El desconocimiento económico y la inexperiencia laboral de los políticos causa miles de millones de pérdidas a los países. Europa Press (Foto de ARCHIVO) 27/11/2022
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Políticos que no han trabajado nunca destrozan el PIB español desde la seguridad de sus altos sueldos públicos

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Lo diré una y mil veces: uno de los principales males de este mundo es que quienes están haciendo las leyes son políticos que no han trabajado nunca en el sector civil. Dicho de otro modo: no han dado un palo al agua en su vida y, por tanto, no tienen el menor conocimiento empresarial, ni de economía. Y así salen las leyes que salen. Totalmente intrascendentes, en el mejor de los casos; dañinas casi siempre. De espaldas a la sociedad. Infladas de ideología woke, de buenismo cara a la galería, pero rellenas de nada. Que no prevén las consecuencias. Que empiezan la casa por el tejado. Es culpa del imperio de la mediocridad política que sufrimos. Se nota y se sufre, en un deterioro continuo, global. El sistema está montado así y es endogámico. ¿A cuénto de qué esto? Sigan y lo verán.

Ningún político conoce la realidad de una pyme y menos de una gran compañía. No son conscientes de que cada vez que llega el veintimuchos de cada mes, lo primero que le toca a una empresa, o a un Autónomo, es pagar a tocateja a la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS). Haya cobrado o no, tenga pagos en el horizonte o no, retrasos con clientes o lo que sea. Clinc clinc. No hay posibilidad de eludirlo: si no se paga, se embargan las cuentas en tiempo récord. Y después nóminas. Lo que pesan, madre mía. Qué importante sería que todo el mundo viera eso.

Con esta gratuidad a la hora de dictar leyes y confiscar, por supuesto, se dispone de lo de los demás con una ligereza inherente de quien no tiene la menor idea de lo que cuestan las cosas. Así, llegan las tonterías con aureola socio-buenoide en cascada, que causan una fuerte merma al tejido productivo. La Eulalia Renguant, de la CUP, dijo que, tras el Procès, podrían establecer un corralito bancario en Cataluña, ignorando que no tenían la menor capacidad técnica (no hablo de legal) para hacerlo. ¿El resultado? Retiradas de dinero de Sabadell y Caixa y fuga de sedes de Cataluña en cascada. El daño que hicieron sus gratuitas tonterías fue irreparable. Pues ahí sigue la tía, llevándoselo calentito.

Por citar de memoria, en apenas unos meses se han aprobado, o se están estudiando muy en serio, genialidades como:  

  • Prohibición de facto de aportaciones a los planes de pensiones privados. Antes, se liquidaron las sicav. Todo, sin motivo que lo justifique, más allá de la antipatía política, ni el menor beneficio para nadie.
  • Impuesto especial (o sea, inventado) a las grandes fortunas.
  • Impuesto especial a bancas y eléctricas por sus beneficios ‘extraordinarios’.
  • También, tope a la subida de las hipotecas variables.
  • Tope a los alquileres.
  • …y castigo a las viviendas vacías.
  • Prohibición de compra de vivienda en Baleares a no residentes y propuesta de supresión de la Golden Visa. Los okupas tienen prioridad.
  • Nuevas restricciones a los cruceros en Barcelona.
  • Amenazas de tope a los salarios altos.
  • Se han subido las cuotas a los autónomos.
  • Un dinerito extra a los chavales de 18 años para que compren vídeo juegos… o incluso si alguno se equivoca, libros.

Además, se ha intervenido el mercado energético y se está haciendo una Ley de Vivienda que promete sorpresas. Se está demonizando a la sanidad privada, que ha tenido un papel crucial en la reciente pandemia, sin ir más lejos.

Cada una de estas medidas, recitadas de carrerilla, daría para páginas y páginas de argumentario en contra, por el deterioro económico que causan. Por el descerebramiento que constituyen.

