Alfredo Menéndez y Catherine Cavalín investigadores de la Silicosis en España asociada al aglomerado de cuarzo. Foto cedida por los autores.
Alfredo Menéndez y Catherine Cavalín investigadores de la Silicosis en España asociada al aglomerado de cuarzo. Foto cedida por los autores.

Silicosis: «Nadie tendría que deber elegir entre trabajo o salud»

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Catherine Cavalin y Alfredo Menéndez son una socióloga francesa y un médico e historiador granadino que llevan cuatro años investigando la causas y el alcance de la silicosis en España. Frente al negacionismo del productor, el rigor científico levanta acta de la epidemia silenciosa que causa el manipulado del aglomerado de cuarzo. España es una ‘potencia’ en la fabricación y distribución de piedra artificial utilizada para hacer encimeras de cocina, con la multinacional Cosentino a la cabeza. El productor almeriense minimiza los efectos perniciosos de su material, que exporta a todo el mundo. Su marca más conocida, Silestone, se ha convertido en nombre genérico de este producto.

La silicosis es el centro del trabajo de la investigadora francesa Catherine Cavalin, del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) francés. Es el tercero más prestigioso del mundo, con más de 32.000 empleados y un presupuesto de 3.400 millones. Como socióloga lleva años estudiando la silicosis y le llamó la atención el caso español.

En un simposio en París en 2019, conoció a Alfredo Menéndez, médico de formación e historiador de la enfermedad laboral que trabaja en la Universidad de Granada. Centrado en los efectos del amianto para la salud, llevaba un tiempo indagando sobre esa nueva silicosis que estaba afectando a muchos trabajadores de marmolerías en Andalucía. Ese fue el inicio de una colaboración que les ha llevado a convertirse, más que en científicos, “en actores frente a esta epidemia”, aseguran.

Sus indagaciones les han llevado a adquirir un papel activo frente a la falta de coordinación de las instituciones y al desconocimiento y desorientación de los afectados.  “Es lo que se denomina un proceso de investigación/acción. No se trata sólo de describir, de reconstruir, de identificar, sino también, a través de esa propia investigación, involucrar a los propios actores que también pueden generar un cambio. Es un procedimiento muy valioso para construir algo que transforme.”, explica la socióloga francesa desde Granada.

No obstante, dejan claro que los verdaderos protagonistas de este problema son los afectados y los especialistas que les tratan. «No somos justicieros ni pretendemos serlo. Trabajamos en un tema de justicia social pero no pretendemos ir más allá de lo que sabemos hacer. Lo que esperamos e intentamos es poner nuestros resultados a disposición de los actores que pueden mejorar el acceso de las víctimas a sus derechos», deja claro Cavalin. 

Han descrito muy gráficamente la incidencia de la silicosis en España como “archipiélagos de afectados”, (expresión ya empleada por el historiador francés de la silicosis, Paul-André Rosental). Así se refieren a esas manchas inconexas de enfermos que no han tenido una comunicación directa y que esto ha contribuido, junto a otros factores, a invisibilizar la epidemia de esta enfermedad de origen laboral. Los tres puntos neurálgicos se encuentran en las localidades andaluzas de Montemayor (Córdoba), Chiclana (Cádiz) y la comarca de marmolera del Valle del Almanzora (Almería).

Más de seiscientos enfermos de silicosis solo en Andalucía

El desarrollo de este nuevo material, que se empezó a introducir en el mercado a principios de los 90, coincidió con el boom inmbiliario. Una tormenta perfecta que deja centenares de hombres jóvenes, una media de 36,2 años, con los pulmones deshechos.

Andalucía es, precisamente, una de las regiones con mayor número de casos. Entre 2007 y octubre de 2022 se han comunicado 596 partes de enfermedad profesional por silicosis en esta comunidad. En toda España serían más de 2.000 casos. Y los expertos recalcan que aún hay muchos sin diagnosticar.

