado y siguen militando en la izquierda, el socialismo o el comunismo; a veteranos de los movimientos gays y lésbicos de los años 70 y 80 (los cuales a menudo militaban también en partidos de izquierda o socialistas); y hasta personas trans con trayectoria académica -todas con objeciones serias y críticas válidas a lo vacío, autoritario y crecientemente violento del movimiento trans de las “identidades de género”- que todas estas personas “son de la ultraderecha” o que “nuestro discurso es transodiante’, porque la ultraderecha también los critica.

Me parece increíble tener que explicar algo tan elemental, que debería de enseñarse en lógica básica en el colegio, pero el que alguien coincida en un punto contigo, pero por diferentes razones, quiere decir, por definición, que no están de acuerdo. La falsa equivalencia que usan es que tanto la postura de ultraderecha, como la crítica de género/feminista/LGB rechazan muchos de los puntos del discurso de las “Identidades de género”.

Discurso por un pánico moral

Entonces son lo mismo, pero mientras que la ultraderecha se opone nominalmente a ese discurso por un pánico moral y tradicionalista, la postura crítica de género lo hace desde una postura ontológica y de análisis de la realidad material -imperativo en la izquierda, según nuestra experiencia-, en donde decimos que la postura de “identidades de género” es gatopardismo, una reconcepción cosmética del discurso tradicional de roles de género, para que se vea transgresor, pero sigue siendo aferrarse a y ofrecer modelos rígidos de cómo deben comportarse los hombres y las mujeres.

En la ultraderecha se dice que naciste hombre o mujer, esta es la manera que debes vestirte, esta es la manera que debes comportarte porque es natural; en el transactivismo hegemónico no importa el sexo con el que hayas nacido, es la manera en que te vistas o te comportes o lo que desees lo que te hace hombre o mujer porque es lo natural.

Lo que te hace hombre o mujer es tu cuerpo

En total, los que criticamos el discurso del transactivismo hegemónico desde la izquierda, lo vemos mucho más afín con el discurso conservador que cualquier cosa que hayamos propuesto. Lo que decimos desde la crítica de género es que ni el cómo te vistas, ni el cómo te veas, ni el cómo te comportes o que deseos tengas te hacen hombre ni mujer. No hay ropa ni cabello ni ocupaciones ni aspiraciones de hombre o de mujer. Lo que te hace hombre o mujer es tu cuerpo. El comportamiento, apariencia, personalidad lo eliges tu.

La ultraderecha y el transactivismo hegemónico están peleando por lo mismo, es solamente que no se han dado cuenta.