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Chemsex: los 80´s vuelven, pincharse en vena está de moda

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En salud mental, existen tabúes y hacen falta referentes, los yonkis del siglo XXI necesitamos modelos y muchísimo apoyo. Nadie sueña con ser ni prostituta ni yonki y la vida no es fácil y uno hace lo que puede con lo que tiene. Sin duda, las probabilidades de que una pandemia iba a tener un coste emocional eran evidentes y el shock postraumático, junto a la peor ola del tsunami ya están aquí. Ese coste por pagar ha llegado en forma de adicción disfrazada de música, sexo, gente guapa, analgésico del dolor, en resumen, las denominadas ‘chemsex’.


Los 80′ han vuelto a ser tendencia y, por ende, pincharse en vena está de moda. Esta es una epidemia silenciosa y mortal que vuelve a las calles de Madrid, podría decirse que es la ‘otra’ pandemia que sufre una sociedad en la que todo vale y que vive instalada en la inmediatez, la calidad del producto y la resistencia no importan. Nos movemos por lo inmediato: lo quiero, lo tengo.
 
Los datos son objetivos y claros

Por un lado, las consultas a los Centros de Ayuda a la Drogodependencia (CAD) han aumentado en un 602% respectó años anteriores. Sin embargo, en el imaginario colectivo, drogarse es de drogatas. La gente se piensa que ser drogata porque así lo elige…; Esas frases que te condenan y sentencian… “No vamos a mentir. Te lo pasas muy bien. Lo que pasa es que no le pones voluntad y eres un egoísta”.


Me niego a vivir de nuevo con culpa, vergüenza y soledad. Gay, seropositivo, depresivo, TDAH, adicto…
No merezco lo malo que me pasa. Simplemente pasan cosas.
Existe una evidencia, las drogas son una pandemia que arrasa por donde pasa, actúa a modo de onda expansiva y una vez entra en una familia, es muy difícil que salga. La curación de un ‘YONKI’ es de un 8-10%, lo más probable es que el resto de afectados estén destinados a ingresar en la cárcel, serán enfermos mentales crónicos, sufrirán sobredosis o la muerte. Pero claro, eres un yonki y tú te lo has buscado. Perdónenme, pero yo no soñaba con esta vida.


Tenía una lista de deseos y jamás pedí una enfermedad mental. Sí, una enfermedad mental. Soñaba con ser artista, con escenarios, acróbatas, música… Soñaba con poder ayudar, con ser enfermera. ¿Quién me iba a decir que ser enfermera iba a ser lo que precipitase ser un YONKI? Me lo he buscado. Hay enfermedades que inspiran compasión y otras parecen ser merecidas, como si fueran un castigo divino por no haber estado a la altura.
 
Hablemos de sexo, de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), adictos, enfermedades mentales… Una sociedad que castiga a enfermos. Créanme, hay oncológicos que son gente muy mala. Y créanme también que hay gente maravillosa que sufre una enfermedad mental no buscada, y su castigo es la
vergüenza, la soledad, el sentimiento de culpa…
Esa puta frase de “no hace falta que te pongas un cartel”. No hace falta que digas que eres marica. No hace falta que digas que eres seropositivo. No hace falta que cuentes que tienes un problema de salud mental y adicción. Son estigmas y nos toca vivir en la más absoluta soledad y tener que aguantar eso de, “te lo mereces. Eres débil e imperfecto”. Como si sufrir no fuera suficiente ‘castigo’. Pienso que ningún enfermo debería ser juzgado, los enfermos son enfermos, es decir, gente que sufre y necesita ser cuidada.


No existen enfermedades de buenos y malos, sino que existe gente que sufre y que lo hace como buenamente puede. Madrid sufre una plaga de drogas que son cada vez más violentas, drogas de diseño que se ceban con la gente más vulnerable. Los datos ya hablan. El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) se ha disparado un 343% en cinco años en España; la clamidia lo ha hecho un 140%; la sífilis, un 43%; y, en 2021, se han producido 4.003 suicidios.

Nos hemos vuelto locos. Existe población vulnerable y, un ejemplo, es que entre los adolescentes el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte evitable. Entre el personal sanitario y las fuerzas del estado de han disparado los casos de enfermedades mentales y el consumo de drogas que se venden en farmacia y en farmacia no legal.


El colectivo masculino homosexual está siendo devastado por las ‘CHEMSEX’, drogas enmascaradas de sexo y fiesta y que, cuando te quieres dar cuenta de que la mierda te llega hasta el cuello, es demasiado tarde. En resumen, tenemos una sociedad enferma y en ella muy pocos podrán acceder a una atención adecuada porque, hasta para enfermar también hay que tener suerte. La sociedad no solo no siente empatía por los YONKIS, sino que les culpabiliza. Toca vivirlo en soledad y culpa. Por este motivo, es necesario que haya referentes en la enfermedad, como ocurre con un enfermo oncológico. Ningún enfermo se merece sufrir. Los yonkis eran niños y niñas que tenían sueños. Y nunca soñaron con una vida de sufrimiento.

Victor Aparicio

Enfermera especialista en UCI. Compromisario del CODEM con mayor número de avales de la Comunidad de Madrid. Acróbata, opinólogo y experto sanitario.