Christine Lagarde
Christine Lagarde , Presidenta del Banco Central Europeo. Foto: EU Council/dpa Europa Press
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Controlados en tiempo real por el BCE

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La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, dijo, como si tal cosa, que se mostraba favorable a la existencia de un euro digital, ya que el anonimato que proporcionaba el dinero en efectivo “no es una opción viable”. Unas declaraciones alucinantes, sobre las que conviene insistir, porque están condicionando nuestro futuro en gran manera.

Suponen un paso casi definitivo en el proceso público orwelliano en el que estamos inmersos: nuestras decisiones están acotadas. Decididas. Nuestro dinero no tiene que estar en el bolsillo propio, cosa que ya se está diciendo sin disimulos. Tiene que estar en el de el Estado. Y el paso siguiente está planteado ya: el poco que le quede a cada individuo, estará tutelado en tiempo real. En definitiva, no pienses ni tomes decisiones, que ya lo hace alguien por ti.

El euro digital, denominado de momento Central Bank Digital Currency (CBDC) no es un medio electrónico de pago más. Es mucho más. Conviene que la sociedad sea consciente lo antes posible.

Un ciudadano normal dirá que ya tiene dinero digital. Su efectivo está en el banco, registrado electrónicamente mediante una anotación en cuenta, y paga con tarjeta de débito o crédito, teléfono móvil, Apple watch, transferencia on line; incluso PayPal u otros wallets… En cada operación, se descuenta (si se paga) o se anota (si se recibe) el importe en el saldo. Pero también existe la opción de retirar el dinero en el cajero y disponer de él a su antojo. A partir de ahí, no hay registros. Y eso es lo que la jefa del BCE considera “inviable”.

Con la CBDC, cada unidad monetaria (cada moneda; digamos) será un archivo incopiable y con una trazabilidad y localización perfecta. Con vida propia. Es decir, si usted pagara a Hacienda, por ejemplo, podría saber a qué se ha destinado su dinero. Tendría la capacidad (suponiendo que se la otorgaran) de conocer qué parte de una carretera determinada o de pensión de una persona concreta se habría pagado con él.

Permite tener información en tiempo real de nuestro saldo y nuestro gasto

Una anulación total de ese anonimato, que constituye un gran pilar de libertad individual. ¿Qué puede venir después de eso? Imagínense: imposición de cuotas y restricciones por todas partes. ¿Cuánto tardarían los Gobiernos en decidir cuánta gasolina podemos gastar, cuánta carne; qué productos ecológicos o no podemos consumir…? ¿Qué huella de carbono podemos generar, qué ropa sintética podemos comprar…? Un paso más hacia ese control total al que las élites políticas se dirigen con tanta alegría, siempre con la bandera del bien común que históricamente la Humanidad ha seguido borreguilmente, para ser estafada sin excepción de unos u otros.

Lagarde ha pronunciado esas amenazantes palabras sin cortarse un pelo. Christine Lagarde, esa entrañable política, amiga de la sociedad y los derechos, que fue condenada por una minucia: un mega bonus de 429 millones de dólares a otro gran prohombre, Bernard Tapie, cuando fue ministra de Finanzas. No pasa nada: el Fondo Monetario Internacional (FMI) la respaldó. De ahí, al BCE. Juego de élites. 

El mismo al que juegan Patxi López o el mismísimo Pedro Sánchez, cantando a los cuatro vientos que (insisto, perdón que me ponga pesado) el dinero no debe estar en el bolsillo de la gente, sino en el de los estados, para decidir por nosotros.

¿Qué puede frenar esto? Un proceso de concienciación civil que parece ciencia ficción, en el que la sociedad sea capaz de desmontar a las súper élites. No hay la menor conciencia de éso, al contrario: la mayor parte de la gente prefiere que las cosas vayan como van, a cambio de “sanidad y educación gratis (una gratuidad al 120% de deuda/PIB y presión fiscal histórica).

Por desgracia, no es muy aventurado decir que la sociedad reniega de su soberanía. Odia la libertad. No quiere ejercer su verdadero derecho, que consiste en obligar a los gobernantes a hacer lo que queremos, no a la inversa. Las órdenes, de abajo a arriba.

Hay que hablar de dos cosas más: el buenismo oficialista dice que este control de los bancos centrales y autoridades es para evitar el blanqueo de capitales y el dinero negro. ¿Alguien se cree de verdad que hay intención de poner coto a los capitales del narco tráfico, compraventa de armas, fondos reservados de los estados, dinero opaco de los productores en origen de materias primas o fortunas de oligarcas y dictadores? Yo, no. Parece ser que el problema real es que el fontanero nos arregle el baño sin declarar IVA.

Sobre el dinero negro… En unos 30 años de ejercicio de periodismo económico, llegué a la conclusión hace tiempo de que es importante que haya una parte de la economía fuera del alcance de las zarpas del estado. ¿Para qué? Para que haya crecimiento. Opinión impopular, sí, sobre la que puedo recibir todo tipo de críticas, que escucharé y asumiré. Sólo es una tontería que se me ha metido en la cabeza, después de tantos años de mirar qué pasa con los PIBs, los mercados y las empresas.

Y para acabar: hay una guerra que se promete apasionante: la de las criptomonedas. Para ello, era necesario que se desinflara el Bitcoin. Pero, aunque la tecnología permita al BCE y estados tenernos agarrados por el cuello, también hace posible la fabricación de dinero alternativo. ¿Y si lo acepta la sociedad? ¿Y si alguien se atreve a desafiar a la autoridad monetaria?

Nadie sabe por dónde irá el futuro, pero lo que está en juego es la libertad individual. Mientras nos vigilan nuestro dinero, los políticos se perdonan entre ellos el delito de sedición. No está mal.

Manuel Lopez Torrents

Periodista económico. Empresas, mercados, inversiones, medios... Un día dije que bajarían el sueldo a los funcionarios o que vendría una amnistía fiscal y me llamaron loco. Quizá por eso siempre admiraré al que me dijo que la banca de inversión americana iba a quebrar mucho antes de que lo hiciera. No era un adivino, sólo miraba sus balances. Me gustan la prosperidad, y la clase media. Escribí tres libros de economía