Olivia

«Me llamo Olivia Maurel, nací por gestación subrogada y lucho por la abolición de esta práctica abominable que me ha hecho sufrir hasta intentar quitarme la vida»

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Confiesa que fue una niña muy posesiva y desconfiada con miedo a ser abandonada. Reconoce que fue una adolescente atormentada lo que la llevó a las drogas y un intento de suicidio. Olivia Maurel no entendía por qué era así hasta que descubrió su realidad: nació por gestación subrogada. Desde entonces se ha convertido en una activista internacionalmente conocida contra los vientres de alquiler: ha llegado a dar un discurso en el Parlamento de la República Checa. En esta entrevista exclusiva a Crónica Libre habla con crudeza de lo que denomina «una práctica abominable«. «Nada justifica romper el vínculo de una madre con su criatura, porque esa ruptura provoca mucho daño». Sus afirmaciones basadas en su propia experiencia no dejan lugar a discusión: “No hay nada grandioso en alquilar mujeres para separarlas de sus hijos. Es el esclavismo moderno, es trata de seres humanos y nadie debería hacer eso por ser infértil”.

«Crecí con todas las comodidades que te puedas imaginar; fui una niña privilegiada, pero siempre he sentido un sentimiento de abandono que me atormentaba y que me afectó psicológicamente de una manera muy profunda. No sabía el motivo, pero desde niña me ha costado trabajo confiar en la gente, tanto que llegué a ser una persona muy posesiva, siempre con miedo a ser abandonada por las personas que me rodeaban. Si por cualquier motivo me veía rechazada me sentía hundida, me culpabilizaba por todo. Empecé a beber y a fumar marihuana, tuve depresión e intentos de suicidio, fui víctima de violación y me diagnosticaron síndrome bipolar«.

Así relata su infancia y adolescencia Olivia Maurel. Una vida llena de fantasmas que le atormentaban y que no podía acallar porque desconocía los motivos. Hasta que un día, con 18 años, todo cambió: dio con la clave que explicaría todos los tormentos que había pasado por ese inmenso sentimiento de desarraigo, que incluso la llevaron a plantearse quitarse la vida.

«Con 18 años, oí hablar de las madres subrogadas, empecé a investigar sobre mi ciudad de nacimiento y vi que era un enclave muy importante en gestación subrogada cuando yo nací y así fue como comprendí que eso era lo que me había pasado a mí. Busco a la madre en todas las relaciones, ya sean de amistad o profesionales, y sé que es complicado tratar conmigo. Cuando hablo con otras personas que fueron abandonadas, veo que les ocurre lo mismo que a mí. Mi marido me enseñó lo que es el amor incondicional, tengo a mis tres hijos y espero curarme con ayuda de mi psiquiatra y de mi psicóloga, pero sé que me queda tiempo para conseguirlo».

Olivia
Olivia Maurel al poco tiempo de nacer por gestación subrogada. Foto cedida por la protagonista

Fue hace dos años cuando Olivia Maurel tuvo la certeza de lo que llevaba sospechando desde hacía tiempo: nació por gestación subrogada. Fue en Louisville, Kentucky, como atestigua su partida de nacimiento. Olivia tiene 32 años, vive en Francia, es madre de tres niños y está casada. Comenzó haciendo vídeos en TikTok contra la gestación subrogada y hoy es conocida internacionalmente.

«Creo que mi vivencia y mi opinión son importantes. Hay muy pocos testimonios de personas nacidas por gestación subrogada y los que hay suelen repetir el mensaje que les han inculcado los adultos, pero la gente tiene que saber que nada justifica romper el vínculo de una madre con su criatura y que esa ruptura provoca mucho daño. Yo uso palabras muy descarnadas para hablar de este negocio, no lo envuelvo en expresiones como “don” o “altruismo” que dulcifican este acto cruel, porque incluso en los modelos llamados “altruistas”, como el de Canadá, todo el mundo saca provecho y se enriquece de este mercado tan lucrativo», asegura Olivia Muriel en exclusiva a Crónica Libre.

El testimonio de Olivia es fundamental para entender la realidad del negocio de los vientres de alquiler desde el otro punto de vista, ese que no estamos acostumbrados a escuchar. Y en esto estriba la importancia del testimonio de esta luchadora por los derechos humanos, que comenzó haciendo vídeos en TikTok contra la gestación subrogada y hoy da charlas en muchos países y es conocida internacionalmente. Sus afirmaciones basadas en su propia experiencia, sus opiniones apoyadas en lo que ha vivido y ha sentido dan luz a tantas sombras que envuelven el negocio de los vientres de alquiler, que lo define con una sola frase tan desgarradora como cierta:

«Que nazcan niñas y niños de esta práctica tampoco la justifica; también nacen de la violación y eso no justifica la violación». 

Olivia Maurel

¿Cómo llegaste a constatar lo que ya intuías?

Mi suegra veía cómo sufría y cómo me torturaba mentalmente. Un día, por casualidad, su peluquera le dijo que le habían regalado un test de ADN para conocer sus orígenes, así que mi suegra pensó en mí y se compró uno para sacar la conversación conmigo y ver cómo reaccionaba, porque ella se daba cuenta de que yo vivía muy angustiada por mis propios orígenes, y más desde que fui madre.

