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Recorremos la ruta de los búnkeres atómicos y antiaéreos por Alemania, la moda del turismo alternativo

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La altura de un búnker permite disfrutar de vistas panorámicas estupendas de una ciudad. A día de hoy, los búnkeres son lugares de esparcimiento, porque en algunos hay cafeterías, parques verdes, plantas energéticas y hasta un hotel en construcción. Hamburgo es la ciudad con más búnkeres de Alemania y fueron construidos para otros fines. Son el sitio ideal para aprender las vicisitudes de la historia pasada y reciente.

Visitar iglesias, museos y monumentos ha sido la forma tradicional de turismo cultural y todavía tiene muchos adeptos, pero el el turismo alternativo va ganando terreno. Ahora bien, ¿qué atractivo cultural tendría visitar búnkeres? No se crea que es diversión para los frikis del estilo de Frankenstein. Su gran altura, su arquitectura singular y su historia los hace altamente atractivos. Además, el búnker más alto de Hamburgo está justo al lado del estadio de fútbol del FC Sankt Pauli. Cuando esté abierto al público, los visitantes podrán disfrutar de una magnífica vista al campo de fútbol.

Conocer Hamburgo desde lo alto de sus búnkeres

Crónica Libre accedió a un búnker de emergencia atómica para 27.000 personas en Alemania, como contamos en un impactante reportaje. En aquel artículo se explicaba que todavía existen más de 600 búnkeres en Alemania, aunque realmente nadie conozca el número exacto. La mayoría son subterráneos. Uno de ellos es el búnker para emergencia atómica con capacidad para más de 4500 personas bajo la estación de Reeperbahn, en el barrio rojo de Hamburgo.

Aunque el más grande es otro que linda con la estación, construido para intentar salvaguardar a 27.000 personas, un agujero en el caben más personas que en muchos pueblos de España. El tamaño es tal, que cuando reconstruyeron la líneas de metro de Hamburgo, destruidas en la Segunda Guerra Mundial tuvieron que desviarse de la ruta más fácil porque era imposible volarlos. Realmente, en ninguna otra ciudad se construyeron tantos como en Hamburgo debido a su situación estratégica y su industria pesada que proporcionaba material bélico.

De ahí que Hamburgo fuese muy castigada en la Segunda Guerra Mundial debido a que los aliados ejecutaban ataques aéreos en la ciudad hanseática ya que los astilleros de Blohm & Voss construían submarinos para el ejército nazi. Precisamente el búnker de Wilhelmsburg está situado muy cerca de esos astilleros y sus trabajadores podían resguardarse de los ataques aéreos en el refugio construido a tales efectos. A día de hoy, el búnker sirve para administrar agua caliente a viviendas colindantes.

Después del fin de la guerra, las fuerzas aliadas destruyeron gran parte de ellos, pero no pudieron con el de St. Pauli y ni con el de Wilhelmsburg. El riesgo a destruir las pocas casas que habían quedado en pie era demasiado grande. Además, muchos hamburgueses estaban sin vivienda luego de la destrucción de grandes partes de los edificios. Muchos vivieron cierto tiempo en los búnkeres. En 1945, a finales de la guerra, la aviación británica atacó infraestructuras civiles destruyendo en parte la línea de metro U-3 que entonces se llamaba línea circular. Esto da una idea del nivel de desolación.

Búnkeres y sus vistas panorámicas

Los búnkeres aéreos tienen una altura considerable, lo cual los sitúa en una posición privilegiada en una ciudad plana como Hamburgo cuya altitud sobre el nivel del mar es de seis metros. Los dos búnkeres aéreos a los que se alude más abajo tienen plataformas abiertas al público que se pueden visitar de forma totalmente gratuita. Del búnker de Wilhelmsburg, que está situado al sur del río Elba, hay unas vistas fabulosas hacia las infraestructuras portuarias del puerto fluvial de Hamburgo. De hecho, se pueden ver las instalaciones de Blohm & Voss donde se construían aquellos submarinos para los nazis. De ahí, que Hamburgo fuese objetivo prioritario de los ataques de la aviación aliada.

Cuando las condiciones climáticas lo permiten, la vista llega hasta la frontera entre Hamburgo y los Länder colindantes que son, Baja Sajonia y Schleswig-Holstein, porque estos son también muy planos debido a la historia geológica del norte de Alemania. La última época glaciar terminó 10.000 años a.c., lo que dio la forma típica de regiones totalmente planas en el oeste y morrenas al noroeste debido a la erosión glaciar.

