«Disposición Lineal» de Borja Barrajón
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Art Madrid’23: una experiencia contemporánea… Más o menos

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Este fin de semana, como es tradición (tapas, cocido y patinetes) pudimos disfrutar de la Semana del Arte en Madrid. Ni tan ambiciosos ni tan humildes, nosotros decidimos pasarnos por Art Madrid’23, que en la galería de cristal del Palacio de Cibeles acogía en su decimoctava edición a múltiples galerías del panorama nacional.

Sábado de tarde, casi todo el pescado vendido pero con una buena afluencia hasta bien entrada la pronta noche, Art Madrid recibió este año diversas obras y propuestas de lo más idiosincrásicas. Desde la enésima revisión de Basquiat Gabrielle Harris– en clave racializada (pero formalmente idéntica) hasta un Canogar moviéndose en modo pictórico como un pulpo en una piscina fuera de sus críticas más brillantes al mundo de los medios de masas digitalizados, en esta edición ha resultado algo exigente y complejo encontrar orden, sentido o al menos gracia en la disposición y ensamblamiento de la estructura y sucesión galerista. 

En mitad de dicho mejunje, formado tanto por el diverso complejo de obras como por los diversos y divertidos outfits (doble pana en nuestro caso) buscamos con ansia y mirada háptica destacar algunas obras y en ocasiones lo conseguimos.

formas abstractas, títulos netos, superficies pulidas y turgentes…

En primer lugar, resultaba difícil, solo por su acabado y sus materias, no detenerse ante la obra de Borja Barrajón en el stand de la Galería Bat. Uno de los espacios mejor dispuestos -a pesar de su “escondrijo”-, el espacio de la Galería Bat contaba con diversas esculturas de distinto calado, una disposición de líneas ordenada y ordenante y, como hemos dicho, algunos bloques de alabastro y mármol de Barrajón de lo más sugerentes. Sus formas abstractas, títulos netos, superficies pulidas y turgentes… Obras como Disposición Lineal o Sucesión acapararon mucho más nuestra atención que otros ejercicios más bien excéntricos y extraordinariamente espectaculares de otros artistas. En ocasiones con eso bastaría. 

"Fordlandia" de Nicolás Lisandro
«Fordlandia» de Nicolás Lisandro

Uno de los espacios en los que disfrutamos sorprendente y especialmente fue el de la galería coruñesa Moret Art. Obras de la tierra, con mucho color y con perspectivas desconcertantes, la disposición en un mismo espacio de las pequeñas e inquietantes esculturas de Iván Prieto, la serie -jovial, fresca pero sorpresiva- Fake Abstract de Lino Lago, o los retratos/bodegones de Xurxo Gómez-Chao formaban una combinación desconcertante a la par que cálida y modernista.

Pocas obras actuales

Y esa es una de las cuestiones que marcó y atravesó nuestro paso por el Art Madrid’23: que apenas unas pocas obras nos parecieron contemporáneas, o dicho más violentamente: actuales.

La obra de Nicolás Lisandro, por ejemplo, sí que proponía una relación de extrañamiento con el espacio urbano y el abandono; una conversación oscura y una mirada desgastada,  casi nihilista, sobre la ciudad y su arquitectura. Pero estas iniciativas, resultaban excepcionales en un conjunto de piezas, como hemos dicho orientadas en ocasiones sin ton ni son, en estructuras y recovecos que se disponían como trampantojo y que en vez de generar nuevas formas de ver, simplemente reducían al absurdo de lo eufemístico la experiencia galerística. 

Lo mejor de la feria

Fue sin embargo, algo aparentemente ingenuo, colorido y dulce, sensacional y rocambolesco, lo que cautivó especialmente nuestra mirada: la obra Yo he visto brillar rayos en la puerta de Tannhauser, de Paco Cassinello, en Flecha. Sus cuatro piezas, ya vendidas cuando pasamos por allí, mezclaban técnicas de reciclaje, materiales como el vidrio y lámparas con una fuerza cromática y unos patrones y dibujos tan edulcorados como preciosistas. Neón y brillo, color y reiteración, fuerza de lo chillón y poco más que unos paneles, apenas les hacía falta más a estas obras para ser de las que más miradas atraían ya acercándonos al final de la galería del palazzo.

«Yo he visto brillar rayos en la puerta de Tannhauser” de Cassinello

De tal modo, se formaba en Art Madrid’23 la confrontación entre múltiples constataciones. Primero de todo, no hay que ser extraordinariamente contemporáneo en ningún sentido formal para resultar extraordinariamente moderno o expresivo en relación con nuestro presente. Segundo de todo, no hay que ser extraordinariamente conocedor ni estudioso de ciertas líneas de tardo-vanguardia (si se la puede llamar así) setentera y ochentera para comprender cuando el recurso fácil a ciertas formas de estetización ya no resulta transgresor ni estimulante, sino acumulativo y reiterativo; como un post diario en Instagram.

Así, en mitad de un panorama tan sorprendente, estimulante y en ocasiones rocambolesco como el de la feria de arte, siempre terminan por destacar las disposiciones más frescas, de aspecto naif o poco presuntuoso del conjunto. Experiencia distorsionada del galerismo o simple espectáculo de la Super Bowl para “amigxs del arte”, Art Madrid sigue siendo un buen escaparate para introducirnos y mostrarnos obra de algunas de las galerías más sugerentes de nuestro país y aledaños. Pero no siempre vemos lo que estamos viendo como lo deberíamos ver. 

Miguel Pardo Bachiller

Miguel Pardo. Crítico circunstancial. Graduado en filosofía y “especializado” en cuestiones de gestión cultural, crítica y arte. Crítico musical en webs y revistas musicales como Mondosonoro, Binaural o Beatburguer desde hace más de diez años. Seguirán cayendo nuevas inclinaciones e intereses, cada una menos coherente que la anterior. Ermitaño en las redes y community manager.