La cantante Shakira. Foto: CONTACTOPHOTO
/

Shakira, una canción y muchas dosis de hipocresía

5 Min. lectura

Shakira ha lanzado una canción en la que muestra su rencor por la ruptura con Piqué (con infidelidad de por medio). Ella se ha mostrado en su vídeo con Bizarrap fuerte y empoderada, midiendo las indirectas más que directas y jugando con las palabras para decirle a su ex: “mira chico, valgo mucho, que te den”. Alusiones a sus problemas con Hacienda, a la suegra o alusiones –tal vez lo menos pertinente—a su nueva novia, culminan una letra estudiada a conciencia con la que, como ella misma reconoce, Shakira se apunta un tanto y muchos ceros en su cuenta corriente. Para mí (y para muchas mujeres) deja una gran frase en el tema: “las mujeres ya no lloran, ahora facturan”. Bien por Shakira.

Las redes se dividen

Las redes se han dividido (una vez más) entre quienes la apoyan y la critican: “que si pobres de sus hijos a los que ha traumatizado de por vida” (seguro que el hecho de que las revistas y los programas lleven semanas hablando de ellos, no los ha perturbado lo más mínimo); “que si qué mal gusto hablar de su suegra y de la nueva novia” (estoy de acuerdo en que el problema de fondo es de ellos dos, y que las terceras personas no deberían pintar nada, aunque ya se han aireado todo tipo de trapos sucios y, si lees con detenimiento la letra, no hay insultos ni agresiones verbales en ella, así que, ¡qué sabremos nosotros!); “que si qué atrevimiento incitar a las mujeres a no llorar” (apuesto a que se lo ha llorado todo, aunque no nos lo cuente, que tampoco querrá la mujer –pese a ser castigada por ello—ir dando pena por el mundo)… “que si”, “que si”, “que si”… (que si-gan los tuiteros y contertulios, que lo disfrutan seguro más). 

Para mí la moraleja de todo esto es, sin duda, la hipocresía. La nuestra, la de los opinadores gratuitos. Porque, seamos sinceros, si ella se hace un tour llorando por los platós de televisión, nadie la criticaría. Dirían “pobrecita” y la pondrían de ejemplo de mujer “dejada” que “trata de salir adelante”, y para ello se apoya en la pena (que todos sabemos que es lo correcto en estos casos). Si luce cuerpazo y escupe éxito, es diferente. Entonces está aireando los trapos sucios y enriqueciéndose por eso. Y eso, las chicas buenas no lo hacen. Julio Iglesias, sí (nos recordaba el otro día Julia Otero ese “Hey, no vayas presumiendo por ahí”). Y se le aplaude… pero si eres mujer, te muestras fuerte, desafiante y te forras con lo tuyo, la cosa cambia… eres díscola y mala madre, niña mala, muy mala, que además ya no tienes edad para ello.

No afecta a los niños ni supone una usurpación de su intimidad

Da igual si los demás hablan de lo suyo (la han comparado, han aludido con desprecio a su edad, han dado detalles varios sin pudor alguno de su mal carácter, de la juventud de la nueva pareja de su ex, e incluso han tildado a la cantante de mala vecina porque no iba a los colmados del pueblo donde pasaban las vacaciones), y da igual. No afecta a los niños ni supone una usurpación de su intimidad, pues en el decálogo de las rupturas y cómo afrontarlas, ellos están en su derecho (los opinadores), porque para eso es un personaje público. No es lo mismo si lo canta ella, por muy doliente en primera persona que sea. Está clara la diferencia: ¿cómo se atreve (ella, una mujer dejada) a hacer público lo privado?

Y, además, hacerlo con tanto despropósito: desde la sensualidad, el ritmo y unos casi 50 años, qué ya los quisiéramos muchos… Las cosas hay que hacerlas bien: si sus hijos –o los de cualquiera—conviven con una madre depresiva, que se hunde porque su pareja se ha ido con otra, que llora por las esquinas y que no es capaz de superar e, incluso amortizar, su fracaso sentimental y convertirlo en éxito (ojo con la estrategia de marketing, qué no puede ser más redonda), la situación sería diferente. Incluso si aguantara desprecios, insultos o algún bofetón, estaría bien, porque eso es lo que hacen las mujeres buenas y las buenas madres… las que no sacan a pasear las caderas a ritmo de despecho.

Si Shakira cumpliera con su papel de esposa abandonada y sustituida por otra mujer más joven, se hinchase a comer helado para superarlo, y evidenciara la dignidad desde el respeto y el buen hacer de la buena madre de familia (la que traga con todo y nunca se queja) la situación sería distinta. Él, el macho que conquista; y ella, la triste cornuda respetuosa. Eso sí, eso sí sería lo correcto…

Vamos, que la culpa del escándalo es de ella, por no lidiar con el papel que nos quieren seguir colocando a las mujeres, y que la sociedad no ve que ya no nos corresponde. O sí, porque lo que nos corresponde es poder decidir cómo vivimos el amor, el desamor, la ira y la gestión de nuestros corazones y de nuestros dineros; es decir, nos corresponde hacerlo como nos dé la gana, sin herir, pegar, maltratar o matar a nadie (que a ver si miramos las cifras de mujeres asesinadas por parejas y exparejas y se nos ocurre revolucionar las redes para poner fin a eso, en vez de criticar a una mujer que canta sus penas).

El feminismo de excusa

¿Eso qué ha hecho Shakira es feminismo? Preguntaba ayer un presentador de televisión… ¡y qué tendrá que ver! El feminismo es defender la igualdad, vivir en igualdad, no entender otra forma de afrontar el mundo; es exigir un espacio público donde desarrollarnos y, también, compartir el privado desde la corresponsabilidad del cuidado; es gritar a la libertad y poder decidir por nosotras mismas, después de años de represión por nacer sin un pene, en una sociedad patriarcal (mi madre tenía que pedir permiso para trabajar o sacar dinero del banco a su marido o a su padre, hasta poco después de nacer yo).

El otro día, después de las campanadas un tuitero dijo: ¿Esta mujer os representa?, aludiendo a Cristina Pedroche. Pues sí señor, me representa cualquier mujer que haga lo que salga del pie (sin hacer daño a nadie), porque de eso se trata, de que entiendan quienes siguen con el machismo en la cabeza (ellos y ellas), que somos autónomas, que somos mayorcitas para hacer o deshacer con nuestro cuerpo y nuestra imagen lo que nos salga del pairo, le guste o no al juez Twitter o al imaginario colectivo del patriarcado que aun rezuma tufo (y lo que nos queda). Un favor: no pongan de excusa al feminismo o cuestionen los comportamientos de las mujeres desde su libertad más absoluta, para criticar desde los ojos del patriarcado. Simplemente estamos hartas. Como Shakira de Piqué.