Los test de ancestros nos prometen encontrar entre los 6.544.233.900 nucleótidos que conforman el ADN humano, aquellos que nos relacionan con nuestros antepasados más lejanos. Para hacernos una idea de la complejidad de este estudio os diré que todos los humanos tenemos idéntico el 99,9% del ADN y que, si nos comparamos con un plátano, este porcentaje se convierte en un sorprendente 60%. Entonces, ¿qué analizan los test de ancestros?
El ADN es una molécula contenida en nuestras células que alberga la información que necesita un organismo para su funcionamiento. Esta información está almacenada en forma de secuencia de nucleótidos (A,T,G,C), que a su vez se ordenan formando genes, que son la base de la herencia genética. En total, nuestro material genético está compuesto por 22 parejas de cromosomas “normales” más la pareja de los cromosomas sexuales X e Y (XX=mujer, XY=hombre). Las últimas décadas han sido muy prolíficas en cuanto a descifrar la información del ADN, especialmente en el campo de la medicina, sin embargo, todavía guarda más información de la que somos capaces de comprender.
«Es posible encontrar empresas capaces de remontarse hasta 20 generaciones»
Estos análisis se basan en los avances realizados en el campo de la biología evolutiva, y los resultados pueden variar en función de los algoritmos que utilice cada empresa para detectar las variaciones del ADN, y la base de datos con la que trabajen. Las bases de datos se nutren de la información de las personas que ya se han secuenciado el ADN, por lo que, además de carecer de representación de todas las poblaciones del planeta, nuestro ADN se está comparando con personas que viven actualmente y no con personas del pasado. Sin embargo, es posible encontrar empresas capaces de remontarse hasta 20 generaciones.
La clave de la búsqueda de ancestros con nuestra información genética está en buscar en aquellas regiones del ADN que sufren pocos cambios con el tiempo y que, por tanto, contienen la misma información desde hace miles de años. Estas zonas son el cromosoma Y (sólo en hombres) y el ADN mitocondrial. Ambas regiones conservan muy bien los denominados haplotipos, que es la herramienta principal para trazar a nuestros ancestros. Un haplotipo es un conjunto de variaciones en el ADN que tienden a heredarse en conjunto y apenas sufren variación a lo largo de las generaciones, por lo que, los individuos que estén emparentados compartirán este mismo grupo de variaciones genéticas en mayor o menor medida.
La precisión de los datos que nos devuelven en un test de ancestros depende, en gran parte, del tipo de haplotipo que se analice:
Haplotipos de ADN-Y: en los mamíferos macho, el cromosoma Y se hereda directamente del padre, sin sufrir recombinaciones, esto lo hace muy conservador en cuanto a herencia genética se refiere y sirve para trazar el linaje paterno hasta 50.000 años atrás.
La estabilidad del cromosoma Y, no lo convierte en un fragmento de ADN invariable, sino con menos probabilidad de que se generen cambios por lo que, al igual que en el resto de ADN, podemos encontrar 2 tipos de mutaciones que nos darán la clave para nuestro resultado del test:
Otra región de ADN muy útil para encontrar a nuestros ancestros remontándonos hasta 150.000 años atrás es el ADN mitocondrial. Esta secuencia de ADN la heredan todos los descendientes de una mujer, por lo que aquellos individuos que tengan el mismo ADN mitocondrial tendrán una alta probabilidad de pertenecer a la misma línea materna.
Por tanto, lo que podemos esperar de un test de ancestros es un informe de etnicidad, es decir, un informe que indique si tus características genéticas coinciden con las de alguno de los descendientes vivos de tus ancestros.
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