Arquitectura en tierra contra el cambio climático, es la apuesta de Àngels Castellarnau.
Àngels Castellarnau, arquitecta que trabaja en tierra, opción ecológica de construcción. Foto Edra, Arquitectura y Natura.
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Arquitectura en tierra y fibras naturales contra el cambio climático hecha desde la España vaciada

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La tierra es un material ecológico y casi eterno como elemento de construcción. Esto lo sabe bien y lo pone en práctica Àngels Castellarnau. Pone en práctica la arquitectura en tierra. Es especialista en la construcción de tapia, tierra apisonada con mortero de cal aligerada con materiales como el cáñamo y otras fibras vegetales. Desde la provincia de Huesca, el estudio Edra concibe la arquitectura en tierra con criterios de bioconstrucción, kilómetro cero, economía circular y bajo impacto medioambiental.

Una de las obras más emblemáticas es un hotel de cinco estrellas en Monroyo (Teruel). El proyecto ha tenido numerosos reconocimientos y ahora participa en los Green Solutions Awards, que premia construcciones sostenibles que luchan contra el cambio climático, como establece la UE.

La rehabilitación de un edificio en Ayerbe (Huesca) del siglo XVIII, en tapia y adobe, es un ejemplo de como la tierra es una materia versátil y duradera. A pesar de haber sufrido innumerables remodelaciones y haber estado en ruina, la construcción está volviendo a la vida. “El material es tan orgánico que se adapta dignamente, es reparable, reformable, ampliable”, así explica la intervención la arquitecta. En su perfil de Instagram refleja las actuaciones actuales y pasadas.

En la cuenta también se puede apreciar el proceso de construcción de la tapia, como se fabrica con arcilla y paja, prensada en entre tablones, de esta manera, la tierra se liga, toma consistencia y forma una masa homogénea, que puede ser elevada para levantar una vivienda. Es la preparación para una realizar una vivienda, pasiva energéticamente, que van a empezar a construir en la localidad oscense de Riglos. Materiales de la misma tierra que cuando acaben su vida útil vuelven a formar parte de ese ecosistema.

«Ahora mismo estamos investigando para introducir fibras naturales procedentes de residuos agrícolas, como la cáscara de almendra, el hueso de oliva, la lana de oveja o el hollejo de uva. Son subproductos que se tieran y a los que queremos dar un valor», explica Castellarnau a Crónica Libre desde su estudio en Huesca.

Adelantarse a la normativa europea

La Unión Europea acaba de aprobar una directiva sobre eficiencia energética de los edificios, que entrará en vigor en 2050. Esta norma establece la obligación de hacer análisis de ciclo de vida de todos los procesos de construcción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para todo el ciclo de vida de los materiales. «Obligará a utilizar materias de origen natural, de bajo impacto, basados en la economía circular. Algo en lo que ya estamos trabajando e investigando en Edra», explica Castellarnau.

Dar valor a los subproductos agrícolas y ganaderos como la lana de oveja es una forma de apoyar el mundo rural. Además, es aprovechar un recurso para encontrar soluciones en aislamiento. «En la construcción en tierra nos penaliza el tema térmico. Si añadimos a la tapia la lana de oveja, que todos los años se produce al esquilar y que no se le da valor, obtenemos un material ligero y que aisla», cuenta la arquitecta sobre esta solución que ya ha puesto en práctica.

Ahora mismo estas alternativas de materias naturales en un estadio incipiente pero la norma apremia. «Está poco desarrollado, pero habrá que introducirlo en los sistemas productivos como alternativa al poliestileno (material plástico y contaminante)». Desde Edra introducen sus propias soluciones que incluirán en la casa de Riglos y monitorizarán para nuevos proyectos.

En la utilización de fibras en la construcción con tierra hay una brecha de género, en este caso positiva. «Hay un montón de mujers arquitectas que están utilizando la fibra con tierra. Son materiales más amables, beben de la artesanía, del tejido, no pesan…», cuenta la arquitecta.

Edra investiga y ensaya soluciones como la con arcilla y paja de trigo para construir una casa en Riglos. Foto Edra Arquitectura.

Evitar el cemento, una de las industrias más contaminantes del Planeta

“La tierra como material de construcción es saludable y eficiente”, asegura Àngels Castellarnau. De la misma excavación para los cimientos sale la materia prima con el que se levantará el edificio. Hasta tres alturas se han hecho en el hotel Torre del Marqués, “un hito en Europa”, apunta. Aprovechamiento máximo de recursos que no le son ajenos al medio.

Un planteamiento tan lógico como ambicioso. Plantea volver a técnicas ancestrales, una alternativa a la industria del cemento, una de las más contaminantes del Planeta. Es responsable del 6 por ciento de las emisiones totales de CO2.

En oposición a la edificación más habitual, con hormigón y ladrillos, esta arquitectura se basa en volver a construir con lo que nos da la Tierra, casi sin manipular ni cocer. La arquitectura en tierra tiene gran auge en Estados Unidos o Australia, donde es muy demandada en construcciones de lujo.

También en zonas rurales de América Latina se escoge como recurso asequible en comunidades rurales alejadas y con escasos recursos. En Francia y Alemania empieza a ser impartida en escuelas de arquitectura y es demandada por un sector de la población con medios económicos que puede permitirse elegir al construir y minimizar su impacto medioambiental.