Vista al puerto de Hamburgo desde la orilla del río Elba

Los búnkeres atómicos y los búnkeres antiaéreos

Debido a los conocimientos científicos a los que habían llegado los físicos y químicos alemanes, los mandatarios nazis conocían las consecuencias devastadoras de una guerra nuclear y ordenaron construir búnkeres colosales con unas paredes y suelos de varios metros de grosor. Solo edificios con estas características podrían aguantar el calor y la onda expansiva que se liberaba en una detonación en el caso de que Alemania fuese víctima de un ataque atómico.

Los alemanes sabían que los norteamericanos disponían de la capacidad de construir bombas atómicas. De hecho, el padre de la bomba atómica fue Robert Oppenheimer (1904-1967), judío norteamericano de ascendencia alemana. Después de percatarse de las consecuencias del ataque a Hiroshima y Nagasaki, se opuso al uso de la energía nuclear en conflictos bélicos. El gobierno norteamericano le retiró su confianza en 1954.

Los búnkeres atómicos son subterráneos y los búnkeres antiaéreos están sobre la superficie terrestre. Pero ¿qué función desempeñaban unos y otros? Los antiaéreos se llamaban Flakbunker o búnker preparado para repeler ataques aéreos. Tenían una doble misión: acoger a las personas que buscaban refugio ante un ataque aéreo y repeler ese ataque. Los Flak (Flugabwehrkanone) eran cañones antiaéreos situados en la parte superior del búnker.

Los ingenieros de la empresa Krups habían empezado a desarrollar los tanques antiaéreos en la Primera Guerra Mundial y para la Segunda Guerra Mundial se habían logrado avances técnicos importantes. De hecho, el cañón constaba de dos partes porque la parte que estaba más cerca de la detonación sufría más desgaste que el orificio del mismo. Eso ahorraba costes en repuestos. Los avances técnicos eran, pues, de tal envergadura que se podían cargar los cañones de forma semiautomática en la Segunda Guerra Mundial.

Los tanques antiaéreos, los precursores de los misiles antiaéreos, tenían ya un alcance de hasta 10.000 metros a principios de los años 40 del pasado siglo. Si los aviones enemigos se desviaban de su ruta ordinaria, podían alcanzarlos hasta diez kilómetros. Además, los proyectiles tenían espoletas retardadas que permitían una mayor eficacia a la hora de derribar aviones al disponer de un mecanismo de racimo que dispersión. La investigación en radares era la guinda de todo el entramado bélico.

La empresa alemana Telefunken había desarrollado un radar que permitía localizar aviones enemigos con gran precisión. Estos dos elementos hicieron que las Fuerzas Armadas alemanas tuviesen tanto éxito durante tanto tiempo y los aliados los temiesen.

El búnker antiaéreo de Wilhelmsburg o búnker de la energía

Desde la estación central se puede llegar en metro y autobús hasta la puerta del búnker. Bájese en la estación de Wilhelmsburg si van en línea S3 dirección Neugraben. Desde allí, puede llegar con el autobús 13 o 152 hasta la puerta del búnker. Es un búnker antiaéreo cuya seña de identidad son las cuatro construcciones cilíndricas en su parte superior que albergaban los tanques antiaéreos.

Subiendo en un ascensor moderno, desde el piso octavo se puede disfrutar de una vista panorámica espectacular del búnker de Wilhelmsburg. Con buen tiempo, se pueden ver los astilleros de Wilhelmsburg, el puente de Köhlbrand, la Elbphilarmonie, la torre giratoria de televisión, el Michel o iglesia de San Miguel y demás. Si desea todavía ver el puente de Köhlbrand –similar al Golden Gate–, deberá visitar Hamburgo muy pronto porque está previsto su derribo para construir un túnel debajo del río Elba, debido a que los grandes barcos no pueden navegar debajo de él.

Es un puente de cuatro kilómetros. La arquitectura del puente Köhlbrand ha sido un elemento insignia del skyline de Hamburgo y lo será todavía hasta que lo demuelan. La oposición a su derribo va en aumento en la ciudadanía por los costes astronómicos.

