Abalos, vuelve a la política
José Luis Ábalos vuelve a la política después de haber dejado el Ministerio de Transporte. Foto: Rober Solsona/ Europa Press

Ábalos: el regreso de un soldado (parte I) Malestar ante los pactos PP-Vox

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José Luis Ábalos vuelve a la arena política, y se la encuentra más llena de fango que nunca. Sin embargo, el número dos por Valencia me recibe con buen ánimo en su despacho del Congreso. Las ventanas están abiertas de par en par, y en seguida entramos en materia. Amante de la historia y de las citas, Ábalos habla sin estridencias de todo un poco, y como el que no quiere la cosa, dibuja un escenario cuando menos, preocupante, con ideas rotundas sobre los pactos PP-VOX, y con un firme alegato a favor del lenguaje, que nunca es gratuito.

Vuelta a primera línea política

Crónica Libre: ¿Está contento con su vuelta a la política activa?

José Luis Ábalos: Mucho. Lo primero, es muy gratificante que reconozcan tu trabajo, y lo segundo, mucho más en un momento tan crítico como esté, en el que, por mis valores y convicciones, y por todo el progreso conseguido, no querría estar como un mero observador.

C.L. : ¿Quién le invitó a salir?

J.L.A. : Hombre –suspira–. Nadie me invitó. Tengo que decir que en ese momento tenía una situación personal complicada, imposible de resolver con mis obligaciones políticas, y tuve que parar, y me retiré con sentimientos encontrados. Por un lado, sabiendo que tenía que hacerlo, y por otro, echando de mucho de menos mi trabajo. Pero, en cualquier caso, y por responder tu pregunta, te diré que quién tiene capacidad para nombrarte tiene capacidad para cesarte.

C.L. : Usted se presenta por Valencia, ¿Cómo ha vivido el pacto PP-VOX?

J.L.A.: Sin mucha sorpresa, la verdad. Para mi gusto es un desastre, pero es que es un desastre esperable. Han vuelto los que ya estaban gobernando con Rita Barberá. Es como una reconciliación que les permite quitarse complejos y plantear políticas reaccionarias. Es un pacto entre amigos de toda la vida, y lo de menos es que haya un torero, lo importante es el fondo.

Me preocupa, y mucho, que miembros del gobierno valenciano llamen violencia intrafamiliar a la violencia de género, o directamente la nieguen, pero es que no termina ahí la cosa. ¿Cómo puede salir después Borja Semper a decir que lo de menos es que le llamemos violencia de género o violencia intrafamiliar? No. Las palabras no son inocentes. Y todas se ajustan a una idea y un concepto, y desarrollan una acción cuando se ponen en marcha.

Y aquí, lo que pasa es que el PP ha comprado el discurso a la ultraderecha, y ese discurso no son solo palabras como dice Semper, son conceptos, son derechos adquiridos, que se expresan en políticas públicas concretas. Y claro, no son todas iguales.

El PP ha comprado el discurso de la ultraderecha

C.L. : ¿Cómo valora la irrupción de Vox en la política de este país?

J.L.A.: Con preocupación. Tenemos un gran reto por delante que es enfrentar la involución reaccionaria que plantea este partido. Es cierto que es un fenómeno cíclico, que no se produce solamente en España, sino en toda Europa. Antes los populismos se acomodaban más en algunos partidos de izquierda, hoy están claramente en la derecha.

Yo que soy un adolescente de la Transición me quedo sorprendido, porque en ese momento, los españoles dijimos sí al progreso, sí a la libertad, sí al bienestar, no a la dictadura.

Y así se expresaron las primeras elecciones democráticas, con un partido nuevo como ganador, la UCD, con gente que venía de la democracia cristiana y del liberalismo. Ahí sí había liberales, no era la derecha franquista, la derecha franquista modernizada era Alianza Popular que sacó una porquería de votos. Y los nostálgicos de Franco un solo escaño, el de Blas Piñar.

Lo cierto es que produce desazón que 42 años después tengamos un grupo de 52 ‘Blas Piñares’ en el Congreso. Esto es lo lamentable. Que la alternativa sea la vieja AP y Blas Piñar.

C.L. : Dice que el PP ha comprado el discurso a la ultraderecha. ¿Por qué cree que buena parte del electorado lo ha comprado también?

 J.L.A.: Es un fenómeno recurrente en la historia moderna. Tiene que ver con poblaciones muy inseguras, especialmente dentro de la clase media que es la que está más expuesta a cualquier situación crítica, a cualquier contratiempo en el que puedan perder todo lo que han conseguido. La clase media tiene terror a la pobreza, y económicamente está muy poco dispuesta a la cesión, por eso cuando llega un gobierno que amplía los derechos sociales, ellos lo interpretan como un peligro para sus intereses económicos.

Pero ni es así ni los muñidores de esta idea están ahí. Como decía Walter Benjamin, en este caso pensando en la ultraderecha alemana, el proyecto de la extrema derecha y la derecha extrema es el medio, y el medio es la propaganda. Porque realmente en España, la derecha no tiene ni un líder ni un proyecto, pero sí mucha propaganda.

Ahora esta propaganda es más fluida que nunca porque que a los medios de comunicación se han sumado las redes, que no habían tenido hasta ahora un papel tan protagonista, y que son perfectas para expandir bulos y desinformación.

