El apóstata Salman Rushdie sufrió un atentado en 2022 Foto: Christopher Drost

Salman Rushdie: Premio de la Paz y apostasía

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La apostasía está sancionada con la pena de muerte en el islam. Por eso se ceban muchos imames con Salman Rushdie, que en 2022 sobrevivió a un atentado a causa del cual ha perdido la visión de un ojo. ¿Su crimen? Criticar los libros sagrados. Hoy Salman Rushdie ha recibido el Premio de la Paz de los libreros de Alemania por ser «un defensor apasionado de la libertad de pensamiento y palabra». Pero Salman Rushdie no es el único exmusulmán al que han amenazado. Los eruditos islámicos suelen divulgar recomendaciones legales (fetuas) que los señalan como blanco.

Apostatar significa renunciar a unas creencias en las que se había creído en el pasado. El diccionario de la RAE apunta que es “abandonar públicamente la religión” cuando se trata de una persona” y “romper con una orden o instituto al que se pertenece” cuando se trata de un religioso. En este último caso, la apostasía se ha de formalizar de acuerdo con los procedimientos que establece la orden a la que se pertenece que culminará con la excomunión.

¿Qué directrices hay en cristianismo y judaísmo sobre la apostasía?

En el primer caso, no hay tal obligación en la fe cristiana, judaica o musulmana. Ahora bien, es apóstata en el judaísmo todo aquel que no practica ciertos mandamientos o mitzvá. Se dice desde el siglo III d.C. que hay 613 mandamientos. No está recogido en el Antiguo Testamento ni se prevé sanción alguna. Sí ordena el Deutoronomio 13:6-11 (Antiguo Testamento de la Biblia) la lapidación o muerte a todo aquel que seduzca a otros a la apostasía, es decir a creer en otro dios u otros dioses.

El Talmud de Jerusalén (debates rabínicos) dispone de innumerables pasajes donde se debaten algunos aspectos sobre lo que pueden o no pueden hacer los apóstatas. Ahora bien, se refiere exclusivamente a ciudades apóstatas, o ciudades que oficialmente renegaron del judaísmo. No consta que se deba lapidarlos ni me consta que se practique en el judaísmo desde hace siglos. Sí se debate la pena de muerte como sanción en sus diferentes modalidades pero no para la apostasía individual.

¿Qué ordenan los libros sagrados islámicos?

En el islam, la apostasía está sancionada con la pena de muerte y se practica en la actualidad, a juzgar por los innumerables llamamientos a la ejecución de apóstatas, por ejemplo, de Salman Rushdie, que no hace mucho sobrevivió un atentado. Se practica debido a la autoridad de que disponen los hadices (dichos atribuidos a Mohamed), el primero de los cuales lo recogió el imam Malik (Quien cambie su religión, matadlo. baddala dinahufa-qtuluhu) en su Muwatta.

Exjudíos y excristianos critican públicamente sus respectivas creencias del pasado y no temen represalia alguna más allá, tal vez, del rechazo que ocasiona la apostasía en sus respectivas comunidades religiosas.

No es lo mismo ser relegado al ostracismo que ser castigado con la pena de muerte. Una religión que ordena la pena de muerte para los apóstatas no tiene nada de divino. Es una ideología muy parecida al nazismo. Es una secta maligna. Si las legislaciones occidentales albergan en sus códigos penales legislación contra sectas, ¿por qué no se actúa contra esta? La libertad de culto es el hierro ardiendo al que se agarran. La ideología del islam se disfraza de religión.

Las experiencias de los exmusulmanes y el relativismo cultural

Por tanto, las experiencias de los exmusulmanes revisten vital importancia para poder entender el contradiscurso del relativismo cultural al que se han adherido partidos políticos de izquierdas en pos de la integración de migrantes en las sociedades de acogida en Occidente. Y lo han hecho dando por buenas las prácticas de otras culturas sin evaluar los riesgos que ello comporta para la paz social y para la vida de los ciudadanos. El concepto de relativismo cultural no fue acuñado pero sí desarrollado por el antropólogo Franz Boas, judío de origen alemán, que, en esencia, abogaba por estudiar e interpretar cada cultura desde sus propias creencias, valores, prácticas y usos.

