Montse Clavé, ilustración en 'El viejo topo', nº 15, 1977

Autoras de cómic para adultos de la España de los 70 y 80

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Estamos en los últimos años del Franquismo, en plena Transición y el despertar de la Democracia. Apenas han pasado 50 años, pero éramos otros: otra cultura, otra política, otra economía, otra sociedad… Vivíamos como en otro mundo cuando autoras españolas de cómic adulto revolucionaron el medio al replantear con sus viñetas la representación femenina: universidad, sexo, aborto, relaciones sociales… Alejadas del idealismo imperante y frente a la invisibilización por la situación política y social de la época, instauraron un panorama de gran diversidad estilística y narrativa. La exposición ¡Mujercitas del mundo entero, uníos! del Museo Reina Sofía reivindica ahora su papel.

Seguro que muchas de nuestras lectoras más experimentadas las recuerdan. Historietas como Mis chicas, Ardillita, Azucena o Florita fomentaban los valores del Régimen sobre la división por sexos y maneras de ser de cada uno de los géneros.

Así eran los cómics dirigidos a las niñas durante el Franquismo. A finales de los 50 aparecieron tebeos como Mary noticias (ilustrado por Carmen Barbará) o Lilian, azafata del aire, protagonizados ambos por personajes femeninos que mostraban cierta independencia y desempeñaban nuevas profesiones, aunque en el fondo, seguían mostrando a una mujer sumisa o en una constante búsqueda del matrimonio.

Nada que ver, como en otras tantas cosas, con lo que ocurría en el mundo exterior. Fuera de nuestro país, las reivindicaciones feministas surgidas a mediados de los años sesenta fueron recogidas dentro del mundo del cómic por algunas autoras, muchas de ellas vinculadas a movimientos underground y a los canales alternativos de edición y distribución.

Marta Gª Guerrero. Dolores, sus labores (1991)

En Estados Unidos, It Ain’t Me Babe, impulsada por Trina Robbins y Barbara “Willy” Mendes; las británicas Heroine y Sourcream, o la francesa Ah! Nana, en la que participaron autoras como Nicole Claveloux y Chantal Montellier sirven como ejemplo para demostrar que en esto también viajábamos en el vagón de cola de un tren de madera y en vía de ancho español.

Cómic feminista, activista y militante

La reivindicación del papel de la mujer en la sociedad desde el cómic y la ilustración tuvo como primer referente a Núria Pompeia, pionera en la articulación de una obra activista y militante. Su trabajo, desarrollado principalmente a través del humor gráfico y la viñeta satírica en revistas como Triunfo, Por favor o Vindicación feminista, se caracterizó por el uso de una voz personal y un enfoque feminista.

A través del humor supo abordar temas como la sexualidad, el aborto, el embarazo, el acceso a la universidad o las relaciones sociales; siempre desde una visión que permitía que otras mujeres, y el público en general, empatizaran y conectaran con su mensaje.

No fue hasta finales de la dictadura cuando varias autoras lograron seguir la estela de Núria Pompeia y hacerse un hueco en el mundo del cómic para adultos. En ese momento, aparecen viñetistas como Rosa Lleida, Sara Presutto y, en especial, Montse Clavé, Isa Feu, Mariel Soria y Marika Vila.

Viñetas con actitud combativa al margen de cánones sexistas

Algunas de estas autoras habían comenzado su carrera en el ámbito del tebeo para niñas. Sin embargo, pronto buscaron desarrollar sus historietas al margen de los cánones sexistas y producir unas viñetas en las que predominaba una actitud combativa, con historias rebosantes de reivindicación feminista y denuncia sociopolítica.

Marika Vila y Felipe Hernández Cava, Dossier Amparo Torrego, 1979,

Su presencia en los quioscos no fue un camino de rosas pero no debilitaron sus fuerzas convencidas de la necesidad de atraer públicos femeninos que habían rehusado leer cómics por sus antecedentes sexistas, la reapropiación de unos personajes femeninos cuyas voces y cuerpos habían sido representados desde una perspectiva masculina y patriarcal, o la recuperación de espacios de creación a los que se les había vetado el acceso.

A partir de 1979 llega la auténtica revolución sexual en el papel. Las que ya están trabajando mantienen su status y a la vez florece una nueva generación que supo aprovechar la veda abierta por sus predecesoras. Entre ellas están Marta Guerrero, Pilar Herrero Bendicho, Ana Juan, Mamen la del Cafó, Victoria Martos, Ana Miralles, Roser Oduber y Laura Pérez Vernetti.

