La última película de Todd Field no es para todo el mundo, no todo el mundo la va a entender y, mucho menos, no todo el mundo la va a aguantar hasta el final. Sí, es una película lenta, llena de simbología, de aquellas que o le das vueltas una vez finalizada o la desechas de tu cerebro olvidándola completamente.
El film nos presenta una etapa en la vida de Lydia Tár, una directora de orquesta y compositora que está en la cima de su éxito. Tár es tremendamente reputada, una referencia en la música clásica a nivel mundial, está felizmente casada con su esposa e intenta lidiar con su papel de madre. Y cuanto más alto está, más intentan hacerla caer. Un ex miembro de su orquesta la acusa de pedirle favores sexuales a cambio de trabajo. Comienza ahí la caída de una gran torre que parece que no sabe, ni ha sabido nunca, nada sobre la sociedad en la que vivimos.
¿Debemos creer las acusaciones sin pruebas?
Lydia Tár está representada por el pasado de la sociedad patriarcal y piramidal donde nunca había consecuencias… aparentemente, porque la película jamás nos va a revelar si esas acusaciones son verdad o no, si Lydia realmente se aprovechó de esa chica o si es, simplemente, un berrinche de alguien que se aprovecha de cómo está la sociedad hoy para tumbar a quién quiso ser por envidia. Veremos a un personaje que podría haber sido de cualquier otra profesión cayendo de su cima. No es trabajo de la película desvelar eso, es trabajo tuyo ver si das crédito o no a estas acusaciones sabiendo que Tár es un personaje, en ciertos momentos, inaguantable y con un ego desmesurado. ¿Actuarán tus prejuicios o te guiarás por las pruebas que tienes, simples palabras?
Y estos son los dos grandes temas que nos ofrece Tár: una reflexión sobre el supuesto abuso de poder y la sociedad clásica contra una sociedad, aparentemente moderna, que, en el fondo, no deja de verlo todo en blanco y negro. De hecho, la película nos pone encima de la mesa todos los grises, pero nunca nos conduce ni al blanco ni al negro. Y, para ponernos más complicado el debate, el director opta por una protagonista mujer y lesbiana, dado que cualquier otra combinación hubiera sido demasiado fácil de juzgar hoy día.
El abuso de poder
La cinta pone el énfasis en el trabajo de los demás para que el poderoso brille y, por eso, el director decide colocarnos los títulos de crédito que, normalmente, veríamos al final de todo justo al iniciar la película y de forma invertida. El público se va a comer varios minutos de nombres empezando por aquellas personas que suelen ser “menos importantes” en el rodaje de una producción cinematográfica.
En cuanto a Lydia Tár, Todd Field nos da una clase magistral que sale de la boca de su personaje sobre música clásica nada más empezar el film en forma de entrevista televisiva (y en un casi plano secuencia de unos 20 minutos) donde vemos perfectamente reflejados el poder y el ego de Lydia Tár. En este aspecto, podemos decir que Cate Blanchett, que encarna a su protagonista, dice cada palabra como si se le estuviera ocurriendo en ese momento, pero dejemos este tema para un poco más adelante.
¿Debemos deparar al autor de su obra o va todo unido?
Casi inmediatamente después, el director nos expone su segundo tema: La sociedad del blanco o negro. En una masterclass sobre los clásicos de la música clásica a un grupo de estudiantes, Tár se muestra inflexible ante la posición radical de un estudiante progresista sobre un autor clásico. Este estudiante que se define, entre otras cosas, feminista y pansexual, asegura que jamás podrá considerar un genio ni admirar a alguien que, aunque haya nacido en otra época, haya sido acusado de machista e incluso abusador. Estas declaraciones despiertan la ira de Tár, que defiende el legado musical de este autor clásico por encima de su vida privada. ¿Debemos separar la persona del artista? ¿Debe nuestra obra sobrevivir al tiempo si nuestra vida ha sido de todo menos ejemplar? Justamente esto es lo que le va a pasar a Lydia Tár en una sociedad que no perdona errores, que juzga por encima de lo que hayas aportado profesionalmente y sin tener la mínima oportunidad de defenderte ni de que sea demostrado que eso que dicen de ti es cierto. En pocas palabras, la sociedad de la cancelación.
Estratosférica Cate Blanchett
Y todos estos dilemas están expuestos por una Cate Blanchett que ya juega en otra liga. A ella hay que exigirle mucho más que a los y las demás y, aun así, siempre aprobará con nota. Es la próxima Meryl Streep en el aspecto de que cualquiera de las dos podría interpretar el papel de un buzón de correos y aun así recibirían una nominación al Oscar.
En cuanto al director, Todd Field, opta por el carácter reflexivo, lento y dejando que el espectador vaya yendo del sí al no en sus opiniones. Él nos muestra una primera mitad de película donde todo está ok para que, de un plano a otro, empiece el caos de Lydia Tár hasta el final de la cinta. Quizás un poco más de ritmo no le hubiera ido mal.