Guerra Israel Palestina
Un hombre porta el cadáver de un palestino tras un ataque aéreo israelí contra el territorio palestino de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza hoy, 17 de octubre. Foto: Abed Rahim Khatib/dpa

La OTAN da pie a Israel a iniciar una nueva fase en la ‘des-palestinización’ de Palestina

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A la masacre de los ciudadanos de Gaza, la destrucción de miles de hogares e instalaciones civiles, Israel ha añadido un asedio sin precedente a la población. Su condición para permitir la entrada de algo de ayuda humanitaria a la Franja es la liberación de los rehenes en manos de Hamás. La OTAN no sólo ha empeorado las circunstancias de los palestinos, sino que ha permitido a Israel saltar a una nueva fase de la estrategia de des-palestinización de Palestina. Esta es la segunda parte del artículo publicado en Crónica Libre sobre la des-palestinización de Palestina y los beneficiarios de la operación de Tormenta de Al-Aqsa de Hamás.

Hamas fue fundado en 1987 por Jeque Ahmed Yassin, un anciano ciego que vivía en los siglos pasados, con los textos religiosos como su guía de acción contra “los enemigos del islam”. Su aparición no sólo coincide con la política israelí de destruir el Movimiento para la Liberación Nacional de Palestina, liderado por Yaser Arafat, y los partidos de izquierda palestina (Frente Democrático y Frente Popular) que dominaban el escenario, sino que se ubica dentro de la estrategia de EEUU de utilizar a la extremaderecha religiosa, profundamente anticomunista y antiprogreso, en un Oriente Próximo bajo la influencia de la URSS y China.

Tres años antes, los Yihadista (grupos capitalistas totalitarios de corte medieval) son colocados en Afganistán e Irán, ambos con frontera con dichas potencias socialistas, para luego aparecer sus sucursales por el mundo, como Al Qaeda, UCK yugoslavo, chechenos islamistas, Talibán, ISIS, Buko Haram, etc., para cumplir cinco objetivos a nivel global, y que uno de ellos es que EEUU y sus aliados hagan de bombero pirómano.

No debe sorprender que el propio Netanyahu visitase a un herido de ISIS (entonces, en guerra contra Siria), en el hospital israelí de los Altos de Golán sirios ocupados, o que la izquierda fuese reemplazada por Hamas, Yihad Islámica o Hezbolá, con patrocinio del jomeinismo. Las relaciones entre Teherán Hamas, cortadas el primer año de la guerra contra Siria en 2011, se reanudaron un año después, mientras, se enfría el amor entre los ayatolás y Bashar al Asad, tras el recién reingreso de Siria en la Liga Árabe.

The New York Times, en su edición del 17 de mayo de 2021, citaba al general Yitzhak Segev, gobernador militar israelí de Gaza, que en 1981 su país financiaba a la Hermandad Musulmana, de la que nacerá Hamás, con el fin de desmantelar los movimientos nacionalistas y comunistas en Gaza. Dato replanteado por el profesor israelí de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén Zeev Sternell, de que “Israel pensó que era una estratagema inteligente lanzar a los islamistas contra la OLP y Arafat”.

Los objetivos reales de Israel

Hay que recordar que, en el establishment de seguridad israelí hay dos facciones: la que considera a los palestinos la principal amenaza para la existencia de Israel, y la otra que apunta a Irán. Netanyahu, que representa la segunda corriente, ha integrado a la primera en su gobierno: una transformación cualitativa en la política israelí, y una gran amenaza para la paz mundial. Estamos luchando contra animales”, la frase del ministro de Defensa israelí Yoav Gallant es la versión renovada de Untermensch (infrahumanos) de los nazis cuando exterminaban a millones de personas.

Entre las consecuencias, provisionales, de la Operación Al Aqsa, en Israel, se puede enumerar lo siguiente:

 a) Fin de la amenaza de una guerra civil que acechaba al país. La guerra externa es una de las formas clásicas de exportar la crisis interna. El mismo sábado, se iba a celebrar las 40º semanas de multitudinarias manifestaciones contra el régimen de Benjamín Netanyahu. Sólo un milagro pudo cambiar en menos de 24 horas el “Todos contra Netanyahu” y estar a unos pasos de la cárcel, a “Todos con Netanyahu”.

 b ) Desvanecer cualquier posibilidad del apoyo de la sociedad israelí a un Estado Palestino, que era imprescindible para su instauración.