Es, en sí, una metodología científica que insta a abstenerse de hacer juicios morales o éticos sobre los sistemas culturales bajo estudio en cuanto que la antropología es una disciplina académica. La monogamia, poligamia o poliandria serían igualmente válidas en los ámbitos culturales en los que se practican y no compete a los antropólogos hacer juicios éticos sobre la moralidad o inmoralidad de esas prácticas matrimoniales.

De ahí que Boas afirme que todas las culturas sean iguales y no se puedan clasificar de acuerdo a un esquema evolutivo y, en consecuencia, establecer una jerarquía de culturas superiores o inferiores. Eso no quiere decir que quien describa prácticas y usos de las culturas bajo estudio acepte como válidas todas las prácticas culturales que se conocen en todas las sociedades de la tierra. Valga como ejemplo la antropofagia o consumo de carne de seres de la misma especie, también conocida como canibalismo.

El relativismo cultural

El canibalismo se da en el reino animal pero también se ha dado entre los humanos a lo largo de la historia debido a las hambrunas pero también existe el término canibalismo cultural. La tarea del antropólogo en tanto que científico es la de describir y explicar manifestaciones culturales atendiendo a los parámetros sociales y usos culturales vigentes en la sociedad que los practica en la época histórica en los que se dan. No debe hacer juicios éticos. 

Para entrar en este tema, es necesario definir el concepto cultura. Edward Tylor (1871) define cultura, o civilización, en su sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad«. Es en el contexto y todo lo que engloba esta definición en el que hay que ubicar las experiencias vividas por los exmusulmanes.

Las enseñanzas -habiendo estado inmersos en una cultura en el sentido de Tylor- que ahora rechazan son de una enorme relevancia para entender determinados cambios sociales que están teniendo lugar en democracias occidentales. Los debates teóricos sobre este complejo tema se deben dejar a los expertos académicos. Y diría algo más.

Esos debates teóricos no deben trasladarse al pueblo llano hasta el momento en el que haya terminología bien definida, metodología científica sólida y consensos amplios entre los eruditos. Nos vamos a centrar aquí en las experiencias vividas por estos exmusulmanes porque son muy significativas por el mero hecho de haber sido parte de un grupo social con unas prácticas ahora denostadas.

¿Acepta el islam el relativismo cultural?

Un dato relevante es que el corán ordena la aniquilación de otras culturas en numerosas azoras en el sentido en el que la define Tylor y esa aniquilación se ha venido practicando desde el primer momento de su existencia, a más tardar desde el año 622 d.C. Etnias enteras desaparecieron en África basándose en ese mandato.

El islam no acepta el relativismo cultural. Lo rechaza sin paliativos al proclamarse como la religión superior y la única válida. De hecho, el Corán y hadices disponen de infinidad de relatos sobre prácticas religiosas y sociales de otras culturas a las que les impone sesgo cultural que no ético. La ética no tiene cabida en el islam. No se argumenta en esos términos ni en el Corán ni en los hadices ni en la tafser (exégesis) ni en la sharia (legislación).

En el islam existe lo halal -permitido- y lo haram -no permitido-. Es Alá quien decide qué está permitido y qué está prohibido. El debate ético no ha lugar porque no está previsto al basarse la doctrina islámica en la obediencia ciega. En esta serie de artículos se han expuesto algunas de las cosas que están permitidas y prohibidas según la doctrina islámica. No nos extrañe, pues, que muchos apóstatas hayan tomado la decisión de dejar el islam. Debería ser la consecuencia lógica para cualquier lector después de leer las fuentes islámicas y la biografía del profeta que se puede consultar en Crónica Libre.

Algunos exmusulmanes alertan del relativismo cultural

Veamos ahora qué experimentaron, por qué rechazaron el islam y las enseñanzas que podemos extraer de sus experiencias. Y lo más importante de sus enseñanzas son los riesgos que comporta aceptar y enaltecer el islam sin ningún filtro ético ni jurídico o de DDHH. Es lo peor desde el más absoluto desconocimiento de la doctrina islámica. Esta es la piedra angular de los exmusulmanes. Todos los exmusulmanes afirman haber vivido algún episodio de rechazo, violencia física o acoso psicológico cuando empezaron a cuestionar algunos postulados de su credo.

