Mel Supernova trans cis
Mel Supernova, colaborador de Crónica Libre.
/

Las personas cis no son quienes se imaginan

7 Min. lectura

A finales del mes pasado (junio 2023), Elon Musk, CEO de Twitter (hoy X), anunció que el término “cis” -definido por creyentes en identidades de género como “persona conforme con su género”- sería considerado un insulto en la red social. Esto, a raíz de un tuit del terapeuta James Esses, en donde rechaza ser llamado de esa manera ya que considera inútil y reiterativo el término, y por el cual recibió insultos homofóbicos y hasta amenazas de muerte por negarse a aceptar algo que a él le parecía un término peyorativo.

Esses reflexionó, en otro tuit, sobre esta situación, diciendo que si la situación fuera a la inversa, que si a un activista trans hegemónico se le llamara como no le parecía, entonces medios de comunicación y figuras públicas lo denunciarían como discriminación y “lenguaje de odio”, pero como se trata de personas críticas con lo trans, entonces el que a alguien se le denomine como no le parece está justificado. Ante esto, Musk intervino diciendo que estaba de acuerdo y que el término cis sería considerado en su plataforma al mismo nivel que los insultos homofóbicos y raciales.

Esto provocó indignación entre la parte de Twitter que es ciega seguidora de las corrientes queer, quienes negaron que cis sea un insulto (a pesar que tanto Esses como varios otros usuarios inconformes también con el término, como son militantes de Alianzas LGB y feministas, proporcionaron numerosos ejemplos de éste usado peyorativamente y en forma homofóbica) e insistieron que era un término científico (es, en efecto, un concepto de química orgánica, en donde cis-isómeros se hallarían del mismo lado de un alineamiento común, pero esto no tiene equivalencia alguna en biología y mucho menos en antropología).

Insultos y violencia

La controversia fue tanta que notables activistas trans como Buck Angel y Blaire White se pusieron del lado de los que rechazan el uso de “cis” e hicieron veladas burlas al lado transactivista hegemónico diciendo que era graciosa su reacción, siendo que las personas que consideran insulto y violencia el uso de pronombres “no elegidos” o de “nombres muertos” -el nombre original antes de transicionar-, “Resulta que se indignan porque no pueden llamar como gustan a personas que no quieren ser llamadas así ¿Es una broma?” dijo Blaire White, persona trans disidente.

El término cissexual, utilizado como opuesto a transexual, fue usado por primera vez en 1991, en la obra Transsexuals and our Nosomorphic View de Volkmar Sigusch, sexólogo del Instituto de Ciencias Sexuales de la Universidad Goethe de Frankfurt. El sexólogo utilizó como analogía las definiciones cis-trans de la química orgánica, en donde afirma que la aparición de la transexualidad debiera tener en cuenta un binarismo o contraparte que se orientara de su mismo lado.

El paraguas trans

A lo que se refería específicamente Sigusch, es que, si para ese momento había varones que se sometían a cirugía para la creación de una neovagina, que tenía que considerarse a esas personas transexuales, y a las personas que no lo hacen, incluyendo también a quienes se someten a tratamientos hormonales, pero no llegan a lo que se denominaba “cirugía de reasignación de sexo”, como personas cissexuales. Como se ve, el término “cis” no se refiere exclusivamente a personas que no son trans -como el transactivismo hegemónico intenta hacerlo pasar-, sino que incluye a personas que hasta hace poco (antes de 2010) llamábamos transgénero y que hoy entrarían de todas maneras en el “paraguas trans”.

Posteriormente Sigusch caería en controversias y perdería prestigio al defender la pedofilia como una orientación sexual válida, lo cual venía haciendo desde inicios de los años 70. Este tipo de situaciones nos deja claro que las definiciones y términos usados por el transactivismo hegemónico nunca han sido revisados o que nunca ha habido intentos reales de su lado por definir y establecer qué consiste ser trans, sino simplemente adaptar términos a lo que necesiten en el momento. La misma idea del “paraguas trans” es el intentar sumar cosas que no tienen raíces similares como travesti o transexual o en la práctica verlos como escalafones a un solo objetivo, que es el rechazar el sexo biológico.

«Cis» es un insulto

Los transactivistas eligieron utilizar “cis” como insulto para deshumanizar, burlarse, demonizar y agredir. “Cis” es un insulto porque los mismos activistas de las identidades de género lo convirtieron en uno. El término cis se ha convertido en peyorativo porque se les impone en especial a las mujeres y se es dice que no tienen derecho al término “mujer” si no anteponen el cis, porque son solamente una subclase de mujeres. Se dice también que esto es para incluirnos a las erróneamente llamadas “mujeres trans” porque somos una clase de mujeres como las nacidas mujer.

