Palestina
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Palestina, el futuro del orden mundial en sus manos

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Solucionar lo que está ocurriendo en el estado de Palestina es solucionar el futuro del mundo” ha afirmado Fermín Muguruza en una entrevista concedida a Público. Y no le falta razón. Ahora bien, abordar las diferencias irreconciliables que tienen palestinos e israelíes no va a ser fácil porque el problema no nació en 1948 cuando se proclamó el estado de Israel en las postrimerías del Holocausto (1933-1945).

Todos los intentos de un acuerdo aceptable para todas las partes han fracasado hasta ahora. Ya en la resolución 181 del 29 de noviembre de 1947 de las Naciones Unidas se constataba que «la actual situación de Palestina es susceptible de menoscabar el bienestar general y las relaciones amistosas entre las naciones«. Poco ha cambiado en 75 años. El problema es un territorio con fronteras definidas con Egipto, Sira y Jordania y la explosión demográfica galopante.

Algunos datos demográficos puestos en contexto

Las contiendas bélicas han sido una constante a lo largo de su historia debido a su ubicación estratégica. Fue la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) quien en 1988 de forma unilateral declaró la independencia de Palestina, naciendo así el estado de Palestina que no ha sido reconocido por España ni por otros países. Las fronteras en ese enclave geográfico no son nada nítidas desde el principio de los tiempos ni están demarcadas a día de hoy.

La historia de ese territorio es especialmente compleja y sangrienta desde la proclamación del estado de Israel en 1948. Y debido a esta complejidad, será imposible abordar todos los matices en este escueto artículo, pero el principal problema es demográfico a día de hoy. En 1947 se registraban 1,8 millones de habitantes en Palestina de los cuales el 60% eran musulmanes, el 30% judíos y cerca del 8% cristianos. Eran todos palestinos en 1947 porque Palestina era un concepto geográfico.

Cuando se habla del pueblo palestino en 2023, ¿a quién nos referimos? ¿Es el mismo pueblo que el pueblo palestino de 1947 o de 1917? El pueblo palestino de 1917 y 1947 acogía en su seno a judíos, cristianos y musulmanes, entre otros. Unos eran propietarios de tierras y otros eran colonos. Había judíos propietarios de tierras, un puñado de grandes terratenientes palestinos árabes y turcos y muchísimos colonos árabes, sí colonos árabes. Habría que preguntar a los propios palestinos cómo se definen ellos mismos y a quién consideran palestino debido a que hay confusiones interesadas entre los términos de Palestina y pueblo palestino.

Cuando se habla de colonos, ¿a quién nos referimos? Según el diccionario panispánico de dudas, colono tiene diferentes acepciones, totalmente contrarias.

  • Persona que coloniza un territorio o que habita en una colonia.
  • Cultivador de tierra ajena, adscrito a la tierra.

Colonizar significa «fijar en un terreno la morada de sus cultivadores.» Dicho esto, ¿eran los judíos que emigraron a Palestina después de 1880 colonizadores foráneos o retornados? Palestina no era entonces una nación que podía ejercer la soberanía en su territorio. Tampoco lo eran la actual Siria o Jordania. Palestina existía como concepto geográfico, no como nación soberana que tiene la potestad de otorgar nacionalidad a sus habitantes.

Llegados a este punto habría que recordar las diversas vías de adquisición de la nacionalidad. Hay dos principios, ius solis y ius sanguis. En países como los EEUU basta haber nacido allí para lograr la nacionalidad mientras que en otros como Alemania se ha de demostrar que hay una línea de consanguinidad. Trump adquiriría automáticamente la nacionalidad alemana porque su abuelo era alemán. Apunto este detalle porque la palabra colono tiene la connotación de invasor. Los españoles que invadieron América sí eran colonos.

El problema emerge cuando un grupo religioso se arroga el derecho a vivir en un determinado territorio. Para los judíos, Palestina es el lugar donde nació el judaísmo. Pero ojo, los musulmanes también se arrogan el derecho a vivir en ese mismo territorio por conquista. Unos nacieron allí y otros la invadieron y se apropiaron de ese territorio en el siglo VII. Es curioso que los palestinos árabes llamen colonos a los judíos y olviden su propia historia.