Ahora Benjamín Netanyahu puede llevar adelante su política

Marchaos de Gaza” ordena el Primer Ministro a los palestinos para desatar la fase final de Al-Nakba 2 (Catástrofe). En esta línea, el brutal asedio y bombardeo a los gazatíes no es un castigo colectivo, sino una vieja estrategia que ahora da un salto inesperado y se acelera. Lo que hacía antes era “lo normal”, aplicando la “Doctrina Dahiya“, nombre de una zona residencial en Beirut, bastión de Hezbolá, y sepultada bajo las bombas israelíes en 2006, y que recomienda el uso de la fuerza contundente contra los civiles para disuadir a sus dirigentes.

Ahora sigue con la Solución Final del asunto palestino: Dar un paso más hacia la construcción del Gran Israel en la “Tierra Prometida”, borrando del mapa a millones de personas en esta geografía. Conseguir que EEUU trasladase su embajada a Jerusalén y reconociera la soberanía israelí sobre los Altos del Golán sirios ocupados, instalando una República Judía, estaban en esta dirección.

Se trata de la versión judía de “borrar a Israel del mapa“ del jomeinismo para recuperar las “tierras islámicas” (que no palestinas), sacrificando decenas de miles de vidas, y dando la oportunidad de oro a la OTAN de militarizar esta estratégica zona con 50.000 militares. El propio Netanyahu hasta lo anunció en enero de 2023: “El pueblo judío tiene un derecho exclusivo e incuestionable a todas las áreas de la Tierra de Israel”.

No es la religión: El diminuto Israel necesita territorio, agua y petróleo, y los tres elementos están “allí fuera”. El agua siria, el gas palestino en alta mar (la Operación israelí de Plomo Fundido del 2008 contra Gaza), y el petróleo (del Kurdistán) iraquí, forman parte de sus adquisiciones. La victoria electoral de Hamás, debido a la brutal presión a la que sometieron a la OLP, fue agua de mayo para Israel en apoderarse del gas palestino: ¡A Hamás, terrorista e incompetente, ni agua!

Intensificar la Estrategia de las Mil Dagas: atacar a los grupos afines de la teocracia de Irán en la región, aunque lo hace también en el propio suelo iraní, contra las instalaciones militares.

Expulsar a Biden de la Casa Blanca, aunque no en favor de Trump, quien acaba de revelar que Netanyahu le traicionó: se echó para atrás la noche del 7 de enero de 2020 cuando ambos países iban a colaborar para asesinar al comandante Qasem Soleimani. ¿Por qué se desmarcó?

En el patio de la Casa Blanca

El caos reina el gobierno de Joe Biden: Su secretario de Estado Anthony Blinken afirma no tener prueba de la complicidad directa de Irán en el ataque, e incluso sus servicios de inteligencia dicen que las autoridades islamistas se sorprendieron, mientras el viceconsejero de Seguridad Nacional, Jon Finer cree lo contrario. En los estados protagonistas de este escenario, existen varias facciones y a veces rivales, que pueden realizar operaciones o declaraciones sin informar a otras. 

En la víspera de las elecciones presidenciales y en el inicio de la estación fría, a Biden no le interesa una nueva subida del precio del petróleo, poniendo a Irán bajo más presión. Hace unas semanas, el barril subió hasta 90 dólares por un pacto entre Rusia y Arabia Saudí al reducir sus exportaciones, a pesar de las súplicas del presidente de EEUU al jeque saudí.

Ante el parón de la guerra de Ucrania, la industria armamentística de EEUU, siempre necesitada de sangre nueva, se pone las botas. Acaba de enviar a la región 25 aviones de combate, y 6 buques d guerra acompañados por el portaviones ‘USS Gerald R. Ford’. ¿Para luchar contra Hamás? ¿En serio? El gobierno de Biden, aprobó el año pasado, un presupuesto de 3.300 millones de dólares en asistencia de seguridad para Israel, y no precisamente para defenderse de un grupo islamista.

Mientras, las relaciones entre Hamas-Qatar y el RAS-Emiratos Árabes se pueden empeorar, al igual que las de Irán con los países árabes. Además, con la salida de Hamás del escenario (y la más que probable, con un choque militar entre Israel y Hezbolá), las guerras delegadas entre el país judío y la teocracia chiita se volverán más directas.

Netanyahu ha conseguido, una vez más, convertir a Israel en el centro del mundo, cuando EEUU se estaba centrando en China y Rusia.