Juan Carlos y Sofía frente independentismo
Los Reyes Juan Carlos y Sofía, junto al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola en Barcelona el 15 de octubre de 1999. Foto: Europa Press Reportajes / Europa Press

El día que Juan Carlos I cedió al independentismo catalán y toda España aplaudió

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Fue un día histórico. El mundo entero observaba atento qué país éramos: si medalla de oro en infraestructura y organización o el desastre que muchos suponían. 25 de julio de 1992, jornada de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Aquel sábado para el recuerdo, los reyes Juan Carlos y Sofía cedieron a las presiones del independentismo catalán con un gesto que nunca antes habían permitido y que no han vuelto a repetir. Casa Real, Gobierno socialista y la oposición de Aznar coincidieron en que las circunstancias obligaban y el bien de España estaba por encima de la Institución.

 Más de 3.500 millones de espectadores en todo el mundo contemplaron la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 1992 a través de la televisión. En torno a 2.000 periodistas y 700 fotógrafos siguiendo atentos a todo lo que ocurría desde el Estadio Olímpico de Montjuic, hasta la bandera de público llegado de todos los rincones del planeta. A las 8 de la tarde, con puntualidad inglesa, finalizaba la cuenta atrás que significaba el principio de Barcelona’92. Cientos de artistas voluntarios abarrotaron entonces el césped de Montjuic para formar la palabra ‘¡Hola!’ con la que saludamos al mundo. Seguro que lo recuerdan, fue una de esas imágenes para el recuerdo de ese noche excepcional.

Los Reyes saludan al entrar en el palco de autoridades del Estadio Olímpico. Era uno de los momentos más delicados de la ceremonia de inauguración. El gesto serio de Sabino Fernández Campos, jefe de la Casa Real, habla de la preocupación que en ese momento se vivía por la imagen que se podía dar de España y de la Corona en el mundo.

No habían pasado más de cinco minutos cuando, Constantino Romero, la voz de la megafonía de la ceremonia inaugural, anunciaba uno de los momentos que más temían los organizadores: «Señoras y señores. Hacen su entrada Sus Majestades los Reyes». Un mensaje absolutamente aséptico en el que no se pronunció ni sus nombres ni la palabra España. Desde varios frentes independentistas se había corrido la voz de que iba a ver una gran pitada cuando entraran Juan Carlos I y Sofía. De hecho, en los ensayos generales de los días previos, la pitada existió. Y de ahí la gran preocupación de la imagen que se diera al mundo.

Por el bien de la imagen de España

En el palco, les esperaban sentados los representantes de los cuatro organismos involucrados en la elección, desarrollo y celebración de aquellos Juegos. El presidente del Gobierno, Felipe González y su esposa, Carmen Romero. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol y su mujer, Marta Ferrusola. Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y su mujer. Y Pasquall Maragall, entonces alcalde de Barcelona y su pareja. En el vídeo oficial de aquella ceremonia del Olimpic Channel (a partir del minuto 9:00) se ve la escena a la perfección. Todos en pie recibiendo a la Corona y todos aplauden, excepto el matrimonio Pujol, que segundos después se unen al aplauso.

No hubo pitada gracias a una táctica nunca antes utilizada en nuestro país. Los Reyes no hicieron su entrada oficial mientras sonaba el himno de España, como marca el protocolo oficial. Lo hicieron mientras sonaban los acordes de Els Segadors, el himno oficial de Cataluña. Así, los independentistas no mostrarían rechazo a la Corona mientras sonaba su himno. Y, ante la posibilidad de un acto de contra manifestación, nadie pitaría el himno catalán mientras los Reyes saludaban al estadio y a todo el mundo a través de la televisión.

Fueron unos segundos agónicos en los que a muchos se les cortó la respiración, pero la decisión tomada se hizo un momento excepcional en el que las circunstancias obligaban y todas las instituciones afectadas entendieron que era lo mejor por la imagen de España. Han pasado 31 años y todavía muchos recuerdan que todo salió a la perfección y que sigue siendo considerada como una de las mejores y más emocionantes ceremonias inaugurales de la historia de los JJ.OO. Nunca se ha vuelto a repetir esa medida excepcional. Se hizo, salió bien y no se rompió nada. Si acaso, la imagen de que los españoles éramos unos vagos y chapuceros.

¿Quién pagó Barcelona’92?

Más de 30 años después sigue sin haber cifras oficiales estatales de lo que costó organizar los Juegos Olímpicos de 1992. Hay estudios, hay aproximaciones… pero nada oficial. Lo que sí se sabe es que el Gobierno Central corrió con la inmensa mayoría del total, aunque los más beneficiados, especialmente por las infraestructuras fueron el ayuntamiento y la Generalitat.

Palco de autoridades: De izquierda a derecha, Pasquall Maragall y su pareja; Juan Antonio Samaranch y su mujer; los Reyes de España; Felipe González y su esposa y Jordi Pujol y su mujer.

La mayor parte de las inversiones se gastaron en modernizar Barcelona y prepararla para acoger competiciones, deportistas, celebridades y visitantes. En torno a 6.000 millones de euros de entonces (aunque en la época aún nos manejáramos en pesetas) es lo que se calcula que supuso la inversión en infraestructuras. ¿Valió la pena? Sin duda. Barcelona vivió su auténtica revolución, se abrió al mar, se rompieron las barreras portuarias para convertirse en la ciudad cosmopolita que ya nunca dejó de ser. Al margen de eso, se estima que la organización de los Juegos llegó a costar unos 1.000 millones de euros de la época más.

Lo que sí que se conoce es el porcentaje que pagaron cada una de las tres Administraciones que tenían responsabilidades. La cita olímpica del 92 se financió con dinero público del Gobierno central, de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona. Entre las 3 corrieron con dos terceras partes de los gastos. la inversión privada se encargó del otro tercio.

El Gobierno de España, con Felipe González en la Moncloa, se hizo cargo del 38% del total, mientras que ayuntamiento de Barcelona y Generalitat hicieron aportaciones muy similares, lo que sorprende teniendo en cuenta la diferencia de presupuestos que manejan ambas instituciones. La Administración local se hizo cargo del 16’3% del total de la factura, mientras que la Administración autonómica corrió con casi el mismo porcentaje, el 18’3%.

David Arnanz

Periodista y guionista. Más de 20 años en prensa, radio y televisión. Empezó su carrera en Radio Nacional y desde entonces ha trabajado, entre otros, en Antena 3, Telemadrid, La Sexta, Telecinco o interviú. 'La realidad es un rompecabezas y yo intento que encajen las piezas' es el lema que ha marcado su trayectoria.