Si están en Palestina es porque sus ancestros musulmanes la invadieron y colonizaron. Y no se nos olvide algo importante. Cientos de miles de judíos viven en Israel porque son judíos expulsados del Magreb y demás territorios islámicos, no por decreto sino por las presiones sociales que han ido sufriendo en las últimas décadas. Remontándonos al siglo VII de nuestra era, Arabia fue limpiada de judíos y cristianos cuando el guerrero Mohamed presentó su empresa como revelaciones divinas que otorgaban derecho a botín de guerra. Algunos de los judíos y cristianos de la Israel de hoy, son sus descendientes. Por tanto, la realidad es muy compleja en Palestina e Israel.

El enclave geográfico de Palestina de antes de 1948 son la Palestina e Israel de hoy. Palestina es la Franja de Gaza y el West Bank, dos territorios separados geográficamente, el segundo de los cuales tiene fronteras fluidas. En Palestina, no hay judíos en 2023 y solo menos de un 1% de cristianos. En Israel, el 73,9% eran judíos, el 21% árabes y el restante 5% de otras procedencias en 2021. El 82% de los árabes de Israel son musulmanes sunitas procedentes, en su mayoría, de Palestina. Entre los árabes, también hay cristianos. Son cristianos asirios, arameos y coptos, entre otros. Israel también acoge a Sinti y Roma. Son los palestinos que no huyeron con motivo de la guerra de 1948, entre otras.

La diversidad religiosa y étnica es un hecho en Israel. No hay tal en Palestina. Si se tiene en cuenta el territorio de 1947, hoy viven en torno a 5 millones de personas en Palestina y 9 millones en Israel. La población se ha septuplicado desde 1947 mientras que el territorio total sigue siendo igual de reducido.

Después de la proclamación del estado de Israel en 1948 y como consecuencia de la guerra entre la recién proclamada Israel, Egipto, Siria y Líbano, Israel se apropió de entre 16 y 20 millones de dunams de tierra del que huyeron unos 700.000 palestinos árabes. Egipto, Siria y Líbano se lo habían aconsejado. Les hicieron creer que podrían volver a sus hogares cuando hubiesen ganado la guerra. La perdieron. Al menos 4 millones de dunams eran por aquel entonces tierra fértil. El resto era zona desértica o semidesértica. En 1871 Alemania se apropió por última vez de Alsacia y Lorena. Perdería esos territorios a finales de la primera guerra Mundial en 1918. Desde entonces son territorio francés. ¿Pueden los huidos de 1871 y de 1918 reclamar su derecho a regreso?

Entre 1948 y 1951 se asentaron 684.000 judíos en las tierras «abandonadas» por los palestinos árabes. Esas tierras no pertenecían al estado palestino porque no existía. Esto fue posible gracias a la Ley de Propiedad de los Ausentados que administraba, de facto, las tierras usurpadas el estado de Israel. El texto de Naciones Unidas no dice claramente si todos esos «desplazados árabes» eran propietarios o arrendatarios de tierras, es decir colonos en su sentido más estricto. Y este dato no es baladí porque el mismo texto afirma que la gran mayoría del territorio de Palestina era propiedad de un puñado de terratenientes. Se puede concluir que esos miles de palestinos árabes no eran propietarios de esas tierras. El texto no nombra quiénes eran sus propietarios legítimos ni qué hicieron aquellos para revertir la usurpación de territorios.

En Jerusalén vivían 102.000 judíos, 104.000 musulmanes y 46.000 cristianos en 1947 según un documento de Naciones Unidas. En 2023 se calcula que viven unas 900.000 personas, el 64% de las cuales son judías, 34% musulmanas y un 2% se autoidentifican como cristianas según World Population Review.

La explosión demográfica desde 1947 es fuente de no pocas escaramuzas porque el incremento de población va ligado a la sensación de asfixia por la superpoblación incesante. La población de Palestina se ha triplicado entre 1990 y 2021 (unos 5 millones en 2021) y la da de Israel se ha duplicado (unos 9 millones en 2021) en el mismo periodo. La cuestión demográfica es, sin duda alguna, parte del problema debido a la fertilidad de 5-6 hijos por mujer.

