Esta semana he pensado mucho en las consecuencias que ha tenido y que va a tener este gobierno de la “Ley del deseo” en las próximas elecciones del 23-J. Siento que este no vaya a ser un artículo tan divertido, pero refleja la realidad de mi estado de ánimo y el de muchísimas personas en este país, que han venido observando lo mismo que yo. En especial, las personas feministas.
Los últimos años de gobierno, respecto a las políticas para las mujeres y niñas (recordad que somos el 52% de la población) han sido nefastos. El dinero destinado al Pacto contra la Violencia Machista, no obstante, ha ido creciendo mucho, llegando este año a un presupuesto de más de 160 millones de euros.
Digo nefastos, porque a pesar de tener la dotación económica más grande de la historia, la violencia contra las mujeres y niñas y los feminicidios han seguido en aumento, llegando a 100 en 2022 y a 47 en lo que llevamos de 2023. Muchas asociaciones feministas hemos pedido por todos los métodos posibles que se nos exponga dónde han ido a parar los millones del Pacto, pero no hemos obtenido más respuesta que “es que es muy difícil controlarlo”. Por favor, estamos hablando de los millones de euros ¡que van a servir para proteger nuestras vidas y es dinero público!, cada céntimo que se utilice de ese dinero tiene que quedar registrado, pero NO LO ESTÁ.
El gobierno se “autoidentifica” feminista, se envuelve en la bandera del arcoíris, aquella que, hasta hace poco, también era un orgullo para las mujeres bisexuales y lesbianas; una bandera que defendía el derecho de AMAR a quien quisieras, independientemente de su y tu sexo sin vergüenza, con orgullo; una bandera de la que hoy, todas las feministas, especialmente las lesbianas y bisexuales nos sentimos excluidas y vemos que ha pasado, claramente, a manos del enemigo: el patriarcado.
Esa exclusión no es sólo un sentimiento, es una realidad cuando a mí me llaman tránsfoba por ser bisexual o lesbiana y rechazar “un pene femenino”. Esto iba de no sentir vergüenza de amar a mujeres u hombres, independientemente de tu sexo, iba de homosexualidad, otra realidad material, tangible y observable en la naturaleza.
La ideología queer ha mancillado lo que ocurrió en Stonewall en el 69, convirtiéndolo en un “todo cabe” y en un “cada uno tiene derecho a ser a hacer lo que quiera” y esta es la frase más liberal y menos inclusiva del mundo. La ley del deseo. Y mientras todo esto ocurre, esta semana han vuelto a asesinar a dos mujeres ¡Perdonen señores, pero nos están matando! Mientras, sus excelencias ministres están de fiesta.
Los últimos tres años, esto hemos ido observando qué ha ocurrido, respecto al feminismo, en la sociedad. De entrada, nace un partido feminista “Feministas al Congreso” nutrido de feministas ilustradas, de las que han estudiado feminismo y saben lo que es, dispuestas a llevar la agenda feminista a las instituciones. Venimos, porque yo soy una de ellas, de otros partidos de izquierdas que ya no podían seguir llamándose feministas, o de las calles, al observar la necesidad de tener que defender con las garras, más de tres siglos de avances, lucha y corpus teórico feminista, que estaban siendo destrozados.
Hubiésemos concurrido a las elecciones de noviembre, todo estaba preparándose para ello, pero ¡oh, maldita fortuna!, Pedrito adelantó las elecciones dejándonos sin posibilidad de presentarnos, ni de votar en clave feminista, más allá de en los pocos lugares donde se presentará el Partido Feminista de España (PFE). Sin opción de votar al PFAC, muchas personas preguntáis, ¿a quién voto?…
Este es el espantoso retrato social que tenemos de cara al 23-J:
El retrato es el de una sociedad extremadamente polarizada, contraria en todos los aspectos menos en el menosprecio a la MUJER, y donde el feminismo queda reducido, como el poblado de Astérix y Obélix, a un territorio con el que ninguna de las dos opciones cuenta y por supuesto, no se atreven a entrar. Por si os estáis haciendo la imagen mental, sí, tenemos un caldero mágico que nos da súper fuerzas, ¿cómo creéis, si no, que nada haya podido hacer enfermar ni llevarse a Lidia Falcón dejándola seguir al pie del cañón con casi 90 años? La pócima del caldero.
O ¿cómo Amelia Valcárcel se hace un tour de congresos, presentaciones de libros, escuela Rosario Acuña, etc, sin ni un resfriado y con una mente preclara, año tras año? La pócima, ¡por supuesto!, pero si ya os lo dicen que somos unas brujas locas del coño. ¿Por qué querríamos tantos gatos, si no? Bromas aparte, el feminismo ha quedado sin que nadie lo represente en el espectro político. Capando la posibilidad de Feministas Al Congreso participásemos en las elecciones estatales, con este adelanto, Sánchez ha hecho mucho más, incluso, de lo que pensaba: el significante FEMINISMO queda en manos de dos polos, que, en ningún caso, le darán el significado correcto.
Aunque esté tratando de poner un poco de humor en esto, os aseguro que estoy terriblemente triste. Lo estoy porque con lo que costó que las mujeres pudiésemos votar, no podemos hacerlo porque no tenemos a nadie que represente nuestros intereses. Lo estoy porque, gobierne quien gobierne, después del 23-J, los medios de comunicación y las políticas que se hagan tratarán de borrar el feminismo, el de verdad, el FEMINISMO, que es uno y abolicionista, que lleva ya casi cuatro años luchando para dejar claro lo que es y lo que no es: no es lo que cada una quiera. Eso se llama neoliberalismo.
También por el retroceso en derechos que puede suponer un gobierno con la extrema derecha con cargos negacionistas y que creen en cosas tan inmateriales e intangibles como los otros, con el peligro que conlleva legislar basándose en creencias y dogmas de fe. A pesar de la tristeza, NO TENGO MIEDO. Ninguno. El feminismo ha sido el único poder social capaz de hacer dimitir a un ministro, cuando quiso quitarnos el derecho al aborto (¿os acordáis de Gallardón? ¿Ese que parecía medio guay pero luego resultó ser un súper reaccionario? Lo echamos).
A los viejos enemigos los conocemos y sabemos cómo ganarles en el campo de batalla, que de nuevo y como siempre serán las calles, al habernos privado de la oportunidad histórica de llegar al Congreso, y no lo duden, lo hubiésemos hecho, porque somos cientos de miles, aunque los medios pretendan borrarnos. A los (no tan) nuevos enemigos, ya los llevábamos sufriendo cuatro años y lo que hemos observado, es que cada día, decenas, cientos de personas, hacen “peak” y salen del lado Oscuro, uniéndose al ejército rebelde feminista, a La Fuerza.
Pase lo que pase, el FEMINISMO seguirá existiendo, creciendo y reforzándose, porque créanlo o no, La Fuerza está con nosotras, cuando llegue el momento, venceremos, porque no hay futuro sin ilustración, no hay futuro sin humanismo y no lo hay sin nosotras y sin FEMINISMO. Porque no podrá ser de otra manera, JUNTAS HAREMOS HISTORIA y construiremos ese mañana, ese planeta, donde valga la pena vivir.
Ahora os dejo porque los gatos no paran de maullar, Pilar Aguilar y Ana de Miguel llevan horas bebiéndose lo del caldero y voy a ayudar: ¡Juana Gallego ha caído dentro mientras Silvia Gallego y José Errasti tratan de sacarla de dentro! “Señoras, que no era la pócima, hice queimada”. Ay la Diosa, ya la he vuelto a liar…
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