Me lo regaló por mi 30 cumpleaños y así fue como pude comprobar lo que yo ya sabía y sentía, porque por más que se lo pregunté a mi padre, nunca quiso responderme, hasta que al final, dadas las evidencias, tuvo que admitir que sí, que había nacido por gestación subrogada.

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Olivia Maurel dando un discurso sobre el negocio de los vientres de alquiler en el Parlamento de la República Checa.

Entonces, ¿cómo es la relación con tus padres legales?

Desde que comencé mi activismo contra la gestación subrogada, lo llevan muy mal. La relación nunca fue buena, pero ahora es peor y han decidido que es mejor romper lazos conmigo. Siempre intuí que mi madre legal no era mi madre, sobre todo por la diferencia de edad, y siempre tuvimos una relación muy distante. Cuando yo nací, ella tenía 49 años y nunca me dijeron la verdad. Pero no les culpo, culpo al sistema y a los Estados que permiten separar a una criatura de su madre para suplir los deseos narcisistas de los adultos. 

¿Has conocido a tu madre biológica?

Me contactó por Facebook y estuvimos hablando vía Messenger, hablamos sobre su embarazo, sobre mi nacimiento, nuestras vidas, nuestras aficiones… Respondió a todas las preguntas que yo tenía en la cabeza y que considero esenciales, pero la conversación se terminó y no volvimos a hablar. Vivió la trágica muerte de mi quinto hermano cuando era niño y luego me tuvo a mí por encargo de mis padres legales. Pero la clínica, si conocía esos antecedentes, pasó de largo; sólo les interesaba tener a una mujer dispuesta a alquilar su vientre y a proporcionarles ganancias.

Soy consciente de que mi madre me cambió por un cheque pero, como les dicen a todas las madres subrogadas, a ella también le dirían que la criatura que iba a traer al mundo no era hija suya, y tuvo que renunciar a mí antes de que yo naciera. 

¿Qué sentiste al descubrir que tienes una familia en Estados Unidos?

¡Tengo un hermanastro y tres hermanastras que me encantaría conocer personalmente! Realmente fue un golpe de suerte haber encontrado a esa parte de mi familia, porque resulta que la compañía americana que compara las correspondencias de tu test con los de otras personas de su base de datos tenía entre ellos a una prima nuestra que es una apasionada de la genealogía y que se había hecho un test de ADN dando permiso para proporcionar sus datos.

Así fue como pude ponerme en contacto con ella, con mi tío y con mis hermanastros. Mi hermanastro también se hizo el test y se confirmó el parentesco conmigo. Ahora conozco todo el árbol genealógico de mis antepasados por parte de madre y sé que provenían de Lituania y que emigraron a Estados Unidos en el siglo XIX. 

Olivia
Olivia tiene hoy 32 años, reside en Francia y es madre de tres hijos. Sueña con reencontrarse con sus hermanastros que viven en Estados Unidos.

Desde que descubriste tu realidad te has convertido en una mujer muy activa y popular contra el negocio de los vientres de alquiler. Tanto, que hace poco, fuiste invitada a intervenir ante el Parlamento de la República Checa…

Sí, fue el pasado mes de diciembre, con ocasión de una conferencia internacional sobre gestación subrogada. Allí tuve la oportunidad de expresar cómo siento la herida del abandono que me acompaña desde que era una niña. Y no importa que la madre esté genéticamente ligada a la criatura o no lo esté, porque esa mujer es la única persona que el bebé conoce y la separación deja un vacío insondable que nadie puede llenar. 

Escribiste a la primera ministra de Francia, escribiste al Papa… ¿Qué impresión tienes de esas iniciativas?

Escribí a Elisabeth Borne para agradecerle su posicionamiento contra la gestación subrogada y para decirle que, como hija de esa práctica y como feminista, compartía la misma opinión que ella y que la subrogación no puede ser nunca ética, sea retribuida o no.

También escribí al Papa Francisco para contarle mi experiencia y, aun admitiendo que soy atea, quiero pensar que ha tenido en cuenta mi carta, ya que, unas semanas después, el Papa hizo un llamamiento a la comunidad internacional para prohibir en todo el mundo esta práctica -que calificó de deplorable- que viola los derechos de las niñas y los niños y se aprovecha de mujeres vulnerables en estado de necesidad. 

¿Y ahora qué? ¿Cuáles son tus planes de futuro?

Por lo que respecta a la gestación subrogada, voy a seguir luchando. Acudiré allí donde se me llame y, aunque no pertenezco a ninguna asociación, pienso colaborar con todas las iniciativas abolicionistas de esta práctica infame, como es la Declaración Casablanca, de la que soy portavoz, o la Coalición Internacional para la Abolición de la Maternidad de Sustitución (CIAMS), porque es un problema transversal que afecta a toda la sociedad y hay que ir a una convención internacional abolicionista que detenga este mercado y que proteja a las mujeres y a las niñas y los niños.

También estoy escribiendo un libro que saldrá el año que viene y tengo previsto crear una asociación de madres subrogadas y de personas nacidas por gestación subrogada, un espacio seguro donde puedan hablar y compartir sus experiencias, porque ahora tienen miedo de hacerlo.