Espacio seguro mel supernova

La necesidad de espacios seguros y las personas trans

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Déjenme abrir este artículo con un hecho: los espacios seguros para un solo sexo son un derecho humano. En otra pieza hablé acerca de lo que son y lo que no son los llamados “derechos trans”, y mencioné que en efecto la libertad de asociación y de espacios propios son derechos humanos que habría de garantizar tanto para mujeres, y como para las comunidades lésbicas, gay, bisexuales y transexuales.

Sin embargo, hay una necia insistencia -en tanto no es una discusión ni un debate porque ni siquiera presentan argumentos sino el más descarado de los chantajes emocionales- que como es inútil tratar de definir “mujer” o que la homosexualidad “es únicamente una estética”, que personas que se autodefinen “mujer”, “lesbianas” u “homosexuales” por su propia decisión sin que esto sea sustentable en la realidad material, deban ocupar espacios seguros para mujeres, para lesbianas y para homosexuales respectivamente.

Y se nos dice tajantemente que no aceptarlos es dañarlos y excluirlos porque también necesitan esos espacios, que, de no aceptarlos, nadie los aceptará. Que no aceptarlos es estar en contra de sus derechos. Me doy cuenta, con irritación y una ya incontrolable exasperación, que buena parte del público acepta ese chantaje emocional y como se le vende que es una situación “sumamente compleja” que no van a entender porque “no es parte de sus experiencias de vida”, se desentienden y les dejan la situación a personas inmaduras, manipuladas y hasta a depredadores porque aseguran que “ellos lo saben mejor”.

Fascistas e intolerantes

La manipulación suprema del transactivismo hegemónico se puede resumir de esta forma: reiteran hasta la náusea que el público no sabe nada de la realidad trans y tampoco lo va a entender, entonces ese público debe callarse la boca y aceptar lo que el movimiento de identidades de género y solamente el movimiento de identidades de género digan, sin preguntar, sin cuestionar, sin reparar, sin criticar, sin pedir expandir argumentos, en un maniqueísmo absoluto.

Cualquier persona que pida réplica o aclaraciones o esté en desacuerdo es porque es un fascista, es intolerante y quiere la muerte de una minoría. Y, en efecto, mucha gente se compra ese discurso porque no quieren ser señalados ni atacados por estar fuera de lo que se proclama “progresista”. Y es entonces cuando aparecemos personas trans que discrepamos de las posturas del transactivismo hegemónico y llegamos para contradecirles y negar que todo es tan en blanco y negro como ellos dicen. Las posturas del movimiento de “identidades de género” son intransigentes y, por ello, dañinas para mujeres, para personas homosexuales y muy especialmente para la misma comunidad trans.

Liberación sexual

Venimos a decir que -por ejemplo-, el movimiento lésbico-gay original se basaba en señalar las diferencias entre las personas heterosexuales y homosexuales y aceptarlas y hasta celebrarlas (lo que se ha denominado siempre “la diversidad”), pero que el movimiento de “identidades de género” se apresura a decir que no existen diferencias entre las personas trans y la población general y cualquier tipo de señalamiento de que esas diferencias existen y que son positivas y un motivo para celebrar son acalladas con la denuncia que entretener esa idea es “transfobia”.

Los movimientos lésbico-gay originales jamás hubieran dicho que las personas homosexuales tienen exactamente las mismas problemáticas y viven exactamente lo mismo que las personas heterosexuales y que era obligatorio aceptar esto, porque sería irreal y no contribuiría a la lucha por la liberación sexual.

No pueden decirnos que “no conocemos la realidad trans”

Pero el movimiento de “identidades de género” sí mantiene intransigentemente que las existencias y problemáticas y retos entre personas trans y las que no sufren disforia de género son lo mismo y se aferran a que el sexo biológico y la socialización, educación y formación de personalidad a partir de esos factores son solamente un mito, que todo es performatividad y decisiones individuales, lo que acaba banalizando nuestras luchas y nuestras trayectorias como personas trans, haciendo un aproximamiento superficial y desprovisto de enfoque de clase tanto a las realidades de las mujeres como a las de nosotros, como personas trans.

Cuando grupos de personas trans denunciamos esto, los propagandistas de las “identidades de género” no pueden aplicar los mismos mecanismos que hacen con la población general. No pueden decirnos que “no conocemos la realidad trans”, no pueden decirnos que “nuestra existencia es privilegiada” sin aceptar que las de ellos también puede serla. No pueden decirnos que “ellos lo saben mejor”, porque significaría que nos están invalidando como personas trans, lo cual es -desde todo ángulo y nivel y según su propio concepto-, transfobia. O no deberían, cuanto menos.

Cállate, cállate, cállate y… ¡cállate!

Oh, pero a pesar de todo ello si lo hacen: si invalidan nuestras experiencias, nuestras opiniones, nuestra realidad. Si estamos en desacuerdo es porque “nos han manipulado”, si tenemos opiniones propias es porque “somos ignorantes”, si argumentamos desde nuestra realidad y nuestra experiencia “es porque nos aliamos con el fascismo”.

