Mel Supernova trans cis
Mel Supernova, colaborador de Crónica Libre.

Las perspectivas del Orgullo

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Mi introducción a los colectivos arcoíris y la diversidad sexual vino del lado lésbico. Poco antes de entrar a la universidad, mientras tocaba y cantaba en bandas distintas, conocí a dos chicas punk que estaban intentando formar su propia banda, que sería exclusivamente femenina. Como me gustó su idea y su proyecto, accedí a prestarles mi bajo y amplificador y a presentarlas a una chica baterista. El proyecto de su banda se vino abajo al tercer ensayo, pero por alguna razón que de verdad no comprendo -quizás era el primer varón que no intentaba nada sexual con ellas- me empezaron a invitar a salir a distintos foros alternativos y góticos.

Sí, me di cuenta de que eran pareja desde la primera vez. No eran exactamente discretas en ello. A través de ellas conocí espacios para lesbianas y por primera vez vi un mundo que no creo se supone que debía conocer. Tampoco tardé en darme cuenta de que una de las razones por las que me invitaban era porque yendo con un varón eran menos molestadas en la calle y en lugares públicos.

Sí, nos metimos en problemas varias veces por dos razones principales, la gente hetero me veía con malos ojos y hasta con rabia porque no respingaba ni me alteraba cada que daban muestras de cariño en público; o las chicas de los espacios lésbicos reclamaban que por qué iba yo con ellas. A las segundas las entendía, a los primeros no. En fin, que yendo de pasajero con ellas me fui interesando en literatura que otras mujeres tenían: Solanas, Millet, Dworkin.

Las dejé de ver una vez que terminaron. Una de ellas se fue a vivir a Estados Unidos. Para mi son personas que definieron mucho quien soy hoy, pero para ellas he de ser un tipo que apenas medio recuerdan que les sirvió de tapadera unos pocos meses, y eso me parece bien.

En los gay era todo sexo y todo rápido

A lo que intento llegar con esta historia es que unos años más tarde, ya androginizado y travistiéndome, me acerqué a la cultura gay masculina predominante y no me hallé. Lo que me agradaba de los espacios lésbicos es que no había ninguna presión sexual -para mí, por lo menos- y que las conversaciones eran meditadas y maduras y en lo gay era todo sexo y todo rápido. No estoy diciendo que estuviera mal, solamente que no era lo mío.

Soy ajeno a la cultura mainstream gay masculina, y eso fue harto evidente cuando ya en espacios trans, cuando ya estaba transicionando, no entendía ni referencias culturales ni el lenguaje que usaban porque la mayoría habían salido de espacios gay y el resto de los círculos heterosexuales directamente. Tampoco buscaba tener relaciones sexuales ni cumplir fantasías ni nada por el estilo. Lo que quería era conversar y tratar de entenderme.

Los ambientes lésbicos y gais son muy diferentes

En lo que tal vez sea lo más obvio que he concluido, los ambientes lésbicos y los gais son muy diferentes, en forma y fondo y esto se debe a la manera en que se relacionan mujeres y varones entre sí y como visualizan las relaciones. Sí, al final todo sirve a lo mismo: liberarse, conocer gente similar y dejarse ser. Es por ello por lo que la preservación de espacios de un solo sexo acaba siendo importante. Es por ello por lo que se debe insistir que la atracción es sexual, no por géneros.

No me sorprende hoy día encontrar grupos lésbicos afirmar en redondo que no se sienten representadas por la cornucopia arcoíris consumista del Mes del Orgullo, porque está centrada en la cultura masculina que no tiene que ver nada con ellas.

Si a ello se le suma que en los meses del Orgullo del último lustro se ha hecho énfasis en las posturas queer, que, como lo he sostenido en varios artículos, se trata de un movimiento que trata de poner la feminidad idealizada como algo más importante que el hecho material de ser mujer -lo cual es simple y pura misoginia-, es comprensible que como mujeres lesbianas y bisexuales decidan apartarse de algo que ya no es un movimiento de protesta y un mecanismo de visibilización (las ideas originales del Orgullo) sino simplemente un ritual comercial.

