Este abuso sexual, así como de autoridad se produjo a pesar de que C.R, la esposa del empresario Joaquín Parra, “ni era objeto de la investigación, ni fue detenida, ni había participado en los hechos de la causa judicial”. La situación fue tan infame para ella que, nada más vivir esta denigrante experiencia, acudió directamente a un notario para levantar acta de lo ocurrido. El extracto de la denuncia puede leerse aquí.
La actuación de los agentes es digna de ser creída ya que, como se refleja en el escrito, “dichos guardias civiles eran perfectamente conscientes de que en el domicilio de Joaquín Parra también vivía su mujer y que, probablemente, esa mañana iba a estar en su casa, en su cama, pues era antes del amanecer, las 06.30 de la madrugada”. Pese a tales circunstancias en la operación no se desplegó a ninguna agente para que pudiera registrar o cachear a la aludida.
C.R., fue informada de que no era persona investigada por la secretaria judicial, pero a pesar de esto, fue desposeída de todos sus objetos personales, teléfono incluido, recluida en una habitación y obligada a desvestirse frente a un agente varón…
La actuación de intimidación y de abuso sexual de estos agentes hacía C.R es injustificable. Tal y como dictan las leyes españolas, las internacionales y hasta las resoluciones del Tribunal Penal Internacional:
“La violencia sexual, que incluye la violación, es cualquier acto de naturaleza sexual que se comete contra una persona bajo circunstancias que son coercitivas. La violencia sexual no se limita a la invasión física del cuerpo humano y puede incluir actos que no involucran penetración o si quiera contacto físico”.
Así las cosas C.R. no se ha atrevido a interponer aun denuncia por lo sucedido. ¿La razón o más bien las razones? Las permanentes amenazas que dice recibir de los agentes “en tono intimidatorio y vejatorio” tanto hacía su marido, Joaquín Parra, como hacía sus hijos.
Este nuevo “caso aislado de corrupción” de la Guardia Civil pone sobre la mesa una realidad: La de los vigilantes del sistema que al tener impunidad y poder absoluto hacen que el sistema -como ya identificó e instauró Villarejo- se quiebre y los abusos se sucedan uno tras otro.
Falta ahora por ver si, con la exclusiva de este medio, la intervención de asuntos internos de la Guardia Civil clarifica hasta las últimas consecuencias lo ocurrido. También si el Ministerio de Igualdad moverá ficha. El movimiento feminista a buen seguro se hará eco de lo ocurrido a esta mujer.
El caso Parra cada vez huele peor…
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