Giro a lo lúdico y festivo

Esta nueva hornada de talentos se caracterizó por un giro hacia lo lúdico y lo festivo. Aunque la defensa de la libertad de la mujer y el tratamiento de la sexualidad sin tapujos seguiría ocupando un lugar central, sus creaciones tienen, por lo general, un carácter más hedonista. La formación universitaria de muchas de estas autoras permitió que sus obras tuvieran una estética más libre y experimental, mientras que desde lo narrativo abordaron temas e inquietudes personales.

Sus aportaciones se enmarcan fuera del underground, la mayoría de sus trabajos aparecieron en revistas de editoriales especializadas tales como El víbora, Rambla, Medios revueltos; o, incluso, en publicaciones editadas por organismos públicos, como fue el caso de Madriz. Tres años y unos días duró esta revista financiada por el ayuntamiento de Madrid en la época de Tierno Galván, de enero de1984 a febrero de 1987. Con una subvención pública de 600.000 pesetas, logró lanzar 33 números con una tirada de 25.000 ejemplares.

La oposición del partido Alianza Popular (el PP de la época) puso el grito en el cielo y toda la prensa de derechas comenzó una brutal campaña de desprestigio contra el cómic. Los periódicos ABC, El Alcázar o Ya apoyaron la campaña de José María Álvarez del Manzano y de un jovencísimo Alberto Ruiz Gallardón (ambos acabarían siendo alcaldes de Madrid) para que retiraran la revista de historietas de los kioscos porque les parecía una porquería repugnante, pornográfica, blasfema y contraria a la moral y a la familia.

Núria Pompeia, Mujercitas, 1975.

La crisis de los 80

La crisis de Madriz, que acabó vendiendo sólo unos 6.000 ejemplares, anunciaba el fin de una época. A finales de la década de 1980 el cómic español especialmente por la recesión económica y la llegada de nuevas formas de ocio lo que llevó al cierre de numerosas cabeceras y la migración hacia otras profesiones.

Tal panorama desolador no impidió que a principios de la década de 1990 se publicaran dos álbumes de autoría colectiva y de mensaje combativo en los que se volvían a denunciar los problemas de la mujer. Estas publicaciones fueron los álbumes Los derechos de la mujer (1992) y Cambio el polvo por el brillo (1993), cuya aparición no supuso ningún éxito comercial, pero contribuyó a implantar una semilla que años después eclosionaría en el desarrollo de diferentes movimientos críticos impulsados desde el mundo de la ilustración como, por ejemplo, la plataforma Wombastic (2014) o en el aumento del número de autoras que triunfan en el cómic y la novela gráfica actual.

¡Mujercitas del mundo entero, uníosAutoras de cómic adulto (1967-1993) es una exposición que busca contribuir a la difusión del trabajo de todas estas viñetistas, destacando la labor que desarrollaron como guionistas o ilustradoras en importantes publicaciones de la época. Mujeres que, con su trabajo, allanaron el camino a autoras que hoy pueden lanzar sus mensajes abiertamente y desde una posición reconocida.

Feminismo puro en plena dictadura

El título ¡Mujercitas del mundo entero, uníos! viene de una viñeta de Núria Pompeia publicada en 1975 en Mujercitas. La imagen, que se puede ver un poco más arriba de estas líneas, muestra a una mujer mirando al lector a través de sus piernas, dejando su culo en primer plano. Fondo blanco y un sencillo trazo dicen más de lo que muestran. De la cabeza de la protagonista, en esa extraña postura sale un bocadillo que dice: «… En vista de lo cual: ¡Mujercitas del mundo entero unioooos!» Feminismo puro en plena dictadura.

Hasta el 9 de junio, en el Museo Reina Sofía de Madrid, esta muestra documental, comisariada por Guillermo Cobo y Alberto Medina, trata de ofrecer una panorámica de la producción que diferentes autoras desarrollaron como guionistas e ilustradoras dentro del mundo del cómic en estas dos décadas largas. Todas ellas fueron capaces de apropiarse de espacios creativos tradicionalmente vetados para las mujeres, planteando una representación femenina real y contribuyendo a ampliar la variedad de temas abordados dentro del género.

David Arnanz

Periodista y guionista. Más de 20 años en prensa, radio y televisión. Empezó su carrera en Radio Nacional y desde entonces ha trabajado, entre otros, en Antena 3, Telemadrid, La Sexta, Telecinco o interviú. 'La realidad es un rompecabezas y yo intento que encajen las piezas' es el lema que ha marcado su trayectoria.