Aumento de varones gay que rechazan en lo que se ha convertido el movimiento del Orgullo

Por otro lado, en los últimos dos años he observado un aumento de varones gay que rechazan también en lo que se ha convertido el movimiento del Orgullo, señalando el surgimiento y consolidación de un tipo de homofobia dentro de los mismos espacios gay en donde el joven afeminado o de pluma es ostracizado o colocado bajo luz de gas para que se convenza de que es “mujer trans”, porque la feminidad hace a las mujeres. Seguramente es una mujer y no lo sabe, pero lo debe aceptar.

Ciertamente también ha habido un aumento de varones gay desprovistos de consciencia social, producto de décadas de valores individualistas, que se alinean a posturas y valores conservadores, pero esto, más que una anomalía es el resultado obvio del capitalismo y neoliberalismo. En términos simples, el aumento de gays conservadores no causa el rechazo de las posturas queer entre las personas gay, sino que ambas situaciones -la predominancia de las posturas queer y el neoconservadurismo gay- son el resultado de los mismos procesos de individualización y de rechazo a pensar en el bien colectivo, y de pretender que los privilegios y deseos deben ser derechos inalienables.

Por último, y no por ello menos importante, ha habido un creciente rechazo público y muy especialmente entre jóvenes hacia todo lo que tenga que ver con las comunidades de diversidad sexual. Los medios tradicionales y conservadores achacan esto simplistamente a una “guerra cultural”, en donde “valores no tradicionales” atentan contra la sociedad, pero -de nuevo- todo este proceso obedece a la misma serie de causas que han colocado al individualismo como el máximo valor para la sociedad.

Los colectivos L, G, B y T no podemos estar de acuerdo en todo, está bien el debate

No, no existe una “cultura woke” con valores distintos: como ya lo indicamos en piezas anteriores, las posturas conservadoras y las queer son demasiado similares en tanto afirman que la feminidad y la masculinidad son naturales y no mecanismos de control, y que deben ser protegidas para que sean parte de la personalidad de los individuos, pretendiendo de nuevo que los privilegios y deseos deben ser derechos inalienables.

Por todo lo anterior me sigue pareciendo desafortunado, por utilizar un eufenismo, que se pretenda que hoy, en 2023, los colectivos L, G, B y T estamos todos unidos y que todos queremos y buscamos lo mismo y que estamos de acuerdo en todo, especialmente en los indefinidos y vagos “derechos trans. Está bien que haya distintas posturas, diferentes puntos de vista, que haya disenso, que haya discusión y debate. No, con debatir los derechos trans no se está debatiendo si las personas trans debemos tener derechos, sino a qué nos referimos con ello. Las discusiones no necesariamente llevan a conflictos, al contrario, deben conducir a acuerdos.

Para el momento en que inicié mi transición ya me había involucrado con colectivos lésbicos (sin ser lesbiana), gais (sin ser gay) y trans. En cada uno de ellos había visto sus diferencias y sus distintas prioridades. En todos se insiste sobre la importancia de ser diferentes y la necesidad de respetar esas diferencias ¿Por qué ahora se insiste en que todos debemos estar de acuerdo o si no enfrentar consecuencias? En este caso no, no somos más fuertes todos juntos, sino respetando esas diferencias y entendiéndolas y dialogándolas.

Lograremos más y haremos entender a la población general si aceptamos que nuestros derechos como personas trans no deben ni pueden afectar a los derechos de las mujeres o de los niños. Lograremos más si podemos entender que el individualismo y la búsqueda de validación personal e individual no son demandas que nos hagan avanzar como colectivos. Lograremos muchos si podemos separar privilegios de derechos.

El futuro del Orgullo no está en la afirmación de parte de terceros sino en las demandas colectivas y la definición de lo que aún nos falta por conquistar. Para esto se necesita el diálogo y el debate. Aquí estamos para ello.