Ecologistas y vecinos de la comarca albaceteña de La Mancha de Montearagón y La Manchuela se oponen al proyecto de dos macroplantas de biogás. Primero fue la invasión de las macrogranjas industriales. Colonizaron tierras de esa España poco poblada, prometían crear trabajo y atraer residentes. La realidad es que contaminan acuíferos, crean malos olores y no fijan población. Ahora, a esas grandes explotaciones industriales se les adosa una planta de biogás que extrae energía de los desechos. Hasta ahí, todo parece correcto pero en la zona se alerta de que a las plantas llegarán residuos de dudosa procedencia. Esta práctica no es más que un ‘lavado verde’, dicen, de un modelo ganadero no sostenible, una economía que no es circular y energía que no se puede considerar renovable, a pesar de que la vendan como tal.
Las macrogranjas o ganadería industrial es una realidad que ha invadido gran parte del territorio español. Nuestro país se ha convertido en una ‘superpotencia’ de cerdos. Con una cabaña porcina de 50 millones de gorrinos (algunas cifras apuntan a 56 millones), España es el primer productor de Europa y el tercero del mundo, por detrás de China y Estados Unidos. El 60 por ciento de la producción española va directamente a la exportación.
Frente a esa ‘colonización’ de grandes granjas, la oposición en España se ha ido articulando bajo el paraguas de Stop Ganadería Industrial. Se multiplican las denuncias de contaminación de los acuíferos, generación de grandes emisiones de CO2 y producción excesiva de nitrógeno. Además de la enorme cantidad de purines, difíciles de ‘digerir’ que se originan. Los proyectos que no quieren en Alemania u Holanda llevan una década derivándose a España.
Las alertas de asociaciones ecologistas eran tachadas de “alarmistas” y se negaba el problema que generaban las grandes explotaciones ganaderas. Pero ahora, se quiere reparar algo que no se reconocía que existiera, para ello, se están comenzando a gestionar los residuos. A las enormes granjas se ha ido adosando plantas de biogás, para, en principio, dar un uso a los desechos producidos por la misma explotación. Pero, hecha la ley, hecha la trampa.
Esas plantas se han convertido en receptoras de restos externos, todo ello sin que tengan que tramitar nuevos permisos ni declaraciones de impacto medioambiental. “Las instalaciones se van modificando sin necesidad de permisos y se van agrandando las plantas que reciben desechos de hasta 400 km. Todo para crear una energía que no es verde ni nos permite alcanzar una independencia energética de otros países como se nos quiere vender”, explica Tony Jorge, de Ecologistas en Acción de La Manchuela.
Las emisiones de CO2 no se reducen
Entre las “mentiras” del biogás, asociaciones ecologistas recuerdan que el alimento para esos animales llega de miles de kilómetros, (Argentina, Brasil o Ucrania), con las emisiones de CO2 que produce el transporte. Además, los desechos dependen de que ese ganado que, en su mayoría se exporta. “Con lo cual la dependencia del exterior continua”, subrayan.
Se trata de vender estas plantas de biogás como economía circular, algo que no es factible a gran escala. «Para ser realmente circular debe llevar aparejado un concepto de proximidad sin el cual no es posible. Esos recursos se crean para el consumo en las grandes ciudades, pero son tratados en los pequeños municipios de la España vaciada, y deberán ser inyectados en la red y trasladados a grandes urbes distantes”, recalcan los ecologistas manchegos.
La comarca de La Manchuela, tierra de sacrificio
En Chinchilla de Monte-Aragón hay un proyecto de creación de una planta capaz de procesar hasta 200.000 toneladas de materia orgánica al año. Vecinos y asociaciones ecologistas denuncian la falta de información que hay en torno a este proyecto que ha comenzado a tramitarse como “prioritario”. El pasado viernes se reunieron en una charla informativa y el fin de semana anterior hubo manifestaciones en varios pueblos afectados.
En el pueblo de Chinchilla, que tiene 4,497 habitantes, ya opera una planta de biogás propiedad del Grupo Sanchiz, ganaderos. “Esta planta se tramitó administrativamente mediante la ‘puerta de atrás’ que supone hacer modificaciones no sustanciales. Así no se requiere una autorización ambiental diferente”, alertan desde la organización Stop Ganadería Industrial.
En Fuentealbilla, en la comarca de La Manchuela, hay otro proyecto de planta de biogás aún mayor. “Estaría destinada a tratar 230.000 toneladas al año de residuos de ganadería, de la industria láctea, de cadáveres de mataderos y desechos de dudosa procedencia», explica Pedro Camacho, miembro de la plataforma Stop Planta de Biogás de Fuentealbilla, localidad natal del futbolista Andrés Iniesta.
