Imagínate que estás buscando trabajo, de lo que sea a lo que te dediques, ya sea abogado, carnicero… y te encuentras que las empresas que te pueden contratar te dicen que los responsables de recursos humanos de esas mismas empresas suelen dan cursos para indicarte cómo pasar correctamente una futura entrevista de trabajo con ellos. Pues déjenme decirles que éste es el día a día de las actrices y de los actores que intentan llegar a algo en ese medio.
No son obligatorios, pero claro, es un dinero que tú inviertes; porque sí, estos cursos los tienes que pagar, para que te conozcan previamente sin promesas de una entrevista siquiera, solo por si las moscas te convocan a una algún día… ¿Y te imaginas, también, que tú no accedes a hacer esos cursos por falta de dinero o porque no te parece ético pagar para te puedan contratar en un presente o en un futuro mientras que otros candidatos sí lo hacen, y, en el momento en el que surgen vacantes, llaman para una entrevista a esa otra persona que sí pagó y a ti no porque no saben quién eres?
Aprende a hacer un casting
Desde hace unos 10 años, varias son las escuelas que ofrecen cursos de “interpretación” con los directores de casting de más renombre del país, bajo el pretexto de “aprende a hacer un casting”. Obviamente, los alumnos se apuntan con la esperanza de caerles en gracia y de que les convoquen para casting reales en algún momento, pero estos “profesores” ya se han llevado un dinero previo. El director de casting se suele embolsar por estos cursos, por alumno, más o menos la mitad de lo que pagan.
Pongamos un ejemplo: Si un curso de fin de semana cuesta 200 euros y éste tiene 15 alumnos, ese director de casting se ha embolsado una nada desdeñable cantidad de 1500 euros aproximadamente en 2 días, y 15 actores y actrices se van a casa satisfechos y, sobretodo, esperanzados, porque alguien que les puede introducir en la industria les ha visto actuar… aunque al fin de semana siguiente vengan otros 15 actores más en otro curso. Es crudo pero es así de cierto.
Hay varias cosas que se no deben de olvidarse: La primera es que la mayoría de los/las directores de casting (no todos) no son directores en sí, es decir, no han dado una clase de interpretación en su vida ni han pisado nunca un escenario. Segundo, los directores de casting son meros intermediarios, es decir, su trabajo es ver los perfiles que se necesitan para la producción por la que son contratados y presentar varias opciones para que productores y directores elijan, pero ellos no son quienes dan el trabajo en sí al actor. Por culpa de ellos puede que el productor nunca te conozca y, puede ser, también, que al final tampoco sirva de mucho el trabajo del director de casting porque es el productor o director quiere meter a alguien que ya conoce o al enchufado/a de turno.
La hipersexualización de la ficción
Por último, con la gran demanda que hay de gente extremadamente joven atractiva, debido a la hipersexualización de la ficción, de la que podemos hablar en otro artículo más adelante, estos directores de casting se pasan más tiempo investigando por redes qué jovencitos y jovencitas que no superan los 23 años enseñan más carne y tienen más seguidores que intentando apostar por gente de la misma edad, que a lo mejor no es tan extremadamente atractiva, pero que llevan toda su corta vida en tablas y clases. Y así nacen las estrellas de hoy, de estar en su casa haciéndose fotos a protagonizar grandes producciones. Es ir a lo fácil.
Antiguamente, los directores de casting hacían pruebas de archivo, y ahora cada vez eso se estila mucho menos o casi nada. Una prueba de archivo consistía en que, cuando el director de casting no tenía proyecto en marcha o tenía tiempo libre entre proyectos, convocaba en persona a actores y actrices que no conocía previamente para hacerles un casting y medirles, verles en persona, verles actuar, con el fin de que, si ese actor les gustaba, tenerle en cuenta para futuros proyectos que pueda tener y ahorrar tiempo. Conocer caras nuevas. Esto no le costaba ningún dinero al actor y era mucho más que correcto y necesario. Ahora ya no necesitan hacerlos, los actores les pagan para que se los hagan delante de otras 14 personas más, sin la intimidad que un casting conlleva…
A esto se le suma que, por causa de la hipersexualización de las producciones dela que hablábamos anteriormente, mucha gente que supera los 30 años no tiene más remedio que apuntarse a estos cursos y pagar porque saben que, de otra manera, jamás va a tener la oportunidad de que los directores de casting les vean en persona. Y ustedes dirán que esto no es posible…pero sí, lo es. Por un lado los directores de casting ya conocen actores y actrices suficientes de 30 en adelante para los pocos papeles que se demandan de perfil adulto. Hay actores conocidos ya, la mayoría son los que fueron muy jóvenes hace 10, 20, 30 o 40 años y van creciendo, no hace falta conocer más, si no has triunfado de joven, mejor dedícate a otra cosa.
La técnica del selftape
Por si fuera poco, desde la pandemia, se usa la ya denominada técnica del selftape, o prueba de cámara que el actor se graba en su casa con el móvil y se la manda al director de casting sin ninguna garantía en absoluto de que la vea. Entre las clases/castings pagados y el selftape cada vez es todo más impersonal, los actores pasan a ser números y euros, en vez de talento.
Así está el panorama del actor y de la actriz en la década del 2020. Es desolador para ellos y ellas y ven estos talleres como la única manera de introducirse en el mercado. Hay mucha más oferta que demanda en la industria, y esto, los directores de casting que son parte de la misma industria lo usan para rentabilizarlo.
¿Qué dice Hollywood a todo esto?
Solo les daré un par de pinceladas y creo que va a ser suficiente. En el año 2016, el director de casting Scott David fue despedido de la exitosa serie Mentes Criminales después de 10 años trabajando en ella por, no solo dar clases de casting a actores, sino también por tener un centro/escuela donde otros directores de casting también impartían clases. En Estados Unidos no está bien visto y, por eso, desde el año 2009 existe la denominada Ley Krekorian, que pretende regular y perseguir que se juegue con el talento, impidiendo prometer castings de esos cursos, entre otros temas.
Obviamente, aquí no se promete nunca trabajo a nadie, no van a pillarse los dedos publicitando eso, pero, en estos casos, el director de casting cobra del cliente que le contrata (la producción) y del actor qué selecciona (si le ha conocido en un curso), más los 14 que estaban con ese actor seleccionado en ese curso. Al menos, en Estados Unidos hay un debate, hay una ley que intenta regularlo (muchas veces sin éxito), aquí todo el mundo calla, aquí hay miedo a no entrar en la industria por decir que no, señores y señoras, esto no es ético.
A la industria se le llena la boca de cine español, pidiendo subvenciones y pidiendo respeto en cada gala de los Goya cuando, sin duda, esta es una de las cosas que denotan la falta de respeto que ellos mismos y mismas cometen hacia su propio sector.
Para acabar quisiera decir que yo no soy actor ni he pretendido serlo nunca, pero sí conozco a muchos. Este artículo ha sido documentado con los testimonios de 5 actores y actrices formados que, si en algún momento se revelaran sus nombres, perderían esa oportunidad que no tienen porque jamás, o casi jamás, han pagado por esos cursos. ¿Quieren descubrir talento? Háganlo gratis, ya sea en los mismos cursos o en salas de casting y seguro que ahí se ahorrarán mucho trabajo en el futuro