El trabajador que desafió a Cosentino
José Humberto Muñoz, Tito, durante la entrevista que mantuvo con Crónica Libre.

El trabajador que desafió al gigante almeriense Cosentino

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José Humberto Muñoz es el primer y único empleado de Cosentino que se ha atrevido a denunciar, desde dentro, las letales condiciones en las que se desarrollaba el trabajo en la planta de Almería. Lo pagó caro, acoso, presiones, vigilancia a la puerta de su casa, el vacío de sus compañeros y el despido. “La persecución psicológica que me hicieron fue despiadada, terrible, inhumana”, cuenta. Seis años después ha visto como el tiempo, y un juzgado de Vigo, le daban la razón. El fabricante almeriense del versátil material para hacer encimeras de cocina ha sido condenado por un delito contra la salud de los trabajadores, origen de silicosis, enfermedad invalidante y mortal, como ya informamos en Crónica Libre.

En septiembre de 2017, José Humberto Muñoz, Tito, salió en la revista Interviú, puso voz y cara a lo que nadie desde dentro de la empresa se atrevía a decir.  Pero las costuras del férreo ocultamiento iban estallando aquí y allá. En Córboba, Chiclana, Cádiz, en el norte de España, se constataban casos de marmolistas que enfermaban. Se hablaba de muertes, hasta se apuntaba a una “nueva epidemia” de silicosis. El factor que las relacionaba, el aglomerado de cuarzo utilizado para hacer modernas encimeras de cocina.

Pero entre los trabajadores y exempleados del mayor fabricante de aglomerado de cuarzo de Europa, se acataba la ley del silencio. La omertá impuesta por Cosentino. Había miedo en los alrededores de la planta de Cantoria (Almería), motor de empleo de la comarca y la segunda mayor empresa andaluza por volumen de negocio (datos de 2020).

José Humberto Muñoz se atrevió a hacer público las condiciones laborales que vivía a diario. Como jefe de mantenimiento, conocía bien la ‘casa’. Muestra y reitera así la veracidad de las fotos publicadas en 2017. En ellas se veía un aire espeso, que apenas dejaba ver a un metro. Un ambiente en el que flotaban fibras minúsculas de sílice y otros materiales que una vez inhalados se alojan en los pulmones y los ‘carcomen’.

Un material mucho más peligroso que la piedra natural

Como presidente del comité de empresa durante dos años, Tito, había pedido reiteradas veces a la empresa datos sobre empleados enfermos de silicosis. Nunca obtuvo respuesta. “Si le preguntas hoy al presidente actual del comité, te dirá que lo desconoce”. Se hablaba de algunos que eran recolocados u otros que salían ya enfermos graves, a los que “se compraba su silencio” con sustanciosos cheques.

Todo se rumoreaba en la comarca y por afectados de toda España pero aún se podía acallar. José Humberto creyó que era su obligación contarlo por sus compañeros de trabajo. También por los marmolistas de pequeños talleres de más de ochenta países, a los que exporta Cosentino, y que trabajaban el nuevo material con las mismas medidas de protección que había hecho siempre con la piedra natural.

Aunque como recoge la sentencia del Juzgado de lo penal número 2 de Vigo, “El producto conocido como Silestone, un aglomerado de cuarzo, posee un porcentaje de sílice de alrededor del 95%, frente al porcentaje medio de sílice de otros productos naturales, como el granito, que posee un porcentaje medio de sílice entorno al 20%, o el mármol que no suele superar el 3%”.

 Esto, como aparece en el mismo documento judicial, ”hace más peligroso para la salud de los operarios que trabajan el Silestone que otras rocas naturales.

El castigo por hacer público el riesgo

Pensó que sus declaraciones “igual no sentaba bien”, reconoce José Humberto.  Nunca imaginó que su osadía iba a “cambiarle la vida” y a despertar una respuesta tan despiadada contra él. No permitieron presentarse la lista de su sindicato, Marea Sindicalista.  Todos los días recibía llamadas de compañeros que le decían que seguridad y recursos humanos les habían preguntando si sabían algo contra él. O le decían que estaban revisando su taquilla.

«Su único objetivo era generarme más presión y quebrarme. Encontrar motivo para echarme. Intentaron dar con personas que atestiguaran que yo había cometido alguna infracción. Nunca lo consiguieron”.

“Salía del turno de noche y llegaba a las 7:30 de la mañana a casa y te llegaban con estas noticias. Cruzaba la barrera de entrada a la fábrica y me seguía un coche de seguridad hasta mi puesto de trabajo. Su único objetivo era generarme más presión y quebrarme. Encontrar motivo para echarme. Intentaron dar con personas que atestiguaran que yo había cometido alguna infracción. Nunca lo consiguieron”. Lo recuerda y menea la cabeza de lado a lado, abatido.

