La ministra de Igualdad, Irene Montero. Foto: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

¿Democratizar la sexualidad o fomentar la pedofilia?

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Cuenta Simone de Beauvoir en su libro La ceremonia del adiós, que Sartre en sus últimos años solo vivía para firmar manifiestos, sin discriminar de qué tipo o qué se pedía en ellos. Parece ser que se levantaba y preguntaba: «¿Qué manifiesto hay que firmar hoy?«. No sabemos si esto fue una venganza de la autora de El Segundo Sexo hacia su compañero de toda la vida o una constatación de que, cuando las facultades mentales merman una persona brillante, puede convertirse en un autómata sin capacidad de discernimiento.

Me viene a la cabeza esta anécdota porque ahora acaba de ponerse en circulación, impulsado por una autodenominada y hasta ahora desconocida Red por una educación sexual feminista y comunitaria” un Manifiesto por una educación sexual para todes, al que acaban de sumarse entidades e instituciones cuyas facultades mentales se parecen a las de Sartre al final de su vida. Que hay que firmar, pues se firma.

Este manifiesto, que también podemos encontrar en esta página SidaStudi, pide adhesiones colectivas o individuales para “democratizar la sexualidad”, y sospechosamente entronca con las directrices que actualmente está dando la ONU, la OMS, Unicef y otras instituciones para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030 (Objetivos 4 y 5). Firman individualmente un gran número de personas de las que apenas si identifico 4 nombres, siendo el resto, al menos para mí, totalmente desconocidas. Y ninguna asociación feminista reconocida.

Deseos y placeres

¿Y qué perentoria reivindicación hace este manifiesto que surge como las setas, sin apenas apoyo por parte de organizaciones feministas ni de personas con reconocida presencia pública? Pues “abrir una ventana al campo de los deseos y los placeres” con una educación sexual “a todas las edades, para todes y para cada una de las personas”.

 Lo importante aquí es por qué ahora empieza a difundirse vía manifiestos, vía redes sociales, tanto interés en la educación sexual para criaturas y adolescentes, en la línea de la International Technical Guidance on Sexuality Education, auspiciada por la ONU y la OMS, como ya se ha comentado, y donde hay  todo un repertorio de consejos para la educación sexual de niños de entre 5 y 8 años, de 9 a 12 y adolescentes de 12 a 15.

Nada se dice de cómo, cuándo y quiénes llevarán a cabo esta formación, salvo que se puede incluir o no en el currículum escolar. Ahí vemos un vacío importante: quien podrá ofrecer esta formación y desde qué perspectiva. Un buen pastel para repartirse.

Ni misoginia, ni coeducación

Esta Guía, con un lenguaje aparentemente neutro, exquisito e igualitario, no por ello obvia que sus Objetivos están en concordancia con la corriente woke, y el transgenerismo. Así se recoge en el glosario, donde se definen conceptos como transfobia, homofobia, identidad de género, entre otros, pero no misoginia o coeducación, palabra que no se encuentra en ninguna de las páginas de la Guía. Además, se da por asumido que “el sexo se asigna al nacer” en varias de sus definiciones.

Todas estas pistas nos advierten de que estamos en los inicios de una nueva Ventana de Overton, que no es otra cosa que “hacer posible lo impensable”, y de lo que se trata es de normalizar las relaciones sexuales intergeneracionales.

No lo digo en lenguaje más vulgar, no sea que me denuncien, aunque es la misma idea que ya expresó la ministra, Irene Montero, en la Comisión de Igualdad (21-09-2022) sobre que “los niños, las niñas y les niñes tienen derecho a amar y a tener relaciones sexuales con quienes les de la gana, basadas eso sí en el consentimiento”, palabras que parecen estar sacadas de esta Guía.

Lo pueden ver aquí en el momento 1.57 minutos. El consentimiento, la nueva palabra fetiche que parece ignorar que se puede obtener de muchas maneras, o estar viciado desde el principio según las relaciones de poder entre individuos.

Hipersexualización y violencia sexual

Como se recoge en el Comunicado de Dofemco sobre el «Manifiesto por una educación sexual integral para todes», este tipo de enseñanza debe ser parte de una coeducación basada en el principio de igualdad entre los sexos así como desde la protección y el cuidado de la infancia, “pero también implica adoptar una perspectiva crítica con la hipersexualización y la violencia sexual camuflada de transgresiones liberadoras que propugnan y persiguen el acceso de los adultos al sexo con menores”.

Paralelamente, asistimos a un despliegue en redes sociales de espectáculos eróticos de dragqueens con la asistencia de criaturas de corta edad. En definitiva, hay una nueva ofensiva que bajo el paraguas del “derecho a la educación sexual” empieza a extender sutilmente la idea de la “democratización del sexo”, que no se sabe exactamente qué quiere decir.

A partir de ahora, el nuevo mantra que se va a poner en marcha para que los activistas posmos lo repitan como loros es “el derecho al sexo es un derecho humano de todes”.  Y a ver quien es la guapa que lo discute sin temor de ser lanzada al averno.

Juana Gallego

Profesora universitaria