Algunos datos históricos sobre el territorio de Palestina

El estado de Palestina no nacería hasta cuatro décadas después de 1948 debido a que era un tan solo un concepto geográfico hasta esa fecha y esos territorios estuvieron bajo la administración del imperio egipcio (1550-1400 a.C.), asirios (734-645 a.C.), babilonios (631-539 a.C.), persas (539-330 a.C.), helenos (330-), romanos (69 a.C.-siglo 4 d.C.), imperio bizantino (a partir del siglo 4 d.C.), islámico de califatos umaya y abasida y después el imperio otomano (1517-1917) y, por último, bajo administración británica (1922-1948) hasta la fundación del estado de Israel.

Hasta 1917 y durante cuatro siglos, Palestina estuvo bajo la administración del imperio otomano al igual que Siria o Iraq. Los turcos sí eran colonos en esas tierras. Cuando se sugiere que los palestinos fueron expulsados de sus tierras, se tiende a creer que los habitantes de esas tierras vivían en felicidad y prosperidad y los judíos invadieron Palestina para despojarlos de sus propiedades. No fue exactamente así en Palestina. El imperio otomano albergaba judíos en Palestina, que también eran pequeños propietarios de tierras. El documento «Adquisición de Tierras en Palestina» de las Naciones Unidas de 1980 preparado bajo la guía del Comité del Ejercicio de los Derechos Inalienables de los Palestinos describe tres tipos de tierras en Palestina.

Este documento encierra algunas claves importantes. Señala que la propiedad y explotación de las tierras en Palestina adolecía de dos males desde la época romana: la ausencia de regulación sobre el uso de las tierras desde tiempos romanos y la concentración de las mismas en muy pocos terratenientes que vivían fuera de Palestina. Pero había otros dos tipos de propiedad de tierras que eran a) las tierras administradas por las autoridades religiosas y b) las tierras que eran propiedad común. Por tanto, había algunos propietarios judíos con parcelas pequeñas de tierra entre 1880 y 1920. No se dice nada sobre pequeños propietarios árabe-palestinos. Después de la declaración de Balfour de 1917, de facto bajo el Mandato Británico, se empezaron a asentar muchos judíos venidos de Europa en Palestina.

No obstante, la expansión judía no empezó en 1948 sino siete décadas antes, de hecho a finales del siglo XIX previo el nacimiento del sionismo a manos de Theodor Herzl (1860-1904) que expuso su visión de la solución del problema judío en su libro Der Judenstaat, el estado judío. Herzl estaba convencido de que los progromos contra los judíos a nivel mundial se terminarían si los judíos tuviesen un estado propio.

Partiendo del relato de víctima, exponía que de nada servía a un judío ser patriota en un determinado país y contribuir a su desarrollo económico y científico. Que el poder primaba sobre la justicia y seguiría haciéndolo. Se lamentaba de que «los judíos espiritual y materialmente superiores perdieron por completo el sentimiento de pertenencia al grupo«. El antisemitismo les perseguía allí donde se asentaba un cierto número de judíos. En el primer congreso sionista se llegó a pensar que, tal vez, Argentina les donaría terrenos para construir el estado judío. Pero Palestina era el territorio favorito del sionismo incipiente.

Para abordar este dilema milenario, diseñó un plan integral con proyecto de financiación, construcción de infraestructuras, planificación de viviendas etc. que expuso en Basel (Suiza) en 1897. Logró convencer a muchos. Pero ya a partir de 1880, judíos de todo el mundo empezaron a mudarse a Palestina y a comprar tierras en ese territorio tal y como recoge un artículo de Kenneth Stein. La compra de tierras se empezó a realizar cuando Palestina estaba bajo el yugo otomano. Los turcos que ostentaban poder sobre Palestina vendieron tierras a muchos judíos.

Adquirieron en torno al 5% del territorio actual a vendedores palestinos en el norte del territorio, una compra que se conoce por el nombre de la compra de Sursock. El resto de los terrenos con los que se hicieron los judíos llegados eran cesiones del Imperio Británico (1922-1947) por considerarlos de propiedad pública o de asociaciones religiosas. En 1947, los judíos poseían 1,85 millones de dunam (1 dunam = 919 metros cuadrados) de los 13 millones de los que disponía el territorio de Palestina.

Los asentamientos masivos de judíos están estrechamente vinculados a la desaparición del imperio otomano en el que los agricultores palestinos árabes no eran sino arrendatarios de las tierras que labraban y trabajaban por una miseria que a duras penas les permitía sobrevivir.