Acoso, mentiras y falsos testigos

“Luego mandaron a un encargado a que me agrediera, provocara una discusión. Yo tenía testigos y lo denuncié hasta judicialmente. Pero era una lucha muy desigual. Fuimos a una juicio por una sanción que me pusieron. Lo denuncié porque si se acumulan puede ser causa de despido”, cuenta.

Tito relee la entravista en la que denuciaba las condiciones de trabajo en la planta de Cantoira y desató el acoso contra él.

La empresa llegó con al menos diez testigos, los diez eran falsos, asegura Tito. La mayoría eran mandos medios, encargados, en la empresa de Cantoria. “A partir de eso, cogí una baja y busque atención psicológica, así estuve un año, once meses y veinte días. Hasta que la Seguridad Social me dio el alta”, añade con la precisión de quien tiene marcado a fuego un episodio de su vida.

Cuando se reincorporó a su puesto, en la segunda revisión médica dentro de la propia empresa, le estaban esperando en la sala de espera el personal de seguridad y gente de recursos humanos. Le informaron, allí mismo, que procedían al despido, objetivo, según ellos.

“La doctora que me estaba haciendo la revisión me preguntó asombrada ‘¿qué es lo que está pasando?’. Le respondí, ‘pregúntele a ellos”. La empresa le echó a pesar de que era representante sindical. “Para ellos el coste de un despido improcedente es cero coma cero, cero, nada”.

La silicosis también le alcanzó a él

Cuando denunció públicamente lo que pasaba en la planta de Cantoria, Tito nunca se había hecho un TAC. Sospechaba y temía qué resultado saldría de esa prueba y lo retrasaba.  “Lo hice mientras estaba de baja. Me salió que tenía una gran cantidad de nódulos en los pulmones. Comiencé a intentar encontrar un diagnóstico que confirmase si tenía la temida silicosis”, recuerda.

En la Seguridad Social, en Almería, en un principio, no le quisieron hacer el TAC. Cuando se lo realizaron, se habló de nódulos en los pulmones pero no se dijo nada que pudiera relacionarlo con el origen de la enfermedad. “Era el hospital que le hacía los TAC a la mutua”, apunta Tito.

Estuvo así meses hasta que entró en contacto con la Asociación Nacional de Afectados y Enfermos de Silicosis (ANAES). Es una organización de las pioneras en trabajar, desde Chiclana, para dar a conocer la enfermedad y denunciar la situación. Allí le guiaron para hacer una consulta con un médico de libre elección. Le pusieron en contacto con el doctor Antonio León, en el Hospital del Mar de Cádiz. Le confirmó que tenía neumoconiosis.

“Lo recibí bastante mal ­­–recuerda Tito­­­­­–. La silicosis es muy silenciosa y no puedes saber en qué momento despertará. El TAC que confirmó los nódulos, más grande tiene 6,5 mm. Aquellas personas a las que había defendido, ahora yo pasaba a ser uno de ellos».

Gincana burocrática

La mutua encargada de tramitar su expediente laboral, sin embargo, emitió un informe donde, en contraposición al diagnóstico del neumólogo de Cádiz, dictamina que, no es silicosis sino neumonía. “Lo dijo un médico clínico, no un neumólogo”, apunta el extrabajador de Cosentino.

El Programa PISA, (Plan Integral de Silicosis Andalucía), puesto en marcha por la Junta en 2017 para la lucha contra esta epidemia, una de las ventajas que tenía es que automatizaba el proceso de diagnosis. Si se había estado expuesto al sílice ‘X’ años y se presentaban nódulos, se asumía que había silicosis. Se trataba de evitar el trasteo en los pulmones, de hacerte una biopsias, que está demostrado que puede tener repercusiones desfavorables en el paciente. El programa no funcionó en el caso de Tito

“La complicidad que tiene la empresa con la mutua, con los servicios de vigilancia de la salud son terribles. ¡Hay tanta gente que desiste…!”. Él sigue tramitando su pensión por discapacidad que la Seguridad Social no le reconoció. El 29 de enero de 2024 tiene el juicio, casi cinco años después de que presentó la denuncia. “Las anomalías y trámites para obtener la discapacidad son aberrantes. No cuenta el informe de salud pública de la salud andaluza”, denuncia Tito. No cobra nada desde que agotó su prestación por desempleo.

Ningún reconocimiento ni agradecimiento

Los compañeros, a pesar de que lo que hacía Tito era por su salud, no apoyaron al que durante años les representó ante la empresa. El miedo a perder el trabajo debía poder más que el de perder la salud. “No, no me han apoyado –admite–. Cuando salió el reportaje, el nivel de presión era tal que cuando entraba en el office donde se comía, la gente se apartaba de mí. Había cámaras y temían que si hablaban conmigo les despidieran, acabó por confesarme uno de ellos”.