En esta comunidad autónoma, en la localidad almeriense de Cantoria, Cosentino tiene su principal planta de producción que va a ampliar en los próximos años hasta ocupar cerca de 40.000 metros cuadrados. Su producto estrella, Silestone, sirve para denominar genéricamente el aglomerado de cuarzo destinado a hacer encimeras de cocina, baño… El peso de esta multinacional en la economía andaluza y española es uno de los factores que ha controlado el flujo de información sobre el material y las consecuencias para los trabajadores.

Catherine y Alfredo reconocen que han actuado como correa de transmisión entre las diferentes zonas.  “Efectivamente, veíamos que había una fragmentación, incluso con el Programa Integral de Silicosis Andalucía (PISA) ya en funcionamiento”, reconocen. La Junta de Andalucía fue pionera en la creación de un marco de actuación conjunto, el plan PISA, frente a esta enfermedad de origen laboral que estuvo en vigor desde 2017 hasta 2021. Estaba destinado al afloramiento de la enfermedad la sensibilización de los profesionales sanitarios y de los servicios de prevención de riesgos laborales.

Un programa que se quedó corto y acabó demasiado pronto

Cuando nosotros nos entrevistamos con los dos médicos del Hospital de Montilla (Córdoba), que hasta ahora ha documentado 84 casos, y que en aquel momento, en octubre de 2021, eran 70 y tantos, y les hablábamos del programa Pisa no sabía qué era. Un programa de la Consejería de Salud, para la que trabajaban y no lo conocían”, subraya Alfredo Menéndez.

Es esa misma sensación de falta de coordinación es la que les llevó a proponer una reunión en Granada de noviembre del año pasado. “De las discusiones que tuvieron lugar allí es de donde sale la declaración conjunta que hemos publicado en febrero de 2023”, señala Alfredo Menéndez.

Superar esa fragmentación y la carencia de datos oficiales sobre el número de enfermos es lo que mueve a estos investigadores a crear redes. “En la Unidad Médica de Valoración de Incapacidades de Córdoba, la jefa no conocía a los médicos de Montilla que estaban diagnosticando y comunicando sospechas de enfermedada profesional entre los afectados de Montemayor”, recalca Catherine Cavalin. En ese municipio, uno de la zona cero de la silicosis está la mayor parte de los afectados cordobeses, casi un centenar.

Ocultamiento deliberado o carencias estructurales

Respecto a la naturaleza de esa falta de conocimiento entre los distintos estamentos dentro de un mismo organismo, la Junta de Andalucía, los investigadores difieren algo sobre el origen. “El desconocimiento no es deliberado pero creo que hay elementos que hacen que efectivamente el conocimiento se fragmente, las cosas no fluyan adecuadamente. Por lo tanto, al final lo que se genera es una dificultad para visibilizar el problema”, opina Alfredo Menéndez.

Catherine Cavalin aporta un punto de vista algo diferente. Alude a la agnotología, (estudio de actos premeditados para sembrar la confusión y la ignonracia, normalmente para vender un producto u obtener una ventaja) para explicar el proceso. “Muchos historiadores y sociólogos mantienen que hay elementos deliberados y otros que no lo son. Pero en los estudios, en la investigación que se hace, se indaga más en lo que está escondido y el porqué”, plantea la investigadora francesa.

En la explicación de lo ocurrido con la silicosis, en España y fuera, pone el ejemplo de lo que ocurrió en Estados Unidos con las tabaqueras. “Robert Proctor indagó en los millones de páginas de informes de las insdustrias que pudieron abrirse después de negar un gran pleito contra el tabaco”, expone Catherine. Allí se veía que había efectos nocivos que se habían mantenido en secreto para promocionar el consumo de cigarrillos, y otras cuestiones que no habían sido escondidas intencionadamente.

La falta de coordinación entre instituciones también es un factor que ha jugado en este caso, como en otros, en contra de los afectados y la prevención y la reclamación de sus derechos. El teléfono roto que hace que se pierda agilidad entre administraciones, locales, autonómicas y estatales. Esto es algo que también remarcan Cavalin y Menéndez.

