Resulta curioso constatar que, en líneas generales, los presupuestos no se han modificado sustancialmente durante la negociación entre ERC y PSC , esa es la realidad. Aparentemente, el principal escollo en las negociaciones eran tres proyectos que el PSC consideraba irrenunciables y a los que ERC y los Comuns se oponían: el Hard Rock del Camp de Tarragona, la construcción del cuarto cinturón entre Terrassa i Sabadell y la ampliación del aeropuerto del Prat.
Pues bien, en el acuerdo firmado en el Palau de la Generalitat, estos tres proyectos quedan relegados a un documento de tres páginas en el que se establece el compromiso de estudiarlos e impulsarlos, sin ninguna voluntad explícita y real de ejecutarlos. Los socialistas sabían perfectamente que, aunque el gobierno de la Generalitat decidiera tirar adelante con los proyectos que defienden, estos no podrían ejecutarse ni en esta legislatura ni en la siguiente. ¿Cuál ha sido la razón real de esta negociación tan larga y tediosa? En primer lugar, teatralizar un desencuentro, la política es gesticulación y declaraciones grandilocuentes de cara a la galería y acuerdos
sólidos negociados entre bambalinas.
El acuerdo real y formal entre ambas formaciones para cerrar unos presupuestos quedó cerrado secretamente en el mes de octubre del año pasado, después de la ruptura del gobierno de coalición entre ERC y JUNTSXCAT.
El President de la Generalitat Pere Aragonès tenía tres alternativas: someterse a una moción de confianza, convocar elecciones o formar gobierno en minoría. Con solo 33 diputados de un total de 135, Pere Aragonés optó por gobernar en minoría, no porque fuera un irresponsable, sino porque recibió garantías políticas sólidas de apoyo a los presupuestos de Comuns y PSC y, sobre todo, de la Moncloa. Pedro Sánchez no quería un escenario de adelanto electoral en el que JUNTSXCAT pudiera tomar la delantera a ERC, ni tampoco afrontar el final de su legislatura con los diputados de ERC oponiéndose a todas las iniciativas en el Congreso de los Diputados.
¿Por qué Salvador Illa ha presionado hasta el último momento, con una escenificación del desencuentro tan larga y tediosa si todo estaba acordado? Para salir en una buena posición en las próximas elecciones municipales del mes de mayo, demostrando firmeza ante sus alcaldes del cinturón rojo de Barcelona.
Los ediles de las zonas afectadas por las grandes infraestructuras que defiende el PSC reciben un importante balón de oxígeno que les permitirá revalidar sus alcaldías. Pero aún hay otra razón más poderosa que ésta. Los socialistas desean mantener a toda costa la presidencia de la poderosa Diputación de Barcelona. Para ello necesitarán, en su momento, del apoyo de los diputados de ERC. Ese es, a mi parecer, el precio real del acuerdo. ¡Ah! Y sin la competencia de la extinta Convergència y con JUNTSXCAT enrocada en un discurso de resistencia, ERC y PSC copan el centro de la política catalana, ese espacio al que todos quieren acceder para ganar unas elecciones.
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