Electrónica en Abril en la Casa Encendida
Electrónica en Abril en la Casa Encendida
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Electrónica en Abril Extended: La escucha incómoda es la escucha necesaria

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El pasado viernes y sábado se celebró en La Casa Encendida la segunda parte del festival Electrónica en Abril. El festival del centro cultural cumplía 20 años duplicando su apuesta (cuatro días en lugar de dos) y desde Crónica Libre nos pasamos la noche del 22 a presenciar las actuaciones de Carmen Villain y Coby Say.

Electrónica en Abril Extended, como se llamaba el evento en cuestión, venía comisariado por Carolina Jimenez. Jiménez es una programadora independiente que hace alrededor de un año y medio comisarió junto a Sonia Fernández-Pan una exposición en el mismo espacio, en la que se abordaba la historia de la música de baile a través de las narrativas y formas de retención de la memoria no convencionales. Con respecto a dicha muestra y a la programación que nos ocupa el objetivo de Jiménez parece claro: desprogramar la historia coloquial del ámbito de la música abriendo nuevas formas de interpretar y experimentar sus influencias; dando espacio a ideas poco vistas o sopesadas. 

Coby Say en La Casa Encendida. Créditos: La Casa Encendida / Estudio Perplejo

Con ese propósito, EEAE trajo el viernes los sonidos serenos y trascendentales de Nexcyia y la sobrecogedora propuesta de Kali Malone, que tuvo que suspender su concierto a diez minutos del final tras dos apagones. Después de una primera jornada algo desafortunada, el sábado se presentaba como una ocasión para la redención (odiosa experiencia), pero el resultado con dos propuestas tan avant la lettre como las de Coby Say y Carmen Villain no fue el más ideal. La encargada de abril ante un público jolgorioso, animado, gritón e irrespetuoso fue la artista de raíces mexicanas y noruegas. Su disco del año pasado, “Only Love From Now On” (Smalltown Supersound, 2022) es una delicia de sensibilidad ambient con muchos matices, alguna caja de ritmos y un despliegue de sonidos naturales, dulces y sensitivos que difícilmente puede reproducirse en un artículo o una experiencia en vivo. 

En su directo, Carmen Hillestad combina una sencilla mesa con su ordenador y un clarinete (los vientos son más clave en su álbum de 2019, “Both Lines Will be Blue”), proponiendo un recorrido limpio, relajado y trabajoso por su discografía reciente. En algún punto la productora introducía crujientes y crepitantes cajas de ritmos que añadían algo de cadencia al solemne ambiente, pero por lo general los mejores momentos eran los de tonos más agudos, mansos y sencillos.

Además de esa impresión de serenidad, la otra sensación que dominó el ambiente fue la de que algo indeterminado no iba bien. Si era una cuestión de cómo estaba modulado el sonido, si era responsabilidad de la artista, de la mesa o de alguna contingencia técnica que escapaba al control general… No lo supimos en ningún momento; pero siguió pasando en el siguiente concierto. 

Carmen Villain en Electrónica en Abril. La Casa Encendida / Estudio Perplejo

Fue la propuesta de Coby Say y su banda la que terminó de decantar ciertamente la balanza del desconcierto. El productor de Reino Unido, foráneo de la escena Do it yourself de la capital del país y una figura inclasificable, presentó igualmente su nuevo trabajo; un “Conduit” (lanzado en el cada vez más inclasificable AD 93) que entre el spoken word y el hip hop, entre el free jazz y el funk más incómodo del sistema solar, se dejó sentir con bastante fidelidad en el patio de La Casa Encendida. En mitad de esta articulación de los acontecimientos, se dio, entonces, una circunstancia muy curiosa: los aparentes problemas técnicos (el saxofonista Ben Vince hacía gestos airados a la mesa, se bajaba del escenario o bebía yonkilatas a largos y seguidos sorbos) terminaron de darle al concierto el aire alienado y alienígena que el sonido de Coby Say en el estudio consigue transmitir. 

Entre la mofa más distanciada y la más oscura de las reflexiones, el concierto del productor afincado en Londres y su banda se desarrolló incomodando de forma voluntaria y fortuita; generando una disociación con el ritmo y el groove que sólo en algunos instantes de rara lucidez parecía reconciliarse con el  desarrollo del set. Decir que todo esto fue responsabilidad de unos malos músicos sería harto desacertado. Coby Say pertenece a una generación de artistas como Mica Levi, Dean Blunt, o Klein (quién también estuvo hace relativamente poco en la CE) que buscan activamente contrariar al oyente para poner en tela de juicio algunas convenciones sobre la experiencia auditiva. El resultado es, como cabe esperar, algo perturbador e incluso irritante…

Pero renunciar a nuestras convicciones siempre lo es. Lo que realmente resulta complicado es activar esta suerte de nuevo paradigma cognitivo mientras se está bebiendo una lata larga de la cerveza de turno metida de extranjis en el patio y se está charlando a grito pelado con las amigas del amigo que nos ha llevado al concierto. Una lástima ante ocasiones como esta.

Miguel Pardo Bachiller

Miguel Pardo. Crítico circunstancial. Graduado en filosofía y “especializado” en cuestiones de gestión cultural, crítica y arte. Crítico musical en webs y revistas musicales como Mondosonoro, Binaural o Beatburguer desde hace más de diez años. Seguirán cayendo nuevas inclinaciones e intereses, cada una menos coherente que la anterior. Ermitaño en las redes y community manager.