Opinión

El Partido Popular no quiere «pasar el mando»

Ayer leía un titular que hacía suficiente para describir la situación actual: “Feijóo exige a Sánchez renunciar a la reforma de la sedición y restituir el delito de referéndum ilegal para renovar el Poder Judicial”. Este exige, subrayado por mí y seguramente escrito de manera tendenciosa por el redactor de turno, evidencia sin embargo una cuestión de fondo que nos resulta ineludible en la coyuntura en la que nos encontramos.

El Partido Popular se comporta como si pudiera decidir con respecto a ciertos procesos que van desde el Congreso hacia el Senado y lo hace -pues no puede de otro modo- evidenciando que el Poder Judicial está en sus manos. Esto supone que no haya ninguna separación de poderes como la que se presupone en una democracia representativa. 

Sinceramente, y esto es lo me gustaría subrayar aquí, esto no supone ningún escándalo. Las contaminaciones y las determinaciones por parte de los distintos poderes han marcado nuestra democracia y la de la mayoría de los estados que en su propuesta constitucional se proponen de forma presuntuosa generar un poder estatal emancipado, funcional y justo (nótese la ironía de este último subrayado). Es justo por esto mismo que las más recientes propuestas de ley del grupo de gobierno se desarrollan con esa forma atropellada, nerviosa y casi en la confidencia, lo que empuja al bloque de derechas a llamarlas anticonstitucionales, con mayor o menor justicia. 

Jesús Hellín / Europa Press. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado, a 21 de diciembre de 2022, en Madrid (España).

De hecho y esto es algo cómico, el Tribunal Constitucional, al bloquear anteayer la propuesta, no entró a valorar el contenido en sí de las enmiendas, sino la corrección o incorrección del procedimiento utilizado. Lo que es lo mismo: hizo de maestro acomplejado en un ámbito académico alto, que ante un alumno que puede dejarlo obsoleto, reacciona criticando su uso bibliográfico o su estilo. Tu proyecto puede ser más o menos justo, pero no me gusta cómo lo presentas. Es posible que lo que dices deje en evidencia que efectivamente, yo no pinto nada aquí, pero sólo si lo haces según las normas que permiten burocrática e injustamente que yo siga aquí, haré como que puedo empezar a considerarlo.

No para de invocarse estos días, tanto en la Sesión de Control como en cada entrevista que se realiza a un diputado, la palabra Constitución. Otra de las expresiones que más se repite, hasta diluir su sentido de una manera volátil y absurda, es la de Legitimidad. Pero lo que realmente se está debatiendo es precisamente eso, quién está legitimado y quién no de entre los miembros del congreso para saltarse la Constitución a la torera, como ya se ha hecho desde que esta existe. ¿Es más anticonstitucional bloquear los puestos de los magistrados o lo es tratar de intervenirlos de manera bruta y desesperada? 

Como un primogénito que ostenta un juguete que ya no le toca sólo para hacer de rabiar al pequeño de la familia, el Partido Popular remite al güen hacer de las leyes, el que hacían ellos cuando les tocaba turno para jugar a la Play y mientras tenían a sus propios magistrados. Mientras, desde las vallas, miramos como lo hacíamos siendo el tercer sibling en discordia: entre una curiosidad desinteresada y una alerta por si nos salpica un porrazo o nos piden que nos pongamos de parte de alguien.

Pero la realidad es que sabemos que el abuso viene de lejos, casi de la horda primordial y su constitución grabada en piedra con los huesos del páter original. A mí también mi padre me decía que si iba a hacer algo que no le gustase, que por lo menos evitase que él lo viera. El problema es que ahora podemos verlo todo y podemos verlo todas, pero eso mismo hace que ya no importe lo que esté sucediendo. Sigan pasando por el Senado. Es momento de tratar banalmente cualquier cuestión que por dramática que parezca, siempre se ha hecho y deshecho sin la menor cautela. 

Miguel Pardo Bachiller

Miguel Pardo. Crítico circunstancial. Graduado en filosofía y “especializado” en cuestiones de gestión cultural, crítica y arte. Crítico musical en webs y revistas musicales como Mondosonoro, Binaural o Beatburguer desde hace más de diez años. Seguirán cayendo nuevas inclinaciones e intereses, cada una menos coherente que la anterior. Ermitaño en las redes y community manager.

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