Francesc Tosquelles en una foto tomada en el psiquiátrico de Saint-Alban que él dirigió.

El psiquiatra catalán revolucionario y desconocido que rescata el Reina Sofía

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La locura y la cordura están separadas por una línea tan fina que uno no se da ni cuenta cuando la atraviesa. Para comprender hay que hacerse frágil, romperse un poco, para que la locura se cuele en nosotros como líquido viscoso. Eso es, precisamente, lo que logra la exposición Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo, del museo Reina Sofía de Madrid. Un viaje por la manera de concebir la curación y los tratamientos de este revolucionario y desconocido psiquiatra catalán, Francesc Tosquelles. Durante la República puso en marcha sus teorías en el hospital de Reus y en el frente republicano. Tras la guerra civil se exilió en Francia donde dirigió el manicomio de Saint-Alban, institución que dio refugio a artistas  europeos que huían del nazismo.  Queda un mes, hasta el 27 de marzo, para visitar esta exposición comisariada desde la visión de la Psiquiatría y del arte, de la relación entre surrealismo y psicoanálisis o de este movimiento artístico y la política.

 Esta semana se ha hablado mucho de lo políticamente correcto a cuenta del principio de acuerdo entre Gobierno y PP para eliminara el término “disminuido” del artículo 49 de la Constitución. Probablemente, utilizar el de “locura” no sea ahora mismo muy acertado. Se habla de “salud mental” más que de enfermedad. Pero “locura” es, según lo define el DRAE en su cuarta acepción, como “exaltación del ánimo o de los ánimos producida por algún afecto u otro incentivo”.

Bajo esta concepción, se ve que históricamente el arte y la locura han estado íntimamente ligadas. Y aunque sorprende encontrar en las salas del Reina Sofía una exposición que recupera la figura de un psiquiatra, no es la primera vez que el museo de arte contemporáneo dedica una muestra a esta relación que ya los griegos veían ligada a la creatividad.

La exposición Visiones paralelas. Artistas modernos y arte marginal, de la que ahora se cumplen treinta años, recordaba como el surrealismo bebió de la inspiración del arte que se hacía en los psiquiátricos. “El arte de los ‘perturbados’, “alienados” y “visionarios autodidactas”, así se presentaba la muestra. Que proclamaba que quería acercar el arte no solo a través de la historia de los estilos y tendencias, “sino que el quehacer de los autodidactas, enfermos y visionarios sirva para desarrollar nuestro pensamiento”.

En tres décadas la salud mental y su percepción en la sociedad ha evolucionado mucho, más desde la pandemia, se ha hecho más visible, menos tabú pero todavía queda mucho estigma. Probablemente la muestra ahora no se presentaría con estos términos, al menos lo de “perturbado” o “alienados”.

Comunidad y terapia

Rescatar la visión y la labor de Francesc Tosquelles. Su revolucionaria concepción de la enfermedad y su curación, en y con la comunidad, es muy oportuna. Es triste, sin embargo, que sus experiencias, de hace ochenta años, no alcanzasen la repercusión e generalización que hubiesen, aún evitarían, tanto sufrimiento a familias y personas con problemas de salud mental.

Porque Tosquelles ponía en práctica la interacción de los internos con el personal, médicos, enfermeras, cuidadores y con el entorno. Fomentó el trabajo y la autogestión de lo que sacaban por la venta de sus productos o creaciones. Revisó el papel de las instituciones que entendía como espacios abiertos, que había que reformar y mantener arraigados a la comunidad. A finales de los años veinte del siglo pasado, comenzó a elaborar un proyecto de transformar las instituciones decimonónicas en “instituciones de vida”.

Cartel de uno de los actos culturales que organizaban los internos y que reunía a gente de la comunidad.

Vinculaba el ejercicio clínico con la política y su trabajo se inscribe en la Segunda República, que incorporaba experiencias de la vanguardia de la psiquiatría alemana. En 1938 fue nombrado jefe de Servicios Psiquiátricos del Ejército Republicano en Extremadura. Desarrolló su labor con soldados traumatizados. “Mudos de guerra”, con esta expresiva denominación se refiere a quienes traumatizados por el horror habían perdido el habla. Tosquelles conseguía avances en su tratamiento incluyendo a quienes se iban recuperando del mismo trauma y habían vuelto a hablar como terapeutas para otros que habían sufrido lo mismo.

 “Allí va a trabajar con no profesionales para tratar problemas de salud mental, con músicos, escritores, prostitutas… Para demostrar que la salud mental no es un problema de la Psiquiatría sino de la sociedad, que es de todos, que no está separado del mundo”, explica Joana Maso, comisaria de la exposición.

Revolucionario y desconocido

Carles Guerra, el otro comisario, se refiere a Tosquelles como “figura excepcional del siglo XX, un referente que ha pasado desapercibido por la cultura oficial “. Resalta la labor que hizo al frente del sanatorio de Saint-Alban, que dirigió tras su exilio en Francia. Allí llevó a cabo “la renovación de la Psiquiatría, lo que se llama ‘psicoterapia institucional’, curar la institución”, explica Guerra.

“Que el Reina Sofía le dedique una exposición a Francesc Tosquelles significa que es una de nuestras figuras faro del siglo XX”, añade el comisario. En las once salas del museo se encuentran obras de Dalí, Man Ray o Joan Miró. También de Tristan Tzara, poeta y teórico del dadaísmo, o de Paul Eluard, que como otros artistas se refugió en Saint-Alban huyendo del nazismo.

Junto a ellos obras de pacientes, algunos convertidos en reconocidas figuras del art brut (obras realizadas por pesonas ajenas al mundo artístico, sin formación académica y muy a menudo pacientes mentales, prisioneros o menores). El término fue acuñado en 1945 por Jean Dubuffet, artista francés que visitó en varias ocasiones el sanatorio  dirigido por Tosquelles y se adquirió creaciones de Auguste Forestier, un interno que llegó a considerarse una de las principales figuras del art brut.

Escultura en corcho de Joaquim Vicens Gironella. Obras de los exiliados políticos forman parte del colectivo
de artistas marginales y del art brut que recoge la muestra.

Estas muchas de estas obras, que pueden descubrirse en un museo de arte por primera vez, viajarán después de Madrid al American Folk Art Museum de New York donde estará desde el 12 de junio hasta el 23 de octubre de 20123.

El Reina Sofía encaja muy bien con esta muestra, se respira algo atávic en el edificio que albergó en el siglo XVII el Hospital General de Madrid donde se internaba a enfermos mentales. Aún desconociendo el pasado del lugar, se percibe algo en las salas abovedadas, en las ventanas de la antigua edificación que dan a un patio, el mismo en el que los internos perderían sus miradas.

Inma Muro

Periodista especializada en temas de denuncia social. Más venticinco años de trayectoria en medios de información general e investigación. Entre ellos las ediciones digital y en papel de la revista Interviú. Gabinetes de prensa, comunicación institucional y agencias de publicidad.