El agradecimiento no le llegó entonces ni ahora. “Tampoco me hacían falta reconocimiento. Lo que más aborrezco de la gente es la cobardía”. Su amigo y compañero de asociación APSA Paco Torrico apunta desde Sevilla que eso, obviamente, sí le pesa a Tito. «Le dolió y le duele, a pesar de que igual no lo dice, que nadie saliese a apoyarle. Fue el único que se la jugo», añade sin ocultar la admiración por lo que hizo. Ninguno de los 5.300 empleados, en 70 países que tiene la multinacional ha levantado la voz contra la empresa.

Un oceáno de por medio

José Humberto, habla con Crónica Libre desde Argentina, su tierra natal. Necesita tomar ese aire tan necesario para él. No solo porque sus pulmones estén machacados por las fibras de sílice que aspiró durante 14 años de trabajo en Cosentino. También, por poner mar de por medio y verlo todo con perspectiva y sin la presión que la larga sombra de Cosentino proyecta en Almería.

“¿Si temí por mi vida? Rotundamente, sí.”, contesta el extrabajador del fabricante de Silestone. El sonido del teléfono o el aviso de un correo aún le provocan sobresaltos casi cinco años después de salir de la empresa. “Fue muy duro, a veces me cuestioné si seguir. Durante la baja, tuve un coche permanentemente delante de la puerta de mi casa, vigilando mis movimientos”, relata.

La grieta por la que entró la luz

“Después de aquella famosa publicación, creo que se agrietó, partimos la piedra, de lo que había estado pasando en aquella empresa y nunca nadie se había atrevido a informar”, recuerda José Humberto Muñoz. El proceso llegó a otro nivel el 30 de enero de 2023, opina. “Es verdad que con el transcurso del tiempo la sentencia que ha salido de Vigo, ha sido la que termina por romper y partir toda la situación que nosotros veníamos denunciando dentro de la compañía”.

«La sentencia de Vigo, no hubiera sido posible en un juzgado de Almería»

Hace seis años, todavía cabían las estratagemas, la negación. Hoy, cada vez menos. La sentencia de Vigo contra el propietario de Cosentino, y la reacción del fabricante admitiendo responsabilidad ha cambiado las cosas. “Esa sentencia en un juzgado de Almería no hubiera sido posible”, mantiene Tito.

Él vio, cuenta, como ni las inspecciones de trabajo ni las causas judiciales prosperaban en la provincia andaluza, feudo de Cosentino. “El mismo inspector de trabajo que tenía asignada la empresa me dijo, a mí, a mí –recalca Tito– que era amigo de Francisco Martínez Cosentino. En aquel momento no tenía indicios para sospechar nada, no le di importancia. Luego, conociendo lo que pasaba allí y cómo las inspecciones nunca llegaban a nada, até cabos”.

No se arrepiente de haber denunciado entonces

José Humberto habla con alguna dificultad, porque le falla la respiración, pero, sobre todo, por lo que, aún hoy, le cuesta verbalizar. Ha tenido que hacer terapia, salió roto, y ahora es cuando puede empezar a hablar del calvario que vivió y que le ha pasado factura en su vida personal.

No se arrepiente de haber dado la cara, en eso no le cabe la duda. Bregado en luchas sindicales ya en Argentina antes de emigrar a España en 2001, sabe que es lo que le toca. Lo que le manda la conciencia. Es valiente y generoso, lo vuelve a demostrar en conversación con Crónica Libre.

Durante dos años fue el presidente del comité de empresa, “el único que no se liberó y siguió en su puesto y en el comité”, apunta con orgullo de quien sabe que hizo su trabajo lo mejor que supo. A veces, cuenta, dormía dentro del coche, en el aparcamiento de la empresa, al salir de un turno de noches para poder llegar a tiempo a una reunión del comité.

«Yo solo quería trabajar, toqué un tema sensible y se desató una represión atroz». Trabajaba de electromecánico en mantenimiento en la sección de Prensa y Silos. Entró en una subcontrata, a los pocos meses, Cosentino decidió meter en plantilla a los mejores trabajadores de la empresa externa. «Al año, recibo una carta del presidente, Francisco Martínez Cosentino, agradeciéndome a mí y a otros 30 trabajadores, la mayoría de mantenimiento, por el altísimo compromiso que teníamos con la empresa. Eso fue en 2007. Cómo cambió el tema».

Personas que han muerto ahogadas, echando sangre por la boca

Cuando se quedó en paro, fundó la Asociación de Afectados de Silicosis de Andalucía (APSA) para seguir combatiendo el ocultamiento. La cantidad de historias que ha podido ver, «son terribles”. Personas que han muerto echando sangre por la boca, entubado después de haber estado cuatro años de médico en médico. Es la historia de  José Araque Martínez que falleció así el 8 de julio de 2015. Trabajó 25 años haciendo cantos en Cosentino.