Todo, por supuesto, en medio de graves insultos a los empresarios (“si Galán y Botín se enfadan es que algo estamos haciendo bien”, dice Pedro Sánchez) a quienes, entre otras cosas, se les sube el Salario Mínimo. De los Autónomos ni hablemos.

Tampoco están mal los titulares amenazantes de “Hacienda pondrá el foco este año en…” (rellénese con lo que se quiera, será verdad).

Y claro, llega Ferrovial y se marcha de España. Aquí queríamos llegar. Sin disimular demasiado, además: se las pira a Países Bajos, que tiene Triple A, mientras España es sólo A (y gracias al BCE, si no, veríamos) y además disfruta de “un marco jurídico estable”. Cosa que no ocurre en España, le pese a quien le pese. La repentina decisión ha dejado a nuestro Gobierno (y a Macarena Olona, por cierto) estupefacto. Han quedado con el trasero al aire: “anda, ¿o sea, que eso se puede hacer?”. Quienes ahora contemplan entre indignados y asombrados el portazo de Rafael del Pino se meten muchos miles de euros al mes. Evidentemente, la respuesta pública a la medida ha sido otra sarta de sandeces, a cual más delirante, incluyendo a la prensa izquierdosa. El País ha arremetido contra la empresa por no pagar Sociedades en 2020, año en que la firma perdió algo más de 400 millones. Este impuesto es sobre… beneficios. Otros, han culpando de la fuga a ¡¡Díaz Ayuso!!. Verídico.  

La compañía está presidida por Rafael del Pino Calvo Sotelo, hijo del fundador y actual máximo accionista. Por tanto, se juega su propia pasta y ahí pocas bromas. Capitalista despiadado, quizá. Tonto, ni un pelo. El grupo hace tiempo que tiene el 90% de sus ingresos fuera de España, repartido en varias actividades (construcción, servicios, autopistas…) y el 90% de su capital flotante está en manos foráneas. Una compañía que no tuvo reparos en reducir su presencia en Reino Unido por el Brexit. Cuida de lo suyo. Realmente, era una suerte tener en nuestro país a una compañía como esta, líder mundial, que sólo en España emplea a casi 20.000 personas.

Pero Del Pino, a quien ya Hacienda le inició en 2012 o 2013 una investigación que le causó un gran quebradero de cabeza y una exposición mediática no deseada, llevaba una temporada más que calentito. La cantinela podemita de que sólo es patriota quien paga impuestos no tiene un pase. Es una manipulación vergonzosa de quien no ha currado en su vida y quiere lo de los demás. Ninguna persona acude a su trabajo a que le metan la mano en el bolsillo. Al trabajo se va a ganar dinero y a prosperar, lo sabemos todos. Los primeros, Pablo Iglesias o Errejón, como hemos podido comprobar.

El espectáculo de miembros del Gobierno ofendidos con Ferrovial sólo es la prueba palpable de su desconocimiento supino del mundo empresarial, económico y una constatación fehaciente de su mediocridad. Ahora, salen con amenazas. Como si Ferrovial no llevara años haciendo cálculos sobre esto y tenga previstas y cubiertas todo tipo de represalias o pataletas, que la UE prohíbe, por cierto. Aun intentarán embargarle la finca a Del Pino o el chalé de El Viso. Lo que sea.

Lo preocupante es que las principales empresas domésticas con presencia internacional hace tiempo que han realizado sus estudios sobre traslado de sede. Todas. Otra cosa es que lo hagan o no, pero que tienen claro dónde se irían y cómo, que no le quepa duda a nadie. No queda nadie sin su plan de emergencia. La duda es dónde sitúan el límite para pulsar el botón rojo. Incluso tienen plan de escape algunas pymes de cierto tamaño. Y los altos patrimonios, tres cuartos de lo mismo, si es que queda alguno aquí todavía.  

