La presidenta del BCE Christine Lagarde. Foto: Sandra Blaser/World Economic For / DPA
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Lagarde arruga el morro, nos amenaza y se va de rositas

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La presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha amenazado con que subirá los tipos de interés. No podía encontrar mejor escenario que ese vergonzoso y obsceno Foro de Davos, convertido hace tiempo en un costroso photo call de élites. Parece claro que los van a llevar al 3%, por lo menos.

Una circunstancia que tiene consecuencias imprevisibles, como las tuvieron en su día las bajadas de tipos al cero y el acto antinatural de fabricar dinero para comprar la deuda pública de los países. Es importante que la sociedad tenga claro esto. La quiebra de Lehman Brothers en 2008 y la crisis de la banca de inversión americana llevó al mundo al borde del colapso financiero. Poca gente a pie de calle sabe lo que ocurrió: quebraba Lehman, y en apenas una semana haría cerrar a la totalidad de la banca de negocios. De inmediato, en menos de un mes, habría caído la banca comercial en EE UU. Toda.

Sin dinero en los cajeros, con las oficinas cerradas y sin duda, sin posibilidad de transferencias; con un corralito en toda regla, en menos dos meses mes habría desabastecimientos en los supermercados. En los de Manhattan, no en el tercer mundo. A partir de ahí, nadie acierta a imaginar qué ocurriría con el mundo OCDE.

Un rescate al mundo

Se hizo entonces lo que se tenía que hacer: una actuación de cortafuegos por parte de la Reserva Federal y el Tesoro, con el apoyo del Congreso americano, rescatando bancos, entrando en su capital y lanzando líneas de liquidez. El Congreso aprobó aquello con el estómago revuelto: para los Republicanos, eso era socialismo, para los Demócratas, un rescate a la banca. Pero fue más que eso: fue un rescate al mundo.

Rescate que se repitió en 2012 a este lado del Atlántico, cuando Mario Draghi espantó de un plumazo a los bajistas diciendo que haría “lo que sea necesario” para salva al euro. (Por cierto, si me permiten citarme a mi mismo, tienen una crónica muy buena de todo esto en un libro que escribí junto a Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4).

Hasta ahí, se hizo lo que se debía, que era poner coto a los excesos de la banca de inversión y el tsunami de la economía ‘financiarizada’. ¿Qué se debía hacer entonces? Tomar medidas estructurales. Volver a poner el contador a cero del indiscutible bienestar que se había alcanzado desde 1990, con ciertas medidas de control a los mercados (básicamente, que dejaran de existir activos financieros sin subyacente real y sin control), a los políticos para poner freno a su corrupción y, a partir de ahí, devolución de soberanía a la sociedad civil.

Tomar medidas estructurales

Se hizo lo contrario: hoy, los productos indiciados son tantos o más que los bonos y acciones, mientras que las estructuras políticas son más fuertes que nunca. Así, nuestra soberanía cada vez es menor: piensan y deciden ellos por nosotros y no al revés, que debería ser lo correcto.

En España, la fiscalidad está en máximos históricos, tanto en recaudación como en porcentaje sobre PIB, en lo que constituye el mayor recorte social posible. A ambos lados del Atlántico, como ya se ha apuntado, se compraron las deudas por parte del BCE y la Fed; y se bajaron los tipos al cero, que desde 2016 a 2022 se situaron en las ridículas zonas negativas. ¡Tipos negativos!

Todos los bonos y Letras del Tesoro fueron comprados íntegramente por el BCE

De esta manera, durante años, todos los bonos y Letras que emitió el Tesoro para paliar el déficit estructural, así como las renovaciones de deuda, fueron comprados íntegramente por el BCE. Todos. En Francia e Italia ocurrió lo mismo. Más del 25% de nuestra deuda pública, que ronda el billón y medio de euros, la ha comprado el banco central europeo. ¿Con qué dinero? Con el que fabrica.

La casta politocrática se dedicó a prometer derechos sociales y blablablá, disparando de manera insensata la deuda pública. Con pólvora del Rey, claro. Sus grandes medidas estructurales eran freírnos a impuestos. El indolente Rajoy, que puso al frente de Hacienda al monstruo de los impuestos (“¿pero este es de los nuestros? ¡Si era liberal! ¡No se le reconoce!”, decían miembros de la vieja guardia pepera), quitó todas las deducciones habidas y por haber, y pegó apretones donde pudo. De Sánchez y los podemitas ya ni hablo: están buscando desesperadamente a todo aquel que osa ganar algo más del salario mínimo para caer sobre él como un delincuente. Es una exageración, pero no excesiva.

La inflación que sufrimos es por ese chorreo billonario de dinero fabricado, que se ha contenido por la deflación salarial y la recesión de balances de las empresas, hechas polvo por el escenario fiscal y decreciente. Que salgan los politicastros diciendo que la inflación la crean los beneficios de las compañías es un chiste de muy mal gusto.

Llega un momento en que hay que plantearse si los políticos e instituciones deberían tener responsabilidad civil como (presuntamente) tienen los directivos de grandes empresas. La que han liado en estos 15 años ha sido inenarrable. Que ahora le den el premio Nobel a Ben Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal y a quien se conocía como ‘helicóptero Bernanke’ por la expansividad con que repartía dinero, es una tomadura de pelo a la sociedad.

En 2004, Zapatero heredó un país que era señalado en Europa como el ejemplo a seguir. En 2007 ya había una muy seria crisis en ciernes, que él negó por activa y por pasiva, asegurando que el sistema bancario español era el mejor del mundo. Una vez ganadas las elecciones por segunda vez, en pleno estallido de la crisis de Lehman, lanzó el Plan E de gasto público poco menos que dilapidando billetes para rehacer obras ya hechas. Estuvimos amenazados de intervención. Tuvo que venir el PP a subirnos los impuestos. Realmente, nos hizo polvo a los españoles. Un político que no querían ni en su propio partido, que ganó las elecciones de carambola, pero causó un daño terrible, a pesar de que ahora vaya pontificando de la “desigualdad”, la bandera de la izquierda para aplicar socialismo a mansalva. Desigualdad que se arregla con igualdad en la pobreza.

¿Debemos aceptar sin más a ZP pontificando? A él le va muy bien, pero la destrucción de riqueza que creó fue terrorífica. ¿Debemos aceptar sin más tragar cómo le dan un premio Nóbel a una persona de larga trayectoria en la Fed? Fueron ellos los que permitieron que la banca de inversión creara un monstruo que casi nos devora.

¿Debemos aceptar sin más que la presidente del BCE diga con el gesto arrugado que no le gusta la inflación y que nos va a subir más los tipos? Fueron ellos los que los bajaron y lanzaron torrentes de liquidez que nunca llegaron a la economía: se la quedaron los bancos para hacer ‘carry trade’. Más les habría valido ingresar directamente 5.000 euros a cada persona en su cuenta, para que los gastara íntegramente en consumo. Serían unos fondos que, por una vez (hola, Next Generation) llegaban donde tenían que llegar.

Manuel Lopez Torrents

Periodista económico. Empresas, mercados, inversiones, medios... Un día dije que bajarían el sueldo a los funcionarios o que vendría una amnistía fiscal y me llamaron loco. Quizá por eso siempre admiraré al que me dijo que la banca de inversión americana iba a quebrar mucho antes de que lo hiciera. No era un adivino, sólo miraba sus balances. Me gustan la prosperidad, y la clase media. Escribí tres libros de economía