En la entrada, se ve una pintada en la pared en la que dice «siga adelante», al objeto de evitar accidentes por tumultos que pudiesen darse cuando la gente se quedase quieta. Las escaleras interiores no tienen barandilla y las grandes aglomeraciones podían ser peligrosas.

La primera impresión es que el búnker está recién renovado. Y es cierto. Retiraron los escombros del bombardeo británico y lo renovaron hace unos 10 años. Han dejado unas partes sin renovar para que el visitante se pueda hacer a la idea de su aspecto original. La superficie del búnker es cuadrangular y no tiene ventanas pero en la parte superior, en los vértices del cubo, hay unas construcciones cilíndricas con aperturas que es donde se apostaban los soldados para disparar a los aviones que sobrevolaban Hamburgo con los cañones antiaéreos. La aviación británica trató de bombardear el búnker desde el aire pero no lograron destruirlo, pero sí ocasionaron algunos daños.

La arquitectura del búnker de Wilhelmsburg

Los 8 pisos de los que disponía ya no existen, pero se pueden ver perfectamente dónde estaban situados si se mira a las paredes laterales. Los británicos los destruyeron colocando explosivos en el interior en 1947, cuando la guerra ya había terminado hacía dos años. Se cayeron seis de los ocho pisos que tenía el búnker. Las paredes quedaron intactas.

Las paredes verticales tienen un grosor de 2,5 metros y los pisos tenían un grosor de 3,5 metros. Este grosor era necesario para soportar el empuje de retroceso de los cañones antiaéreos cuyos proyectiles pesaban 8 kilos. Está construido con cemento armado, con unas varillas de unos 3 cm de diámetro.

Tenía 8 pisos en total con una superficie de 57 x 57 metros, en total 3249 metros cuadrados por piso. Podía acoger a unas 30.000 personas. Estaba construido de forma que los pisos superiores estaban destinados a los soldados y los pisos inferiores a la población civil. Tenían entradas separadas de tal suerte que la población civil no se podía percatar de lo que estaban maquinando los militares que tenían sus oficinas en los pisos superiores.

El búnker estaba situado cerca de otros dos edificios contiguos, uno que era el almacén de munición y otro búnker más pequeño que tenía un radar y avisaba a los ocupantes del búnker más grande cuando se acercaban aviones de la aviación enemiga, los aliados.

Se llamaba Leitturm y sus ocupantes hacían cálculos para determinar la distancia de los aviones enemigos, su velocidad y demás datos para que los soldados operando el cañón antiaéreo pudiesen dirigir sus proyectiles con máxima precisión hacia los mismos. Los proyectiles disponían de un reloj para variar el tiempo la detonación atendiendo a la distancia del avión. Ambos edificios fueron destruidos por la aviación británica en 1947, dos años después de la finalización de la segunda guerra mundial. Desde el búnker de Wilhelmsburg se puede ver el espacio que ocupaba el edificio dedicado al almacenamiento de munición, porque se construyó un edificio de similar superficie.

El uso actual del búnker de Wilhelmsburg

A día de hoy, se denomina el búnker de energía. Una asociación ciudadana tuvo la idea de construir una caldera en el interior del búnker que almacenase agua caliente que podría ser utilizada como agua de calefacción. Esa caldera alberga dos millones de litros de agua. La idea fue brillante porque la industria metalúrgica ubicada en las cercanías del búnker produce agua caliente al tener que enfriar algunas de las piezas que produce. Eso hace que el metal incandescente caliente el agua de forma natural. Si se vertiese ese agua caliente al río Elba, ocasionaría la muerte de los peces y alteraría el ecosistema del río de forma que aumentaría el nivel de algas.

Derivando el agua caliente al búnker se evita un desastre ecológico. Es más, el búnker no necesita calentar el agua con combustible al llegar ya caliente. Es una aplicación práctica de economía circular por la que el agua caliente residual alimenta a la red de calefacción de unas 1400 viviendas que se encuentran en las cercanías del búnker. Solución ecológica sostenible con contaminación cero.

Dispone de paneles solares instalados en la parte que da al sur que proporcionan electricidad a unas 1500 viviendas en las cercanías. En el momento actual se está barajando la posibilidad si se transforma la sobreproducción de energía eólica de la vecina Schleswig-Holstein en electricidad en este o en otro búnker de idénticas características. Además, se están analizando otras opciones para producir electricidad con bioetanol y con madera.