En esta batalla por destruir es fundamental deshumanizar al adversario, lo llevamos viendo toda la legislatura.

El afán destructivo de la derecha

C.L. : ¿Por qué ese afán destructivo?

J.L.A.: Es parte de su estrategia. Necesitan fortalecer una identidad al tiempo que cuestionan la propia identidad. Es paradójico, pero les funciona. Ellos sienten que hay una identidad cuestionada, en este caso la del hombre español.

Y entonces llega todo lo demás, la cuestión racial y cultural, el hecho de reescribir la historia con un relato épico imperial que no existe como tal, no asumir diferentes identidades sexuales, de ahí su homofobia, no aceptar la igualdad de la mujer porque parece que cuestiona su virilidad, en fin, no aceptar de ninguna manera la diversidad. Ni siquiera entender el cambio climático y las políticas medioambientales. Les da pavor la diversidad porque les hace perder su dominio.

C.L. : Pero, ¿De qué tienen tanto miedo?

J.L.A.:  Bueno, por contextualizar, hemos pasado una pandemia que ha cuestionado muchas certezas que dábamos por inamovibles y ha generado mucha inquietud. Todavía está en el ambiente. Nos ha pasado factura a todos. Y a pesar de la buena gestión del gobierno, la incertidumbre sigue presente, está en el ambiente. Y el populismo en general se maneja estupendamente en la incertidumbre, en el temor en el miedo, y en el caso del caso del nacional-populismo, para combatirlo se aferra a la identidad.

Ahora mismo toda esta incertidumbre se basa en paradigmas, no en elementos concretos, por eso es muy difícil combatirla desde un punto de vista racional. Por eso es casi imposible compartir propuestas.

C.L. : Por eso le quería preguntar también, por la ausencia de debates. Después de muchas vueltas, Feijóo solo ha aceptado un cara a cara con Sánchez, en Atresmedia.

J.L.A.:  Feijóo no tiene nada que ganar en un debate, solo tiene que perder. Entonces es una cuestión solamente de estrategia electoral. Para qué me voy a arriesgar a un debate y dejar en evidencia mis limitaciones, que son todas, todas, falta de liderazgo, falta de proyecto y nada que ofrecer a España. Si debaten pueden incurrir en tantas contradicciones que solo tienen las de perder.

En su momento, Feijóo retó al presidente a un debate en el Senado, un poco para ganar estatura y proyectarse como alternativa nacional, y le fue tan mal que desde entonces no quiere ni escuchar la palabra. En lugar de debatir prefiere de expresiones políticas emocionales, que no están exentas de violencia, y ese es uno de los grandes problemas, la violencia. Y llevan jugando con ella toda la legislatura.

La primera, la violencia verbal, que siempre está presente en su discurso. Empiezan con la eliminación del adversario, y ahora, en el mundo digital, con la eliminación de la reputación del adversario, que es otro modo de matar políticamente.

Es un ataque personal contra Sánchez, contra todos los que ellos consideren un obstáculo para llegar al poder. No se ataca por las ideas, ni por las políticas, se ataca a su personalidad, a su forma de vida, y se crea la imagen de un personaje rechazable y repugnante. ¿Cómo van a querer debatir si no tienen ideas que ofrecer?

C.L. : Tampoco parecen cuestionar sus pactos con la ultraderecha. Ante el malestar que generó el gobierno de coalición y los pactos puntuales del PSOE, ahora asistimos a los pactos PP y Vox. ¿Cómo va a defender el PP hacer por el poder lo que ha recriminado a su adversario?

J.L.A.:  No tiene nada que defender, ellos solo cuestionan el pacto de los otros. Los pactos de uno son siempre buenos, máxime cuando están de acuerdo en todo. Pero es que, vamos a ver, pactar siempre es incómodo, sobre todo para el que no tiene cultura de pactos. Y aquí no la hay, porque en el fondo, hay corrientes muy autoritarias y muy despóticas dentro de la democracia.

Feijóo ha estado haciendo bandera de la lista más votada, y ahora tiene la oportunidad de ser ejemplar. Pues no, todo lo contrario. Pero nosotros tuvimos que repetir unas elecciones, y nadie lo ha valorado. Y al final no podíamos estar haciendo elecciones permanentemente. El PSOE se abstuvo también para evitar convocar elecciones y entrar en ese proceso, pero al PP yo no le he visto nunca hacer ese gesto. El PSOE ya lo ha hecho una vez, con un gran drama para nuestro partido, por cierto. Pero al PP nunca le hemos visto en esa situación, siempre pide que se le faciliten las cosas, debe ser que son de belleza superior, pero cuando a ellos les toca hacer eso,

España rota antes que roja es su prioridad, y mira que la frase es manida y no me gusta utilizarla.

C.L. : ¿Qué resultados espera el 23J?

J.L.A.:  Yo no hago conjeturas, solo sé que es un momento muy crítico para todos, y confío en que la sociedad sea consciente de que esto va de involución reaccionaria o de progreso. Es casi más importante salir a votar, que pensar en el resultado.

Enlace a la continuación: Parte II

María Bayón

María Bayón es periodista especializada en política e investigación.
Ha trabajado en prensa, radio y televisión desarrollando su carrera profesional en varios países.