El ADN en la cosmética a examen

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Nuestra piel es el órgano más grande del cuerpo humano, está compuesto por tres capas: epidermis, dermis y tejido subcutáneo. La epidermis es la capa más externa y su renovación se produce en un periodo aproximado de 3-4 semanas. La renovación celular implica la creación de una nueva célula para reponer aquella que muere. Una célula nueva se genera por división de otra célula, para ello, la célula hace una copia de su ADN y después se divide para dar lugar a la nueva célula. El ADN contiene toda la información que necesita una célula para realizar sus actividades y es necesario que se conserve intacto para que esta información no se vea deteriorada.

Por Paula LLabata

Podemos imaginar el proceso de división celular como hacer una fotocopia de un documento. La primera copia saldrá idéntica al original, pero si de esta copia se hace otra copia, y de esta otra copia, la calidad de las copias se irá deteriorando. Algo similar ocurre con las células de nuestro cuerpo. En el caso de la piel, además, existen otros factores que pueden afectar la “calidad de las copias” como la radiación solar o la contaminación ambiental. El envejecimiento de las células de la piel tiene como consecuencia el cúmulo de pigmentos y sustancias de desecho, así como la pérdida de elasticidad debido a la disminución del colágeno y la elastina de la dermis.

En el mercado se puede encontrar una amplia variedad de productos que prometen frenar el envejecimiento de la piel y tienen como reclamo la utilización de ADN. Existen 3 reclamos muy distintos basados en el término ADN:

Cremas que contienen ADN

El ADN gracias a sus propiedades fisioquímicas, es utilizado en la industria cosmética como ingrediente para formulaciones de cremas y serums por su propiedad filmogénica y gelificante que lo convierte en un buen humectante para mantener la hidratación de la piel. Asimismo, el ADN utilizado en formulaciones cosméticas es capaz de inhibir la enzima hialuronidasa y elastasa, que son las responsables de la pérdida de firmeza y elasticidad. Aunque cualquier ADN posee estas características, en la industria cosmética se utiliza el ADN procedente del salmón o producido con técnicas biotecnológicas mediante bacterias.

Los beneficios del ADN como ingrediente en la industria cosmética son la causa de que se incorpore en muchas formulaciones, sin embargo, no es un componente esencial para mantener la piel hidratada ya que existen numerosas cremas, serums y tónicos hidratantes que pueden conseguir el mismo efecto sin contener ADN.

Cremas reparadoras de ADN

Como hemos comentado más arriba, existen muchos factores que dañan el ADN. En el campo de la biología se entiende como daño al ADN una modificación del mismo que puede llevar al desarrollo de una patología, por ejemplo, en el caso de la piel, un melanoma. Lógicamente, ningún cosmético es capaz de reparar este daño al ADN, por lo que habría que matizar este concepto.

En cosmética, se entiende como daño al ADN aquellos factores que afectan a la hidratación, la función barrera de la piel y, especialmente, al envejecimiento. Como en muchos aspectos de nuestra vida “es más fácil prevenir que curar” y en el caso de la piel, es mejor ponerse un buen protector solar con antioxidantes que intentar revertir un daño. En cualquier caso, existen algunos ingredientes en las formulaciones cosméticas que sí pueden revertir en cierta medida el aspecto envejecido o flácido de la piel causado por agentes externos, se trata de los factores de crecimiento epidérmicos, que favorecen la generación de colágeno y elastina, responsables de la tersura de la piel. Asimismo, otros ingredientes como la vitamina B3 o las enzimas fotoliasas pueden reparar el daño causado por la radiación UV.

Cremas diseñadas a partir de tu ADN

El estudio del genoma humano está haciendo posible emitir diagnósticos más precisos, conocer el pronóstico de enfermedades y desarrollar tratamientos personalizados según la información contenida en el ADN de cada paciente. En el campo de la cosmética, el estudio del ADN también ha generado información más concreta de por qué una persona tiene “mejor piel” que otra, o qué genes son los responsables del envejecimiento o deterioro de las fibras de colágeno y elastina.  Lab21 fue la primera compañía en lanzar un cosmético personalizado a partir del análisis de ADN de una persona. Fue en 2002 y el producto se llamaba DNA Face Cream

Fruto de estos estudios se han fundado compañías que, tras secuenciar el ADN de un cliente, son capaces de diseñar una crema adaptada exclusivamente a las necesidades de su piel. Para formularla, se basan en la información obtenida de la secuenciación de genes relacionados con la hidratación, la hiperpigmentación, la ingeniería tisular o la aparición de arrugas entre otros. El resultado es una crema con una composición adaptada a las necesidades específicas de un cliente.

Es importante que el consumidor tenga claro que, independientemente del tipo de cosmético que elija utilizar, su aplicación únicamente llega a la capa más externa de la piel, la epidermis, mientras que la regeneración celular ocurre en la dermis, por lo que la acción de un cosmético, por muy bueno que sea, siempre tendrá un foco de acción limitado.

Asimismo, es importante saber que más allá de los ingredientes específicos de un cosmético y la cantidad que contiene de los mismos, es necesario fijarse en la formulación global, ya que unos agentes pueden inhibir a otros, mientras que la unión en una misma fórmula de dos ingredientes concretos puede multiplicar la acción que tendría cada ingrediente aplicado de forma individual. Si le ha interasado el tema puede leer el libro “Radiografía de un cosmético” escrito por Gema Herrerías y Marián García que es un buen libro de divulgación sobre el tema de composición de cosméticos.

Paula Llabata

Licenciada en Biotecnología y doctora en Biomedicina. Inició su carrera investigadora en mejora genética vegetal y biología molecular en Viena, posteriormente centró sus estudios en el área de la genética oncológica trabajando en centros como el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, la Fundación Josep Carreras (Barcelona), el Dana-Farber Cancer Institute (Boston) y el el Broad Institute of Harvard and MIT. Actualmente trabaja como responsable de I+D en una empresa de diagnóstico genético y es colaboradora de Crónica Libre.