El maltrato a nuestro tejido empresarial por parte de nuestros ineptos, zangolotinos y vagos politicastros es doblemente ridículo, porque ¿saben quién es el principal grupo de interés de las empresas Ibex? ¿Quién es el gran beneficiado de ellas? Uno diría que los accionistas, o quizá las primeras líneas ejecutivas con sus bonus y sueldos millonarios… No: es Hacienda. En 2021, las Ibex pagaron 37.000 millones de euros en impuestos, un 3% del PIB y más del 12% de contribución de todo lo captado por Impuesto de Sociedades.

Pero hay más y más importante aún: la aportación de estas empresas es 2,75 veces superior a la destinada a los accionistas, los verdaderos dueños, conviene subrayar. Casi tres veces más impuestos que dividendos. El primero y el que más pone la mano es el fisco. Son datos de PWC, la célebre jaus waterwach cúper. Vean la cantidad de impuestos existentes, da más que miedo. Algunos ni nos suenan. Y nuestra casta politocrática, que jamás ha trabajado (hola, Rufián, hola, Montero, Yolanda, Pedro Sánchez, Iceta; incluso Calviño, y casi todos los demás de todas las formaciones) les dice que es poco. Que tienen que arrimar el hombro, ser patriotas y mostrar su compromiso.

Que lo hagan ellos, no te fastidia, que no han hecho nada bueno en su vida, aparte de vivir del partido y lo público. Pero claro, qué bien se va en el Falcon. No se ha visto en otra en su vida. Qué glamour destilan las pelus de lujo madrileñas, con lo cutrecilla que era la gente en Santiago, con tanto peregrino. Cómo molan los bares de Madrid entre semana, yo no vuelvo a Santa Coloma así me maten, aunque dije que devolvería el acta de diputado, aguantándome la risa; nueve mil al mes.  

Consideran ‘beneficios caídos del cielo’ o extraordinarios el que los bancos por fin tengan margen de intereses, es decir, ingresos de tomar dinero y prestarlo. El negocio de toda la vida de la banca, que durante seis años no ha existido, por los tipos negativos. Que el precio del dinero esté ahora en un nada exagerado 3% les hace merecedores de un impuesto extraordinario por su actividad ordinaria, dicen nuestros genios, mientras, por otro lado, proponen topar las hipotecas variables. ¡Y ojo, que el PP aplaude! No será Feijóo quien dé un giro a todo esto.

Ignoran que el beneficio de la industria bancaria en España hoy es menor al de 2007, a pesar de que Santander y BBVA hayan cantado a los cuatro vientos, de manera imprudente, sus ganancias récord. Son récord porque suman un montón de bancos que han tenido que engullir, no por crecimiento de negocio y menos en España.

La historieta de que Ferrovial ha crecido gracias a los impuestos de los españoles por la obra pública es insultante, de una pobreza argumental totalmente sectaria. Barata. Cutre. Y, de paso, Franco ha resucitado de nuevo, no podía faltar.

La constructora madrileña (futura holandesa) es una empresa surgida en la posguerra, como casi todas las grandes de hoy en día y la mayor parte de las fortunas. ¿Creció por contratos ganados en su día gracias a su cercanía al régimen por el apellido Calvo Sotelo? Sin duda. Tampoco había muchas más empresas capaces de construir embalses o carreteras en esos años. Prácticamente todos los grandes patrimonios se han generado en periodos de guerra o posteriores.

Pero luego, ya en democracia, y vamos para 50 años, cuando Ferrovial ha logrado licitaciones lo ha hecho porque ha ganado un concurso. Ole por ellos. Sin duda las obtenían por presentar los proyectos que más convenían a los contribuyentes. ¿Quién hacía el favor a quién? ¿Fue con el dinero de los contribuyentes con el que se fueron a competir en Australia, EE UU, Reino Unido…? Si tienen que devolver el dinero, ¿les devolverán los viaductos, las carreteras y las vías de tren? No jeringuemos.

