Un niño con una pancarta en la que se celebran las 230.000 firmas que se entregaron en el Congreso de los Diputados en noviembre de 2022 para pedir una ley integral contra el acoso escolar. Foto: Carlos Luján / Europa Press

Sufrir bullying tras un cáncer: El límite infinito de la crueldad

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«Del bullying se sale, de la tumba no». Es el lema de vida de Guille. Con 14 años, tras superar un cáncer, sufre acoso escolar por las secuelas que le dejó la enfermedad. No es un caso aislado. Carlota Llinares, superviviente del bullying, hoy activista contra esta lacra en AMACAE, reflexiona sobre por qué después de lidiar con la crueldad del cáncer y ver la muerte de cerca un niño o una niña tiene que volver a enfrentarse a la maldad humana, a la crueldad del bullying. Sobre los acosadores se pregunta: ¿Qué tipo de valores tienen? ¿Son personas o pequeños monstruos sin empatía ni sentimientos? Y… ¿qué hacemos con esos padres?

Hoy quiero contaros la historia de Guillermo, un verdadero superhéroe, pero no de los Marvel sino uno de la vida real. Guille es un adolescente de 14 años, al que la vida le asestó el más duro e injusto golpe que podía asestarle. Con apenas 5 años fue diagnosticado de un sarcoma de Ewing, un tipo raro y muy agresivo de cáncer que se produce en los huesos o en el tejido blando alrededor de los mismos.

A día de hoy, aunque lo ha superado, convive con las secuelas que esta enfermedad le ha dejado, entre ellas, la falta de una pierna. Porque el cáncer no es simplemente “un año malo y ya” como algunas personas carentes de empatía y sensibilidad dicen a la ligera. Aunque se supere, quedan cicatrices y heridas, tanto en el cuerpo como sen el alma, que acompañan a la persona toda la vida. Lo que no se imaginaba era que, a su reincorporación a la escuela, tendría que enfrentarse a una enfermedad de otra índole: La crueldad y maldad humanas, de las que se alimenta el bullying Guille lleva sufriendo acoso escolar desde primaria.

«Del bullying se sale, de la tuma no»

Además de haber recibido todo tipo de insultos, también ha sido víctima de agresiones físicas varias. Aun así, a pesar de todo lo duro que ha vivido y sigue viviendo, anima a todas las víctimas a denunciar y a pedir ayuda. Desde aquí, animaros a que podéis salir de esto si lo contáis. Del bullying se sale, de la tumba no”. Para mí es un auténtico superhéroe al que la vida, aun mostrándole dos de sus peores caras, no ha conseguido borrarle su sonrisa ni quitarle las ganas de ser feliz. Gracias de corazón por tu ejemplo, super Guille.

Éste, lamentablemente, no era el primer caso similar que llegaba a mi conocimiento. Hace unos años, recuerdo estar en un stand que pusimos en el Metro de Madrid para dar a conocer nuestra asociación, AMACAE (Asociación Madrileña Contra el Acoso Escolar) y la labor que hacemos y se acercó una madre a pedirnos información a una compañera y a mí. Nos contó su historia entre lágrimas: A su hijo le estaban haciendo bullying. Por mis años de experiencia podía imaginarme muchos motivos posibles como móvil del acoso. Desgraciadamente éste sobrepasó a todos.

El cáncer, una causa más para el acoso escolar

El bullying que sufría tenía el origen en el aspecto físico que presentaba tras la quimioterapia y sus consiguientes secuelas. No podía dar crédito. El cáncer se convertía ahora en una causa más para colocar a un niño en el centro de la diana del acoso escolar. Se me partió el corazón en pedazos inimaginables. Hace unos años, también conocí la historia de Bethany Thompson, una niña de 11 años de Estados Unidos que tristemente se suicidó tras sufrir un acoso constante por parte de sus compañeros. ¿La razón? De nuevo el aspecto físico que las secuelas del cáncer cerebral que padeció con apenas tres añitos, dejaron en ella.

A raíz de estas historias, realmente me pregunto por qué después de lidiar con la crueldad de una enfermedad como el cáncer, de haber mirado a la muerte a los ojos, un niño, tiene que volver a enfrentarse a la maldad humana, a la maldad del bullying. Muchas veces me dicen que los niños víctimas de acoso son débiles, y los que se suicidan es que no han sabido enfrentarse a la vida.

Bullying, una bomba de destrucción masiva

A esa gente que habla totalmente desde el desconocimiento, y además cuenta con un déficit de empatía e inteligencia emocional importantes, les hago la siguiente pregunta: ¿Realmente os parece que una niña que ha tenido que enfrentarse a la muerte a tan temprana edad es débil? ¿O tal vez es que, en ocasiones, más de las que me gustaría contar, el bullying actúa como una bomba de destrucción masiva para el autoestima de la persona que lo sufre?

Una bomba, en ocasiones tan devastadora, que la respuesta que encuentra la víctima es acabar con su vida. Si la única salida al sufrimiento que están encontrando muchos niños y adolescentes víctimas de bullying es suicidarse, es que estamos fracasando estrepitosamente como sociedad. Que una niña pudiera vencer a es una enfermedad como el cáncer, pero no pudiera sobreponerse al daño y al sufrimiento que estaba provocando en ella el bullying, me da mucho que pensar sobre los límites de la maldad de ciertas personas. Y a edades cada vez más tempranas.

¿Los acosadores son personas o pequeños monstruos sin empatía ni sentimientos?

He tratado con muchas víctimas y sus familias, y todos los motivos que he conocido por los que sufren el acoso me parecen realmente crueles. Pero cuando detrás del bullying está el haber pasado por un cáncer, haber tenido que luchar por su vida, ya me parece una maldad tan elevada como incomprensible. Como si la enfermedad por sí sola no fuera ya suficiente crueldad y sufrimiento.

Niños como ellos deberían, si cabe ser y sentirse más apoyados, mimados y cuidados por sus compañeros. Y cuando en lugar de ese cariño que tanto necesitan y merecen, lo que reciben es bullying, pienso y reflexiono: ¿Qué está pasando en la sociedad actual? ¿Qué es lo que están viendo estos niños cada vez a edades más tempranas? ¿Qué tipo de valores tienen? ¿Son personas o pequeños monstruos sin empatía ni sentimientos?

Del bullying al voluntariado

Los padres y madres de los niños y niñas acosadores de casos como éstos ¿qué tipo de educación, sobre todo en valores les han transmitido? ¿Qué modelos les han proporcionado? ¿Qué piensan al saber que sus hijos hacen bullying a un compañero enfermo? ¿Verdaderamente no se sienten fracasados como padres y como personas? Desde luego, a mí me costaría no sentirme así. Y si fuera mi hijo/a le llevaría de cabeza (rapada al cero, además) a hacer voluntariado a la planta de oncología infantil de algún hospital, para ponerles en situación y que conocieran de primera mano la cruel y dura de realidad que atraviesan estos niños.

Quiero pensar que quizás, así se produciría un cambio en su manera de pensar y actuar, empatizando con los que sufren. Y tal vez dentro de unos años, alguno de estos niños/as acosadores/as también podrían ser activistas en la lucha contra el acoso y escribir algún artículo titulado “De hacer bullying al voluntariado: Cómo pasé de ser un desgraciado a una persona satisfecha consigo misma”

Carlota Llinares

De profesión, ingeniera naval (especializada en EERR). De vocación, artista. En mis ratos libres, "princesa guerrera contra el bullying". Comunicadora y activista en la lucha contra esta lacra. Superviviente del bullying que ahora ayuda a víctimas y a sus familias.