Grandes empresas con mucho poder

La gran influencia de los productores del aglomerado de cuarzo es otra variable en la ecuación que ha influido en la transmisión de los riesgos que entrañaba un nuevo producto que mueve millones. Uno de los más grandes del mundo es Cosentino. Equiparable a la compañía almeriense es la israelí Caesarstone. “Son la primera o la segunda a nivel mundial, depende de los mercados”, señalan los investigadores.

“Son empresas similares, están en lugares donde no hay mucho trabajo. Son muy potentes, porque el Estado tiene que manejar este peso que tiene el empleo”, explican. La creación de puestos de trabajo es lo que da la fuerza a las multinacionales frente a los poderes políticos y económicos.

Así lo resaltan estos investigadores: “Muchas veces los responsables políticos, e incluso los trabajadores,  ponen en una balanza, que es muy injusta, el mantenimiento del empleo y la salud. Es un dilema que no debería de existir, claro, pero existe. Nadie debería tener que elegir entre trabajo o salud”, mantienen.

 A la vez, como ocurre en Israel , la piedra artificial se trabaja en talleres muy pequeños, a los que el productor del material puede echar la culpa muy, muy fácilmente, alegando que no han seguido las normas de seguridad”, añade la socióloga francesa.

Esta fue la reacción de Cosentino tras la sentencia dictada en un juzgado de Vigo el 30 de enero de este año, en la que le condenaba a seis meses y tres días de prisión. El productor dijo que la responsabilidad de las medidas de seguridad para los trabajadores era de los talleres, aunque el juzgado gallego establecía como probada la imprudencia grave al no informar de los riesgos que suponía la manipulación de su producto.

En veinte años, será un gran problema de salud laboral

A diferencia del amianto, cuyo uso está prohibido desde 2002 aunque siga muy presente en domicilios, colegios, cuarteles… , el aglomerado de cuarzo se sigue fabricando y colocando. Y todavía se hace sin seguir los protocolos adecuados, en muchos casos por ignorancia de los riesgos que entraña. Esta es una de las mayores preocupaciones para los investigadores.

Un operario manipulando una plancha de aglomerado de cuarzo. Imagen de archivo propio.
Un operario manipulando una plancha de aglomerado de cuarzo. Imagen de archivo propio.

La silicosis sigue siendo un problema de futuro porque todavía hay muchos afectados y, lamentablemente, seguirá habiendo. El aglomerado de cuarzo está en un proceso productivo en marcha y que tiene muchos años de recorrido. Si no intervenimos, estaremos hablando dentro de 20 años de un gran problema de salud laboral”, advierte Alfredo Menéndez. Esa sombría perspectiva es la que ha llevado a tomar una parte activa en el problema que estaban investigando.

Uno de los primeros pasos es poner remedio a la falta de cifras reales sobre el alcance de los casos y la casuística de los enfermos. Ellos han analizado también procesos asistenciales por silicosis atendidos en el Sistema Nacional de Salud, que han mostrado un notable creciemiento en los últimos años. “Pero no se conocen sus circunstancias, no se sabe si son hombres de 90 años que eran mineros hace 50 años; o son hombres jóvenes o mayores… No pretendo llegar a una cifra perfecta, sino cruzar y cruzar datos para ver si se puede interpretar algo que permiten acercarse a entender cómo funciona o falla el sistema de protección social, por ejemplo, las mutuas…”, apunta la socióloga francesa.

La falta de datos oficiales completos favorece al productor

El gran problema de la falta de datos es también la gran brecha por la cual “se escapa” la propia empresa Cosentino y el sector. “La Asociación Internacional de Fabricantes de Aglomerado de Piedra Artificial, y el propio responsable de comunicación de Cosentino, hacen comunicados donde se agarran a las cifras que les interesan para minimizar el problema –advierten los investigadores–. Por ejemplo, se acogen a las cifras del Instituto Nacional Silicosis, que no son exhaustivas”.

