Alemania nacionaliza la empresa gasística Uniper

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Una nación, en la que la industria es el eje fundamental de la economía como Alemania que no logra abastecimiento de energía con la producción propia, depende del mercado. La energía atómica fue la fuente principal de la producción de electricidad en Alemania, pero después del grave accidente en la central atómica de Fukushima, el gobierno de Angela Merkel tomó la decisión de ir clausurando las centrales atómicas longevas más temprano que lo que se había previsto por el riesgo que suponen para la población y el medio ambiente.

Angela Merkel es física e hizo su tesis doctoral sobre centrales atómicas. Del tema de seguridad de las centrales nucleares sí entiende algo. Algunas centrales en Alemania ya tienen años a sus espaldas y la puesta a día de las mismas implicaría ciertos costes que, haciendo cálculos, supondrían inversiones importantes además de riesgos para el medio ambiente. Fukushima fue el pistoletazo de salida para Alemania. Pero, el concepto de Energiewende o cambio de modelo energético es ya un tema recurrente en las sesiones parlamentarias del Bundestag -cámara baja- porque Alemania como todos los países de la UE firmó el protocolo de Kyoto a finales de 1997 que entró en vigor en 2005.

Los países firmantes se comprometían a disminuir las emisiones de CO2 para reducir el impacto en la capa de ozono que protege al planeta tierra de las radiaciones solares extremas que están en, entre otros, en el origen del cambio climático.

Angela Merkel foto Kuhlmann /MSC, CC BY 3.0 DE, via Wikimedia Commons

Desde la firma del citado tratado, el Estado alemán ha dotado cantidades importantes de fondos para la investigación de la viabilidad de energías renovables como la energía eólica, solar o mareomotriz y también el biogás. Se están llevando a cabo estudios pioneros no solo para determinar la viabilidad de energías ecológicas con bajas emisiones de CO2 y sostenibles sino también para reducir el consumo de las mismas con iniciativas como derivar el transporte de mercancías al ferrocarril. Algunos municipios empezaron hace más de una década a sustituir el transporte público con motores tradicionales de gasóleo con motores nuevos de gas, híbridos, eléctricos y de hidrógeno como proyecto piloto.

Grandes ciudades como Hamburgo o Berlín han recabado datos durante más de una década al objeto de determinar la viabilidad de los autobuses eléctricos para estar preparados cuando se extinga el petróleo. De hecho, de los 40.000 autobuses que circulan en Alemania, en torno a 1000 son ya eléctricos en 2021. Los autobuses híbridos son una solución provisional hasta que todo el parque de autobuses sea eléctrico. En vista de esto, las empresas MAN y Mercedes ya han apostado por los motores eléctricos para autobuses y camiones en línea con la directiva de Clean Vehicles Directive der Europäischen Union, pero su producción está todavía en pañales porque la logística de abastecimiento de electricidad no está del todo garantizada.

El 59% de la energía que se produce en Alemania es energía convencional

Por una parte, todas estas innovaciones tecnológicas se dieron en un contexto en el que reducir las emisiones de gas de efecto invernadero eran la prioridad principal de Alemania, pero, por otra parte, los motores necesitan electricidad para su funcionamiento. Debido al cierre de algunas centrales atómicas en Alemania, la producción de electricidad barata para abastecer a industria y hogares ha sufrido un descenso acusado. Según el Statistisches Bundesamt, el 59% de la energía que se produce en Alemania es energía convencional como la energía atómica o energía fósiles como petróleo, gas y carbón. Solo el 41% proviene de fuentes con energías renovables.

En cuanto al gas, Alemania produce un pequeño porcentaje de gas, pero está obligado a importar la practica totalidad del gas para que su industria siga funcionando. La relación es de 3,6 a 104 en julio de 2022. Por tanto, la dependencia del gas foráneo es muy acusada. Uno de los problemas a los que se enfrenta Alemania es el transporte del gas que se hacía en forma de gas licuado hace algunos años. De ahí que se empezase a construir el gasoducto Nordstream 1 en 2010 que une Wyborg (Rusia) con Lubmin (Alemania) y estaba en funcionamiento hasta julio de 2022.

5000 tubos de acero sin usar para el gasoducto Nord Stream 2 en el puerto de Neu-Mukran en la isla de Rügen Foto: Josef StreichholzCC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

El Nordstream 2 está paralizado por la guerra entre Ucrania y Rusia

El gasoducto está en obras de mantenimiento en el momento actual. El Nordstream 2 se construyó entre 2018 y 2021 y está paralizado por la guerra entre Ucrania y Rusia. El desabastecimiento de gas ruso a consecuencia del conflicto bélico desatado entre Rusia y Ucrania ha puesto a Alemania en una tesitura grave porque la potente industria alemana depende del abastecimiento energético sin cortes eléctricos. Los pocos meses en los que el abastecimiento se ha reducido, ha ocasionado una volatilidad de precios desconocida hasta ahora. Menos mal que era verano y los alemanes no habían encendido las calefacciones.

En este contexto geopolítico, Alemania ha movido ficha

 Primero, ha suscrito un contrato de suministro de gas a nivel de la UE con la satrapía de Azerbayán y además ha nacionalizado la empresa comercial Uniper. De ahí que el contrato con el sátrapa azerbayano se suscribiese en julio de 2022, antes del comienzo del invierno, y la nacionalización de la empresa comercial importadora Uniper culminase hace pocos días. Estaba en manos de la empresa energética finlandesa Fortum con el 78% de las acciones y a partir de ahora está en manos del estado alemán con el 99% de las acciones.

La nacionalización o rescate se acordó para salvar a esta empresa estratégica de la quiebra. Desde hace meses, debía suplir Uniper la falta de gas ruso con gas de otras proveniencias a precios que se habían disparado por el conflicto bélico en Ucrania. El problema de Uniper era que tenía contratos de abastecimiento de larga duración con los municipios que no podía alterar.

El aumento de costes en la compra de gas ha terminado por estrangular económicamente a Uniper. De ahí, la nacionalización de esta empresa estratégica dedicada a la compraventa de gas. Y no olvidemos un asunto, Alemania no solo compra gas foráneo sino que comercia con él vendiendo, hasta ahora, el gas ruso que compraba a sus vecinos de la UE. Alemania ya vende menos gas a sus vecinos porque necesita primero abastecer el mercado interno.

Redacción CL

En un país en el que sólo un 15% de los medios de comunicación cuenta con directivas. Por primera vez en la historia del periodismo español, Crónica Libre se posiciona, como el único grupo de comunicación, en el que su accionariado principal está liderado por mujeres