Aunque este proyecto parece estar paralizado, los vecinos no confían en que no se la «cuelen» y por ello continúan las movilizaciones. El miércoles pasado, tuvieron una nueva manifestación en la que recalcaron que el proyecto no está abandonado, sigue su proceso está a falta de los permisos de la Consejería de Economía y también tiene la consideración de «prioritario». «Esto se traduce en que se ‘suavizan’ y agilizan los procesos burocráticos», alerta la plataforma.
La oposición es total, en un pueblo de 1.500 habitantes se presentaron 2.500 alegaciones y todos los partidos en pleno rechazaron su construcción», recalca Camacho. Los vecinos, y en especial las mujeres son las que más acciones han emprendido, denuncian que más que una planta de producción de energía se utilizará como almacenaje de residuos de «dudosa procedencia», recalcan.
El lugar del emplazamiento previsto es otro motivo para argumentar su rechazo. «Estaría al lado de un suelo protegido en el que hay grutas y yacimientos neolíticos. Está declarado un Bien de Interés Cultural. Además, por ubicaría sobre una cañada que une el arroyo de Ledaña que desemboca en el Júcar. Es una avenida de agua que en caso de inundación dejaría una balsa de desechos y está a menos de un kilómetro de pozo de suministro de agua potable para el pueblo», resalta Pedro Camacho.
Por si fuera poco, la planta está proyectada a poniente de Fuentealbilla, de donde son los vientos dominantes en la zona, «esto podría suponer una contaminación bacterológica», añade el portavoz de la plataforma. «Nosotros a lo que nos oponemos es a la creación de instalaciones industriales en zonas que no están preparadas y que nos tememos que sirva de deposito de residuos que nadie quiere», aclara Pedro Camacho. Según cálculos que ha realizado la plataforma, habría 15.000 camiones de gran tonelaje anualmente transitado por carreteras secundarias. Una media de 50 trailers de 20 toneladas al día.
En la zona se presentaron simultáneamente cuatro proyectos, en Iniesta, en Quintanar de la orden, además del de Fuentealbilla y Chinchilla. “Luego han aparecido muchos en un margen de un tiempo corto. Responden a la tendencia que nos temíamos. Quieren convertir la zona de Albacete en una tierra de sacrificio”, denuncia Tony Jorge. Estas comarcas son zonas con gran patrimonio etnográfico, botánico, natural y antropológico.
“No estamos en contra del biogás, el problema es el modelo de industria”
El grupo Sanchiz dispone de cuatro macrogranjas en los alrededores y en tres ha instalado planta de biogás. En la granja Pequechín, se procesan alrededor de 60.000 toneladas de purines y desechos. En Balsa de Ves, la misma empresa instaló una granja de cerdas reproductoras. “Esta integrada por 2.500 madres y 100.000 lechones al año salen de ahí cada año, lo cual genera, pues, 13.000 toneladas de purines en doce meses”, calcula Tony Jorge.
La industria ganadera, que produce anualmente un pantano de purines es totalmente insostenible en opinión de las organizaciones ecologistas. Mientras no era rentable, esos detritus no existían a nadie le interesaba abordar el problema que estaban generando los purines y la contaminación y el metano.
“Cuando esos desechos los podemos convertir en combustible y entonces es cuando llegan absolutamente todas las grandes empresas a interesarse. Cada vez que decíamos que el problema de contaminación que se estaba generando nos tachaban de terroristas, alarmistas. Ahora resulta que sí hay que ‘hacer algo con eso tan contaminante”, critica el ecologista manchego.
Actuar sobre el último pequeño último tramo de la producción no es la solución ni permite hablar de energía renovable, advierten los ambientalistas. “Realmente es sostenible si se recupera a nivel energético toda la energía que has invertido, pero aquí no se va a recuperar. En el mejor de los casos se recupera un 20% de todo lo invertido”, aclaran desde Ecologistas en Acción.
Connivencia entre le mundo empresarial y el político
“Hay una comunicación muy buena entre el mundo empresarial y el mundo político, y entonces la tramitación como proyecto prioritario hace que se gestione de una manera muy rápida. Al declararla de interés público, tiene acceso a prioritario, a dinero público, subvenciones de Europa”, denuncia Pedro Camacho.
Enagas, empresa pública es la que está detrás de estos proyectos de biogás. en la que el gobierno pone algunos consejeros delegados. “El mundo político y el empresarial marchan de la mano, evidentemente nuestra clase política va a defender a muerte cualquier iniciativa empresarial de esta empresa”, manifiestan los ecologistas.
Según Ecologistas de la Manchuela “Enagás ha encontrado negocio en un entorno natural privilegiado y se apresta a exprimirlo para derivar todos los recursos obtenidos al eje de Levante para su uso industrial y exportación”.