¿Pueden tener algún caso de corrupción o problemas fiscales a sus espaldas? Seguro. Es técnicamente imposible que no los tengan, cuando se manejan determinados volúmenes de negocio. Hacienda siempre quiere más, para empezar. Pero es un gran contribuyente al PIB. Aporta mucho muchísimo más que el coro de voces ofendidas.

Siempre he pensado que, si llegara a la Moncloa, lo primero que haría sería pedir un encuentro con todas las Ibex y requerirles: “Sois el mascarón de proa del país. Quiero que no echéis a nadie y deis más juego a los proveedores: ¿qué os hace falta para eso?”. Reunión que no se ha dado jamás, claro. Ni ahora, ni antes. Pedro Sánchez ha asistido impasible a la humillación de ver cada día en la portada del Expansión despidos de miles y miles de empleados de cada gran corporación. Eres y más Eres. En realidad, se la sudaba. Lo arregla con enormes convocatorias de empleo público; ¿quién dijo problemas? La gente, a Correos, aunque pierda la mundial año tras año. Los concursos de acreedores de las pymes no interesan a nadie.

Ya nos pasó con Zapatero. Agarró un país con superávit presupuestario, sin prima de riesgo y creciendo como un avión. Lo entregó al borde la quiebra, con cerca de 500 puntos básicos y un  sistema bancario destrozado, al que calificaba hasta el día antes como “el mejor del mundo”, sin tener ni pajolera idea de por qué lo decía. Un ignorante que no sabía qué era la deuda pública, el déficit o cómo se financia un estado. Que pensaba que el dinero público era algo inagotable. Un Pedro Solbes atónito le tuvo que explicar que se había acabado. “No me digas que no hay más dinero para política, Pedro”.

Nos estropeó la vida a todos. Igual que Rajoy, claro. Otro incompetente, este con aureola académica por ser registrador de la Propiedad (tremenda oposición, hay que reconocer), pero que se creyó que con poner a Montoro ‘el empalador’ al frente de los ingresos y a Luis de Guindos, experto en mercados financieros, como interlocutor en Bruselas y Frankfurt, ya estaba todo hecho. Y permitió que España se fuera definitivamente por el fregadero sin implementar una sola reforma que estimulara el crecimiento, confortablemente mecido por el engañoso efecto de las compras de deuda del BCE. Feliz, por las Champions del Madrid.

Son auténticos depredadores del PIB, es decir, de la riqueza nacional. Por su desconocimiento e inoperancia. Y nadie les pide cuentas. Justo lo contrario de lo que ocurre en la vida civil, donde cada vez hay más presión sobre el trabajador por cuenta ajena. El que no rinde, a la calle, en un país que no crece. Mientras, ellos disfrutan de sus sueldos vitalicios. Nosotros, de una renta per cápita inferior a 2007. Y que a nadie se le ocurra aparcar mal o pagar el IVA cuatro días tarde. Se le cae el pelo.

La sociedad civil debería ser implacable con nuestros vividores de lo público y tengo clara cuál sería la condena ideal. Nada de cárcel, nada de exilios o castigos ejemplificantes, simplemente, despojarles de los chollos: fuera sueldazo, fuera despacho, coche oficial, honoris causa, Consejo de Estado y otros privilegios. Y a trabajar en el mundo que nos han dejado. Como todo quisque. A reportar a un jefe que pide resultados. La inmensa mayoría no valdría ni para becarios.

Manuel Lopez Torrents

Periodista económico. Empresas, mercados, inversiones, medios... Un día dije que bajarían el sueldo a los funcionarios o que vendría una amnistía fiscal y me llamaron loco. Quizá por eso siempre admiraré al que me dijo que la banca de inversión americana iba a quebrar mucho antes de que lo hiciera. No era un adivino, sólo miraba sus balances. Me gustan la prosperidad, y la clase media. Escribí tres libros de economía