Organizaciones feministas durante una concentración contra la 'Ley Trans', frente al Congreso el pasado 16 de diciembre. Alberto Ortega / Europa Press
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Ley Trans: Un lío de tres pares de cojones

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Perdonen la grosería del título, pero es que me viene a huevo, pues realmente los efectos que la aplicación de la Ley Trans podrían comportar una serie de problemas muy relacionados con las gónadas masculinas.

Pues sí, ya tenemos Ley de Autodeterminación de Sexo, que es de lo que realmente se trata en esta disparatada norma que decreta por ley que cualquiera puede ir al Registro Civil y cambiar su sexo a todos los efectos sin el menor requisito y comprobación, ni presentación de certificado ni demostración de cambio físico y ni siquiera de nombre.

Si ustedes son curiosos habrán observado que bastantes individuos de sexo masculino están celebrando con mucho alborozo (sobre todo a través de Tik-Tok) la aprobación de esta ley con la que consideran se va a poner coto a los “privilegios femeninos”.

Las «ventajas» de las mujeres

Más de un hombre está alentando a los demás a que acudan al Registro Civil a cambiar la mención registral de sexo, ya que eso les permitirá obtener todas las “ventajas” reservadas a las mujeres: pruebas físicas para acceder a algunos cuerpos, bomberos por ejemplo; cuotas en partidos políticos; medidas de acción positiva, participación en competiciones deportivas, etc.

Lo más grave de la lectura machuna que se hace de esta ley es que España es un país que discrimina a los hombres y que gracias a la Ley Montero, van a poder equipararse con las mujeres, con lo que todos seremos iguales ante la ley. Oído esto en mensajes de hombres, pero también en mujeres abogadas que aconsejan a sus clientes masculinos que se registren como mujeres.

No sé si esta incitación a cambiar de sexo en el Registro Civil es una boutade o una ironía para señalar lo absurda que es; tampoco sabemos si muchos hombres se acogerán a ella o solo muestran su intención. Lo cierto es que de seguir estos consejos el lío que se armará será como digo de tres pares de cojones, pues efectivamente, si un hombre se declara legalmente mujer, y se registra como tal, lo será a todos los efectos legales.

Ni requisito médico ni psicológico

Desde el momento en que la ley establece que no hay ningún requisito ni médico ni psicológico, ni se requiere cambio de apariencia ni tratamiento médico o quirúrgico alguno (art. 39.3) es más que factible que muchos hombres opten por registrarse como mujeres simplemente para tener opción a las medidas de acción positiva implementadas para paliar la desigualdad entre los sexos. Ni siquiera hace falta cambiar de nombre (art.39.4).

Otra consecuencia nefasta será que estos hombres registrados como mujeres puedan acceder a baños, espacios segregados por sexos, competiciones deportivas, ocupaciones, ayudas, subvenciones, refugios, cuotas y todo tipo de políticas de igualdad conseguidas tras años de lucha feminista que podrían quedar sin efecto si se lleva a cabo esta ficción de cambiar de sexo.

«Hecha la ley… hecha la trampa»

Muchos de esos individuos dicen –y con razón– que este cambio registral no tiene ningún efecto en sus vidas, ni les representará dejar de ser como son, o que incluso una vez conseguidos sus objetivos a los seis meses pueden volver a su sexo original, o mejor aún, persistir en esa ficción que les podría dar el privilegio de estar en los baños de mujeres y observarlas sin que pudieran echarlos pues…. “Hecha la ley… hecha la trampa”.

En concordancia con este cambio masivo de hombres que se autoidentificarían como mujeres, a nosotras nos quedaría también la opción de ir al Registro Civil y convertirnos en hombres: así podríamos reclamar la parte del salario que ellos cobran de más, dedicar menos horas a las tareas de cuidado porque los nuevos ellas nos sustituirán o configurar una lista paritaria para las elecciones sin incurrir en infracción.

Fraude

Aparte de bromas, si estos cambios estratégicos de sexo se llevan a la práctica, si cunde el ejemplo, y cada cual elige el sexo que le dé la gana, se habrán dinamitado las políticas de igualdad, la ley de Violencia de Género, la Ley del Solo Sí es Sí y todo el ordenamiento jurídico que se basa en la existencia del sexo biológico sobre el que se construye la desigualdad entre los seres humanos.

Si todos los machirulos que están alentando a la conversión de los hombres en mujeres para beneficiarse de las políticas de igualdad lo llevan a cabo, nadie podrá impedírselo. La Ley Trans no podrá perseguir el fraude porque la propia ley es un fraude. Ojalá estas conversiones masivas solo sea un alarde de fanfarronería viril, pero si se llevase a cabo, ni que fuese una o varias conversiones oportunistas, Irene Montero y todos los parlamentarios que la han aprobado no podrán alegar que esto no lo sabían y que no iba a pasar. Tampoco iba a haber rebajas de condenas a agresores sexuales y ya llevamos más de 500. Como para fiarse de sus señorías.

Juana Gallego

Profesora universitaria