Primero preguntaron a sus padres, después a su entorno y, finalmente, a su director espiritual, el imam. A mas tardar, cuando llegaron a esa instancia se les advirtió que el cuestionamiento del credo islámico era equivalente a la apostasía. Y, si no lo sabían hasta entonces, se les informó que la condena por apostasía era la pena de muerte. Los más valientes, aquellos que divulgaron su apostasía a los cuatro vientos, sufrieron en sus propias carnes el peso de la sharia.

El imam de turno contactó con su familia para explicar qué dispone la sharia. El apóstata tiene tres días para recapacitar. La familia puede acompañarlo en este camino. Si a los tres días no ha vuelto al islam. Se conmina a la familia a asesinar a su hijo. Es la historia de muchos iraníes. La desobediencia también es considerada como herética y apóstata. Ese es el mandato divino y la doctrina islámica. En cuanto a la relación de los musulmanes con otras creencias monoteístas o politeístas, el libro sagrado es nítido. Los musulmanes deben practicar la yihad o guerra santa hasta que el mundo entero sea musulmán. 

La expresión de la espiritualidad en los espacios públicos

Ante estas vivencias comunes de exmusulmanas y exmusulmanes exiliados muy conocidos como Nazanin Armanian (iraní de nacimiento) Maryam Namazie (iraní), Ayaan Hirsi Ali (somalí), o Ridvan Aydemir (turco), Mina Ahadi (iraní),  Safia Lebdi (francesa), Hamded Abdel-Samad (egipcio) que hablan y escriben en castellano, inglés, francés o alemán son muy significativas las advertencias que vierten a las sociedades occidentales por su exagerada permisividad ante la doctrina islámica.

Corán abierto.

Desde hace décadas vienen advirtiendo que la libertad de culto no puede significar la invasión de espacios públicos para poder ejercer ese derecho. Es decir, manfiestan públicamente su rechazo a actos de índole política cuando cientos de creyentes musulmanes se ponen a rezar en la calle. Lo califican de acto de demostración de poder cortando el tráfico y ocasionando molestias a peatones, ciclistas y conductores. Ha ocurrido innumerables veces en Europa.

No es una expresión de la espiritualidad sino una demostración de poder instigada por el imam de turno. Todos aquellos que necesiten una espiritualidad con rituales, por norma, lo hacen en la intimidad y no recurren a la publicidad. En este sentido, Ahmad Mansour critica el llamamiento del muecín en Colonia (Alemania). Ya tienen permiso para hacerlo. Mansour es psicólogo de origen musulmán nacido en Israel y nacionalizado alemán.

La tolerancia y la libertad en el islam

Mansour afirma en un artículo publicado en Focus que los musulmanes en Alemania: “hablan de libertad y tolerancia, pero quieren que se establezca una interpretación del Islam que desprecia la libertad y solo se aprovecha de nuestra democracia. Si se mira a los países en los que gobierna el Islam político, es obvio que la libertad y la democracia nunca han existido en estos países.” En la misma línea, Maryam Namazie reclama el derecho a poder criticar la religión.

La crítica a la religión es un pecado en el islam y se sanciona con la pena de muerte tanto cuando quien critica es musulmán o no. Namazie analiza los atentados contra Salman Rushdie y los de Charlie Hebdo en esta clave. Afirma que los islamistas actúan masacrando voces críticas por el temor que les infunden. Añade que hay un tsunami de la apostasía en Irán que pone en grave peligro la teocracia islámica.

21 Octubre 2020, Montpellier (Francia): La policía hace guardia después del atentado islamista contra Charlie Habdo. Foto: Pascal Guyot/AFP/dpa

Aboga por una ley igual para todos en Gran Bretaña, donde reside actualmente. Este país tolera desde hace décadas los tribunales islámicos que juzgan en base a la legislación de la sharia en territorio británico. Es decir, hay una justicia paralela que, poco a poco, va conquistando más terreno en GB. En otro orden de cosas, algunos activistas protestan por las alfombras rojas que se les tienden a las élites de teocracias islámicas. 

Mina Ahadi envió una carta abierta a la cancillera alemana Angela Merkel en junio de 2020 donde le rogaba ordenar la detención del juez de la teocracia islámica de Irán Gholamreza Mansouri por encontrarse en una clínica de Hanover. Además de juzgar de acuerdo con la sharia con condenas brutales, le hace responsable del asesinato de dos periodistas iraníes en Turquía en 2018.