Sin embargo, como lo he señalado en varios artículos, el término mujer comprende por default a las personas denominadas “hombres trans”, en tanto que nacieron con un cuerpo sexuado con capacidad de engendrar y recibieron la educación y socialización que la sociedad le impone a esos cuerpos. En cambio, las “mujeres trans” nacemos con un cuerpo sexuado con capacidad de inseminar y recibimos la educación y socialización que la sociedad le impone a esos cuerpos, por ende, somos varones. Las “mujeres trans” no somos una clase de mujeres, somos una clase de hombres.

Las únicas mujeres «cis» serían varones

Y no, reconocernos hombres no es transfobia. La transfobia sería negar nuestra realidad sexual y nuestra transición proclamándonos mujeres sin entender que el centro de nuestra realidad es la movilidad, la transición misma. De todas maneras, el término cis, como es utilizado por el transactivismo hegemónico no tiene sentido, aún dentro de su propia lógica. Se nos dice que cis son las personas que están conformes con su género, pero si entendemos eso al pie de la letra, las únicas personas conformes con su género son los varones que se benefician directamente de proyectar masculinidad.

No existe mujer cis en este planeta, en tanto ninguna mujer, nacida con cuerpo sexuado mujer, está conforme con los estereotipos y normativas que se esperan por el género. Ninguna mujer es un modelo de feminidad y ninguna quiere serlo. En ese sentido, toda hembra humana sería no binaria, siguiendo con sus definiciones. Las únicas personas conformes con la feminidad, porque se benefician directamente de ella, serían varones que reciben gratificación (social, económica, personal) por la misma. Siguiendo con la vuelta de tuerca de lo que significaba originalmente “cissexual” -entre otras personas, también trans sin cirugías-, las únicas “mujeres cis” serían varones.

Sumado a esto, y regresando a los argumentos de James Esses, si las personas trans somos el 0.01% de la población ¿Para qué es necesario un calificativo para el restante 99? Es reiterativo porque nosotros ya somos quienes usamos el trans para denominar nuestra situación. Todas las personas no trans son el default. Entre los más fanáticos del movimiento queer tratan de argumentar que no importa que seamos el 1, 0.1, 0.01 o 0.001%, que la utilización de cis debiera ser obligatoria para la inclusión de las personas trans porque el más mínimo porcentaje importa.

Sin embargo, esas mismas personas son las primeras que niegan la validez o importancia de la comunidad de detransicionados y personas dañadas por el tratamiento afirmativo de género porque -argumentan-, “son solamente un 2% de las personas que transicionan” (en la realidad son aproximadamente el 16%) ¿En qué quedamos entonces? ¿0.01% del universo estadístico es obligatorio para cambiar lenguaje y términos, pero el 2% es irrelevante y no debemos preocuparnos por ellos? ¿Entonces no es verdad que el más mínimo porcentaje importa para inclusión?

Regresando a la controversia en Twitter, los medios tradicionales y de corte neoliberal, así como figuras públicas, reportaron la decisión de Elon Musk cuanto menos como miope. Lo llamaron ignorante por no entender que “cis” es un término científico (que ya vimos que no lo es) y denominaron a toda oposición al término como “abiertamente transfóbica” sin explicar por qué.

Esses, un terapeuta preocupado por el bienestar de los menores -opuesto totalmente a Volkmar Sigusch– fue denominado como “activista transfóbico” por declarar su desacuerdo al término, así como por considerar que el enfoque afirmativo de género en menores es inadecuado (también personas trans hemos dicho esto último y también he denunciado el enfoque afirmativo de género como abiertamente peligroso). En total, la única tónica de reportar esto era pintado como “No vamos a analizar esto, el señor Esses es cis, lo quiera o no porque es un término que se va a manejar, le guste a Elon Musk o no”.

Curiosamente, al mismo tiempo que esto sucedía, se dio el affair Lidl, en donde una trabajadora llamó “caballero” a una persona identificda como “mujer trans”. La persona trans denunció esto como delito de odio y solicitó disculpas y el sometimiento de la infractora.

Los mismos medios y figuras públicas que se burlaban y desestimaban las posturas de Esses y Musk como exageraciones o producto de la intolerancia por no aceptar que se les llamara “cis”, expresaban su preocupación y denunciarían el tratamiento a la persona trans del Lidl como discriminación y “lenguaje de odio” al llamar “caballero” a una persona que a la que no le parecía este denominativo. Y si, si no supiéramos los detalles del debate, esto sería muy extraño y absurdo.

Pero lo insisto hoy como lo he hecho desde el primer día: todo estaría más claro si hubiera disponibilidad a discutir y establecer términos mediante debates y acuerdos, y no dijeran que no va a haber debate porque la existencia no se debate. No, lo que hay que discutir es qué estamos pidiendo y quienes somos y por qué. Desde la comunidad trans no vamos ni tenemos por qué definir “mujer”. Ese término ya está abordado. Vamos a definir trans. Adelante.