Cuando el Imperio Otomano, ahogado por las deudas en los bancos europeos empezó a presionar a los terratenientes de Palestina (árabes y turcos) para que registrasen sus tierras en el catastro al objeto de recaudar impuestos con los que pagar los créditos, se produjo un éxodo sin precedentes en esas tierras. Esto fue debido a que los terratenientes trasladaron la presión fiscal a los pequeños agricultores provocando su asfixia económica por las deudas de créditos que habían suscrito con los efendi -señores- palestinos. En los últimos años del imperio otomano y a partir de 1880 Palestina recibió mucha inmigración judía. De hecho, los terratenientes palestinos árabes vendían las tierras con mucho gusto, también a judíos.

Resumiendo, Palestina dejaría de estar en la órbita del imperio otomano al final de la Primera Guerra Mundial, pasando a ser administrada de facto por el Imperio Británico en 1917 y oficialmente desde 1922. En la declaración de Balfour de 1917 se preveía el “establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío“ que pudiese acoger a todos los judíos que así lo deseasen. Y así sucedió que, entre 1917 y 1947, emigraron miles de judíos a Palestina aunque la administración británica intentó frenar las llegadas de judíos, pero la compra de terrenos por parte de estos continuó debido a la precariedad de la vida en el entorno rural para los propietarios y colonos árabes. Se debe subrayar que las tierras no pertenecían a los palestinos árabes de a pie antes de la llegada de judíos de todo el mundo en el siglo XX.

El éxodo judío a Palestina en tiempos de Adolf Hitler

Miles de judíos llegaron a Palestina en tiempos de Hitler entre 1933-1945. Este éxodo judío tiene algunas características que no son muy conocidas y se abordarán en lo que sigue. El atisemitismo sobre el que disertó Herzl era uno de los pilares fundamentales del libro de Hitler titulado Mein Kampf cuya traducción al castellano puede leer en este enlace. Las penurias económicas de Alemania en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial de la cual salió perdedora Alemania eran atribuidas a los judíos en Mein Kampf que vio la luz en 1925.

De ahí que Hitler reflexionase mucho sobre cómo solucionar el problema judío. Debido al judaísmo como presunto origen de la crisis económica de Alemania, Hitler urdió un plan para deshacerse de la población judía por medio de la emigración. En 1933 no había ningún país en el mundo que quisiese dar la bienvenida a los judíos exceptuando el territorio de Palestina que no era un estado todavía. No muchos judíos alemanes acogieron esa idea de buen grado porque se sentían más apegados a la identidad alemana que a su identidad judía. Ahora bien, la Organización Sionista Mundial y el Tercer Reich acordaron en 1933 una emigración ordenada de judíos alemanes a Palestina en lo que se conoce como el Acuerdo de Haavara y que estaría en vigor hasta 1939.

El representante de la Organización Sionista Mundial, Chaim Arlosoroff, firmó el acuerdo que establecía que los judíos alemanes podían ingresar su patrimonio en un Banco de Transferencia en Alemania que luego podían cobrar en Palestina a su llegada previo descuento de los costes originados. El territorio palestino de los años 30 del pasado siglo solo les exigía que pudiesen acreditar que eran dueños de 1000 libras palestinas, lo que equivalía a 15.000 marcos alemanes. Esta fórmula se encontró con una fuerte rechazo por parte de los sionistas, pero algunos optaron por esa vía, en concreto 43.000 judíos según Francis F. Nicosia en su libro Zionismus und Antisemitismus im Dritten Reich (página 343).

La Alemania nazi esperaba recaudar divisas por medio de este acuerdo debido a que también implicaba exportar productos alemanes a Palestina que los emigrados judíos comprarían. Una carta a la que hace Referencia Nicosia resalta que se habían ingresado 85 millones de marcos hasta 1938. A partir de 1937 el apoyo a esta fórmula fue disminuyendo porque Alemania no lograba las divisas que se había marcado como meta ni tampoco se habían dejado convencer tantos judíos como habría querido el régimen nazi pero el acuerdo funcionó hasta 1939.

El imam agitador Al-Husseini, aliado de Hitler

Dicho esto, en Palestina se habían dado revueltas violentas en territorios árabes a partir de los años 20 del siglo XX cuyo instigador más prominente fue el imam Al-Husseini. La población árabe del enclave de Palestina emprendió actos violentos contra el Mandato Británico y contra los judíos de la zona, en parte porque veían a los nuevos judíos llegados de Occidente como amenaza. Este imam ya entabló contactos con el embajador de Alemania en Jerusalén en 1933 para emprender el acercamiento al régimen nazi de Hitler porque su relación con el Mandato Británico era negativa.