No ocurrió nada. En la misma línea, Ridvan Aydemir alerta sobre los peligros del islam e invita a alejarse de él porque es peligroso. Hamed Abdel-Samad, egipcio nacionalizado alemán, ha escrito innumerables libros entre los que se destaca el “Der islamische Faschismus” que, sorprendentemente, no está traducido al castellano pero sí al italiano. Abdel-Samad, hijo de un imam, afirma que el islam es una ideología política de corte fascista tan o más peligrosa que el nazismo.

Apóstatas que escriben en castellano

Nazanin Armanian escribe en castellano y es la persona en lengua española que mejor conoce los entresijos del islam de primera mano desde el punto de vista de la doctrina religiosa así como sus prácticas por haber sido ella misma víctima de algunas de ellas. El libro “El islam sin velo” escrito con su coautora Martha Zein relata innumerables vivencias. Hace un repaso de acontecimientos a lo largo de la historia del islam analizándolas en el marco de un contexto geopolítico en el que las potencias mundiales pugnan por espacios de poder.

Su lectura es altamente recomendable para entender cómo los poderes económicos extranjeros se alían con las élites religiosas islámicas muy propensas a los sobornos. Las élites reciben suculentos premios de los poderes extranjeros a cambio de contratos para explotar recursos naturales y humanos a precio de saldo. Estas venden esos recursos en nombre de sus respectivos gobiernos aprovechado la autoridad que ostentan en virtud del ideario religioso compartido con el pueblo. Acto seguido, someterlos y explotarlos al objeto de sacar rendimiento económico a su trabajo.

Aplican doctrinas religiosas basadas en la desigualdad que ordena el Corán y acata el pueblo llano con el objetivo de obtener beneficios económicos que los poderes fácticos les agradecerán mediante premios. Armanian & Zein (2009) hacen un análisis del tema del suicidio en el capítulo 7 (página 155 y siguientes) en el ámbito islámico porque una inmolación no deja de ser otra cosa que un suicidio. Explican los salvaconductos que urden los textos islámicos para permitir el suicidio en acto de combate en la guerra santa.

Aunque la razón última de esas guerras era la expansión del islam, el dinero era uno de los alicientes más importantes de los combatientes”. (página 197). Por tanto, la expansión del islam tiene un fuerte componente económico que los sátrapas islámicos explotan, aunque de forma perversa. Con la componente del terror, mantienen el número de musulmanes y los multiplica por vía vaginal. Aunque vendan su nación a poderes extranjeros, ellos siguen luchando por la causa de Alá al lograr un aumento de musulmanes. Claro está, valiéndose de algunos atajos y vericuetos argumentativos.

Conclusiones sobre el relativismo cultural

Dicho todo lo anterior, debería quedar meridianamente claro que el relativismo cultural es una metodología científica. Esto no quiere decir que el antropólogo invite a adoptar determinadas prácticas culturales de determinadas sociedades de estos u otros tiempos sin filtro alguno. El relativismo cultural no invita a practicar los sacrificios humanos que sí se practicaron en Occidente en el pasado. Solo los describe. Quien diga lo contrario, miente. Y, en consecuencia, quien acepta el islam sin filtros, comete el mismo error. Los libros sagrados islámicos ordenan asesinar y mutilar, legitiman la poligamia, pederastia y esclavitud (también sexual).

Todo esto son delitos según nuestro ordenamiento jurídico. Ofrecer un espacio en el que esas prácticas se toleren en base a un relativismo cultural mal entendido tal y como hace Gran Bretaña es un error. El espacio cultural de Occidente se rige por derechos y obligaciones de los seres humanos, cuyos principios básicos están recogidos en la Carta de Derechos Humanos de 1948, en las constituciones nacionales y todas las demás leyes que dimanan de estas últimas. 

Por lo tanto, todas aquellas prácticas culturales que contravengan el ordenamiento jurídico vigente no deben gozar de privilegios en pos del relativismo cultural porque atentan contra los derechos de toda la ciudadanía. Dicho sea de paso, conviene recordar que todos los exmusulmanes que tienen cierto grado de presencia mediática son víctimas de amenazas de muerte.

Bibliografía

Traducción del Corán al español de Bahige Mulla Huech de 2004 (1947-) 

Catalina de Erauso

Periodista de investigación. Está desentrañando el mensaje islámico recogido en el corán y otros relatos considerados sagrados, la exégesis de los mismos así como la ley sharia que dimana de los dos primeros.