A pesar del nombre del instituto, que alude a una información de vocación nacional, los datos que ofrece son muy limitados. Solo recopila los casos que le llegan, que no son todos lo que se dan en España, según reconoce el mismo organismo en su memoria.

“Cosentino  sigue defendiendo que son una ‘empresa modélica’. ¿Pero si son modélicos, cómo tienen 95 casos en los tres últimos años, según el Cepross, [sistema de Comunicación de enfermedades profesionales  en la Seguridad  Social]? Son 95 partes, oficiales, y ya es una barbaridad, como para que digan que son modélicos. ¿Qué pasa que esos casi cien trabajadores y sus familias, no importan?”, se pregunta el catedrático granadino.

El símil de ponerse a disparar a la puerta de la fábrica y abatir a un centenar de personas da otra magnitud de lo que supone esa cifra. “¿Cómo es posible que esto no llame la atención? –se pregunta Menéndez–.  Pero claro, ese dato está ahí y se pierde porque hay que sacarlo de los datos del informe de seguimiento del PISA, son cifras disgregadas…”, añade.

En el conteo oficial acaba por desaparecer la procedencia del trabajador, si está empleado por Cosentino o no. Pero lo que sí se refleja en los datos es si son de una empresa de más con más de 500  empleados en el sector de corte y tallado y acabado en piedra. Es decir, el sector de actividad en que están registrados los aglomerados de cuarzo. Ahí es donde la investigación puede colegir que su procedencia es de la multinacional almeriense porque no hay otra con ese tamaño. “García Benavides, un catedrático de Salud Pública de Barcelona, me decía hace unos días: ‘lo que hacéis es arqueología’. Es la única manera de que aparezcan los datos”, apunta Cavalin. Ambos investigadores coinciden en que los casos conocidos son «la punta del iceberg y desconocemos cuánto hay oculto».

Culpar a los pequeños talleres, estrategia de los fabricantes

La reacción de la multinacional de decir que son los marmolistas quienes están obligados a cumplir con las medidas de seguridad es algo que hacen otras empresas productoras de piedra artificial en todo el mundo. «Es un ejemplo magnífico de cómo actúan estas grandes empresas: Caesarstone, israelí, o la española, Cosentino, diciendo que el problema es que los marmolista no han seguido las normas de seguridad. Será verdad en algunos casos pero eso no les exime a ellos porque si no, no tendrían un problema en su empresa. Si Cosentino fuese una empresa modélica no tendría 95 de sus trabajadores con silicosis. Y esa es la cifra oficial, probablemente el alcance real de la enfermedad entre su plantilla sea mayor”, opina Alfredo Menéndez.

Los investigadores apuntan otra contradicción en la estrategia de los productores de Silestone que han anunciado que reducirán paulatinamente los cristales la sílice cristalina en la composición de sus productos, del 92 al 50 por ciento. “Si no hay problema y es un producto que no es nocivo, ¿por qué van a bajarlo?», se preguntan

Menéndez, que lleva décadas estudiando el problema del amianto, añade que es un discurso que mimetiza al que esgrimieron los fabricantes de la Uralita. “Reconocemos que es lesivo o lo reconocemos a medias porque si no lo es, ¿para qué vas a bajar la concentración de sílice? A una concentración menor también va a provocar silicosis y otras enfermedades”. El símil de las tabaqueras con los cigarrillos light que siguen provocando cáncer, sería otra comparativa que encaja en la política anunciada por la marca almeriense.

Posibles efectos perniciosos también para el usuario

Los enfermos de silicosis opinan que la única solución sería que se dejasen de fabricar los aglomerados de cuarzo. Para Catherine Cavalin y Alfredo Menéndez la situación cambiaría si, como señalan algunos investigadores, se comprueba que esta piedra artificial afecta a la ciudadanía. “Si se logra demostrar, como apuntan varios estudios, que una vez instalados los conglomerados de cuarzo sueltan partículas que afectan a los usuarios, eso sería una dimensión radicalmente diferente del problema”, expone Catherin Cavalin.