En la Palestina con desavenencias religiosas y tensiones migratorias se fundó el estado de Israel en 1948 cuya capital es, de facto, Jerusalén. Ahora bien, en virtud del plan de partición de Palestina de las Naciones Unidas de 1947 se preveía la creación de dos estados -uno árabe y otro judío- cuya capital sería controlada por Naciones Unidas de forma fiduciaria debido a que tanto judíos como musulmanes reclamaban Jerusalén como capital de Israel y de Palestina respectivamente.

Este plan no fue aceptado por los árabes de los estados colindantes y el estado de Palestina no se fundó en 1948. Egipto adquirió la independencia en 1922, Líbano en 1943, Jordania y Siria en 1946. Estos jovencísimos estados se opusieron a la bipartición. De hecho, la Franja de Gaza estuvo bajo la administración de Egipto y el West Bank bajo la administración de Jordania hasta 1967. Los palestinos no ejercían la soberanía en esos territorios.

El estado de Israel es un determinado territorio no demasiado bien demarcado que los israelíes han ido agrandando invadiendo zonas donde estaban asentadas familias árabes desde hace mucho tiempo, por ejemplo después de la guerra de seis días de 1967 según indica un estudio de Naciones Unidas de 1980. Gozar del estatus de estado significa que se puede ejercer soberanía sobre su territorio. Palestina no ha tenido estatus de estado hasta 1988 y la no demarcación de las fronteras es un escollo a la hora de ejercer la soberanía.

Con esos mimbres históricos, el conflicto se reaviva cada dos por tres porque ninguna de las partes implicadas quiere ceder un milímetro de territorio. Los conflictos continuos se saldan con usurpación de territorio por parte del más fuerte. Los imperios bizantino, romano y babilonio han desaparecido y nadie se arroga ser descendiente de ellos y, por tanto, no hay exigencias territoriales en ese sentido. Y es que la hora cero a la que se aferran unos y otros es distinta. Según el calendario gregoriano y juliano, estamos en 2023, según el calendario hebreo en  5784 y según el calendario islámico en 1445.

Los judíos se aferran a la Torá, los musulmanes al Corán y los cristianos cuentan desde el nacimiento de Cristo. El pueblo elegido de Dios desobedeció y ese Dios, alias Allah, ordenó a los creyentes musulmanes hacer desaparecer a los judíos de la faz de la tierra. Quienes muestran su apoyo incondicional a Palestina, olvidan los datos anteriores. El exterminio del pueblo judío es un mandato de Allah y muchos musulmanes le contarán que su lealtad es a su religión y no a las leyes del país en el que viven. Así lo ordena el Corán y así lo interpretaba Al-Husseini.

Manifestación pro Palestina organizada por BDS País Valenciano.Foto Jorge Gil /Europa Press 17.10.2023

Si realizamos un pequeño excuso histórico, en el territorio de Palestina vivían judíos en el primer siglo antes de Cristo, judíos y cristianos hasta el siglo VII después de Cristo y, a partir de finales del siglo VII, judíos, cristianos y musulmanes. Se hablaba arameo, una lengua semita a cuya familia pertenecen el árabe y el hebreo. Para los judíos es la tierra prometida según la Biblia, para los cristianos es la tierra que vio nacer a Jesucristo y los musulmanes la entienden como suya en virtud de conquista del siglo VII. No se nos olvide que el Al-Andalus también es tierra conquistada y los musulmanes ortodoxos reclaman su propiedad en base a lo que establece el Corán.

En Jerusalén se encuentra, además, la mezquita de Al-Aqsa (685-715) desde finales del siglo VII. Esa mezquita no fue construida como tal y dispone de textos posteriores grabados en sus paredes con una fuerte narrativa antitrinitaria al objeto de menoscabar el cristianismo. Para los musulmanes es sagrada, porque según su relato Mohamed emprendió el viaje al paraíso desde ese lugar. Desde el punto de vista histórico, este relato islámico no se sostiene.