El búnker de la energía está llevando a cabo estudios para acometer el cambio energético. Es un proyecto estrella. La instalación de energías renovables en un solo edificio es un paso adelante en la descentralización de la producción de energía. Esta producción de energía muy innovadora tiene como consecuencia que se logra cierta independencia de los mercados energéticos y de las variaciones de precios. En la parte superior del búnker se encuentra el café Vju donde se pueden tomar bebidas calientes, refrescos, bollería y tartas de temporada disfrutando de una vistas espectaculares. Hay bancos para sentarse a tomar la fresca.

El búnker de Sankt Pauli

El búnker de St. Pauli es otro búnker antiaéreo y fue construido en un tiempo récord de 300 días por ciudadanos condenados por delitos de opinión obligados a trabajos forzados. Tiene originariamente cinco pisos y 50 metros de altura, pero a raíz de una remodelación a partir del año 2019, ahora alcanza 58 metros de altura, 8 de los cuales tienen forma de pirámide y están plantados con árboles. Esta remodelación arquitectónica fue iniciativa de una asociación de ciudadanos de St. Pauli, Hilldegarden e.V. que deseaban un espacio verde moderno accesible a todos los ciudadanos.

Tiene forma cúbica de 75 x 75 metros. Es decir, uno de los pisos tiene más de cuatro mil metros cuadrados de espacio. Se dice que en algún momento de los bombardeos aéreos sobre el centro de Hamburgo llegó a acoger a 25.000 personas. Karl-Heinz Pitschke, nacido en 1933, cuenta cómo se accedía al búnker de St. Pauli. Relata que cada familia (minuto 00:40) recibía una tarjeta en la que constaba el nombre y apellido, el número de integrantes de la familia además del piso y el número del habitáculo que las autoridades le habían asignado. A él le había correspondido el segundo piso en la habitación 27.

Recuerda un episodio en el que cayó una bomba en una de las plataformas exteriores del búnker y sintió un pequeño temblor y un poco de polvo que se esparció. Murieron 17 soldados que estaban operando en el tanque antiaéreo.

Karl-Heinz Pitschke, nacido en 1933, se refugió en el búnker de Sankt Pauli

Cuando estaba dentro del búnker, en un momento abrieron una ventana de acero y Pitschke pudo ver con gran nitidez la iglesia de San Miguel (minuto 2:00) alumbrada por una gran cortina de fuego por los edificios en llamas en su entorno más inmediato. Para él, el búnker fue su salvación y es un firme defensor de su conservación.

Y añade que sería bueno que el espacio lo ocupasen artistas o jóvenes que realicen actividades culturales y reflexionen sobre el sentido de la vida. Que no se convierta solo en un negocio de hotel. Parece que, por una vez, los mandatarios de Hamburgo han escuchado la voz ciudadana. Solo hay que ver las asociaciones que están vinculadas al búnker de St. Pauli.

Se da la circunstancia de que el búnker está contiguo al estadio de fútbol de Millern Tor donde juega el equipo local de Sankt Pauli en un barrio muy poblado del oeste de Hamburgo. Tiene unas vistas espectaculares a ese barrio tan entrañable. Desde el estadio se puede ver el búnker.

El búnker tiene a día de hoy una boina verde que son jardines comunales para todas las hamburguesas y los hamburgueses. El grosor de las paredes externas es de 4,5 metros. Dentro del búnker hay un hotel y numerosos espacios para artistas que no se pueden visitar todavía. La apertura fue planificada para noviembre de 2022 pero se encuentra todavía en obras y se prevé que se abrirá hacia finales de 2023. En cuanto lo abran, les contaré cómo es.

El coloso de Bremen

Para todos aquellos que se hayan interesado por las características de los búnkeres, este búnker situado en Bremen es un búnker de submarinos. Bremen está a una hora en tren de Hamburgo. Es un coloso de 35.000 metros cuadrados. En su construcción trabajaron miles de condenados por delitos políticos y murieron más de 1.100 de ellos.

Pilar Larrañaga

Periodista. Escribe sobre política europea y arte. Las decisiones que se toman en Bruselas y sus efectos sobre los ciudadanos europeos. El arte entendido como eje fundamental en la formación del ser humano.