El consumidor es un factor importante que puede cambiar, y de hecho ha modificado, actitudes empresariales. “Otra cosa es el conocimiento que debe darse por parte de la ciudadanía de que ese producto que han instalado en su cocina, aunque no les suponga riesgos para ellos, sí ha sido lesivo y mortal para los trabajadores que lo han fabricado y quienes lo han manipulado”, mantienen.

Radiografía de una persona afectada de silicosis. Imagen de archivo propio.
Radiografía de un marmolista afectado de silicosis. Imagen de archivo propio.

No se puede confundir, alertan, lo que es marketing de una empresa con lo que son datos objetivos acerca de los efectos de trabajar con un material y lo nocivo de su composición. Algo que en el caso del Silestone y otras marcas de piedra artificial, consideran que se ha producido.

Australia ha prohibido las importaciones de aglomerado de cuarzo

En Australia ya se han adoptado medidas para cortar la importación de aglomerado de cuarzo y controlar a los lugares en los que se manipule. Alfredo Menéndez explica por qué el gobierno y la sociedad de ese país, más sensibilizados ante este problema, les ha llevado a plantearse prohibir el material. “Aparte de las características propias del sistema de vigilancia de la salud que es muy distinto, tienen en la memoria la experiencia del amianto», explica Menéndez.

Permanece muy vivo el recuerdo de los efectos nocivos de la uralita y no pueden permitir que se vuelva a producir. En Australia tuvo una dimensión muy importante y se estima que se producen en torno a 4.000 muertes al año en ese país en relación con el amianto. «Eso genera una conciencia social, y profesional también entre los investigadores, que no es la que tenemos aquí. Por eso han reaccionado de esta manera con un número de casos muy inferior a los que hay aquí”.

En casi cuatro años de investigación, Cavalin y Menéndez, reconocen que no han mantenido contacto con la empresa. Saben que en algún momento ese contacto tendrá que llegar pero también contemplan que no les aportará demasiado en sus estudios.

“Lo que Cosentino pueda proporcionarnos me parece que tiene ya poco recorrido. Lo principal que nos interesaría saber es cómo se han tomado las decisiones para establecer la composición exacta del producto. Algo que está bajo secreto de patente y hace que los neumólogos no puedan saber exactamente qué es lo que está entrando en los pulmones de los pacientes”, explica Alfredo Menéndez.

Estudios de científicos sobre el material está mostrando que contienen otros productos nocivos. Además del cuarzo (polimorfo de la sílice cristalina), hay aluminio, cadmio, titanio, tolueno y otros productos cancerígenos. Estos materiales se han hallado en el núcleo de los nódulos silicóticos de los enfermos analizados por especialistas en Cádiz.

También se está constatando que hay enfermedades autoinmunes asociadas a la silicosis: enfermedades del tejido conectivo, como artritis reumatoide, esclerodermia y lupus eritematoso sistémico. En otros casos se deriva en cáncer pulmonar o tuberculosis.

Un problema evitable que conmueve a los investigadores

“Siempre decimos que las enfermedades profesionales son evitables, ­–explican Catherine Cavalin– pero desde luego hay mecanismos muy evidentes que no se están poniendo en marcha en este caso, sino todo lo contrario. Y esto es algo que te afecta, que te rebela y que te hace participar. Al margen de toda la cabeza, que es lo que hay que poner en esta investigación, ponemos un pedazo de corazón”.

“Es muy doloroso ver cómo se trunca una vida , cómo se condena a la exclusión social, como se condena a a personas tan jóvenes. Esto me parece tremendo, tremendo”, concluye Alfredo Menéndez.

Inma Muro

Periodista especializada en temas de denuncia social. Más de venticinco años de trayectoria en medios de información general e investigación. Entre ellos las ediciones digital y en papel de la revista Interviú. Gabinetes de prensa, comunicación institucional y agencias de publicidad.