Un dato que nadie menciona es que cuando se avivan las hostilidades entre israelitas y palestinos, ambas partes suelen echar mano del mantra de la opresión de los cristianos a manos de sus rivales territoriales. ¡Qué mal tratan a los cristianos los judíos! ¡Qué mal tratan a los cristianos los musulmanes! Los cristianos les importan un bledo a ambas partes y el conflicto sigue su escalada hacia arriba.

Estado palestino y estado de Israel con reconocimiento mutuo: ¿la solución?

¿Cómo se podrían solucionar las desavenencias entre árabes palestinos y judíos de Israel y Palestina? El filósofo alemán Christoph David Piorkowski defiende la hipótesis en un reciente artículo en Tagesspiegel que, aunque se zanje el problema palestino de forma definitiva creando dos estados independientes, Israel seguirá siendo el blanco de ataques islamistas. La solución de dos estados ya se practicó con India y Pakistán en 1947.

Y se implementó para poner fin a los enfrentamientos religiosos entre musulmanes y no musulmanes. Pakistán para los musulmanes e India multirreligiosa para los no musulmanes. A la vista está que no funcionó bien porque sigue habiendo enfrentamientos entre musulmanes y no musulmanes en la India, este autor no cree que se solucionará el conflicto de esta forma. Pakistán merece un capítulo aparte.

Nótese que los cristianos de Palestina jamás han solicitado un estado cristiano o autonomía política en ese territorio en el que habitan desde hace dos milenios. Tal vez porque los cristianos son el grupo religioso que más mermado en esos territorios.

Y los ataques islamistas seguirán produciéndose no porque exista un conflicto entre Israel y el partido gobernante Hamas desde 2007 sino porque el odio al judío viene de más atrás, señala Piorkowski. Está hilado en el Corán. Atendiendo a los cinco primeros libros de la Biblia, el pueblo judío es el pueblo elegido de Dios. Los demás pueblos no gozan de ese privilegio. Y el Corán, ¡qué casualidad!, también hace referencia a este privilegio. Para despecho de muchos, el supremacismo del pueblo judío lo atestiguan tanto la Biblia como el Corán. ¿Cómo se explica, pues, el odio al judío?

Ya es hora de hablar de este asunto sin eufemismos. Piorkowski hace referencia a los versos coránicos de la época mequí en los que se ensalza la bondad de cristianos y judíos y también a otros versos de la época medinesa, en la que Mohamed ya estaba luchando contra los judíos que habitaban Arabia en el siglo VII. En estos versos se incita a combatir a los judíos hasta que desaparezcan de la faz de la tierra. Además de los versos coránicos, los hadices relatan cómo Mohamed venció a los judíos en batallas cuya crueldad está relatada con todo lujo de detalles.

Esa es la fuente del odio antijudío y no otra. En muy pocas décadas Arabia quedó libre de judíos, cristianos y politeístas. Mohamed hizo una limpieza étnica y religiosa de manual en el siglo VII d.C. Muchos huyeron a la Israel-Palestina de hoy. De eso mismo se le acusa al estado de Israel hoy.

Dios los cría y ellos se juntan: fascismo islámico y sionismo

El odio al judío no es un fenómeno exclusivamente islámico. Los resentimientos hacia los judíos afloraron tanto en cristianos como en musulmanes a lo largo de toda la historia. Los primeros porque consideraban que habían asesinado a Jesucristo y los segundos porque así lo ordenaban el Corán y los hadices. Estos eran motivos religiosos. Dicho esto, el odio judío se manifestaba de forma diferente en el cristianismo y en el islam. En el primero, los judíos eran acusados de envenenar las fuentes agua, practicar muertes rituales etc. De ahí los progromos en tierras cristianas a lo largo de toda la historia. Y en el segundo ese odio esta íntimamente ligado al Corán.

Las narrativas de judíos como origen de unos males concretos eran exclusivas de sociedades cristianas, pero fueron exportadas a Oriente Medio en el siglo XIX según recoge Piorkowski. El relato de los judíos como fuente del mal ocasiona los primeros progromos contra ellos en el imperio otomano en 1840. La divulgación de la narrativa antijudía en el mundo árabe alcanza su cenit en tiempos de Hitler, cuando desde Zeesen (Brandenburgo) se emiten programas en árabe, turco y persa con la propaganda nazi según Jeffrey Herf, historiador norteamericano. Un papel determinante lo desempeñó el gran Mufti de Jerusalén Al-Husseini, palestino nacido en Jerusalén (1895-1974).

