El matrimonio de abogados, Gonzalo Boye e Isabel Elbal.
El matrimonio de abogados, Gonzalo Boye e Isabel Elbal.

De ‘topo’ en el caso Revilla a heredero de clientes de Villarejo, Boyé denuncia espionaje con Pegasus y su mujer lleva a uno de los juzgados por grabar al CNI y Policía con dicho sistema

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El diario El Triangle destapa la controversia de la pareja de abogados, además de matrimonio, Gonzalo Boye e Isabel Elbal. Ella defiende al reportero del comisario José Manuel Villarejo juzgado por grabar una reunión de Asuntos Internos y el CNI con Pegasus o un sistema similar. Él denuncia haber sido espiado con el mismo sistema por «las cloacas e Estado» en el CatalanGate, por defender a Carles Puigdemont.

La historia del abogado Gonzalo Boye, medio chileno y medio alemán según relata, da para una novela de espías. Espera juicio por presuntamente crear la red de blanqueo de capitales del narcotraficante Sito Miñanco, a la par que denuncia que sus comunicaciones han sido espiadas por el sistema Pegasus, de la empres NSO, por su relación con el independentismo catalán por ser abogado del expresident Carles Puigdemont.

Mientras, su mujer y compañera de despacho, Isabel Elbal, lleva la defensa del periodista de Información Sensible -medio propiedad del comisario José Manuel Villarejo, su mujer Gema Alcalá, también juzgados, y del periodista Daniel Montero que se ha librado del banquillo. Presuntamente, el defendido de Elbal grabó una conversación entre el CNI y Asuntos Internos en el marco de la causa del pequeño Nicolás con el mismo sistema Pegasus del que su marido se erige como víctima.

Así lo destapó el diario El Triangle, que además señalaba que «Boye defiende los intereses del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont y otros dirigentes independentistas, algunos de los cuales también han denunciado haber sufrido espionaje con Pegasus. Precisamente, el 29 de noviembre, otro abogado de independentistas condenados por su participación en la declaración de independencia de Catalunya, Andreu Van den Eynde, participó como supuesta víctima de espionaje en la comisión del Parlamento Europeo que estudia el uso de Pegasus en doce países europeos, incluida España».

La historia del MIR se repite

Gonzalo Boyé, que fue condenado por colaborar con ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla en 1988, aparece en las diligencias de dicha causa como la persona a través de quien la Policía hace los seguimientos y los pinchazos telefónicos al resto del comando, formado por miembros de ETA y también del MIR chileno (Movimiento de Izquierda Revolucionaria).

En ese momento los propios chilenos detenidos le señalaron como un colaborador policial y se desligaron de él todo lo posible, incluso negaron que fuera del MIR. Pero Boye acabó yendo cinco años a la cárcel y para sorpresa de los observadores, no le costó nada mezclarse con un fiscal del Opus Dei colocado en la Audiencia Nacional y con el que escribió un libro o ser abogado del Partido Popular de Leganés. Sin duda una exepción extraordinaria que el PP contratara a un «filoetarra» como abogado.

A la vez y sin perder el caché de hombre de izquierda de la auténtica, entraba en la causa de los papeles de Bárcenas por ser el abogado del Observatori Desc, ONG que dirigían la actual alcaldesa de Barcelona Ada Colau y el portavoz de Podemos, Jaume Asens.

Los clientes de Villarejo

Cuando estalló dentro del caso Nicolás la investigación sobre la grabación ilegal al CNI y a Asuntos Internos, Boye comenzó a quedar con un par de comisarios a través de periodistas de La Sexta, según contó a Crónica Libre su entorno más cercano. Y entonces un día saltó la confesión: Boye y Elbal estaban cogiendo los casos del comisario que la empresa del comisario Villarejo no podía atender por estar investigada, entre ellos, el segundo lugarteniente de la trama china de Gao Ping o el propio redactor de una de las empresas del comisario, caso que como destapó El Triangle es paradójico siendo denunciante en el Catalan Gate.

Patricia López

Directora y fundadora de Crónica Libre. Periodista de Investigación. Destapó las cloacas de Interior. Autora de El rastro del asesino, El secreto de Bretón y Crímenes sin Resolver (Ed. ARIEL)