Mujeres Israel y palestina
Miles de mujeres de Israel y Palestina se unieron en Jerusalén el 14 de agosto de 2022 para reclamar al presidente de Estados Unidos, Jon Biden, una política de acuerdo para poner fin al histórico conflicto. Foto: Ilia Yefimovich / dpa
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La deslegitimación del «democrático» Estado de Israel

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“Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.” Esta es una frase de George Orwell que me vino a la cabeza cuando leí las declaraciones de Philippe Lazzarini, comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), cuando explicaba la grave situación que se está viviendo en Gaza en referencia a la crítica crisis humanitaria provocada por Israel: «Gaza está siendo estrangulada y parece que el mundo ha perdido su humanidad. Si nos fijamos en la cuestión del agua -todos sabemos que el agua es vida-, Gaza se está quedando sin agua y Gaza se está quedando sin vida».

El comisionado general de la ONU describía una catástrofe humanitaria sin precedentes con miles de personas buscando refugio en las instalaciones de la UNRWA, pero los recursos de la UNRWA están al límite, y además denunció que 14 miembros de su personal han muerto a causa de los indiscriminados bombardeos israelíes en hospitales y colegios.

Ante los medios de comunicación pidió el cese inmediato de las hostilidades para evitar más pérdidas de vidas, el levantamiento del asedio y el establecimiento de un corredor humanitario para proporcionar suministros esenciales como combustible, agua, alimentos y medicinas. Y afirmó con contundencia que nadie puede olvidar la obligación de respetar el derecho internacional humanitario, y subrayó que todas las guerras deben atenerse a sus principios.

Mujeres de Israel y Palestina se manifestaron juntas el 4 de octubre

Pero lamentablemente estas racionales, cívicas y humanitarias declaraciones, realizadas por un ser humano que conoce la importancia de defender los Derechos Humanos como garantía para la convivencia democrática, igualitaria y solidaria, han sido desatendidas por los seres vivos que dirigen política y militarmente el Estado de Israel.

Los mismos seres vivos que desatendieron las demandas racionales, cívicas y humanitarias de miles de mujeres israelíes y palestinas que se manifestaron juntas este 4 de octubre en Jerusalén y cerca del mar Muerto (en la Cisjordania ocupada) por la paz entre sus pueblos. Tan sólo unos días antes del horrendo ataque terrorista de Hamás a ciudadanas/os israelíes. Porque el supremacismo fundamentalista, independientemente del credo y/o bandera en que se envuelva, siempre es excluyente respecto a la participación ciudadana de las mujeres, y respecto a su solvencia política.

Esa jornada multitudinaria congregó a mujeres pertenecientes a la ONG Alianza por la Paz en Medio Oriente, de la que forman parte las dos entidades convocantes de la marcha, el movimiento israelí Women Wage Pace (Acción de Mujeres por la Paz) y la asociación palestina Women of the Sun (Mujeres del Sol).

«Basta, no a las decisiones sin las mujeres»

En las pancartas podía leerse, «Paren de matar a nuestros hijos», y los eslóganes coreados, «Queremos la paz» y «Queremos que nuestros hijos estén vivos y que no mueran». Y no era la primera vez que se manifestaban, ya que llevan haciéndolo desde 2014, año de la fundación de Women Wage Peace (WWP), tras la ofensiva militar de Israel sobre Gaza que se cobró la vida de 2.100 palestinos y 73 israelíes.

Desde su creación WWP exige la negociación inmediata de un acuerdo mutuo y la integración de mujeres provenientes de diversas comunidades dentro de las negociaciones y toma de decisiones. Uno de sus eslóganes es “Enough, no decisions without women” (“Basta, no a las decisiones sin las mujeres”).

Una de sus grandes Marchas tuvo lugar en Octubre de 2016, cuando logró agrupar a cerca de más de 4.000 mujeres pertenecientes a diferentes religiones (hebreas, musulmanas y cristianas) capaces de dialogar y crear entre todas un acuerdo de marcha conjunta por un objetivo común: La paz. La marcha recorrió diferentes puntos del país a lo largo de dos semanas, y la última noche más de 15.000 mujeres se reunieron fuera de la residencia del primer ministro en Jerusalén pidiendo acciones encaminadas a conseguir un objetivo: “la vuelta a las negociaciones de La Paz y el compromiso de terminar con la violencia para construir un país en armonía para las futuras generaciones.”

«Necesitamos un modelo de convivencia muy diferente del que padecemos»

La Marcha de 2017, al igual que la de 2018, también fue de dos semanas, también congregó a miles de mujeres, y las declaraciones sobre la exigencia de un nuevo modelo de actuación política centrado en la convivencia fueron muy explícitas: “Debemos alcanzar un acuerdo político. Tenemos que cambiar el paradigma que se nos ha enseñado durante siete décadas y en el que se nos ha dicho que solo la guerra traerá la paz. Ya no creemos eso. Se ha demostrado que no es cierto.”

Y estas declaraciones me llevan nuevamente al admirado George Orwell y a su incisiva mirada sobre el errado proceder político que emponzoña nuestra convivencia: “El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen confiables y el asesinato, respetable; y para darle la apariencia de solidez al mero viento.” Necesitamos un modelo de convivencia muy diferente del que padecemos, y miles de mujeres palestinas e israelíes llevan años clamando por un cambio de proceder político que habría evitado todo este dolor, toda esta destrucción y toda esta nefasta enseñanza de la barbarie más extrema.

Atronadoras mujeres reclamando que pare esta barbarie

Cada nueva vida que llega a este mundo ha supuesto un riesgo para la salud y la existencia de la madre tanto en la gestación como en el parto, y su cuidado supone también un desgaste tanto psíquico como físico para ella. Por eso las mujeres conocemos muy bien el valor de una vida y nos esforzamos tanto en su protección.

Y tal vez por eso, la fratria se ha esforzado tanto por mantenernos fuera de la esfera pública y política, y ha blindado a través de la socialización androcéntrica y su imposición de la andronormatividad la jerarquización asimétrica entre los sexos, con el que pretende seguir situándonos como “el segundo sexo” y mantener el desprecio y la minusvaloración hacia nosotras ad eternum. Pero ese blindaje se ha hecho añicos con la difusión cada vez más compartida de la ideología política Feminista, y ante esta gravísima crisis humanitaria que está sufriendo la población Palestina, las voces de las mujeres reclamando que pare esta barbarie por parte del Estado de Israel son atronadoras y no van a cesar.

Atronador grito de mujeres

El derecho a la defensa del Estado de Israel ante un salvaje ataque terrorista, nada tiene que ver con el comportamiento criminal de condenar a la tortura de la sed, el hambre y la falta de medicamentos a ni un solo ser humano, cuando no a cientos de miles de ellos como es en este caso; ni puede aceptarse derecho a la defensa alguno cuando estamos ante el asesinato indiscriminado de civiles mediante los incesantes bombardeos.

Desde este espacio de comunicación y a través de este artículo, me sumo al atronador grito de millones de mujeres que están negando la legitimidad de la respuesta israelí ante el horror del ataque cometido por Hamás. “Basta de violencia y de desprecio asesino”.

Puri Liétor

Puri Liétor es Psicóloga Sanitaria, activista feminista e integrante de la
Plataforma Autonómica Front Abolicionista-PV, de la plataforma Estatal
Confluencia del Movimiento Feminista y afiliada del Partido Feministas al
Congreso (PFAC).