El mandato del Imperio Británico administraba la región de facto desde 1917 -al haber ganado la guerra al imperio otomano- hasta 1948. Fue bajo esta administración que fue nombrado muftí, el palestino de nacimiento Al-Husseini (en Berlín entre 1941-1945), que solía llamar a la guerra santa contra el Imperio Británico y contra los judíos todos los días en árabe desde la capital de Alemania. Este mufti tuvo que huir de Jerusalén por sus desavenencias con el Mandato Británico instalándose en Berlín.

Con el inestimable trabajo de este imam colaborador nazi que veneraba a Hitler y Hassan al-Banni, fundador de los Hermanos musulmanes, la ideología nazi pudo expandirse en el mundo árabe rápidamente forjándose un argumentario antijudío calcado al ideario nazi que domina el escenario islámico hasta el día de hoy según señala Piorkowski. Este muftí había tenido varios encuentros con Hitler.

Para ponerlo en su justo contexto, vale la pena recordar que Hitler disponía varias divisiones de Waffen-SS exclusivamente con soldados musulmanes: La más numerosa era  la Waffen-SS Bergdivision Handschar con combatientes bosnios con un número de más de 21.000. mercenarios. Himmler nombró al imam Al-Husseini como SS-Gruppenführer que era el cuarto cargo más alto de la jerarquía de las SS.

A partir de 1943, Al-Husseini insistía en los altos mandos nazis de la imperiosa necesidad de bombardear Jerusalén. Fue este muftí el encargado del adoctrinamiento de los soldados contactando a los imames de la zona en Bosnia. Masacraron a la población civil y a los partisanos en Yugoslavia.

El propio Al-Husseini había participado en numerosos progromos contra los judíos en los años 20-30 del siglo XX en Jerusalén y en Hebrón, por citar solo dos ejemplos. Fue también el autor de una fetua que prohibía a los palestinos vender terrenos a los judíos. Inmediatamente después de la llegada al poder de los nazis en 1933, el gran muftí de Jerusalén se puso en contacto con los nazis sugiriendo que deberían tejer alianzas con los árabes. La política de Alemania hasta el comienzo de la II guerra mundial consistía en deportaciones de judíos, también a Palestina según Jüdische Allgemeine. Es algo que incomodaba a Al-Husseini.

Para poner ejemplos de apartheid reciente, la venta de terrenos a israelíes sigue siendo delito según la sharia en Palestina. Un hombre fue condenado en Ramallah (Palestina) a cárcel en 2018 por haber vendido propiedad inmobiliaria a un judío en Jerusalén según informa Al-Jazeera.

La alianza entre los movimientos árabes de liberación y los nazis tuvo sus efectos que perduran hasta hoy. No hubo interrupción ideológica porque cuando Al-Husseini huyó de Francia a Egipto en 1945 al término de la II Guerra Mundial fue reconocido inmediatamente por la Liga Árabe. Se instauraron bajo su dirección partidos árabes en Palestina y siguió luchando contra el recién creado estado de Israel después de 1945 y hasta su muerte. El imam Al-Husseini es venerado como un héroe en toda la región.

El movimiento de HAMAS se ha alimentado en ese abrevadero. Solo hay que ver sus estatutos denominados HAMAS Covenant. Hamas pretende instaurar una teocracia islámica en Palestina debido a que los males de los musulmanes solo se solucionarán mediante la sharia según su relato de víctima. Uno de los objetivos es hacer desaparecer el estado de Israel y, logrado esto, aniquilar a todos los judíos de todo el mundo tal y como ordena el Corán.

Dos supremacismos luchan por la hegemonía: el caso de Hamas

Tanto en el judaísmo como en el islam, la venganza está legitimada. El ojo por ojo y diente por diente bíblico (Éxodo 21: 24) lo practican ambas fes, «Oh, creyentes! Se os ha establecido la ley del talión en caso de homicidio» (Corán 2:178). De ahí que los conflictos escalen constantemente. Pero e quid de la cuestión es que el supremacismo islámico se arroga además el derecho a exterminar al pueblo judío basándose en los mandatos del corán y el ejemplo de Mohamed en los hadices. «No habrá paz hasta que muera el último judío». Por este motivo, la creación de dos estados con territorios demarcados al milímetro no será la solución definitiva. Y evadir este tema no hace sino perpetuar las masacres delante de nuestros ojos.