La sola respuesta que recibimos las personas trans críticas desde el transactivismo hegemónico es nada más y nada menos que “Cállense”. “Cállate porque solo tu piensas eso”, “Cállate porque nadie más que tu dice eso” [Las disidencias trans ya somos más de 5.000 solamente en Reddit), “Cállate porque te van a oír los jóvenes y van a creer que las cosas no son tan maravillosas como se las pintamos”, “Cállate porque no queremos que haya disidencias ni diversidades de opiniones”.

Invadir espacios de mujeres: baños, cárceles, refugios y deportes

Hay una creciente ola de personas trans críticas que decimos que estamos en contra de invadir espacios de mujeres, baños, cárceles, refugios y deportes, porque el hacer eso atenta directamente contra los derechos humanos de las mujeres, su libertad de asociación y de reunión. Nos queda claro que nuestros derechos terminan cuando amenazan los de otro grupo, y el creer que la “inclusión” pasa por colonizar espacios que no nos pertenecen porque hay un grupo mediático que lo proclama unilateralmente (y falsamente, agregamos) es perjudicial. Sostener que poner en tela de duda la realidad de nuestro sexo biológico es ayudarnos es una idea equivocada.

La única razón por la que se quieren invadir espacios de mujeres es por validación. Creen que estar en baños de mujeres, en refugios, en deportes femeninos les da validez como el sexo que están emulando, y se dice que esto es necesario o si no la gente trans morirá. Aun entendiendo lo anterior, predican que es para nuestra propia seguridad porque no pertenecemos a centros penales o baños masculinos porque nos pueden agredir.

Insistir hasta la barbarie

En total, se pinta de manera maniqueísta: si no dejan a personas trans en espacios de mujeres, morirán, ya sea por su propia mano porque no se les valida o por violencia machista ejercida por hombres. Sea cual sea el caso, la culpa será de las mujeres que no quieren ceder sus espacios. Ya saben, la ley de la misoginia es siempre culpar a las mujeres.

Pero, aunque se pinte como “Deben estar dentro de espacios de mujeres o no tendrán ningún espacio”, se ha dicho hasta el cansancio que hay alternativas. Se ha propuesto muchas veces que se pueden abrir baños neutros o especiales para personas trans. Se ha propuesto que se hagan espacios cerrados en centros penitenciarios para personas trans. Se ha aconsejado abrir categorías en deportes específicas para personas trans. De inmediato todas estas avenidas alternativas son negadas del lado del transactivismo hegemónico porque se cierran diciendo que son insuficientes o “discriminatorias” e insisten hasta la barbarie que se nos debe validar en espacios de mujeres y que no puede haber otro camino.

Obligar a la masculinidad tradicional a aceptar la existencia de varones femeninos

Aunque las encuestas entre el público general muestren que la apertura de espacios propios para personas trans es mucho mejor vista y que tiene un apoyo mucho mayor que el que las personas trans ocupemos espacios para mujeres, del lado del transactivismo hegemónico solamente hay intransigencia. No puede ser de otra manera más que su manera. No importa que el apoyo entre el público ante las demandas LGBT ha caído en picada en los últimos años debido precisamente a sus posturas intransigentes y colonizadoras, el movimiento de “identidades de género” está obstinado a que se nos vea a toda persona LGB y T como ellos, intransigentes y violentos.

Personalmente pienso que nuestro mejor camino de acción como personas trans es ocupar los espacios masculinos porque ello sería de verdad transgresor y revolucionario. Se tendría así que redefinir lo que es ser hombre y se obligaría a la masculinidad tradicional aceptar y abrazar la existencia de varones femeninos, por las buenas o por las malas, ya sea por concientización o por medios coercitivos.

Desarticular las diferencias sociales entre sexos

Castigar todo tipo de violencia machista a varones femeninos dentro de espacios masculinos de manera tajante y drástica. Sería un paso importante para iniciar a desarticular las diferencias sociales entre sexos, para lo cual es forzoso aceptar nuestro propio sexo sin tener que plegarnos a las exigencias sociales de lo que se espera que debamos vernos o comportarnos como hombres o mujeres.

Pero regresando al tema de cuando las disidencias trans pedimos la apertura de espacios propios y exclusivos para personas trans (que, por cierto, si es nuestro derecho humano fundamental) en el deporte, en centros penales, en baños o refugios y no invadir los de las mujeres, el transectivismo hegemónico revira sarcásticamente “También había personas gais que estaban en contra del derecho de personas gay de formar una familia”.

Antiderechos

Sin embargo, el estar en contra del derecho de formación de una familia si es ser antiderechos, concedido. Pero el querer invadir espacios que no nos pertenecen y destruir derechos de asociación y reunión de las mujeres, como lo intenta el transactivismo hegemónico también es ser antiderechos, es solamente que creen que en ellos si tiene gracia.

Todo se reduce a que el transectivismo hegemónico se niega a aceptar que existe el sexo biológico como factor importante en la materialidad trans. La materialidad de nuestro sexo es definitiva, es primordial para entender nuestras transiciones, para un tratamiento médico adecuado y humano, para un estudio adecuado de la disforia de género y cómo tratarla. Relativizar y negar el sexo biológico es negarse a tratar adecuadamente la disforia y las corporeidades trans.