Casas de protección oficial con aislamiento de plantas marinas

En Palma, el estudio Edra ha participado en la construcción de viviendas de protección pública destinadas al alquiler. En este caso se ha utilizado posidonia, una planta marina endémica que se da en las costas mediterráneas. Esas “molestas algas” para los bañistas son, sin embargo, una protección para las aguas y las playas. En el caso de la bioconstrucción se recogen de forma controlada, se dejan secar y se utilizan en la arquitectura vernácula de las zonas costeras.

En viviendas oficiales en Palma de Mallorca, han utilizado posidonia, planta marina, como aislante. También investigan con hollejo de uva o hueso de aceituna. Foto: Edra

Este es un ejemplo más de como cada proyecto solo tiene sentido para este estudio si se adapta a las necesidades y recursos de la zona en el que se edifica. Trata, además, de conseguir crear un beneficio para el lugar y convertirse en motor económico para sus habitantes. Una perspectiva que alcanza más sentido si cabe en la España vaciada donde Àngels Castellarnau desarrolla gran parte de sus proyectos.

Técnicas ancestrales y compatibles con el lujo

El hotel Torre del Marqués, en la localidad turolense de Monroyo (que no llega a 400 habitantes), fue construido por Castellarnau con tapia y rigurosos criterios medioambientales. Este cinco estrellas de la comarca del Matarraña, llamada la Toscana española, demuestra que construir como lo hacían hace siglos nuestros antepasados no está reñido con crear instalaciones modernas, confortables y lujosas, como exige la máxima calificación para un establecimiento hotelero.

El hotel de cinco estrellas Torre del Marqués, en la comarca del Matarraña (Teruel) es una de las obras más emblemáticas del estudio Edra.

En el edificio no se ha usado pvc ni acero ni aluminio ni ningún otro material de gran impacto ambiental. La alternativa escogida ha sido la madera, cal, algas y tejidos naturales como el sisal, el lino… El resultado, este establecimiento hotelero que una vez que acabe su vida útil se podrá reintegrar al medio ambiente sin dejar residuos contaminantes.

El proyecto fue seleccionado entre los cuarenta mejores edificios del mundo en arquitectura contemporánea en tierra por el certamen internacional Terra Fibra Awards en 2021. Ahora compite en los Green Solutions Awards, concurso internacional, que recoge votos de los internautas, premia a edificios, barrios e infraestructuras sostenibles que demuestren su contribución a la lucha contra el cambio climático.  En la edición de 2020/2021 generó 2,5 millones de visualizaciones de los proyectos participantes.

Una arquitecta que ofrece salidas en la España vaciada

En la localidad de Gistaín, Àngels Castellarnau formó a un constructor local para que le hiciera allí lo que requería su diseño de una vivienda de alta montaña, paneles de madera prefabricada. Como aislante eligió algo que también daba la zona, lana de oveja, un material depreciado comercialmente. Con esta apuesta por lo local, desde Edra se crean salidas económicas, vitales y tecnológicas para esa España vaciada de personas y de oportunidades.

Esta población del Pirineo aragonés está en el mismo valle del pueblo de Plan, que se hizo famoso en los años 80 por organizar la caravana de mujeres para revitalizar un territorio envejecido. En todo el valle, compuesto por estos dos municipios y San Juan de Plan, viven algo más de 600 personas.

Edra concibe la arquitectura como un agente que genera un cambio, desde la economía circular, que pone en valor los recursos materiales y sociales del territorio. “Si no es posible con estos criterios es que el proyecto no es para ahí”, mantiene Castellarnau. En la rehabilitación del Torre del Marqués crearon una treintena de puestos de trabajo que en su mayoría han sido cubiertos con personal del entorno.

Edificio de consumo casi nulo y de energía positiva

Desde el inicio del proyecto del hotel turolense, se contempló la gestión del bosque de la finca como fuente de combustible para generar astilla que alimenta la caldera de biomasa que climatizar el edificio, la piscina y el spa. Junto a la energía producida con la cubierta del parking, hecha con placas solares, convierten al edificio no solo en consumo nulo, sino de energía positiva, lo que se conoce como un edificio net zero carbon. 

El spa del hotel Torre del Marqués, en la localidad turolense de Monroyo.

El 90 por ciento del peso del material para la rehabilitación de la antigua masía es de km 0, lo que se tradujo en un ahorro del 60 por ciento de emisiones de CO2 respecto a una construcción convencional. También parte de la decoración de interiores, realizada por la decoradora Sara Fernández, se confió a artesanos de la zona.

La obra de la arquitecta de origen catalán y afincada en Huesca ha recibido varios galardones. Entre ellos el Premio Internacional de Arquitectura Contemporánea en Tierra Cruda Terra Award 2016; el Premio de Construcción Sostenible de Castilla y León 2015-2016 y el Premio de Sostenibilidad del García Mercadal 2017 y 2018.  Obtenido por una casa de tapia en Ayerbe (España). Castellarnau es miembro de la red Iberoamericana Proterra, dedicada a la colaboración técnica y científica internacional para la difusión de técnicas de construcción tradicionales. También es cofundadora de la plataforma Made in tierra Spain.

Inma Muro

Periodista especializada en temas de denuncia social. Más venticinco años de trayectoria en medios de información general e investigación. Entre ellos las ediciones digital y en papel de la revista Interviú. Gabinetes de prensa, comunicación institucional y agencias de publicidad.