«Un delegado de Salud de Almería me dijo ‘la verdad es que no sé cómo estás vivo»

«Con la asociación hicimos un trabajo de concienciación de los trabajadores de la comarca, de los afectados. Queríamos sensibilizar a los responsables de esto, los delegados de salud de Córdoba, de Granada, de Cádiz… Pero cuanto más te acercabas a Almería, peor era«.

«En una de las entrevistas que tuve con el delegado de Salud en Almería Juan de la Cruz Belmonte, cuando yo le manifesté cual era la situación de esta cuestión dentro de la empresa, me dijo, ‘la verdad es que no sé cómo estás vivo. Muchas veces me repensé hasta cuando iba a poder estar luchando”.

“Se nos pide sacrificios a los que más hemos sufrido”

Respecto al polémico acuerdo que firmó Cosentino con APSA, del que informamos en Crónica Libre, José Humberto Muñoz deja entrever ciertas reservas. «Los acuerdos están para poder mejorarse, muchísimo. He acatado la decisión de la mayoría. El ambiente de la asamblea… pues era de que se hacía para el beneficio de los futuros afectados. Se nos pide el sacrificio a los que más hemos sufrido».

Sin embargo, sí crítica el peso que se pone en el apoyo psicológico a los enfermos. «Cuando tienes unos nódulos de un agente cancerígeno, no sabes en qué momento la enfermedad avanza, psicológicamente, te encuentras en unas malas condiciónes, es verdad pero, ¿me vas a venir a poner un psicólogo ahora, como recoge Cosentino en el acuerdo con APSA. No mira, déjalo».

«Tengo documentos altamente sensibles que voy a hacer públicos en un libro que estoy preparando»

También es combativo con el apartado en el que el fabricante descarga en los marmolistas responsabilidades. «Está mintiendo, una vez más. Si creen que van a poder seguir lavando su imagen, no. Saben perfectamente lo que tengo y son documentos altamente sensibles que voy a hacer públicos en un libro que estoy preparando. Si la empresa lo que le interesa es entrar en bolsa, se lo va a tener que pensar muy bien», advierte.

Cosentino esta en el proceso de salir a bolsa, para ello contrató a JP Morgan y Goldman Sachs. «En esa empresa no prima ni la salud, ni el bienestar de los trabajadores, lo que prima es la producción. Hay que producir, producir, producir», echa en cara el extrabajador.

Según sus palabras, el gran objetivo que tenía esta familia era facturar 1.000 millones de euros. En 2021, facturó 1.401 millones de euros, PIB de un país como las islas Seychelles. «Fíjate el destino, hace que salte una sentencia en un juzgado del norte de España, un lugar que no controlan, justo en este momento que quieren cotizar».

Deuda de la clase política andaluza con los afectados de silicosis

«Ahora, mi pregunta es ¿sigue valiendo todo por dar trabajo? Ahora, resulta que este señor, Francisco Martínez Cosentino está condenado pero quiere salir a bolsa y es doctor honoris causa, hijo predilecto. .. Creo que habrá que seguir luchando para poder decir la verdad de lo que ha manejado esta empresa por dentro, para que se den cuenta del daño que han ocasioanado y que, seguramente, seguirán ocasionando», manifiesta Tito.

El salto cualitativo que supone una sentencia en firme concede un pequeño resquicio de alivio a quienes llevan décadas luchando contra molinos pero reclama, como otros afectados, que las instituciones también castiguen quitando honores al inculpado. «Cuando lo decíamos, que estaba cometiendo un delito contra la salud de los trabajadores, era un supuesto. Cuando sale la sentencia y es firme, ¿por qué no actúan en consecuencia? Sería un acto de Justicia, si ha cometido tantos delitos contra la salud de los trabajadores».

Desde APSA se ha pedido ser atendido por los presidentes de la Junta de Andalucía durante cinco años. El 2 de febrero de este 2023 fueron recibidos por Juanma Moreno, presidente andaluz. Tres días después de la sentencia de Vigo. Allí, se le llevo en persona esta misma reclamación. La Junta ha reiterado que no tiene intención de retirar el título de hijo predilecto al empresario.

       A sus 56 años, José Humberto Muñoz estudia Derecho. “para prepararse para lo que venga”, “No me arrepiento. Cuando se empieza una lucha hay que ir hasta el final. Eso es lo que les enseño a mis hijos», recalca con dignidad.

Inma Muro

Periodista especializada en temas de denuncia social. Más venticinco años de trayectoria en medios de información general e investigación. Entre ellos las ediciones digital y en papel de la revista Interviú. Gabinetes de prensa, comunicación institucional y agencias de publicidad.