‘Bicis por alimentos‘ o ‘Bicicletas temporeras‘, bicis donadas y puestas a punto que llevan a Lepe (Huelva) para los jornaleros. El Taller Social Ciclista Guindalera, en Madrid, se plantea el cambio dándole a los pedales. Lo suyo pasa por el fomento del uso de la bicicleta, desde la ecología y la solidaridad. Recuperan máquinas de la basura, donadas o rescatadas de los trasteros para entregar a personas sin recursos. Con su iniciativa acuden a escuelas y asociaciones y apoyan causas humanitarias. Todo desde la perspectiva de la bici.
El Taller Social Ciclista Guindalera está ubicado en el barrio de Madrid del mismo nombre, que pertenece al distrito de Salamanca. Dentro de su geografía la plaza de Toros de Las Ventas, la reconocible fachada del hotel Puerta de América o el centro islámico de Madrid junto a la M 30. Para situarlo. La Guindalera es una zona que, tradicionalmente, ha concitado iniciativas combativas. Abre los martes por la tarde para que cualquiera que quiera poner al día su bicicleta pueda acudir.
Desde esta zona castiza de la capital, este taller surgió tras el 15 M para hacer activismo social –ya había bebido de otros movimientos y de centros autogestionados–. Han estado próximos al Patio Maravillas, espacio okupado del centro de Madrid, que surgió en 2007. Durante una década este espacio organizó actividades culturales y también Bicicritica, quedadas mensuales para pedalear juntos y concienciar por un transporte alternativo.
“Me inspiré en estas ideas para hacer algo con personalidad propia”, explica Pedro Iglesias uno de los impulsores de la inciativa. El taller de La Guindalera comenzó creando talleres de bicis como autoaprendizaje, por la inquietud de los fundadores, así lo recuerda su promotor. Poco a poco este autodidacta, que no se dedica a la mecánica profesionalmente, en ninguna de sus facetas, se ha convertido en maestro. Va con otros miembros del taller allá donde se les reclama.
Reutilizar, decrecer y movimiento activo y eficiente
Con sus herramientas enseñan no solo a engrasar cadenas o reparar pinchazos, también llevan una filosofía de reutilización, de no derrochar, dar segundas y terceras e inagotables oportunidades a las bicicletas. “La bici es una forma de moverse altamente eficiente, desde el punto de vista energético. Es hasta cuatro veces más eficiente que andar y lleva a casi cualquier persona de cualquier condición social”, expone Pedro Iglesias.
Es su ideario manejan términos inventados como alargascencia (en oposición a la tan traída obsolescencia) o el ciclorrutismo. “Es diferente al cicloturismo, porque no necesita infraestructuras, es más vocacional, y no todo el mundo lo practica. Es dormir a lo mejor al raso…”, dice el fundador del taller social. Quizá esas palabras algún día sean de uso general.
Con una inquietud solidaria llevaron a cabo su iniciativa Bicicletas temporeras. Recogieron bicis donadas, las pusieron a punto y las cargaron en una furgoneta que llevaron hasta Lepe (Huelva). Allí las entregaron a inmigrantes que trabajan en el campo como jornaleros. “Una iniciativa que funcionó pero que tuvo un coste muy alto. Tenemos que mejorar y hacerlo más rentable –reconoce el creador del taller–. De todo se aprende, en siguientes viajes lo haremos de otra manera”.
Con los niños y con los desfavorecidos
Expanden sus planteamientos entre los más pequeños con colaboraciones habituales con colegios de primaria e infantil. Incluso en el CEIP García Morente en el barrio de Entrevías, en Madrid, dan clases de 45 minutos en horario lectivo todos los lunes. Allí los niños se familiarizan con el que suele ser el primer vehículo, conato de libertad de movimiento.
“Apoyamos a La Despensa Solidaria de la Guindalera, ‘bicis por alimentos’. El dinero de las bicicletas que restauramos y vendemos se destina a esta organización, para comprar comida para personas que lo necesitan”. Este servicio lo gestiona Espacio La Atenea, agrupación vecinal del barrio que trabaja “para el impulso de todo tipo de iniciativas que busque la transformación social”.
Hacerse con la mecánica de la bicicleta
“En dos meses, se aprende todo sobre la bici”, asegura Iglesias. Abren los martes por la tarde y algunos sábados para que la gente se acerque a conocer y reparar sus bicicletas. En su cuenta de Twitter dan puntual información de los avances en la reparación de bicis donadas y otras actividades. Como el taller que han iniciado con la asociación que promueve el ocio saludable en Leganés Dejóvenes, un proyecto con el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad Carlos III.
“Trabajamos con cualquier tipo de asociación, colectivo o empresa social. A través de ellos canalizamos las donaciones… porque es delicado. Hemos tenido algún episodio de picaresca, gente que decía necesitar la bici y no era verdad. Así que nosotros no decidimos, lo hacen entidades que tienen canales ya establecidos”, cuenta Pedro Iglesias. “Robar al que da es muy triste”, añade con humor.
Una red propia de colaboración
El taller social se ha aliado con Pedalibre, la mayor asociación ciclista de Madrid, creada en 1982 para fomentar el uso de la bici. Además, trabajan por la mejora de las condiciones de seguridad dentro de la ciudad. Desde esta agrupación recuerdan que “en 2015 se creó un grupo interparlamentario en el Congreso de los Diputados para fomentar el uso de la bici en las ciudades españolas. Está integrado por diputadas y diputados de todas las formaciones políticas con representación parlamentaria”.
“Compartimos espacio y actividades con Pedalibre pero tenemos diferentes estructuras. Nosotros no tenemos cuotas. Quienes se adhieren al taller se unen a la plataforma de micromecenazgo Teaming. Por un euro al mes, eligen a qué proyecto apoyan. Yo, por ejemplo, lo destino a Open Arms (el barco español que se dedica a rescatar migrantes en el mar)”. Se autogestionan y no reciben dinero de subvenciones públicas. Sí crearon perfil en Wallapop para vender bicis. Los 90 teamers, que son miembros del la asociación o usuarios del taller de los sábados por la mañana, han donado más de 1.300 euros. Ha habido alguna mujer, pero en este momento son todos hombres.
Este taller ha tejido una red social propia a la que se va uniendo gente de una manera exponencial, incluso han recibido propuestas para “franquiciarlo”. Madrid, en contra de lo que se piensa, no es una ciudad tan hostil para la bici. “Faltan infraestructuras para que crezca ese uno por ciento de madrileños que nos movemos pedaleando”, opina Pedro Iglesias. En su mirada, países como Holanda donde hay hangares enormes donde se reparan y recuperan velocípedos, pero aquí el primer paso en firme ya está dado.