Baste una pequeña anécdota para ilustrar la ceguera humana. En 2009 no pudieron exponerse en Berlin tres tablas con el título «el tercer mundo en la Segunda Guerra Mundial» que hacían referencia al imam Al-Husseini por temor a incomodar a la comunidad árabe. Se dice que 4000 niños judíos fueron enviados a la muerte por su expreso deseo. Cualquier atisbo de crítica del islam es abortado en los espacios públicos. ¿Por qué, si existe libertad de opinión? Viene fundamentado en el Corán. Quien critica el islam recibe pena de muerte.

Y tal vez porque los sentimientos de los creyentes musulmanes estén sobreprotegidos o, simplemente, por ignorancia, no subrayamos lo suficiente que Hamas persigue la instauración del Islam a nivel universal tal y como destaca el artículo siete de sus estatutos. Sin ningún tipo de duda, el artículo 6 afirma que «El Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS) es un distinguido movimiento palestino, cuya lealtad es hacia Alá. […] En ausencia del Islam, los conflictos abundarán, la opresión se extenderá, el mal prevalecerá y estallarán cismas y guerras

Presenta el islam como la solución universal, pero no dice explícitamente que se ocupará del bienestar de los palestinos ni de qué manera lo logrará. Sí dibuja al enemigo en el artículo 12 tal y como lo hace el corán. «Resistir y sofocar al enemigo se convierte en el deber individual de todo musulmán, hombre o mujerHAMAS rechaza en su artículo 14 las conferencias de paz que pretenden alcanzar una solución pacífica.

Voces disidentes para resolver cuestiones de la humanidad a través de su luz

Tanto entre la comunidad judía como en el pueblo palestino hay voces disidentes que rechazan de plano las actuaciones del gobierno sionista de Israel y de las autoridades palestinas. Las comunidades judías más conservadoras rechazan la idea de un estado judío basándose en los libros sagrados en los que se estipula que Dios desterró a los judíos de la tierra prometida.

Una de las voces palestinas que ha logrado notoriedad mediática es el hijo de uno de los fundadores de HAMAS, Mosab Hassan Yousef. Afirmaba en CNN que, cada vez que HAMAS necesita dinero, suelen desencadenar un conflicto sin importarle el precio a pagar por ello. Subraya que se ha de liberar a los palestinos de las manos de HAMAS porque HAMAS no es un movimiento político sino religioso que desea ostentar el poder según las leyes de la sharia estableciendo un estado islámico a nivel global.

Y ahora reflexionemos si todo lo anterior tiene algo que ver con la igualdad entre los seres humanos y si esas dos sociedades están preparadas para ser democráticas y pacíficas. Los palestinos pobres han sido siempre víctimas de todos los que los dominaron, también de sus sátrapas árabes y ahora lo son de HAMAS. HAMAS no pretende salvarlos de la injusticia porque no hay nada más injusto que el islam. El islam es el mejor aliado de las empresas armamentísticas porque ordena la guerra al infiel y esta orden tiene validez universal atemporal. Tanto es así, que el Corán tiene una azora entera dedicada al botín de guerra. Allí se explica cómo se reparte el botín y qué corresponde a la familia de Mohamed, su profeta.

Tal vez todas esas enseñanzas aprendidas durante 1400 años expliquen la crueldad de los ataques de HAMAS el 7 de octubre de 2023. Tal vez, la ley del Talión sea la explicación de la revancha de Israel arrasando Gaza y asesinando a miles de inocentes. Ni lo uno ni lo otro es justificable.

Aun ante el riesgo de que me cuelguen un Sambenito, la cita de Theodor Herzel, fundador del sionismo, tiene algo de verdad, más ahora que Israel ha cortado el suministro eléctrico gratuito a la Franja de Gaza. «Ahora bien, creo que la luz eléctrica no se inventó para que algunos snobs pudieran iluminar sus salones suntuosos, sino para que pudiéramos resolver las cuestiones de la humanidad a través de su luz.«

Catalina de Erauso

Periodista de investigación. Está desentrañando el mensaje islámico recogido en el corán y otros relatos considerados sagrados, la exégesis de los mismos así como la ley sharia que dimana de los dos primeros.