La Torre Eifel (al fondo) es testigo de las ¿manifestaciones o disturbios? de ciudadanos franceses contra medidas políticas que van contra sus derechos. Photo: Gerard Cambon/Le Pictorium via ZUMA Press/dpa Gerard Cambon/Le Pictorium Via Z / Dpa

«Graves disturbios» o «protestas ciudadanas», cómo manipular según la línea editorial

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Está ocurriendo en Francia y lo estamos viendo en la prensa española. Cuando se producen movilizaciones ciudadanas aquí o en cualquier lugar del mundo, con los habituales enfrentamientos con las fuerzas del orden, los medios titulan de diferentes maneras según les convenga: “disturbios”, “indignación ciudadana”, “masivas movilizaciones”, “levantamiento popular”, “rebelión”, “represión policial”, “violencia de los manifestantes”, “protestas”… Parecen pequeños detalles pero, en realidad, son grandes manipulaciones.

Durante esta semana, en París, se han desarrollado un buen número de manifestaciones contra el proyecto de reforma de las pensiones de Emmanuel Macron. Y para hablar de ellas ha habido una palabra mucho más utilizada en los titulares de toda la prensa de nuestro país que otras: “disturbios”.

“Francia vive otra noche de disturbios contra la reforma de las pensiones, con 60 detenidos en París” (El Mundo), “Francia afronta más huelgas parciales tras otra noche de disturbios contra la reforma de las pensiones” , (El Periódico). “Francia afronta más huelgas por la reforma de las pensiones tras una nueva noche de disturbios” (El Confidencial), “Nueva jornada de paros parciales en Francia, tras otra noche de disturbios con al menos 60 detenidos” (Eitb),  “Francia afronta más huelgas parciales después de otra noche de disturbios en Paris” (Telemadrid), “La policía de París prohíbe reuniones en puntos clave tras los disturbios por la reforma de las pensiones” (El Español),  “Bloqueos y disturbios en París contra la reforma de las pensiones de Macron» (Público). 

Manifestaciones en Georgia

Este mismo mes, también ha habido movilizaciones en otro país, en Georgia, y también han sido consecuencia de una ley que se quería aprobar. Allí se protestaba contra un proyecto de ley del gobierno que establecía que restricciones contra una organización si era financiada por más de un 20% por un agente extranjero.

Como esos posibles agentes extranjeros serían de la UE o EEUU, los medios aplaudieron las protestas y no hubo ni rastro de la palabra “disturbio” en los titulares, a pesar de que, como en París, también hubo violencia en las manifestaciones:

“Retiran el polémico proyecto de ley sobre «agentes extranjeros» en Georgia tras las protestas masivas” RTVE, “La imagen que simboliza las protestas en Georgia contra la imposición de la «legislación rusa»” (El Mundo), “Georgia sale a la calle para protestar contra una ley de agentes extranjeros «dictada por Rusia»“ (The Objetive), “Las protestas tumban en Georgia la polémica ley de agentes extranjeros” (El País), “»Abajo la ley rusa»: las masivas protestas en Georgia que llevaron al gobierno a retirar una legislación que para muchos seguía el modelo de Putin” (BBC).

En  ambos casos, para no condicionar los resultados, me he limitado a buscar en Google las palabras “Georgia” y “Francia”.

‘Prodemocracia’

En 2019 también hubo movilizaciones violentas en Hong Kong contra el gobierno chino. Lo primero que llama la atención es que los manifestantes fueron calificados con honorable término de ‘prodemocracia‘. También se podrían haber denominado así los independentistas catalanes, los independentistas de Puerto Rico o los peruanos que protestan por el encarcelamiento de su presidente Pedro Castillo.

Todos ellos decían defender la voluntad popular y a pesar de eso no todos reciben igual tratamiento. Por supuesto, en los titulares sobre Hong Kong no apareció la palabra “disturbios”, y todos recordamos la violencia que hubo en aquellas movilizaciones: “Hong Kong se echa de nuevo a la calle en una de sus mayores manifestaciones” (El País) “Protestas en Hong Kong: por qué temen la nueva ley de seguridad aprobada por China” BBC  “En 2019, la revuelta que ha sacudido Hong Kong” (RTVE),  “Protestas en Hong Kong por las extradiciones a China” (Ser).

Todas las expresiones utilizadas pueden ser verdaderas, desde “disturbios” a “protestas”, “manifestaciones” o “revueltas”, pero es evidente que mediante el uso de una u otra, los medios, sin necesidad de mentir ni aparentar opinión, están posicionándose y, de algún modo, llevan a las audiencias a la valoración que ellos desean de los hechos.

Si se recurre de forma unánime a “disturbios” se presentan a los manifestantes como hordas desorganizadas y violentas, restándoles legitimidad. Si se habla de “protestas”, lo relacionamos con una reacción más ordenada y masiva. Para montar disturbios no hace falta mucha gente, pero para alcanzar el titular de protestas en un periódico, debe haber muchos manifestantes y, por tanto, sugiere más legitimidad en sus demandas.

Desinformación también audiovisual

El caso anterior se centra en las palabras utilizadas en los titulares del periodismo escrito, pero en los medios audiovisuales también se producen métodos múltiples de desinformación.

Hace ya varios años recuerdo asistir a una manifestación de unas mujeres opositoras al gobierno cubano, se denominaban las “damas de blanco”. Sus manifestaciones por la Quinta Avenida de La Habana aparecían en todos los medios occidentales. Lo que me impresionó era que había más personas con cámaras de televisión grabándolas que mujeres de blanco manifestándose. No importaba, eran noticia mundial. Las imágenes que se difundían eran verdaderas, pero presentarlo como movilizaciones relevantes contra un gobierno no era riguroso.

El periodista británico Patrick Crockburn alertaba de que los medios televisivos, con unas simples imágenes de cualquier país, de una calle donde ardían dos contenedores y danzaban una decena de personas, si contaban con un adecuado encuadre, sonido e iluminación,  podían convencernos de que una ciudad o un país estaba ardiendo en una revolución ciudadana.

Por supuesto, no había mentira en las imágenes, esos contenedores estaban ardiendo y las diez personas allí estaban agitando sus banderas, pero eso se transmitía la falsa noticia de un levantamiento popular y un país en llamas.

En otra ocasión, estando yo en Caracas, observaba cómo las televisiones emitían imágenes para mostrar de poca gente en una manifestación a favor del gobierno de Hugo Chávez como prueba de su poco apoyo popular. Las imágenes estaban grabadas a un kilómetro del punto de inicio de la manifestación, eran manifestantes que, poco a poco, iban llegando. En el punto de convocatoria había decenas de miles de personas.

Bulos y fake news

En ninguno de estos casos hay mentiras, ni en los titulares de la prensa escrita, ni en las imágenes de televisión de las manifestaciones. Denunciamos mucho, con razón, los bulos y las fake news, pero los métodos de desinformación y manipulación suelen ser mucho más refinados.

Por eso llaman manifestantes prodemocracia a violentos; manifestantes autónomos a quienes piden que gobiernos extranjeros puedan financiarles; manifestaciones masivas cuando hay media docena de personas, o califican de manifestaciones minoritarias pero graban a mucha distancia del lugar de la convocatoria. Y ahora, en París, las manifestaciones masivas en defensa de sus pensiones son disturbios.

Pascual Serrano

Pascual Serrano es periodista. Crítico con la prensa tradicional, en 1996 fundó la publicación electrónica Rebelión (www.rebelion.org). Su denuncia a los métodos de información de los grandes medios tradicionales se ha reflejado en libros como Desinformación (2009), o La prensa ha muerto: ¡viva la prensa! (2014). Otros libros publicados son Traficantes de información (2012), Medios democráticos (2016) y Paren las rotativas (2019).
Ha sido colaborador de Público, Eldiario.es y Sputnik.
En 2019 recibió el Premio de Periodismo de Derechos Humanos que anualmente concede la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). En la actualidad dirige en Akal la colección A Fondo y colabora con varios medios, como Le Monde Diplomatique y Mundo Obrero.
Su último libro es Prohibido dudar. "Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo" (Akal).